La novia del cantante

A cambio de una buena oportunidad profesional, la manager y novia de un cantante me ofrece su complicidad sexual.

Una importante firma cosmética nos había encargado la producción y comunicación de una docena de fiestas itinerantes, en las más importantes capitales del país, para presentar ante invitados y compradores su nueva línea de productos. Teníamos el proyecto prácticamente acabado a falta de la contratación de un grupo musical de corte moderno, como la línea de productos a presentar, que amenizara el fin de fiesta.

No se como aquella chica se enteró de la jugada pero el caso es que tras ponerse en contacto, telefónico, conmigo, nos llego el cd y el dossier del artista X, proponiendo su contratación.

El dossier era cutre y casposo, similar a los trípticos de las orquestas de baile de provincias, y el cd contenía sonidos deplorables, era como si un cantante de las orquestas referidas hubiera sido víctima de un delirio estelar y se hubiera creído la reencarnación provinciana de Ricky Martín, un producto, sin duda, patético.

Tras ponerme en contacto con Lidia, ese era su nombre, y declinar la posibilidad de contar para las fiestas con tan mediocre artista ella insistió en que le concediese una cita y vernos en persona. La verdad es que su insistencia y su actitud me parecían un incordio pero como me pasa lo que me pasa con las mujeres al final acepte en verla una mañana de la siguiente semana.

Llegó el momento y me demoré en recibirla por una reunión imprevista que mis jefes me habían programado, cuando llegue a mi despacho mi secretaria me anunció que mi cita llevaba esperando, nerviosa, desde hacia, casi, una hora. Le dije que la invitara a pasar.

Lidia entro por la puerta, realmente hermosa, casi 1.70, delgada con curvas, piel blanca, pechos redondisimos, cabello muy negro y unos ojos verdes que alumbraron el despacho. Vestía desenfadada, una falda amplia por debajo de la rodilla, una camiseta y una cazadora vaquera.

-Gracias por recibirme –me dijo ofreciéndome su mano que rechacé acercando mis labios a su cara y estampándole un beso de bienvenida. Pude oler la mezcla de su perfume juvenil y la fragancia de su cuerpo de venteañera.

Se sentó frente a mi en el sofá que dispongo en el despacho para recibir visitas sin poner la distancia de una mesa de despacho por medio. Me sentí observado y scaneado por Lidia y me gusto sentirme así. Ella comenzó a hablar de las virtudes musicales de su representado y novio, del gran esfuerzo económico que les había supuesto poner en el mercado musical la producción del artista, en definitiva, suplicó para que le diéramos una oportunidad, mientras lo hacia seguía sintiendo su mirada solicita y alentadora y se me encendió la bombillita, esa que se enciende cada vez que me tropiezo con una posibilidad imprevista de gozar con una señora que merece la pena.

