La nueva asistenta de Don Ramón
.- Uffffffffff, exclamo la señora Esmeralda al sentirse traspasada y totalmente llena, estaban perfectamente acoplados, las medidas de sus órganos genitales coincidían a la perfección, eran como una mano y su respectivo guante.
La nueva asistenta de don Ramón
Don Ramón era un hombre maduro, de mas de sesenta años, un metro ochenta y dos, pelo negro ondulado, ya casi gris, ojos pardos y de mirada profunda.
Su cuerpo aunque con una ligera obesidad en el vientre se conservaba fuerte y bien proporcionado, debido al ejercicio diario, que aunque no muy violento le conservaba en buena forma, física y mentalmente.
Hacía ya varios años que estaba jubilado, había trabajado como alto cargo en un banco toda su vida y ahora podía disfrutar de su estado laboral sin ninguna estrechez económica, ya que aparte de la pensión y debido a sus contactos en el banco, había realizado bastantes negocios de compra y venta de terrenos y acciones que le habían proporcionado unos sustanciosos ahorros que siempre le habían permitido vivir holgadamente.
Nunca se había casado, quizás consideró que el trabajo no era compatible con el matrimonio y siempre había satisfecho o satisfacía (ya que su libido continuaba activa al cien por cien) sus apetencias sexuales con citas esporádicas o grandes amigas siempre dispuestas a pasar con él un rato agradable, y también porque no decirlo practicando la autosatisfacción.
Vivía en un bonito chalet situado en la ladera de un montículo, rodeado de un alto y espeso seto que impedía que miradas indiscretas atisbaran en el interior de la vivienda, tanto en la zona que daba a la calle como en los solares colindantes, aislándolo totalmente de vecinos y transeúntes fisgones. Al frente, una hermosa vista del mar Mediterráneo podía contemplarse tanto desde la terraza del primer piso como desde la pequeña piscina que rodeada por un frondoso jardín creaba un ambiente fresco y agradable que hacía que la estancia en la casa fuera del todo satisfactoria, incluso para los mas exigentes.
El jardín y la piscina las cuidaba el propio Don Ramón y la casa y las comidas corrían a cargo de una mujer que hacía mas de 15 años que estaba a su servicio. La señora Esmeralda.
La señora Esmeralda era oriunda de un país sudamericano, y había venido con su marido en busca de una vida mas acomodada de la que les ofrecía su tierra, era una mujer típica descendiente de las razas indígenas del oeste de Sudamérica, bajita, mas bien de cuerpo orondo y con las tetas poco prominentes. Su cara era muy morena y simpática y el pelo negro y brillante lo llevaba recogido en una coleta a la espalda. Y compuesto ya el escenario de nuestra historia pasaremos a relatar lo que realmente interesa a los lectores y lectoras.
Don Ramón era una estupenda persona, honrado, leal, simpático y siempre dispuesto a ayudar a sus amigos.
Pero tenía un defecto.
Era naturista, bueno nudista. Aunque quizás no debiéramos llamarlo defecto, sino mas bien peculiaridad.
Don Ramón era una persona que adoraba estar en su casa, por esto su hogar tenía todas las comodidades, pero a Don Ramón le gustaba disfrutar con su cuerpo de todas ellas, sentir en su piel el contacto de los tejidos o las pieles de sus muebles, el roce y el aroma de las flores y hojas del jardín, la caricia del sol o la resistencia del agua mientras nadaba en la piscina totalmente desnudo.
Por lo tanto siempre andaba sin ropa tanto por la casa como por el jardín durante casi todo el año exceptuando los días de mas frío.
Y aquel caluroso sábado de finales de julio no era una excepción. Don Ramón estaba disfrutando del microclima que se creaba en el jardín al mezclarse la brisa marina con el suave aroma de las rosas, sentado en una cómoda tumbona y leyendo el último libro de Dan Brawn.
