La nueva reina del hogar VII
Culmina la cena de Ana y Laura, de postre Ana azota el culo de su madre con una vara mientras su hermano pasea su pene frente el rostro de su madre.
La cena (parte tres de tres)
Ana sentía un fuego intenso por debajo por de su piel que recorría todo su cuerpo, sus musculos estaban tensos y el alcohol del vino se había diluido en la adrenalina, todos sus sentidos estaban puestos en su presa. Alcanzaba a percibir cada uno de los olores que emitía el cuerpo de Laura, el ocre de su ano, el dulzón amargo de su sexo, el sudor de debajo de sus axilas el caro perfume mezclado con el vino tino y la comida italiana, y por debajo de ellos, sutil pero en incremento la mezcla de miedo y adrenalina. Cuando un depredador había localizado a su presa, la mejor manera de cazarla, no era ir corriendo detrás de ella, si no preparar el encuentro y esperar, esperar, esperar.
Y Ana sabía esperar, era paciente y sigilosa, esa palabra que tanto le gustaba y la había aprendido en la enciclopedia de animales salvajes que su papá guardaba en su estudio. Tantos libros y nadie se había interesado por ellos, en los últimos años se había sentado a leer a Homero y a Eurípides, a Julio Cesar y Nietzche, a Edgar Allan Poe y a Bram Stoker. Al principio no entendía nada, pero poco a poco algunas palabras se repetían -el hombre es el lobo del hombre- leyó en algún lugar y esas palabras vibraron con otras que ya estaban en su cabeza -Zeus sintió envidia por los hemafroditas por que se olvidaban de adorar a los Dioses-. Había leído con avidez todo lo que en su escuela le habían indicado, pero luego exendio su busqueda, leyo a Romeo y Julieta, pero adoro a Julio Cesar, leyo a Robinson Cruose pero prefirío Cándido, leyó El arte da amar pero pasó a Las memorias de Casanova y de ahi a Julieta de Sadé, -Ningún hombre es un misterio salvo para sí mismo- Muchas frases había quedado grabadas en su mente pero se quedaban guardadas, sin recordarlas hasta ahora.
Descubrío que muchos libros estaban marcados, anotaciones con una letra de tamaño mediano y a veces grande, inclinada hacia la derecha, las iniciales casi capitales, las g fuertes y agrasivas, las palabras finales de una frase subrayadas, las s y las f muy femeninas, pero la p, la q y la t masculinas. Todo lo decubrió en un libro de grafología, y ese mismo manual, al inció del libro, con una que parecía la infancia de la otra, el nombre completo de su abuela: Ana..., y la fecha que indicaba que su abuela había empezado a estudiar ese libro a la misma edad que ella tenía. Y ahora lo descubría, la abuela llevaba el mismo nombre que ella. Seguramente habría una libreta donde la abuela estaría haciendo los ejercicios necesarios para moldearse la personalidad que ella quería tener, esa abuela, para ella desconocida se mostraba como un gran maestra, primero la escritura, luego, distinguía su distintas etapas de escritura en los calces de los libros, religiones antiguas, arte egipcio, Grecia, Roma, historia occidental, arte renacentistas, pueblos páganos, etc. La abuela le heredaba un ruta de estudio para quien quisera tomarla. Ahora entendía, esa biblioteca nunca era tocada por su papá, por eso era tan solo un pusilánime, palabra enseñada por la abuela, un don nadie sin coraje ni rumbo, y que llevaría a su familia a la desdicha si ella no actuaba ya.
Todo el saber de la abuela más la increible enciclopedia de los animales salvajes, en especial los depredadores, los que estas en la punta de la cadena alimenticia, eran el alma y cuerpo de Ana, su ser se había forjado en esos tres años de estudio intenso que sus papás creían era una etapa de retraimiento de su hija. Esos tres años fueron el crisol de su alma que ahora tenía alas poderosas, garras fuertes y músculos capaces de pensar y actuar al mismo tiempo. Y así, durante un mes estuvo cazando a su familia, a Miguel y Laura y a Javier, y esta noche era la noche del cazador y el aroma embriagador de su madre exitada era ya demasiado para estar contemplando, se puso de pie de un brico, grito ¡Miguel! Y Miguel corrió con una vara de madera que su hermana le había dado antes de la cena.
Laura abrió los ojos muy grandes y trató de ponerse de pie, pero la embriaguez de toda la tarde hizó que cayera de nuevo a la silla y el golpe removió la pelota de golf y el vibrador en su interior, soltó un ligero grito, Ana pensó en las gacelas heridas por la garra de un tigre, sonrió y fue hasta donde esta ella. Ana también se sintió embriagada, llegó hasta donde su madre estaba sentada, metió un mano en su sexo y con la otra rodeó y oprimió con fuerza su cuello haciendo que levantara su rostro hacia ella, la beso con ternura y luego con furia y al final con coraje, Esto es en parte por no saber ser una mujer decidida, una mujer que tomara su destino en las manos y fuese a donde ella quisiese. Ahora entiendo que no puedes ser así, tal vez solo unas cuantas cada generación podemos, ahora te toca ser obediente y seguirme a mi, vovió a besarla y mordió su labio, Laura gimió y luego se quejo, sintió que una vibora subía por su cintura y luega por su espalda, tuvo miedo de Ana, entendíó que no se tratata de un simple juego. Sin embargo su exitación iba en aumento y la pequeña mano de Ana no dejaba de urgar en su interior.
Miguel estaba parado del otro lado de mesa, había dejado de sentir las oleadas de placer y dolor, ahora todo era como estar sumergido en río profundo y violento, su respiración era agitada, a ratos no podía respirar, dejo de sentir su sexo y ahora era su ano el que vibraba con cada palabra de su hermana, la encontraba endiabladamente bella y ver a Laura transformarse de madre a putilla lo tenía loco. Más de una vez deseo retirarse a su habitación y olvidarse de todo, sentía que no podría ver ni escuchar más y que en cualquier momento se desmayaría, además estaba sin comer desde hace más de seis horas y no podía ni orina ni ir al baño. Pensó que más le valía aguantar que desatar la furía de su hermana, ahora que había visto que hacía con su madre no dudo ni un segundo que Ana era ahora otra persona, una persona muy mala, y al mismo tiempo que pensaba eso la veía tan hermosa, tan atractiva que por momentos desea volver a besar sus pies y tener cerca su piel tan deseada.
Ana jaló del cuello a Laura e hizó que se levantara, luego la tomo del pelo y la inclinó sobre la mesa, Laura coperaba de buena gana, aunque no dejaba de sorprenderse por la actitud tan agresiva y violenta de Ana, no hubo necesidad de dar instrucciones, Laura imagino, deseo, que la vara golpeara su trasero, quitó rapidamente los platos que quedaban abajo de ella y estiró hacia el frente su mano, luego abrió un poco las manos y levanto sus nalgas al aire, se estaba esforzando para Ana, no quería mostrarse debilidad ahora, recibiría el castigo que tanto anhelaba con agradecimiento y respeto para con su hija, Ana se dió cuenta de sus esfuerzos y se inclino sobre ella por detrás, poniéndose de puntitas, ya que las piernas de Laura eran más largas, y rozó su vientre cubierto por el vestido negro de Ana, luego se inclino más y beso la espalda de Laura justo donde terminaba la curva de su trasero. Se incorporó y lenvanto más el vestido, luego se dirigío a Miguel, Ven, quitale las tangas, creo que hasta ahora eso te has ganado. Miguel corrió hacia el trasero de madre y casi se tropieza con la silla al llegar a ella, ya extendía su manos cuando recibió un golpe seco en el dorso de la mano derecha: ¡Eh perro, grito Ana! Ni se te ocurra tocar a Mamá, ES TODA MÍA, recarlco Ana, y ante la perplejidad de Miguel Ana agrego, ¡La boca imbecil! ¡Usa la boca! ¿Qué no ves que ahora eres un perro capado? Miguel no entendío pero se sintió tan feliz tener ahora una prenda de su madre y de poder acercar su boca a su trasero que nada le importo, se puso de rodillas y empezo a jalar la prenda de un lado a otro. Y en le inter no dejaba de olisquar, igual que un perro, el culo de su madre. Laura empezo a gemir y removerse en su lugar.