Le hablé claro, le dije que sintiéndolo mucho el artista no tenia la calidad que demandaba la producción del tema de los cosméticos. Ella, conforme mi negativa era mas clara, me miraba más incitadora y, no tan disimuladamente, se iba subiendo su amplia falda, que ya no cubría sus rodillas, dejándome ver un magnifico par de muslos, mi verga comenzó a inquietarse dentro de mis pantalones. Al final le prometí que, si bien no para la producción susodicha, si que podría contar con ellos para otras reuniones y convenciones de empresa, de menor entidad que mi empresa lleva a cabo. Se le encendieron los ojos de alegría, se terminó de subir la falda, ofreciéndome una magnifica panorámica de su entrepierna y de su tanguita, bajo la que abultaba un par de labios vaginales que prometían un coño de categoría. Se levanto, se dirigió hacia a mi, ella de pie y yo sentado, me abrazó dándome las gracias, sus magníficos y duros pechos quedaban a la altura de mi cara, lo vi claro y lleve mi mano bajo sus faldas, reaccionó positivamente abriendo las piernas y facilitando mis movimientos. Me puse nervioso, he leído muchos relatos de sexo en la oficina pero reconozco mi bisoñez al respecto, no me gustan los cantes ni espectáculos en mi entorno inmediato, no obstante, como nos pasa a todos los tíos, llegado un momento la cabeza de arriba se desconecta y pasamos a pensar con la cabeza de la polla que es quien ordena y manda, así que cerré la puerta del despacho con pestillo y decidí jugármela. La besé, la lleve hasta mi mesa, la senté en el borde, le quité el tanga y sin mas preámbulos comencé a comerle el coño, eso coño abultado que se prometía magnifico bajo el tanguita realmente lo era cuando la prenda desapareció, labios abultados, hinchados, marrón oscuro, con un clítoris pequeño aunque visible y pubis absolutamente depilado. Los mejores polvos son los que no esperas y si existe el morbo que ocasiona la posibilidad de ser descubiertos ya ni te cuento. Comi coño con las ganas habituales en un servidor (me encanta hacer vibrar a las mujeres al ritmo de mi lengua y degustar su néctar), sentí su mojadita rica en mis labios y ante la urgencia de la situación me incorporé, me puse de pie, me saque la verga del pantalón y se la metí de un solo embate hasta la raíz. Ella se subió la camiseta y me ofreció sus pechos, sinceramente, de lo mejor que he visto, tocado y chupado con deleite, blancos, brillantes, duros, redondos, de tamaño estándar, con una amplia aureola marrón y un pezón grande y sobresaliente. He leído relatos donde los protagonistas montan números variados en la oficina, no fue mi caso, la cosa no duró mas de diez minutos, cinco con la comida de coño y cinco minutos que tardé en correrme en aquel maravilloso coño de Lidia (calidad superior) mientras mamaba de sus pechos como un hambriento bebe lactante. Soy un tipo normal y los tipos normales en estas situaciones de morbo extremo nos corremos pronto. No sé si ella se corrió también pero su coño salió del despacho encharcado por su jugo y por mi leche.

-Esto es un anticipo de lo que tendrás si cumples tu palabra –me dijo Lidia a modo de despedida con una sonrisa que, en el peor de los casos, me pareció prometedora y extra maravillosa.

Cumplí mi promesa y, de verdad, no lo hice esperanzado en que Lidia cumpliera la suya, sencillamente me encantó esta mujer, su determinación para seguir adelante y el magnifico recuerdo del sabor de su coño y de la estrechez de su cueva alojando mi verga. A los quince días, con un buen caché, andaban metidos en el circuito hotelero de convenciones profesionales que mi empresa maneja como churros.

Me sorprendió la llamada de Lidia, casi a los dos meses de nuestro encuentro:

-Ola cielo que tal estas?

-Bien y tu?

-Muy contenta, desde hace mes y medio no paramos de trabajar con el grupo, no es lo que buscábamos pero la verdad es que económicamente resulta una jugada muy rentable. Este fin de semana estamos en una convención de visitadores médicos en un hotel del Puerto de Santa María, me he tomado la libertad de reservar una habitación a tu nombre, me gustaría que fueras nuestro invitado, mi novio y yo te estamos muy agradecidos.

-Estaré encantado de ir, además me hace falta un fin de semana de relax.

-Un beso, nos vemos.

-Bye.

Llegue al hotel, un excelente cinco estrellas junto a la Bahía de Cádiz, el viernes cuando anochecía, a los tradicionales obsequios de este tipo de alojamiento habia que sumar una botella de Moet Chandon en hielo, cortesía de Lidia y su novio el cantante.

Me tumbé un rato a descansar, me aseé y baje al salón principal donde se celebraba la cena de los visitadores médicos que el cantante amenizaba, acompañado de su grupo. Al entrar pude ver a Lidia que me hacia señas desde uno de los laterales del escenario, lucia un favorecedor vestido negro, bastante ajustado, que le dibujaba una silueta de escándalo, el artista y sus ritmos machacones amenizaban la etílica velada de los visitadores con aparente éxito ( a esos cabrones con la borrachera les da lo mismo lo que suene, sea lo que sea lo bailan)

Nos saludamos con un casto beso, Lidia me preguntó que quería tomar, le pedí un ron con cola y ella me condujo a una sala anexa que hacia las veces de camerino, donde había un pequeño catering, bebidas y ropa y fundas de instrumentos de los miembros de la orquesta. Me sirvió la copa, me la ofreció y acto seguido se pegó a mi y me dio un apasionado morreo, me encanto su forma de besar, el sabor de su boca, creo que a ella también el mío. Sonaban las canciones que su querido novio interpretaba ante tan distinguido auditorio cuando Lidia se agacho, bajo la cremallera de mi pantalón, liberó mi polla y comenzó a mamarla con decisión y criterio, o sea, de puta madre. Estaba en el cielo, rodeado de estrellitas cuando Lidia abandonó su tarea, se levantó, echó el seguro de la puerta, me tomó de la mano, y se sentó sobre la mesa, con el vestido subido hasta los riñones, ofreciéndose a ser follada, no llevaba bragas.