La señora Esmeralda estaba bajando la escalera de la cocina con una cerveza helada y unos tacos de queso y no pudo dejar de admirar el bronceado cuerpo de su jefe. Sobre todo su vista se fijo en la hermosa verga de Don Ramón, no se cansaba de admirarla, aun en el estado de semiinconsciencia en la que en aquellos momentos se encontraba, se la veía grande y poderosa, el glande totalmente a la vista era de un color rosa oscuro, a Don Ramón le habían operado de fimosis de muy joven y ningún tipo de piel se interponía entre la brisa y el final de su apéndice reproductor, después del glande unas ligeras arruguitas recordaban los puntos de sutura de la operación y a continuación el poderoso y grueso tronco que unía el capullo, que competía en belleza con algunos de los que estaban brotando de los rosales del parterre, con los dos grandes testículos que orgullosos y totalmente depilados reposaban sobre sus muslos.
La señora Esmeralda sabía con total seguridad que aquel bello conjunto, en cuestión de breves segundos podía llegar a su máximo esplendor alcanzando una longitud que sobrepasaba los diez y ocho centímetros desde el pubis al final del glande y su grosor en la parte mas cercana a los huevos se acercaba tranquilamente a los cuatro centímetros de diámetro.
Y lo sabía porque lo había medido, tanto física como corporalmente, porque aquel instrumento tan hermoso, a lo largo de los años que llevaba al servicio de Don Ramón la había penetrado en bastantes ocasiones en todos sus orificios corporales proporcionándole unos placeres inimaginables que nunca había conseguido con su querido esposo.
En unos instantes volvería a recrear su mirada con aquel prodigio de la naturaleza que Don Ramón tenía por cipote, ella sabía perfectamente como hacerlo, aunque hoy estaba triste porque debía de comunicar a Don Ramón una noticia no muy agradable, al menos para ella.
.- Don Ramón, aquí tiene su aperitivo.
.- Gracias Esmeralda, es Vd. muy amable. Vio como la mirada de Don Ramón se dirigía a su cuerpo y escudriñaba su uniforme, ella llevaba una batita corta de trabajo de color azul celeste, totalmente desabotonada y ceñida a la cintura por un estrecho cinturón de tela, con un nudo de lacito sobre ombligo dejando entrever su cuerpo desde el pecho hasta los muslos y digo entrever porque la abertura sujeta por el cinturón no dejaba opción a nada mas.
Pero ella sabía que con aquello bastaba, no llevaba ropa interior, en aquella casa casi nuca la llevaba, aunque ella siempre cubría su cuerpo con el uniforme o la ropa de calle. No quería faltarle al respeto a Don Ramón. Mas tarde sabremos porque.
Conocía perfectamente que su cuerpo ya no era muy apetecible, de hecho su cuerpo nunca había sido tan apetecible como el de las amigas de Don Ramón, que aunque casi todas ya maduras, lo cuidaban como si fueran actrices de cine, pero también sabía que Don Ramón o mejor dicho que el miembro de Don Ramón reaccionaba ante cualquier cuerpo femenino que se le acercara con poca ropa, y ella quería ver una vez mas como el pajarito que su jefe lucía en la ingle se transformaba en una bestia salvaje palpitante y sedienta de dar y sentir placer.
.- Don Ramón si no le molesto mucho tendría que hablar con Vd.
.- Por favor Esmeralda, siéntese frente a mi y cuénteme que la preocupa. Don Ramón siempre la había tratado de usted, a pesar de haber follado con ella un montón de veces, su educación era exquisita y nunca la había faltado al respeto. Dejó el libro que estaba leyendo y bajando los pies de la otra tumbona que tenía enfrente, la acerco un poco mas debajo de la sombrilla para que ella se sentara un poco mas cerca y no le diera el sol en la cara.
La señora Esmeralda se sentó, pero debido a la inclinación de la tumbona y a lo corto de la falda sus muslos y su vulva quedaron prácticamente al descubierto y a la vista de don Ramón, pero ella no hizo ni el menor caso, ya eran muchos años de estar en aquella casa y sabía las costumbres.
