La nueva reina del hogar VI
La cena (parte dos de tres) Ana sigue convencido a su madre de dejarse llevar por ella, Laura reconoce sus impulsos autodestructivos y se deja llevarse por ellos de la mano de Ana; y el pobre de Miguel sirve de Eunuco y sufre por no poder liberar su deseo. Gracias por leer y comentar. Maldoror.
Laura, vestida con un vestido negro con gran escote en la espalda y muy corto, tenía su cabello largo y ondulado completamente despeinado, la pintura de rostro corrida, había llorado y moqueado, su tanga estaba sucia y movida, se sentía sucia y tenía mucha razón, pero además había una felicidad insana, un oscuro resplandor que iluminaba sordamente rincones de su interior que la hacía sentir comoda, como si una alguién, después de haberla insultado y golpeado le hubiese puesto sobre su piel herida un manta gruesa y cálida.
Así se sentía Laura con su hija Ana, a pesar de no tener aún los quince años sabía que aunque hiciera cualquier cosa con ella siempre sentíria su protección y cariño, y ella deseaba escudriñar, no importaba que de rodillas y humillada, esos recovecos oscuros y sucios de su alma, deseaba sentir el fango y las campos tenebros que albergaba su ser que durante mucho tiempo se había negado a ver y mucho menos a recorrer.
Así que con estas ideas en la mente miró a su hija, extendió su mano sobre la mesa buscando la de Ana y cuando la encotró la apretó suavemente y le dijo: Ana, hija mía, puedes hacer conmigo lo que quieras, lo acepto con gusto y te pido, que aunque a veces me resista y diga que no, me lleves por el mejor camino que creas que deba recorrer. Ana la miraba y sintió su sexo caliente, empezaba a fluir un río muy poderoso dentro de ella, la boca se le lleno de saliva y sintió que su cuerpo se levantaba de la silla. Mamá, contestó, no tengas miedo, juntas caminaremos por debamos ir, tú me enseñaras y yo a ti, yo seré la maestra atenta a ti, de ti aprenderé mucho más que tú de mi, estoy segura, Pues seré toda tuya, remató Laura y retiró su mano, sintió que tenía que esperar que Ana diera la orden para comenzar a cenar y Ana se percató de ese delicado gesto, Serás una gran alumna dijo orgullosa Ana, Vamos cenemos, Miguel, sirve, vamos.
Miguel se acercó con el rostro incendiado y dando traspies, su madre interrogó con la mirada a Ana, y Ana contesto: No te apueres por él, aún pude aguantar, y como Laura seguía con cara de duda Ana agrego: Miguel no puede tener erecciones sin permiso, toca su entrepierna, esta vendado, Laura toco timidamente por encima del pantalon de Miguel, no sintió su sexo por ningún lado. Miguel, siguió Ana, sirve de eunuco, por ahora su pene no tiene lugar en nuestro mundo, cuando sea el momento lo dejaremos salir un poco a respirar, pero primero tiene que aprender a comportarse, ¿ no es así Miguel? Y Miguel asintió en silencio tratantdo de recomponerse de las sensaciones que lo atacaban en todo su cuerpo. Luego se retiro.
Miguel, además de un plato cerrado frete a Laura había dejado el resto de la cena en la mesa y se retiró para traer una botella más de vino. Ana con un gesto le indico a su madre que viera el plato, Laura lo abrió y se encontro con un pequeño vibrador de su propiedad que escondía en un cajón de su baño, no se sorprendió que Ana lo hubiese encontrado y enseguida supo lo que quería su hija, así que lleno de saliva y lo llevo a su sexo, se talló la entrada de su sexo con él y luego, con un ruido de su garganta, lo introdujo dentro de ella lo más profundo que pudo, nuevamente el ambiente se lleno de un olor acre, a sexo de mujer. Como era inalambrico tomò el control y se lo extendió a Ana, ella agradeció con una sonrisa y lo activo en el nivel intermedio. El otro objeto era una pelota de golf, amarrada toscamente con una cuerda algo gruesa. Laura la tomó y no supo que hacer. Ana se dió cuenta y solo dijo: En tu culo Mamá, esa pelota es un mensaje para mi papá.
Laura tuvo que ponerse de cuclillas y usar mantequilla para meter esa pelota en su ano, nunca había metido algo tan grande en su ano, es más nunca había usado su ano de manera sexual. Las sensaciones empezaron a crecer en su interior, Ana la miraba lascivamente, se veía que disfrutaba del espectatulo, entre más guarra se portaba su mamá, más sentía vibrar el río oscuro de su sexo, en algún lugar de su ser llovía un tormenta y su sexo se inundaba poco a poco.
Cuando Laura estuvo lista se sento a cenar y a pesar de su imagen, de tener el vestido por encima de su trasero y estar penetrada en su sexo y su ano, se sitió con hambre y ganas de comer. El resto de la cena fue lo más normal que pudiera ser, salvo por Miguel que iba y venía y ella lo veía sufrir, hubiera deseado ayudarlo, no sabía, tocarlo un poco para ayudarle a desahogarse, pero Ana era muy dura, con su mirada le indico a Laura que dejara de compadecerse de Miguel, su momento llegaría a su debido tiempo. Laura pensó en dejarse llevar plenamente por Ana, suspiro fuertemente y dejó de resistirse, su deseo empezaba a ser llevado por el río de Ana, había sido arrancada de su lugar y ahora iba a la deriva sobre el siniestro y peligroso caudal de su hija. Se sintió feliz después de muchos años de no serlo y su sexo destilar sobre la silla, sintió un pulsación muy fuerte y sin saber por que tomo un trozo de pan y lo mojo en su sexo, cuando estuvo completamente mojado lo comió luego de pedir permiso con la mirada a Ana, que asintió encantada de la iniciativa de Laura. Una oleada nueva que inció en su lengua la recorrió hasta su sexo y su ano, que palpitaba con la pelota de golf muy dentro de ella.
Ana aumentó un poco la velocidad del vibrador, tomo una copa de vino, bebió y miró a su madre cenar, Ana pico un poco de la pasta con camarones y un poco de ensalada, no quería que la comida hiciera que su mente se nublara. Pero disfrutaba de ver a su madre comer desesperadamente, dejar los cubiertos a un lado y comer con la manos olvidandose de limpiarse la boca, además de seguir remojando el pan en su sexo. Era como ver a un animalito del bosque que estuviera perdido y que acabará de perder todo, Ana se había acercado a Laura y la estaba rescatando de los terrores de la soledad, ya nunca más estaría desamparada, penso Ana, durante tres años había deseado ver esta imagen convertida en realidad, le había costado mucho investigar en su casa, mucho leer los libros de su padre, mucho buscar en cajones y archivos de su casa.
Mucho descubrió de su familia y por fin empezaba a lograr su sueño, ser la Nueva Reina del Hogar, y ahora protegería a los suyos contra el mundo despiadado y cruel, pero para eso debían ser reeducados y estar bien orientados. Aún faltaba un último tramo del camino, pero ya se ocuparia su madre de ir iniciandolo y ella lo pondría en su lugar después. Por ahora solo quedaba una cosa más, algo que deseaba hace mucho tiempo Ana, tomar posesión de ese delicioso territorio que era el culo de su madre.