Ana dió vuelta a la mesa, tomo vino de su copa, lo calentó un poco en su boca y luego se inclinó a besar a Laura y lentamente hizo que bebiera el vino de su boca. Cuando hubo terminado Miguel tenía la prenda de Laura en la boca, la tanga era negra y muy pequeña, con pequeños encajes y en la zona de la vagina estaba completamente por una mezcla de jugos inttiemo de Laura, mantequilla derretida, orin y migajas de pan, Miguel esta tan feliz que detener una cola la movería sin parar de un lado a otro, tan feliz que olvido que por el momento su pene esta reducido a un pellejo sin vida alguna pejado con su escroto y testiculos a la parte inferior de su cuerpo. Ana le dijo, Dejo eso en tu cuarto, luego jugaras con él cuado te de permiso, y apurate, que tengo cosas importantes que hacer, entonces ya le había dado vuelta a la mesa y acariciaba el sexo y el ano de su madre con delicadeza.
Miguel volvío y Ana le miro, penso que Miguel entendería sus ordenes a través de la mirada, pero era inutil, Miguel era como una bestía de carga, así que le dijo con cierto enfado, Miguel toma los brazos de Mamá con fuerza y no la sueltes. Ana llevó su mano hasta su naríz y olió con fuerza, luego sacó la lengua y probó, pensó que su mamá esta lista, lista para ser devorada por ella, para alimentarse de su carne y su sangre, para comulgar a través del dolor y el miedo, hay, ellos tres, celebraban una misa oscura y sucia, un misterio de la madre tierra, bajarían los escalones del sufrimiento paso a paso. Bueno, rectifico, Miguel no cuenta, está por que no quería que se fuera a quitar la venda y se masturbara sin que ella pudiera controlarlo. Pero en fin, no todo es perfecto nunca, pensó Ana, pero se dispuso a disfrutar de su momento, metió la mano otra vez en el sexo de Laura, pero ahora metió tres dedos en su interior y giró la mano un par de veces antes de meterla y sacarla hasta que Laura se acercaba a un orgasmo. Luego retiró con fuerza la mano, se alejó, agitó la vara en el aire y con fuerza la descargo en el traseo de su madre. Laura soltó un grito seco, procuro no gritar, Ana se acerco y acarició a todo lo largo la marca recién hecha. Luego de un par de minutos incremento la velocidad del vibrador y metió otra vez su mano en el sexo que ahora estaba muy lubricado y caliente.
Repitió la rutina, aunque sus movimiento fueron más lentos y el golpe más fuerte. Esta vez tampoco gritó Laura, pero el sonido ronco que salió de su garganta fue bastante alto, Ana disfruto del contacto de la vara con las carnes de su madre, sintió como sus musculos se calentaban y la resistencia del culo de Laura a la vara retumbó en todo su ser hasta su sexo, verla así, ofrecida a sus deseos despertaba más sus deseos de maltratarla, de humillarla, hubiera querído tener más que una vara para practicar otras cosas. Mientras golpeo otra vez y sintió que un orgasmo vibraba en su sexo, tanto que tuvo que detenerse un poco en la mesa, le pidió a Miguel que se acercará y le alzando su vestido le ordenó que le quitara la tanga a ella. Recuperada un poco fue hasta donde su madre descansaba su rostro y la acarició con el dorso de la mano, limpió un poco sus mejillas de las lágrimas mezcladas con pintura y sudor que perlaba su frente, también le limpió un poco debajo de la nariz ya que tenía mucosidades, unas secas y otras frescas, además de su barbilla corría un hilo de saliva que Laura había dejado correr ya que el ardor de los golpes en su culo absorbían practicamente toda su atención. Aún así, debajo de aquella suciedad, la gran belleza de Laura lucía como si fuese una foto antigua y maltratada, Ana se sintió arrebatada de placer y se inclinó a besarla en la boca largamente.