Pero eso si, su mirada cruzándose con la de Don Ramón se fijo en el bello instrumento de sus sueños, que al instante y obedeciendo a una rápida orden del cerebro calenturiento de Don Ramón y a la vista de sus partes íntimas multiplico su tamaño por dos en menos de cinco segundos. Don Ramón también hizo caso omiso de esta circunstancia y la insto a que hablara con un amistoso gesto mientras tomaba uno de los tacos de queso.
.- Pues como Vd. ya sabe Don Ramón ya que algunas veces se lo he comentado, mi madre no se encuentra muy bien y últimamente a empeorado bastante.
Don Ramón rebusco en su memoria por unos segundos y efectivamente recordó que hacía unas semanas que la señora Esmeralda algo le había mencionado sobre dicho tema.
.- Si me acuerdo perfectamente, y créame que lo siento muchísimo, ya sabe que siento por Ud. y por toda su familia un gran aprecio.
.- Lo se Don Ramón y se lo agradezco mucho, pero el problema es que soy su única hija y lamentándolo mucho, en cuanto a lo que Ud. se refiere, tendré que viajar a mi país para cuidarla.
La noticia impacto a Don Ramón durante unos cuantos segundos, se había acostumbrado a aquella buena mujer y de repente ella por causas ajenas a su voluntad debía de abandonarlo para atender a un ser querido que vivía en el otro lado del mundo. La erección que ya estaba en su máximo apogeo desapareció mucho mas rápido de lo que había tardado en producirse, pero Don Ramón que era un hombre acostumbrado a las decisiones rápidas, reaccionó y su respuesta fue exactamente la que esperaba la señora Esmeralda.
.- Siento muchísimo que tenga que dejarme, pero lo primero es lo primero, y lo primero ahora mismo es estar con su querida madre, en unos momentos que adivino serán difíciles para todos ustedes. ¿Necesita dinero para el viaje?.
.- No muchas gracias Don Ramón, todo esta solucionado, agradezco su ofrecimiento pero de verdad no lo necesito, hemos ahorrado un poco y nos podemos arreglar a la perfección.
.- ¿Su marido se va con usted?
.- No, de momento él seguirá aquí con su trabajo y si no le molesta continuará residiendo en el piso que usted tan amablemente nos alquiló.
.- Claro, no faltaría mas y además, dejarán de pagarme el alquiler a partir del día en que usted salga para su país.
.- Pero Don Ramón, no puedo consentir
.- Nada Esmeralda no me discuta, ya lo he decidido, considérelo como un obsequio por los servicios prestados, como dirían en mi banco.
.- Pus muchísimas gracias don Ramón, nunca son de mas unos cuantos euros ya sabe como andan las cosas. Por otro lado debo comunicarle que me he permitido buscarle una persona que me sustituya durante el tiempo que esté fuera, que realmente no se si será mucho o poco.
.- Por favor Esmeralda, no hacía falta que se hubiera molestado .
.- No ha sido ninguna molestia, al contrario a sido un placer hacer esto por usted, no iba a dejarlo abandonado o a merced de cualquiera que quisiera abusar de su forma de ser, es demasiado bueno para andar por este mundo Don Ramón.
.- Ja, ja, ja, ja, pues muchas gracias, se lo agradezco Esmeralda porque estas cosas no se me dan muy bien.
.- No se preocupe, el próximo lunes vendrá conmigo y estaré toda la semana con ella para enseñarle todos los quehaceres de la casa, es una gran cocinera, estaba de ayudante en la cocina de un hotel pero este año han reducido personal y se ha quedado sin trabajo.
.- Vaya, maldita crisis, pero si usted me la recomienda seguro que debe ser buena persona.
.- No se preocupe que no va a tener ninguna queja de ella.
.- ¿Y en cuanto a las costumbres de esta casa?
.- No se preocupe don Ramón, está totalmente enterada de sus costumbres y por su parte no hay ningún problema.
.- Bien si usted lo dice , no sabe cuanto lamento el que se marche de esta casa Esmeralda, pero en fin el deber es el deber y una madre necesita a su hija en trances como este.
