La novia de mi hijo
Una madre, un padre y una nuera...calientes
LA NOVIA DE MI HIJO
Era muy temprano en la mañana. No sabía bien qué hora era. Estaba medio embotado por el calor de la noche, aunque el aire había andado toda la noche, cuando salías de los cuartos el sofocante choque con el calor te hacía retroceder y pegarte un buen sofocón.
Había estado escuchando hacía rato ya, unos gemidos que indicaban claramente que la novia de mi hijo andaría por la casa.
La chica en cuestión era bastante divertida y teníamos buena onda. No voy a engañarlos diciendo que alguna vez no fantasee con tenerla entre mis brazos y hacerla gozar. Pero solo fue eso. Nunca hice nada para que hubiese un acercamiento entre nosotros, aunque ya dije que ella pegaba buena onda, tanto conmigo como con mi mujer.
A veces me daba insomnio y tenía que levantarme. Aparte de tener una erección de caballo, no por presumir, pero tenía un buen pedazo. Y solía molestarme hasta que no hacía algo para bajar aquella dureza.
Caminé entre dormido y zombi. Me dirigí a la cocina cuando en el cuarto de invitados, ese cuarto que estaba libre hacía algún tiempo cuando uno de mis hijos se había marchado, bueno en ese lugar, sentí unos ruidos y quejas.
Me asomé de forma que lo haría un espía , y grande fue mi sorpresa, casi hasta llegar al desmayo. Estaban mi mujer y la novia de mi hijo. Mi mujer metía su lengua escabrosa y larga entre las piernas de Maca que gemía con las piernas levantadas. Ofreciendo su almeja, que yo intuía jugosa y chorreante, húmeda, salvaje, olorosa, perfumada.
Por supuesto el aroma a sexo hizo que mi cuerpo vibrara, y la verga que ya estaba alzada creciera un poco más y no pude evitar tocar la dureza.
Los gemidos de las mujeres ardían y se hacían escuchar, por un momento me pregunté donde estaría mi hijo. Supuse que por la hora dormiría como un chancho a pata suelta, mientras su noviecita jugaba con la suegra muy putonamente, cosa que a mí me encantaba.
Mi mujer mostraba hacia la puerta, o sea hacia donde yo estaba su hermosos trasero de mujer madura, ancho, firme aún, con algunas marcas de guerra, pero aún muy apetecible, muy comestible.
Ella, mi esposa, le llevaba dedos a la boquita a Maca y está los chupaba y los llenaba de saliva, luego mi mujer los clavaba en su vagina abierta y presta para ser penetrada. Mi verga se ponía cada vez más dura y necesitaba estar dentro de un agujero en los próximos minutos.
__¡Ohh, ohhh, ay, ay mami, que lindos deditos, tienes, ahhh, me gustan!__ escuchó que recita Maca enloquecida.
__¡Tienes una conchita muy rica nena!!__ dice mi esposa mientras saca un poco la lengua de aquella abertura que veo esta depilada sin un solo vello. Vuelve a meter la lengua allí y los gemidos vuelven a crecer, mi calentura no tiene dominio.
Quiero dejarlas disfrutar, pero no sé si aguantaré, tal vez ellas no quieran tener otro participante en aquel encuentro sexual, caliente y salvaje. Por eso observo, mientras me hago un paja lenta, aguantando. Disfrutando de aquel espectáculo digno de cualquier película. Los jadeos aumentan.
Sé que mi mujer ha llegado al ojete de Maca porque la chica se retuerce aumentando sus gemidos. Aumentando la pasión y la morbosidad. Sé que la lengua de mi perversa esposa recorre y abre el agujerito trasero de la chica que se mueve como electrocutada de tanto placer. Gimotea casi al borde del llanto sé que no puedo esperar más, porque ella estalla en orgasmos múltiples que mi esposa experimentada le arranca de sus fibras más intimas.
Me acercó a tientas, sin saber que va a ocurrir. Mi agitación es veloz, mis sienes laten y mi pedazo febril también. Me acercó cada vez más.
__¡Era hora de que entraras!__ dice mi esposa muy risueña, dejando por un momento a Maca, la veo por fin en todo su esplendor. Nunca la había visto desnuda. Me pareció mucho más hermosa de lo que era. Con su cabellos revueltos. Sus muslos casi perfectos levantados, su vientre plano sus tetas llenas de miel para dar. Urgente me prendí a ellas, y Maca acarició mis cabellos, tirándolos y gozando, haciéndome oír sus gemidos.
