La nueva reina del hogar

Primer entrega del desenlace de esta saga, espero sus comentarios. Gracias.

Ana espera a su padre, sabe que cualquier momento irá a su habitación, pero aún se escuchan ruidos en el cuarto de Laura y Javier, seguro la estan pasando muy bien, piensa Ana. Encontró en entre los archivos de su padre en la computadora una serie de busquedas dedicadas a la dominación femenina, y durantre algunas semanas se divirtió revisándolas, a la vez que sentía sorpresa por los gustos de su padre y por otro lado pensó que no podría ser de otra manera, lo que más gracia le hizó fue toda la parafernalia creada alrededor de la domiación femenina, había una gama tan extensa de prácticas y códigos de conduta, contratos, ropa, amarres, azotes, calabazos, etc. De pronto se sintío una novata que no sabía por donde empezar. Por lo pronto quedaba claro que a su papá le gustaría el atuendo que había elegído para esperarlo. No tenía mucha ropa pero utilizó su imaginación, busco algo sencillo, elegante y sexy: estaba prácticamete desnuda, unas unas botas altas, a las rodillas y un capa negra con capucha, anudada en el cuello.

Se miro en el espejo de cuerpo entero y practicó distintas posturas, se sintió muy bien, segura y sexy. Sus muslos resaltaban su pubis que tenía un vello que sin ser tupido acentuaba su sexo. Pensó que le gustaría mantenerlo así todo el tiempo. No le gustaba la idea de ir depilada completamente, apenas había pasado por la etapa en que no tenía vello así que no sé lo iría a quitar ahora. Sus senos eran pequeños, No diminutos, pero tampoco eran como los de su madre que eran grandes y generosos, sin embargo se sentía muy contenta con ellos, Cuiando movía su brazo para dar un golpe no se agitaban de un lado a otro sin control, los músculos de su abdomen y de sus piernas eran largos y sólidos, muy flexibles y con fuerza, sintió que era una perfecta máquina depredadora, un ser elegido para dominar a otros, su mente y su cuerpo funcionaban de una manera coordinada para alcanzar sus objetivos, se sintió hermosa e inteligente, algo que muy pocas personas poseían, de hecho, solo pensaba que su abuela pudiera haber sido así, de no haber sido traicinada por sus hermanos, Ana lanzó un suspiro, en fin, ya habrá tiempo, pensó y siguió admirándose mientras sentía una exitación y un deseo de tocarse, espera, Ana, se dijo a sí misma, espera a que llegue papá, espera.

Escuchaba a su madre gritar, estaban teníendo el sexo rudo y salvaje que su madre deseaba hace mucho tiempo, pero que su padre nunca se había atrevido a tener, en parte por que su padre no tenía coraje suficiente y en parte por que se había líado con una de las socias de la empresa vitivinícola en la que trabajaba con contable y auditor. Margarita, la amante de su padre era una mujer atractiva, con ambición y una tendencia a dominar a los hombres, Ana entendía bien por que su padre se había dejado seducir por ella, era alta, delgada, tenía grandes caderas y piernas largas y generosas, su piel era morena clara, tenía el cabello ondulado y unos bellos ojos grandes que revelaban su origen libanes, o arabe, Ana no lo sabía con exactitud.

Ana concocía bien a Margarita, era madre de una de sus compañeras de la escuela, una chica guapa, dos años mayor que ella, presumida y con cuerpo más desarrollado que Ana, los últimos meses Ana se había hecho amiga de Maria, la hija de Margarita, hasta más de una vez estuvo en su casa, para sorpresa de Margarita. Si bien, Ana se portaba sumisa y complaciente con Marina, en el fondo deseaba dominarla, a ella y a su madre. No tenía ni idea de como hacerlo, pero deseaba ver a Marina a sus pies, desnuda, amarrada con sogas, entonces Ana se pondría en cuclillas sobre su cabeza y soltaría un chorro de orina sobre su boca y le haría tragar todo. Cada vez que estaba al lado de Marina en la escuela y tenía que soportar su trata brusco y pretencioso esa imagen ilumina su propia sala de cine interior y soportaba pacientemente a Marina. Y de su madre, Margarita, bueno, no sabía, aún pensaba que hacer. Tal vez compraría uno de esos penes de plastico y le haría sentir placer de verdad, no sabía, pensaba y se exitaba con las posibilidades.

Por lo pronto no tardaría su padre en estar en su habitación, seguramente la pelota de golf en el culo de su madre sería los suficientemente inquientante para obligarlo a tener una plática de adultos, como decía él cada vez que quería regañarla por algo. Ahora, en la plática de adultos, ella le diría algunas cuantas cosas. Los gritos en el cuarto de sus padres cesaron, ella sintió una descarga de electricidad por su espalda, se puso de pie de un brinco, tomo de su escritorio una jeringa de insulina e introdujo el líquido en una ampolleta, luego la agito y volvío a sacarla con la jeringa, era increible lo que uno podría aprender de tranquilizanes en un libro de medicina y en internet. Se colocó detras de la puerta y se cubrió el rostro con la capucha y el cuerpo con el resto de la capa. En la oscuridad del cuarto su cuerpo blanco desapareció. Un minuto más tarde su padre entró de manera brusca a su cuarto, Ana, gritó, y fue directo a la cama, un cuerpo se dibujaba debajo de una sabana, la levantó de un tirón y con la luz tenue que entraba por la puerta entreabierta descubrió un conjunto de ropa interior negra, medias con liguero, zapatos de tacón, guantes negros y un antifaz, todo acomodado de tal manera que parecía que hubiese un cuerpo de mujer que vistiera esas prendas.

Javier se quedó sin habla, todos los gritos que traía en la boca tuvo que tragarselos ante el descubrimiento de qu esa ropa era toda de Margarita, su amante, ¿qué hacían ahí, cómo sabía Ana, de qué se trataba todo eso? Con la última pregunta escucho un ruido atrás de él, la voz de Ana, dulce y gruesa, le decía, esté es el fin del mundo que tú conoces, bienvenido a tu nueva vida papá, la vió dar un paso hacia él y, mientras alzaba su brazo derecho, la oscuridad abría paso a su desnudez, el cuerpo exquisito de Ana lo hipnotizó, sus ojos oscuros, la media sonrisa, la oscura aureola de los pechos, luego el ombligo y más abajo su pubis apenas visible en la penunbra del cuarto, además un aroma a flores, a pieles y esencias orientales lleno su cabeza de un remolino que lo mareaba, Ana había terminado de subir la mano hasta él y un pinchazo en el abdomen hizó que la mente de Javier se nublara, una gran orgasmo le dolío en el vientre, luego perdió control de su cuerpo, se apoyo en la cama y luego rodó hasta el piso, empezó a temblar de deseo y su pene le quemaba, alcanzaba a ver las botas de Ana a ambas lados de sus rostro, miro hacía arriba y vió el cuerpo de Ana, sus trasero y su sexo bajaban hasta su rostro y luego se posaron en su boca y su nariz, tuvo el orgasmo más doloroso e inteso de su vida y luego se desmayo. La imagen de su hija desnuda en medio de la oscuridad no se borraba de su mente y cuerpo.