.- Y ahora don Ramón quisiera pedirle un favor.
.- Dígame Esmeralda.
.- ¿Me permite que me despida de su ? Y la señora Esmeralda señalo la entrepierna de Don Ramón.
.- ¿Quiere decir que desea que mi sexo la penetre? ¿esta segura de esto Esmeralda? ¿no es fruto del agradecimiento o algo parecido?
.- Estoy totalmente segura y lo deseo con todo mi cuerpo , mire. Y abriéndose del todo la bata metió entre sus muslos la palma de la mano, la apretó contra su sexo y se la enseño abierta a don Ramón, la mano estaba totalmente mojada con sus jugos vaginales que goteaban hacía el empedrado suelo mientras ella abría los dedos.
.- Pues en este caso procedamos. La verga de Don Ramón ya había vuelto a recobrar su tamaño, la señora Esmeralda no pudo por menos que sonreír al observar la transformación del instrumento de su jefe, como muchas veces había pensado parecía que tenía vida propia, al detectar la presencia de un cuerpo desnudo femenino en las proximidades, sea cual fuere su aspecto o edad se obraba en él aquella metamorfosis. Se endurecía hasta límites insospechados y de su uretra empezaban a brotar ininterrumpidamente finos goterones de líquido preseminal que lo preparaban para una pronta penetración.
Don Ramón se había acomodado sobre la colchoneta inclinando casi hasta la horizontal el mecanismo de la tumbona, su verga se ofrecía a su asistenta apuntando al cielo sin ningún asomo de gravidez.
La corta bata de la señora Esmeralda, acabó decididamente en el suelo y arrodillándose sobre ella se inclinó sobre el bronceado cuerpo de Don Ramón y su boca engulló suavemente el exquisito manjar que se le ofrecía, degustándolo con sumo placer y con gran maestría.
La señora Esmeralda era una experta en mamar pollas, y no lo decimos porque hubiera mamado muchas, de hecho solo había probado la de su esposo y la de don Ramón una docena de veces o quizás dos.
El problema era con su marido, al parecer todo lo que la naturaleza había dotado de mas a don Ramón lo había restado al bueno de su marido, la verga de Eduardo José ( así se llamaba su esposo ) apenas si sobrepasaba los diez centímetros de largo y el diámetro apenas rondaba los dos. Pero aquí no acababa el problema, y es que para lograr que la verga de su marido alcanzara estas exiguas dimensiones y adquiriera una rigidez aceptable para poder penetrarla se la tenía que mamar por lo menos durante veinte minutos, de aquí su experiencia en el difícil arte de la mamada.
Esto lo pensaba mientras el instrumento de Don Ramón se iba introduciendo lentamente hasta su garganta, ella ya sabía que no la podía tragar toda; en cada ocasión en que se la mamaba la metía lo mas posible hasta casi sentir arcadas, sabía que esto le gustaba a don Ramón, y también sabía que le gustaba ver como las lagrimas brotaban de sus ojos y la saliva espesa que se acumulaba en su boca, al no poder ser tragada se resbalaba por la comisura de sus labios a lo largo de la verga de su jefe, depositándose en la tensa bolsa que albergaba los calientes huevos que ella no dejada de acariciar.
Don Ramón la dejaba hacer, sabía perfectamente que ella haría lo mejor para darle placer y simplemente con los brazos detrás de la nuca observaba la escena regodeándose con la tibieza que estaba abrazando su verga sin interrupciones y levantando de tanto en tanto un poco las nalgas de la tumbona para intentar meterla un trocito mas. Cada vez que iniciaba este movimiento un acceso de tos acometía a su asistenta que para no ahogarse se sacaba aquel enorme trozo de carne tibia y palpitante que la llenaba y después de respirar profundamente volvía a tragarla con inusitada furia.
Y con este acompasado mete y saca siguieron durante mas de diez minutos hasta que don Ramón le cogió la cara con ambas manos y suavemente la acomodo entre sus muslos dejando al alcance de la boca de la señora Esmeralda el escroto que albergaba aquel hermoso par de huevos que tanto le gustaba catar.