Luego metió su tanga en la boca de su presa, Laura a cada golpe gritaba más y más, y aunque exitaba a Ana, quería evitar que los vecinos se enteraran de lo que pasaba en su hogar. No podría uno hacer públicos los placeres privados. Laura acepto bien la prenda de Ana, se podría decir que con gusto, se acomodo a ella y luego aspiró profundamente gozando del aroma de sexo del sexo de su hija. Ana giró y miró a su hermano de arriba a abajo, sintió repulsión, creyó que estaba al límite de sus fuerzas, con cierto desdén desabrocho su pantalón y empezó lentamente a quitar las vendas de su entrepiernas, el pene de Miguel, pálido y flácido, colgaba tímido y tembloroso, Miguel lloraba en silencio ya que al reacctivarse la circulación en sus caderas cientos de punzadas recorrieron toda la zona antes sometida. Ponte frente a ella, ordenó Ana, y volvió hasta el trasero de su madre y sintío deseos de explorar su ano, así que tomo la barra de mantequilla de la mesa y comenzo acariciar a Laura.
No tardo en poder introducir un par de dedos y el olor particular del ano inundó la estancia, Ana sentía que de su sexo iba soltando un delgado hilo de jugos vaginales, Tendré que hacer que beba de mi, penso, en ese momento una idea descabellada acarició su nuca: su abuela, poco a poco introducía su espíritu en ella y esta noche, con el orgasmo que tuviera, su abuela habitaría con ella su cuerpo, se rió un poco de la idea y ya estaba sin darse cuenta ya introduciendo cuatro dedos en el ano de su sin que tuviera resitencia, muy bien alcnaza a tocar la pelota de golf que Laura traía dentro desde iniciada la cena. Ana retiró la mano y la olió profusamente, luego miró a su hermano que presentaba una enorme erección, seguramente con mucho dolor, por el rostro pálido que tenía. La punta del pene de Miguel bailaba entre la nariz, los labios y la barbilla de Laura, a la suciedad del rostro se agragaba el liquido que soltaba interminablemente Miguel. Ana se lamento no tener una cámara fotográfica, aunque luego pensó que haría eso y mucho más las veces que quisiera. Con el siguiente golpe penso que su madre tendría un orgasmo, gemía y se retorcía como si en su cuerpo habitaran demonios.
Volvió con la rutina, ahora fue su sexo mientras buscaba ubicar el clítoris, pensó que lo había hecho por que Laura casi grita de placer atraves de la tanga en su boca. Siguió por un rato, luego inspeccionó las marcas de la vara, se inclinó para besar ese trasero duro y levantado. Ver las heridas rojas le producía gran placer, hundió sus uñas con fuerza en uno de los gluteos y arrancó de Laura otro grito, Ana se sentía un animal salvaje jugando con un presa que se resiste a morir. Con el siguiente golpe Laura perdió su zapato izquierdo. Ana admiró la curva completa de la pierna de su mamá, a pesar de los años tenía un cuerpo muy sensual, o gracias a ellos, pensó de pronto Ana.
Si hubiese una fisonomía de las relaciones, sin duda su madre compartía un puesto intermedio, bien podría ser la cazadora, o como ahora una deliciosa presa. Tenía una vitalidad y un deseo de disfrutar de su cuerpo, del placer y del dolor que incrementaban su atractivo, Pensó que no podría aguantar mucho más la exitación, curiosamente se sentía muy segura de poder controlar a Laura, de Miguel no podría decir nada, estaba soportarto estoicamente la sobremesa, cada vez que la punta de su pene rozaba los labios o la nariz parecía que se desmayaría.
Entonces Ana pensó que tendrían que iniciar el fin de la escena. Cuenta de cinco hacia atrás putita, al último golpe quiero que los dos se vengan ¿queda claro? Ambos intentaron decir algo pero la emoción hizo que solo emitieran un gruñido sordo y seco, Un hilo de saliva había salido por la comisura de la boca de Ana, se la limpió con una servilleta de la mesa. Le dedicó un minuto entero a disfrutar de el cuadro que tenía enfrente, puso la vara en el trasero de su madre y lo acarició. Sintió que una mano guía la suya poniendo la vara en el lugar donde las nalgas se convertían en piernas, un punto que ella no había castigado aún, supo, una voz dentro de su mente supo, que con el dolor el cerebro de Laura habría producido gran cantidad de adrenalidad, de oxitocina y dopamina, que golpeandola en esa parte tan sensible del cuerpo los niveles de estos químicos desencadenarían un gran orgasmo como nunca los había sentido su madre. Ana pensó y dijó en voz alta al mismo tiempo: el amor es el castigo por no saber vivir solos, luego golpeó fuerte y firme, Laura gimió algo parecido al número cinco y contrajo los musculos de su piernas y arqueo su espalda hacia arriba, luego repitió el golpe una vez más, y otra y otra y otra vez, los últimos tres golpes varias cosas pasaron a la vez:
ANA sintió un gran orgasmo, su cuerpo tembló y pensó que se caería así que se sujeto de la espalda de Laura y la abrazo besando su piel sudorosa, Se sentía feliz y agradecida por la entrega de su madre, Laura temblaba y Ana empezó a llorar sobre ella sin dejar de besarla. Aunque por tarde se había acercado a un orgasmo mientras se acariciba a las piernas de su madre, no se comparaba con esta voluoptosidad violenta y destuctiva, ahora mezclada a la ternura sentía un deseo de llevar a su madre más lejos en el dolor y la ignominia. Solo deseaba que ella lo pudiera soportar.
