La nueva hacienda de los claveles

Incesto revolucionario.

LA NUEVA HACIENDA DE LOS CLAVELES

México. Mayo de 1910

El patio de la hacienda estaba lleno de hombres. Todos los peones habían sido llamados para presenciar el acto. Don Justino Eibar y Arellano como dueño, amo y señor del lugar presidía el momento. Era un hombre de casi cincuenta años, alto y fuerte, que hacia siempre su voluntad. Ejercía el derecho de pernada como tantos otros hacendados, por lo que por lo menos veinte o veinte y cinco de los peones eran hijos suyos, que había tenido con las hijas de sus empleados. Maldito derecho que había inspirado al gran compositor mexicano Tata Nacho su canción de "La borrachita"

" Borrachita me voy

Para la capital

A servirle al patrón

Que me mando llamar, anteayer"

Así era México en esa época y no ha cambiado mucho hasta la fecha. Antes era derecho de pernada y ahora es acoso sexual.

Don Justino solo amaba dos cosas en la vida. El dinero y su hija Amparo que le diera su difunta esposa, y por esas dos cosas era capaz de todo. La hacienda se llamaba La Nueva Hacienda de los Claveles en honor a la hacienda donde su padre había trabajado en su juventud en el estado de Guanajuato.

En el centro del patio interior estaba un poste clavado al piso y hacia el llevaron al "infractor" un joven de 21 años alto, moreno y fuerte. Fue atado al poste y el capataz principal se quedo viendo a don Justino esperando la orden. Este espero un momento hasta que todos se callaron y entonces con los ojos le dio la señal al capataz. Anselmo era uno de los tantos hijos de don Justino y estaba arto de esa vida de miseria y humillaciones que su padre le daba, su odio se acrecentaba día a día.

Treinta latigazos en la espalda, uno tras otros fueron cayendo sobre Anselmo cuyo único pecado había sido declararse seguidor de Francisco I Madero, principal opositor del dictador Porfirio Díaz.

Amparo veía el castigo al lado de su padre pues este quería que se acostumbrara como futura dueña del lugar, pero ella no pudo evitar un pensamiento << Dios mió, que guapo es>> el castigo continuo hasta terminar y después don Justino ordeno a su capataz.

-¡Melitón, ponlo en un penco con agua y comida y déjalo en los limites de la hacienda! El muy entupido pudo haber sido tu sucesor, a ver ahora de que vive, quien le da de comer.

Melitón obedeció a su patrón y subió a Anselmo en un caballo y lo dejo en los límites de la hacienda, espoleando al animal para que se alejara. Dos horas después salía otro caballo donde una jovencita de dieciocho años se alejaba con agua, comida, un rifle y un par de pistolas. Se llamaba Elena y también era hija de don Justino con una campesina, por lo tanto era hermana de Anselmo al cual adoraba. Estaba dispuesta a todo por estar a su lado y sabia que al irse tras de el ya no podía volver a la hacienda. Esta se encontraba en la zona limítrofe de los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa por lo que el terreno era árido y el clima extremoso. Cinco horas después de salir de la hacienda Elena encontró a Anselmo desmayado a los pies del caballo. Desmonto y se puso a curarlo con los ungüentos que llevaba para tal propósito y se dedico a velar su sueño. Al amanecer Anselmo despertó.

-¿Qué haces aquí Elenita?, tu deberías estar en la hacienda.

-No Anselmo, mi lugar es a tu lado

-No te das cuenta de que yo no tengo futuro, no se a donde iré ni lo que haré.

-Pues iremos juntos y lo haremos también juntos, pero de ti no me separo.

Se pasaron parte de la mañana alegando hasta que Anselmo se convenció que ella no lo dejaría, por lo que a medio día reanudaron la marcha hacia el norte, buscando la frontera con USA. Al anochecer encontraron un arroyo donde acamparon y cenaron parte de las provisiones que llevaban, a la hora de dormir Elena se acostó junto a su hermano después de curarle la espalda, pego su cuerpo duro y fino al de Anselmo. Este sintió el perfume de su hermana y se dio cuenta que ella esperaba su reacción como hombre.

-Elenita, lo que estamos haciendo no esta bien, somos hermanos y nos puede acarrear problemas.

-No me importa Anselmo, el paso esta dado y si no me aceptas a tu lado solo me queda ser puta, ¿es eso lo que quieres? Anselmo no dijo nada y se quedo dormido, los dolores en la espalda lo torturaban mucho y paso una mala noche.

Al despertar reanudaron la marcha después de desayunar. Así deambularon por cuatro días completando sus comidas con la caza de animales silvestres hasta que llegaron a Parral, donde alquilaron una buhardilla para descansar. Cenaron en una fonda de mala nota y se fueron a acostar. Al estar solos Elena se desnudo mostrando su cuerpo moreno, delgado, firme. Sus senos pequeños y erectos, sus caderas amplias y carnosas. Anselmo no pudo evitar el pinchazo del deseo y se reflejo de inmediato en su entrepierna, Elena lo noto y se acerco a el diciéndole.

-Esta noche seré tuya o no seré de nadie.

-Hermanita, esto es incesto.

-¿Si, y tu crees que somos los primeros? En la hacienda hay varios matrimonios así, el mismo don Justino, nuestro padre, se ha acostado con varias de sus hijas y yo misma si no estuviere aquí seria presa de sus deseos.