Primero el derecho y después el izquierdo fueron albergados en la boca semicerrada de la señora Esmeralda, acunándolos con gran cantidad de saliva y traspasándolos de un lugar a otro de la boca empujados y lamidos por la lengua de la acalorada señora.
Mientras tanto ella no había dejado de acariciarse el clítoris, que estimulado por las caricias estaba asomado al exterior deseando sentir las humedades que estaba presagiando.
No tardo mucho la señora Esmeralda en recibir la visita del primer orgasmo. Con don Ramón siempre le pasaba aquello, al menos se corría tres o cuatro veces antes de conseguir que don Ramón se vertiera en sus entrañas, inundando con ríos de leche tibia y espesa sus cavidades vaginales o intestinales, según el último sitio por donde Don Ramón la había penetrado. Todo lo contrario de su marido que al correrse ( después de chuparle la cosita al menos durante veinte minutos) apenas si derramaba en su boca dos o tres gotitas del ansiado semen que tanto le gustaba saborear.
Se preparo para el orgasmo. Se sacó de la boca el huevo que estaba paladeando y las caricias a su vagina se hicieron mas rápidas y vigorosas, se apoyo en el vientre de don Ramón mirándolo a los ojos y noto como un dedo untado de liquido viscoso ( crema o aceite solar, seguro) se metía en su ano mientras la sonrisa de su jefe se acentuaba.
Y en este instante perdió de vista todo lo que la rodeaba, el jardín, la tumbona, la piscina, y sus ojos empezaron a ver estrellitas luminosas, sabía que no estaba soñando pero sus ojos aunque continuaban abiertos estaban en blanco, solo percibían el placer en forma de esos cuerpos celestes rojas, azules, verdes, blancas y dejo que el placer la poseyera, así eran las cosas con don Ramón.
Tardo varios minutos en volver al mundo real, la mano de Don Ramon ya no estaba en su culo, la estaba acariciando la frente con cariño, esperando pacientemente a que ella se recuperara.
Ella se incorporó, paso con trabajo la pierna al otro lado del cuerpo de Don Ramón, que continuaba con su cipote apuntando al cielo sujeto por el puño de su amo y mirándola complacido, se puso en cuclillas y fue bajando sus nalgas hasta notar el glande de su jefe apoyado en la parte inferior de sus labios vaginales que todavía chorreaban mojando y lubricando el ariete que estaba a punto de traspasarlos, bajo un poco mas y la polla ardiente se introdujo unos centímetros en su vagina, Don Ramón se soltó la verga y agarro con ambas manos las pequeñas tetas de la señora Esmeralda, aquello era la señal, en aquel mismo instante se dejo caer sobre aquel pedazo de verga que ansiaba traspasarla hasta la última barrera: su útero.
La sensación tan solo duraba una fracción de segundo, pero era inolvidable. Ella lo vivía en su imaginación a cámara lenta: los primeros centímetros de la introducción, el glande atravesando sus labios vaginales, la vulva que se abría dando paso al poderoso invasor, la vagina que iba acomodándose al grosor de la verga que la poseía y por fin el suave choque del tibio capullo de su macho al apoyarse en las paredes exteriores del útero. Final de trayecto.
.- Uffffffffff, exclamo la señora Esmeralda al sentirse traspasada y totalmente llena, estaban perfectamente acoplados, las medidas de sus órganos genitales coincidían a la perfección, eran como una mano y su respectivo guante.
.- Wuaw, Esmeralda, siempre es un placer follar con usted.
.- El placer es mío don Ramón, no lo dude ni un momento.
.- Ja, ja, ja, ja, está bien, nos lo repartimos, el placer es gratis, solo hay que saber como alcanzarlo.
.- Si y usted domina este arte a la perfección, sabe como hacer que una mujer goce y sabe gozar usted con ella.
.- Esto lo da la experiencia, Esmeralda, simplemente la experiencia, en absoluto pretendo ser un artista como usted dice.