Mientras yo pasaba la cabeza de mi verga por toda su raja y la penetraba lentamente, ella aparto las tiras del vestido dejando aparecer ese maravilloso par de tetas que tan vivas continuaban en mi recuerdo. Esta vez decidí controlar y contenerme, no dejarme llevar por el morbo de la situación, la tumbé de espaldas en la mesa, con el culo al borde de la misma y comencé una follada tranquila, a conciencia, para darle y darme placer, sin urgencias, bombeándole verga suave, disfrutando el momento mientras amasaba sus maravillosas tetas, creo que lo hice correctamente ya que Lidia tomo un montón de servilletas de papel, se las metio en la boca y comenzó a morderlas para que sus gemidos no se oyeran fuera del camerino, sentía su flujo lubricando mi polla y mis pelotas y las contracciones de su vagina regalándome una buena corrida, esperé a que se recuperará del clímax, la tome de la mano y la puse con el culito bien levantado y las manos apoyadas en la pared, su hermoso vestido estaba enrollado en su cintura dejando libre su fenomenal trasero y sus tetas de escultura griega. Así, como un detenido mientras es cacheado por la poli, la penetré desde atrás y la follé salvajemente, dándole duro y más duro, porque me apetecía y porque ella lo demandaba.

-Esta es la ultima canción antes del bis, apresúrate cariño!

Aumente el ritmo de bombeo y la fuerza de mis embestidas mientras le amasaba las tetas, sus pezones habían tomado una dureza y un volumen muy apreciable, descargue un torrente de leche caliente en su maravilloso coño.

Lidia tomo unas servilletas de papel, limpió la cabeza de mi verga, limpió su raja de restos de leche y se colocó rápidamente el vestido, justo cuando abrió el seguro de la puerta el artista y sus músicos estaban entrando, el cantante se dirigió a mí saludándome con un fuerte abrazo y agradeciéndome con el corazón la ayuda prestada.

Tras despedir a los músicos. Lidia, el cantante y yo nos dirigimos a una conocida marisquería donde nos pegamos, a su cuenta, un magnifico festín. Langostinos, langosta, gambas blancas, nécoras, cañaillas y navajas regadas con Barbadillo, lo dicho, un festín. Brindamos con un licor de canela por un futuro prometedor para todos y nos fuimos contentos al hotel, al llegar el artista insistió en invitar a una ultima copa en el bar de la recepción pero Lidia insistió en tomarla en su habitación.

La habitación era una minisuite, idéntica a la mía solo que disponía, además, de un pequeño salon, con sofá, sillones, televisión panorámica y una mesa redonda para reuniones. Lida sirvió las copas, el artista deliraba con un futuro de éxitos, observé a la chica echar unos polvos blancos en el whisky de su novio mientras me guiñaba el ojo. El efecto sobre su novio del whisky alterado fue inmediato, la lengua se le trababa y cada vez le resultaba mas difícil coordinar sus palabras sentado en el sofá, Lidia y yo frente a frente, cada uno en un sillón, su mirada cada vez mas incitadora y su vestido cada vez mas subido, cuando el cantante comenzaba a dar cabezadas en el sofá el vestido de Lidia estaba tan subido que podía ver su excelso coño sin dificultad (ella colaboraba abriendo descaradamente las piernas).

El cantante cayó en un profundo sueño, Lidia demandó mi ayuda para llevarlo a la cama y tumbarlo vestido sobre ella, la cama era la habitual de este tipo de hotel, king size, dos por dos metros. Acto seguido, saco del minibar una botella pequeña de Moet, la abrió, llenó dos copas, se quitó el vestido, quedando totalmente en pelotas ante mí, por primera vez, y tras ofrecerme una de las copas brindamos:

-Por una noche de morbo y vicio –me dijo mirándome a los ojos, dando un trago y pasándose, sugerente, la lengua por los labios.

