La nueva Laura - Primeros Cambios

Laura está cambiando pero no se da cuenta

Primeros Cambios

Laura cerró la puerta de su casa y se dirigió a la sala de estar. Al entrar inmediatamente le llamó la atención que sobre la mesa baja había un paquete de cigarrillos, un encendedor y un cenicero. Se detuvo unos segundos mirando, preguntándose qué hacía eso allí.

Se sentó en el sofá sin dejar de mirar el paquete de cigarrillos que seguía llamando su atención. Alargó la mano y lo cogió. Vió que aún llevaba el precinto , es decir, que estaba sin empezar. Lo sostuvo en su mano y lo observó con atención. Seguía siendo un misterio que cada vez atraia más su atención, no dejaba de darle vueltas sólo pensaba en aquel paquete de cigarrillos.

De forma casi automática y sin darse cuenta retiró el precinto y lo abrió. Ahora su atención paso del paquete a los cigarrillos que contenía.Extrajo uno y lo observó. Ella no fumaba, es más, aborrecía el tabaco pero por alguna extraña razón sentía que aquel paquete era suyo.

Intentó apartar esa idea de la cabeza pero no pudo, sabía que aquel paquete era suyo. A pesar de cómo le disgustaba el tabaco se sentía tentada por el cigarrillo que sostenia. Estaba confundida por todos esos pensamientos contradictorios y de forma inconsciente colocó el cigarrillo en su boca. Antes de que pudiera pensar en lo que hacía había cogido el encendedor y encendido el cigarrillo.

Aspiró el humo y comenzó a toser, pero no quiso apagarlo, en lugar de eso esperó unos segundos y dió otra calada que le hizo toser de nuevo.Volvió a esperar y a dió una calada más corta que no le hizo toser. A pesar de todo, el sabor del cigarrillo le resultaba agradable y siguió fumándoselo hasta terminarlo.

Después de eso se puso a trabajar. Pasada una media hora pensó que le apetecía un cigarrillo y no se lo pensó y encendió otro. Al final de la tarde se había fumado cuatro cigarrillos y no sólo no encontraba nada raro en ello sino que pensó que no sabía dónde comprar tabaco en el barrio y que tendría que averiguarlo. Había asumido que si se quedaba sin tabaco compraría más.

Laura no notaba nada raro en su cambio de actitud, ni siquiera pensaba en que ella había cambiado.

Al día siguiente quedó con su amiga Sonia para tomar un café. Al ir al salir de casa introdujo sus cosas en el bolso y mecánicamente introdujo el encendedor y su paquete de cigarrillos.

Llegó al café donde Sonia la esperaba y le dijo que prefería sentarse en la terraza exterior. Hacía algo de frío pero lo que había pesado más en la decisión de Laura era que dentro del café no se podía fumar, aunque no le dijo nada a Sonia.

Las dos amigas charlaron animadamente y Laura pensó en que le apetecía fumar. En ese momento cayó en la cuenta de que algo tendría que decirle a Sonia, de repente fue consciente del cambio producido y se sintió extraña y confusa. Su confusión duró sólo unos segundos, como si algo tomase el control de sus pensamientos sus dudas desaparecieron.

Cogió su bolso y le preguntó a Sonia si le importaba que fumase. Sonia se quedó perpleja al ver a Laura sacar un paquete de tabaco y un encendedor del bolso y solo acertó a decir que no sabía que fumara.

Laura confirmó lo que su amiga veía encendiendo el cigarrillo y dando una larga calada. Sonia le dijo que creía que ella era antitabaco a lo que Laura respondió simplemente que ya no lo era.

Se irían produciendo más cambios en Laura, cambios que ella aceptaría sin pensarlo como pasó con el tabaco, cambios que le harían ser una mujer muy distinta y que ella creería firmemente que habían sido fruto de decisiones suyas aunque no recordara cuando las tomó. Lo que ella no sabía es que aquellos cambios habían sido introducidos por otra persona que iba moldeando la mente de Laura a su gusto.