Don Ramón no había soltado todavía las tetitas de la señora Esmeralda y con una suave presión de sus dedos en los oscuros y erizados pezones hizo ademán de levantarla de la cómoda postura de la que disfrutaban e aquellos momentos.
La señora Esmeralda ya sabía lo que aquello significaba, su jefe deseaba sentir sobre la piel de su verga el roce de su ardiente vagina y ella lo deseaba tanto o mas que él, por lo tanto empezó un lento movimiento rotativo y al mismo tiempo de sube y baja sin dejar que la verga acabara de salir al exterior, el instrumento era lo suficientemente largo y grueso para dar y recibir placer sin necesidad de abandonar por completo la húmeda cueva en la cual se había ubicado.
Esta vez don Ramón empezó a gemir, aunque ella sabía perfectamente que le faltaba mucho camino para llegar a la eyaculación, gemía porque gozaba con ella y esto la satisfacía y elevaba su moral a gran altura ya que a pesar de su edad, cuarenta y seis años, y su poco agraciado cuerpo estaba consiguiendo que el hombre de sus sueños sintiera un gran placer poseyéndola, pero rápidamente dejó estos pensamientos y también ella se dedico a saborear el cuerpo de don Ramón y los placeres del coito.
No dejaba de moverse, no dejaba de retorcerse, no dejaba de frotarse con el cuerpo de don Ramón, deseaba ansiosamente otro orgasmo, deseaba guardar allá, a lo lejos en su país, un recuerdo imborrable de aquel polvo memorable del que ambos gozaban en aquellos instantes.
No tardo en llegar, esta vez fue mas intenso, mas profundo, mas brutal que el anterior, araño, mordió y pellizco el cuerpo que la hacía gozar sin que este soltara una sola queja, dejo que la hembra retozara a su antojo, sintió como su boca empezó a succionar en su tetilla y también asumió aquella caricia ¿ era caricia o era tormento? La tetilla empezó a dolerle. La apartó suavemente y como la vez anterior acarició su frente y su pelo hasta que se recuperara totalmente de la brutal sacudida en que se había convertido su segundo orgasmo.
.- Esmeralda, Esmeralda, ¿se encuentra bien?. La voz de don Ramón la despejo totalmente.
.- Ohhhhhhhhh, si, estoy perfectamente, creí estar en la gloria. Mejor dicho este placer debe ser la gloria.
.- No sea exagerada Esmeralda, solo es un polvo, un polvo genial pero ni mas ni menos que un polvo.
.- Ya se que para usted solo es un polvo don Ramón pero para mi es otra cosa muy especial. Y en aquel momento se dio cuenta de que el miembro de su jefe todavía estaba encajado en su vagina.
Se levanto un poco y volvió a admirar el grosor de la verga de don Ramón, unos grumos de pasta blanca parecidos al requesón rodeaban la base de la polla que tenía metida en las entrañas dando fe de la corrida que había experimentado su sexo y todo su cuerpo, pero no había ni rastro de semen masculino en el cuerpo que tenía debajo.
.- No, no me he corrido, si es esto lo que busca. Ya sabe que domino a la perfección mis eyaculaciones y todavía no ha llegado el momento de inundarla con mi esperma.
.- ¿ Entonces no ha gozado con mi cuerpo don Ramón? Lo comprendo, prácticamente ya soy una pobre anciana comparada con las mujeres que vienen a visitarle.
.- No diga bobadas Esmeralda, ya sabe que para mi es usted encantadora y que disfruto enormemente penetrando sus entrañables orificios corporales, lo que pasa es que quiero que tenga un buen recuerdo de nuestra última entrevista sexual ya que supongo que la próxima semana no podremos expresar nuestras emociones tal cual como lo hacemos ahora, debido a la presencia de la nueva asistenta.
.- Como siempre tiene usted razón don Ramón.
.- ¿Ya esta usted recuperada del segundo?
.- Si, totalmente.
.- Entonces vayamos a por el tercero si le parece bien, y como se que le gusta mucho se la voy a meter por el culo y se lo voy a llenar de leche.