__¿Te gustan esas tetas ehh??__ me preguntó mi esposa dejando de chupar la almeja de Maca unos instantes.
__¿Te la vas a coger?__ volvió a preguntar, yo mamaba esas preciosas tetas de la chica, que gemía y con mis manos hurgaba ya el tajo babeante y su botón duro y enorme, era un clítoris de un tamaño que no había visto nunca. Quería meterlo en mi boca, me encantaba oírla gemir y balbucear nuestros nombres totalmente caliente. Busqué sus labios y los bese y los mordí y los chupe y cambiamos nuestras salivas y nuestras lenguas. Así como estaba le acerqué mi pedazo y ella muy veloz se lo metió a la boca y empezó a mamar con gusto y fruición, con hambre de jovencita inquieta y buscona.
__¡Ohh que boquita tienes cariño!__ dije sin pensar, muy sacado
__¿Te gusta esa boquita?__ preguntó otra vez mi esposa, mirándome a los ojos. Con una mano atrapo mis bolas y las estiro y acarició haciendo que gimiera y gruñera muy fuerte. Las apretó un poco sabiendo como me ponía todo aquello. Luego ella misma se acercó a la barra de carne y la empezó a compartir con la novia de nuestro hijo. Las dos la babeaban y la besaban, mordisqueaban mis bolas y las lamían haciendo que yo me retorciera de gusto y placer infinito.
Mi esposa muy lujuriosa como es, de pronto mordió una nalga y sonrió mirando a la cara a Maca, como indicando lo que a mí me hacía feliz. Ella, Maca, mordisqueó la otra, la chuparon a mis nalgas hasta que la atrevida de mi mujer metió su lengua en mi ojete.
Yo bufaba de calentura y temí que las iba a regar antes de que pudiera penetrar a la hermosa chica que compartíamos, ahora, con mi mujer. Maca volvió a mi garrote, a sacudirlo, a tomarlo con su boca y llevarlo bien adentro profundamente, mientras la bufarrona de mi esposa me metía su lengua salvaje en el culo.
Salí de allí no aguantando más , abrí las piernas de Maca que no se opuso en lo más mínimo buscando la vagina caliente y depilada, fresca y joven de aquella muchacha entregada sin reparos a sus gustos y a sus instintos primitivos como todos.
La penetré hasta lo más profundo, hasta los huevos como suele decirse. Ella mordió mi oreja provocándome un poco más, sentía que mi verga se hinchaba dentro de ella, se volvía más gruesa y poderosa. Me enloquecía aquella mujercita a la que le gustaba que sus suegros la cogieran.
Mi esposa sin perder tiempo fue hasta la boca de la chica y le metió la lengua hasta el fondo. Allí estuvieron besándose de manera abrasiva y feroz en tanto yo iba y venía dentro de aquella conchita babeante y abierta.
Mi esposa me metía un dedo en el culo y yo apuraba los embistes, en el cuerpo vibrante y caliente de Maca que gemía suavemente, pero gemía. Mi esposa chupaba y mordía jugando con los pezones de la jovencita, mientras yo la penetraba, empujaba y la taladraba sin descanso. Sabiendo que la llenaría en cualquier momento.
__¿Te vas a vaciar dentro de ella?¡Perverso!¡Es la novia de tu hijo!__ me decía mi esposa susurrando
__¡Perra, la querías para ti sola, putita!__ le contestaba yo y ella se acercaba a mi sonriendo y metía su lengua en mi boca. Mis embistes se aceleraban, sabía que no aguantaba ya. Sabía que la llenaría, que le daría toda mi leche a la novia de mi hijo.
Mordí sus labios, ella gemía y gruñía. Respirándome en la boca, seduciéndome, cachondamente. Apuraba mis empujes, la bombeaba con frenesí.
Apreté fuertemente las mandíbulas, hasta sentir un pequeño dolor, y fui expulsando mis espermas, para que inundaran el canal caliente, dilatado y febril Mi leche salió catapultada con fuerza y enorme placer, mordí su cuello marcándolo, hasta casi hacerlo sangrar.
__¡Ohhh papi…cuanta lechita…ahhh me encanta!!__ dijo ella y se prendió a mis labios. Mi esposa acariciaba el clítoris de Maca que se contorsionaba no terminando de acabar nunca.
Mi poronga latía en su interior y la fui retirando y una catarata abundante de jugos se precipito hacia afuera chorreando por doquier. Mi verga quedo semidormida a un costado, expulsando aún algunos hilitos de líquidos.
Mi esposa se la metió en la boca dejando limpia por completo, Maca besaba mis pezones aún levantados y duritos. Luego se sumo mi esposa, acariciando mi alicaída verga que no reposaba del todo. Entre ellas se cruzaban por sobre mí para darse besos explosivos y profundos. La mano de Maca se posaba a veces en la cadera de mi esposa, y luego apretaba las nalgas del trasero firme de la mujer madura, para después de un rato meter sus deditos inquietos en el ojete caliente y voraz de mi esposa.
No uno sino dos y luego tres. Ella estaba acostumbrada a tener sexo anal, lo habíamos practicado por años. