La Nueva Orden
Estimados lectores: Llega hasta ustedes el primer ejemplar y en si un borrador del primer relato perverso-erótico que he escrito. Esta influenciado por el excelentísimo Marques de Sade cuyo encuentro y detalladas descripciones alentaron y alteraron mi imaginación. Espero que lo disfruten y que envíen sus comentarios. También los invito a que escriban y liberen a sus demonios marginados y subyugaos por el orden social y moral, es decir la hipocresía. almadehule
La nueva orden
Desde que conocí el sexo deje de pensar en el suicidio. Antes en mí mente solo estaban las pastillas, las balas, la soga que me conducirían gracias a mi intensa depresión, a la insensibilidad total. Ah!!!! La muerte es ahora pequeña y el placer infinito. Intercambie la idea de mi cuerpo inactivo, por violación constante de su acción. De mi acción y la de él. Ahora la soga no rodea más mi cuello sino que se abre paso entre mis piernas. Ahora las pastillas son para evitar el dolor de cabeza, ahora solo disparo lubricación. La muerte no puede ser mejor que el sexo, sexo con amor, sexo con dolor, sexo con despecho, sexo drogado, sexo maldito, sexo querido, sexo con mi sexo. La creación del cuerpo fue el orgasmo perfecto de Dios. Y yo en mis múltiples, breves, largas, aburridas, venturosas encamadas, de vino, marihuana, desayuno y ducha, me di cuenta que ahora si le temo a la muerte, a esa muerte que antes desafiaba con el filo de un cuchillo. Le temo por que se que me robará mis pezones eréctiles, mis labios húmedos, mis orificios de éxtasis. Perderé las contracciones bañadas de roció, las condenaciones de mi sudor, perderé, sin buscar manera poética de decirlo, esa maldita verga tuya. Suicidarme seria, hoy por hoy, dejar de jugar en el sube y baja de nuestras pelvis. Y es por eso que he decidido que mi estructura física será fortalecida, cual iglesia, con los gemidos del Ave Maria, con las venidas del espíritu santo y con la gran verga de nuestro señor Jesucristo. Si, si hermanos mi religión es el sexo, es coger, es hacer el amor. Mi vida estará dedicada a los votos del frenesí, a los rosarios de lengua y saliva, a los azotes en mi culo y al repaso constante de los divinos misterios de la anti concepción. Los hombres de vergas colgantes y firmes, los hombres de dedos hábiles, de carnes bondadosas o de pesos ligeros serán la purga de mis pecados. Y lo daré todo por el reino, ofreciendo cada pliegue, cada gota de mi salado vino. Inicie con el sexo la congregación de la diosa del clítoris, esa nueva orden que me llevó milagrosamente a la salvación del suicidio virgen.