Anselmo ya no puso objeción, tomo a su hermana entre sus brazos y la besó, primero suavemente, luego con lujuria. Sus lenguas se trenzaron y sus salivas se trasegaron de boca a boca, llevo sus manos a las nalgas de ella y las acaricio suavemente provocando olas de placer en su hermana.

-Sigue hermanito, me gusta mucho que me toques…..acaríciame mas.

Anselmo desvistió a su hermana y se desvistió el, al quedar los dos desnudos se admiraron mutuamente y cargándola en brazos la depositó sobre la cama. Acaricio sus pechos y los besó, llevo su boca hasta la entre pierna de Elena y aspirando el olor de su sexo le acaricio la entrada con su lengua.

-¡Ufff….esto es delicioso…..no pares por favor!

Anselmo tomo una mano de su hermana y la puso sobre su pene erecto en toda su potencia, ella entendió el mensaje y manipulo la verga de su hermano lo que puso a este a mil.

-Te la voy a meter hermanita.

-Lo estoy deseando mi amor.

El se puso entre las piernas de ella y apunto su pene a la entrada de la vagina, empujo suavemente y al sentir el obstáculo del himen empujo un poco más, venciendo la resistencia. Ella se estremeció por unos momentos pero de inmediato se relajo dejando entrar al intruso en su vagina, Anselmo la fue llevando suavemente hasta que noto que ella ya estaba a punto, entonces ataco con todo y los dos se perdieron en una espiral de placer.

-Ayyy hermanita, que rica estas, eres lo mejor que me he tirado, aparte el saber que eres mi hermana lo hace mas delicioso.

-A partir de hoy soy tuya mi amor……..ufff……..como lo disfruto………me estoy viniendo.

Esa noche fue mágica para los dos, repitieron el acto varias veces hasta el amanecer y cuando el sol entro por la ventana los encontró abrazados y felices. Solo Anselmo tenía una sombra muy en el fondo de su pensamiento, lejos, muy a lo lejos sentía la mirada entre admirada y despreciativa de su hermana Amparo, la hija legal de don Justino y heredera de la hacienda.

Duraron cuatros días en la buhardilla de Parral hasta que Anselmo estuvo totalmente recuperado, días que pasaron haciendo el amor en toda ocasión. La lasciva se había apoderado de ellos y le daban salida a su pasión. el cuarto día al amanecer se pusieron en camino rumbo al norte hacia la ciudad de Chihuahua donde pensaban detenerse unos días, al anochecer buscaron un lugar donde acampar y prepararon la cena al empezar a oscurecer el día. En eso estaban cuando de repente aparecieron cinco hombres armados que los rodearon y amenazaron con sus armas. Anselmo quiso agarrar un arma pero lo detuvo una voz fuerte y seca.

-¡Quieto chamaquito, no cometa tonterías!

Anselmo no tomo las armas pero puso su cuerpo entre Elena y los hombres.

-¡Mira con el galán!- se oyó la voz de nuevo- no se preocupe mi cuate, nosotros no somos violadores ni asesinos, pero si robamos caballos. Los tuyos no valen gran cosa y por eso te los vamos a dejar, pero tenemos hambre y acabamos de cazar unos conejos, a ver si tu vieja nos los guisa y los dejamos en paz.

Elena de inmediato se puso a guisar los tres conejos que traían, como tenia el fuego prendido no le fue difícil hacerlo y los condimentó con algunas yerbas que había levantado en le camino mientras los hombres hablaban con Anselmo.

-¿De donde vienes?

-De La nueva hacienda de los claveles

-¿Tu eres al que azotaron y corrieron hace unos días?

-Si, soy yo.

-Mendigo viejo el tal don Justino, pero muy pronto le va a llegar su hora.

-¿Y eso, acaso sabes algo?

-Mira chamaco, pronto va a estallar la revolución y nuestro jefe va a ser coronel del ejercito revolucionario ¿Por qué no te vienes con nosotros? Los hombres nunca sobran.

De inmediato Anselmo acepto, el quería un cambio en el país y esa era una oportunidad de hacerlo. Al otro día al salir el sol levantaron el campamento y se fueron todos juntos rumbo a las cercanías de Chihuahua, en el camino asaltaron un rancho donde robaron una manada de caballos y algunas reses que llevaron a su escondite, donde estaba el resto de la gavilla. Era un caserío entre una lomas tapado por la vegetación, a lo lejos parecía un rancho y de la casa principal salio un hombre a recibirlos. Era alto, pelo muy chino, moreno, con grandes bigotes y una sonrisa afable.

¿y ahora Lorenzo, que me traes?

-Pues nada Doroteo, te traigo una recua y un hombre que creo que vale?

Doroteo se le quedo viendo a Anselmo y le dijo.

-En uno de esos cuartos hay lugar para ti y tu vieja, para que descansen y vivan mientras estemos aquí. El jefe soy yo y nadie me tose, mis órdenes se obedecen a raja tabla.

-Enterado señor Doroteo.

-Ahhh……me olvidaba de algo. Nadie me llama Doroteo. Mi nombre es Francisco. Francisco Villa y la gente me conocen por Pancho Villa.

Continuara……………..

pacosuarez