MIGUEL atento a todo tuvo un orgasmo largo y doloroso sobre el rostro de su madre, luego cayó de rodillas y se desmayó mientras seguían los espamos de su sexo y sollozaba como un niño, se fue relajando su cuerpo y quedo dormido hecho un ovillo.
LAURA estuvo a punto de perder el conocimiento del dolor, luego con la desgarga de semen de Miguel se sintió tan avergonzada y fuera de lugar, luego el dolor y la verguenza dieron paso a una oleada de placer sucio que su cuerpo temblo y su sexo vibró terminando en un orgasmo muy intenso que se incrementó con la sensación del abrazo de su hija que la abrazaba y besaba, el vibrador salió expulsado de su interior con gran fuerza junto con un chorro de liquidos vaginales. Las dos, madre e hija, se habían olvidado de Miguel, se incorporaron y caminaron abrazadas hasta la sala, dieron traspies, pero la embriaguez del alcohol había desaparecido ya, era otro el vino que las hacía caminar inseguras, hacer que se buscaran una a la otra.
Ya en el sillón Ana limpiaba el rostro de Laura, trataba de recomponer su cabello, intento reacomodar su falda, pero luego las dos rieron, era imposible, Laura se dejaba hacer como si fuera una chiquilla, Eres toda una putilla, dijo Ana entre risas, No, Soy TÚ Putilla, corrigió feliz Laura.
Durante más de media hora jugaron como si fuesen colegialas, Ana le hizó cosquillas, le pellizco los pezones y le mordió los hombros, Laura contestaba de la misma manera pero no se atravía a lastimar a Ana, así que solo la tocaba, la acariciaba se podría decir. Se besaban largamente y Ana aún sentía deseos de lastimarla y Laura lo notaba, asi que le decía animandola, No has cuidado de mis senos hija, y se terminó por quitar el vestido, Ana sin tardarse la chupo y la mordisqueo varias veces provocando más replicas del temblor anterior. Pasado un tiempo Ana se puso de pie y miró a su madre, Estas hecha un desastre, le dijo, vamos tienes que bañarte, casi son las doce y papá no tardará en llegar, te tengo un encargo. En el rostro sucio de Laura se dibujo una sonrisa, aún la bola de golf seguía dentro de ella y de seguro su esposo se llevaría un tratamiento similar a ella. Solo deseaba algún día verlo tan humillado, si no a sus pies, a los de su hija, con eso sería muy feliz.
Pasaron al lado de Miguel que dormía, aún su pene producía algún espasmo y un hilo de líquido salía de él, Ana se inclino y acarició las piernas, el costado y su pecho, Es hermoso, lástima que sea tan tonto, ya le enseñaremos. Laura rememoro el orgasmo de su hijo en su rostro, saco la lengua y probó un poco de ese semen, ya seco, a un lado de su boca, un espasmo atacó su sexo y tuvo que detenerse para no caerse, Ana rió muy fuerte, ¿Eh, te ha gustado mucho verdad? Le dijo a Laura entre una carcagada y otra, Si, muchísimo hija, muchas gracias. Ana abrazo a Laura, que por ir sin sus tacones parecía más baja que su hija, y subieron las escaleras entre risas, espamos y traspies. Miguel tendría mucho que limpiar al siguiente día por la mañana, comentaron. E imaginaron algunas cosas que pudiera hacer Miguel para el desayuno, habría que pagarle un curso de cocina, sería buena idea.