.- Usted ha sido como mi segundo padre don Ramón.
.- Bueno, no se si un padre haría esto por su hija pero no es el caso, así que vayamos a lo que nos interesa ¿quiere ponerse a cuatro patas Esmeralda? la voy a penetrar por detrás, al igual que a una perrita en celo como vulgrarmente se dice.
.- Lo que usted diga don Ramón, con tal de que llene mi culo con esta preciosidad y se vacíe dentro de mis entrañas, lo que usted diga.
Don Ramón extendió la colchoneta de la tumbona en el suelo hizo que ella se arrodillara encima y él se arrodillo detrás .
La señora Esmeralda conocía a la perfección los gustos de don Ramón y antes de bajar se había bañado, perfumado y eliminado de su cuerpo con un par de lavativas intestinales cualquier resto de suciedad que pudiera enturbiar su ultimo encuentro con él, que sabía positivamente que se iba a producir.
.- Así me gusta mi querida Esmeralda, siempre he dicho que tiene usted un precioso culete
La señora Esmeralda notó como las manos de él separaban sus nalgas dejando al descubierto su ojete, no tardo ni cinco segundos en sentir la lengua de don Ramón deslizarse a todo lo largo del perineo desde la vulva hasta el agujero de su culo, entreteniéndose una y otra vez en acariciar y lamer una de las zonas mas sensibles que poseía su cuerpo.
No tardó mucho en notar como los músculos del esfínter empezaban a contraerse y dilatarse a medida que la lengua de don Ramón se entretenía mas y mas en su ano, su lengua había adquirido una forma puntiaguda e intentaba penetrar una y otra vez en aquella barrera que al parecer nunca le dejaría el paso libre pero don Ramón sabía muy bien que tarde o temprano la barrera cedería y un pequeño paso se abriría a sus intentos cual si fuera la mágica puerta de Ali Baba.
.- Ahhhhhh, don Ramón ¿ que le hace usted a mi trasero?
.- Ya lo sabe usted mi querida Esmeralda, mi lengua cual llave mágica está intentando abrir la gran puerta de los placeres ocultos. ¿desea usted que pare o quiere que continúe dando placer a su grupa?
.- Noooooooo, por favor no pare usted don Ramón, siga, siga, estoy notando que mis guardianes empiezan a aflojar su resistencia.
.- Pronto lo sabremos, y don Ramón volvió insistir en sus caricias lingüísticas. Una y otra vez la lengua bajaba hasta la raja de la señora Leonor, subía lentamente por el arrugadito perineo e intentaba penetrar el oscuro objeto de su deseo.
Tal como había anunciado la señora Esmeralda los guardianes del portal empezaban a relajarse, de hecho casi deseaban que aquel intruso atravesara la barrera y no tardaron en dejarse vencer por el ímpetu de la valiente lengua, una tímida abertura empezó a dibujarse en el centro del prieto ojete dejando entrever el oscuro túnel que se ofrecía a la valiente lengua exploradora.
Don Ramón ya tenía el paso libre, la lengua se metió una y otra vez en el incipiente agujero que a medida que el apéndice de don Ramón aumentaba de grosor, abría unos milímetros mas el paso a las entrañas de su dueña, la lengua ensalivó una y otra vez el recién descubierto desfiladero y don Ramón considero que había llegado el momento de introducir en aquel culito que se le ofrecía sin ninguna resistencia algo mas que una lengua húmeda.
Aparto su cara del las nalgas de la señora Esmeralda y agarro la botella de aceite de oliva virgen ( je,je,je, no estaba mal el juego de palabras), rociando abundantemente toda su mano.
.- Don Ramooooooon, por lo que mas quiera, siga lamiéndome el culo, estoy que me voooooooy.
.- Tranquila mujer, tenga paciencia, además esta vez nos correremos los dos juntos, voy a inundarla de leche.