De pie, nos besamos mientras Lidia, rauda, me desnudaba, cuando lo hizo me invito a sentarme en el sillón y reanudó la mamada de polla, verla en cuclillas, con el coño abierto, mamando verga y mirándome a los ojos es un paisaje imborrable, la anime a que se incorporara y en el sofá, con mas ganas que comodidad, comenzamos un monumental 69. El sabor maravilloso del coño de Lidia, aderezado por mi anterior corrida y los ronquidos en la habitación de su novio, el cantante, me producían un morbo y placer adicional a la, de por si, ya placentera situación.

La fragancia maravillosa de su coño impregnó mi cara con una nueva corrida, cuando se recuperó, se incorporó, me tomo de la mano y me llevo a la habitación, haciendo signo de silencio con el dedo sobre sus labios, se tumbó desnuda, boca arriba, junto a su novio dormido y las piernas bien abiertas haciéndome señales para que me pusiera sobre ella y la follara. Con precaución y cierto acojone, acepté su propuesta, joder con Lidia!, Me estaba dando un master en morbo, vicio y adulterio.

La sensación de follar con el novio profundamente dormido junto a nosotros es indescriptible, obligado por las circunstancias, fue un polvo lento y tranquilo sin truculencias, con suave bombeo, mucha caricia y muchos besos, llegado el momento, invertimos la posición, ella arriba, y me cabalgó placentera y sutilmente mientras disfrutaba amasando, acariciando, sobando y pellizcando sus tetas, caídas para arriba, las mas lindas que he visto en vivo y en directo, además de sensibles a mis estímulos. Sentí su mojadita, se dejo caer sobre mi, con todo su peso concentrado en su coño y mi verga y se corrió suave, intenso y largo, besándome con lengua profundo y apretando sus tetas en mi pecho, cuando volvió en si me dijo:

-Quieres mi culito?

-Te deseo toda, incluido tu culito.

Vamonos al salón, la idea me tiene tan caliente que no se si resistiré sin gritar y no quiero que el cabrito este se despierte, aunque lo dudo, el rohipnol machacado es un arma invencible.

De rodillas en el sillón, con le culo en pompa, ella apoyada en el respaldo, me ofreció su trasero:

-Con un poco de saliva bastará –me dijo y efectivamente fue suficiente.

Apunte la cabeza de mi verga en su orificio y con un poco de presión entró, apenas tuve que apurarme en mis avances, ella apretando los dientes y empujando hacia atrás con su trasero se penetró sola en un plis plas. Si su coño era acogedor, el calor y la presión de su hoyo trasero eran de premio gordo de la lotería, apenas sintió mis pelotas en sus nalgas y la penetración profunda, comenzó a culear rápido, demandando caña guapa y marcando el ritmo de una follada dura y cañera para su culo, tremendo, le daba tirones de los pezones que ya tenían unas dimisiones que he visto pocas veces, de gordos y duros, respondía a los estímulos y me pedía que la follara rico y salvaje, que la destrozara y la partiera, le tuve que dar un cojin para que se lo metiera en la boca, el cantante drogado puede que no se fuera a despertar pero los grititos agudos de Lidia podían acabar despertando al resto de los inquilinos de la quinta planta del hotel.

-Lléname las entrañas de leche cabron! Dame duro! –yo le daba duro y le volvía a meter el cojin en la boca para que no gritara, cuando sentí la proximidad de mi corrida, saque mi verga de su culo totalmente para volver a enterrársela, hasta las pelotas, en la embestida definitiva. Mi verga creció a su máxima dimensión dentro de su trasero, que se contraía en un nuevo orgasmo, cuando descargue toda la leche disponible en mis pelotas cuarentonas dentro de su angosto y acogedor trasero.

Ella se movía sincopada en los estertores de su orgasmo mientras con suaves apretones mi verga salía de su culo, leche y un poco de caca en su punta. Ella levantó su trasero y abrió sus nalgas, su ojete, rojo e irritado, abierto y follado, rebozaba de leche, de mi leche.

Pronto os contaré algunas excitantes aventuras que hicieron culminar uno de los mas excitantes fines de semana de mi grotesca existencia.

Para lo que queráis... rabohemio@hotmail.com