La Novia: Reencuentro con mi pasado (2)
Continuo con el relato de "La Novia", el cual por inexperiencia, publiqué 6 capítulos de golpe... espero comentarios.
Capítulo 7.- Acostumbrándose a ser Michel
Tras el largo pero exitoso proceso de seducción que viví por parte de Mario, y que culminó con la complicidad de su hermana Claudia para ayudarme a aceptar mi transexualismo de rol psíquico, físico y sexual; me encontraba a mi mismo en una encrucijada que tenía más de angustia que de placer. Pues pasaba el resto del día preguntándome a qué clase de loca aventura había revirado mi vida, y si ésta terminaría al lado de un hombre, sin haber siquiera conocido íntimamente a las mujeres.
Las mañanas las dedicaba a estudiar con empeño, tratando de pasar desapercibido en clase. Todos me veían como un pequeño inadaptado, y sólo socializaba con las chicas o con los más tímidos y estudiosos del salón. ¡Quién de ellos iba imaginarse la clase de tardes que tenía! Cuando mi madre se volvía a ausentar por sus viajes de trabajo, surgía Michel, la chica que empezaba a volverse mi pasatiempo favorito. Pero eso solo sucedía una vez a la semana. El resto de la semana, era imposible sentir que era más una chica fingiendo en público ser hombre.
Aunque para entonces Mario y yo sólo habíamos tenido románticas sesiones de besos y caricias, me temía que tarde o temprano a él le interesaría avanzar hacia una relación más intima. Y empezaba a hacer las conjeturas pertinentes de mi ignorancia, seguramente la intimidad se dirigiría a una copulación como la de los dibujos. Intentaría meter su pene por mi ano y así consumaríamos nuestra relación con sexo, haciéndome suya por completo.
Mi mente divagaba haciendo escenas mentales con esa idea, ¿qué sentiría?, ¿dolería?, seguramente que si: pensaba que si el obtenía mas rápidamente consumar su posesión más pronto se aburría de mi. Así que decidí tratar de prolongar ese momento, asumiendo para ello la conducta de una chica recatada y de nobleza familiar. Creo que eso le resultaba más excitante aun, pues cada que nos veíamos, se descaraba aun más sobre mi, me rodeaba las cintura en público, toqueteaba mi trasero sin que mi madre se diera cuenta, estando ella presente. Sus caricias y besos eran más candentes aun en los días en que nos veíamos como simples amigos. Sus manos pasaban mis piernas con ambicioso deseo y desabotonaba mis prendas tratando de desnudarme.
Yo me ponía candente pero recordaba el propósito y retomaba fuerzas para controlarlo, un día me dijo que no aguantaba más que debía ayudarlo a desahogar ese deseo. Así cierta tarde, encontrándose mi madre en su habitación en la segunda planta, mientras nos encontrábamos en el cuarto de tele en plena sesión de besos, caricias y roces, me emocioné y me monté sobre su regazo, sentí su paquete al máximo, se bajo desesperadamente el zipper del pantalón y sacó su moreno pene al aire, su enorme cabeza palpitaba jugosamente mientras el resto de su cuello iba creciendo hasta darle su tamaño final en lo que ahora puedo deducir sería los 17 cms. más espectaculares que había visto hasta entonces, él la miró presumiéndola con orgullo y me pidió que la tocara, al hacerlo mi mano parecía moverse con otra voluntad distinta a la mía, los restregaba y masturbaba como si fuese experto, yo no podía disimular mi asombro y excitación. Mis labios estaban secos y era necesario relamerlos, eso le éxito tanto a Mario que de golpe comenzó a escurrirse en mi mano, yo temblaba sin saber qué hacer, mientras mi pantalón estaba casi a reventar con mi miembro erecto. Mario se retorció de placer y me besó de inmediato, fue el beso mas delicioso que pude recibir mientras su jugosa verga eructaba semen a chorros sobre mi mano, el cuarto de lleno de un olor especial y me levanté tímidamente a buscar algo para limpiarnos antes de que nos sorprendiera mi madre.
Así comenzamos una rutina de breves masturbaciones, en la sala de mi casa, en su cuarto, en mi patio, en el suyo, en mi cuarto, en el bosquecito o en el armario de su padre. Yo le acariciaba unos minutos la verga que pronto comenzaba a chisguetear generosamente su leche viscosa y olorosa. Una ocasión me vio en un diminuto short y se excitó tanto que pidió hacer un experimento; así que, saco su tronco al aire y lo puso entre mis muslos, entre las ingles carnosas y cálidas comenzó a menearse de manera rítmica, eso hace que casi me desmaye de excitación, pero apenas empezaba a encenderme cuando él terminaba con profundo éxtasis su deseo. Tarde mucho en comprender que mi novio era algo así como un joven eyaculador precoz, y que me tenía subyugado a su rápida manera de obtener excitación. A mi me bastaba con complacerlo y verlo feliz, si mas tarde tendría que ajustarme cuentas por mi mismo, no me importaba de sólo ver a mi novio feliz y contento con mi comprensión.
Al llegar el viernes se daba la posibilidad de hacer trasformación completa, yo llegaba por la tarde con mi maleta, para verme con Claudia e iniciar una divertida rutina de mujeres. Mi conducta cambiaba radicalmente y me sentía pleno de actuar y sentirme como chica, simplemente asumía mi condición femenina y podía sentirme sensual ante los ojos de mis cómplices. A lo largo de la tarde Claudia se dedicaba a maquillarme, peinarme y vestirme, para entrada la noche yo estaba lista para salir con Mario a los breves paseos que podíamos dar por el fraccionamiento o si su casa estaba sola, a bailar románticamente en el patio. Luego su pene entre mis piernas, iniciaba la masturbación entre mis ingles.
Las trasformaciones eran cada vez más efectivas y convincentes, tanto que, en una ocasión, fui sorprendida por el padre de Mario, quien no pudo reconocerme y al que me presentaron como amiga de Claudia, y más tarde Mario me hizo el comentario de que su padre le había recomendado que me ligará de novia (sin saber que ya lo éramos). Esto hacia que Mario se regodeara de orgullo y deseos de presumirme con otros hombres, seguido proponía que saliéramos a la discoteca con sus primos, que con la oscuridad de la noche y las luces, jamás me reconocerían. Yo temblaba de miedo con la idea de salir al público como Michel, pero a la vez me excitaba la idea de ver la reacción de otros hombres ante mi belleza. Así que accedí siempre y cuando Claudia nos acompañara.
Nunca me hubiera imaginado que en haber aceptado esa invitación, empezaría a desatarse una serie de acontecimientos que harían que las cosas se salieran completamente del curso que llevaban. Que todo este juego de "la novia", se convertiría en una serie de aventuras que les contaré en el siguiente relato.