.- Si pppppor favor, inúndeme, ahógueme, haga conmigo lo que quiera pero no deje de meterme algo en las entrañas. Estaba apoyada en el suelo solo con una mano y con la otra se frotaba la vulva desesperadamente.
Don Ramón empezó por meterle un dedo bien untado de aceite, lo retorcía y volteaba en el interior del intestino de la señora Esmeralda, ella ya empezaba a gritar no de dolor sino de placer extremo.
Después se abrió camino el segundo, después el tercero, el agujero ya había adquirido una dilatación considerable, Don Ramón hacía girar la mano dentro de las entrañas de la buena mujer que en aquellos momentos ya gritaba desaforadamente , no tardo en meter el cuarto con el pulgar doblado en el interior de la palma de la mano, otro empujoncito mas y con un chuff muy gracioso la mano penetro hasta la muñeca.
.- Aggggggggg, don Ramón me está usted matando, quiero que me mate mas, mas, quiero sentirme llena de usted, por favor no lo demore mas, atraviéseme con su enorme verga, rómpame el culo por la mitad, por favor métamela yaaaaaaaaaaa.
Don Ramón, si hubiera sido la primera vez que se la metía por la puerta falsa, posiblemente se habría asustado al ver las contorsiones y gritos que ella emitía al sentirse profanada. Pero no era la primera vez, (aunque posiblemente sí sería la última) y don Ramón sabía que todas aquellas expresiones eran causadas por el enorme placer que aquella mujer sentía al ser sodomizada.
Nunca había conocido a ninguna mujer que le gustara tanto que la penetraran por el culo. En fin eran maneras de ser y Don Ramón las respetaba todas y se prometió a si mismo que la señora Esmeralda recordaría aquel día el resto de su vida.
Después de hurgar y revolotear unos minutos con la mano en las interioridades de la señora Esmeralda, saco esta del trasero de su asistenta, se agarro el miembro al que untó con el aceite que todavía bañaba su extremidad superior y de un solo empujón metió en aquel negro orificio toda la verga, hasta que sus huevos chocaron ruidosamente contra las nalgas de la señora Esmeralda provocando que un tremendo alarido brotara de la garganta de su asistenta, agarro las pequeñas tetas una en cada mano y se apoyo sobre su espalda mientras empezaba a bombear el ardiente culo de la señora Esmeralda.
En aquel mismo instante divisó al marido de su asistenta que empezaba a bajar por las escaleras de la cocina.
Apoyándose mas sobre ella le susurró al oído:
.- Esmeralda, Esmeralda, su marido está bajando de la cocina, ¿qué quiere que haga, sigo follándola o paro al instante?
.- No pare, por Dios, no pare y siga metiéndomela hasta la raíz, él sabe perfectamente que usted y yo follamos cuando a usted le apetece poseerme .
.- Y a usted que la posea, Esmeralda nunca le he pedido nada que usted no deseara hacer.
.- Si, lo se perfectamente y siempre le agradeceré los momentos de placer que me ha proporcionado y que él por desgracia nunca ha podido darme. Creí que vendría mas tarde, ohhhhhhhhhhh, que bueno es usted follando don Ramón.
.-Por favor Esmeralda, reprímase usted un poco.
.- No puedo, no puedo ni quiero, ahggggggggg, Eduardo Joseeeee, grito Esmeralda entre gemido y gemido
.- Dime mi amor, perdone don Ramón no sabía que estaban ocupados, si no hubiera llegado mas tarde
.- No se preocupe, Edu ( don Ramón abreviaba el rimbombante nombre de forma contundente)
.- Por favor Eduardo José, desnúdate, vete a la ducha y únete a nosotros, me estoy despidiendo de don Ramón y quiero que tú me ayudes
.- Enseguida estoy con vosotros, mi amor.
Don Ramón no estaba sorprendido ni violento en absoluto, aquella escena no era la primera vez que se producía
Pero esto tendré que contarlo otro día, el relato se me ha ido de las manos lo empecé confiando que lo terminaría en unas páginas y ya véis, estamos en la 13 y todavía el protagonista no ha conocido a su nueva asistenta.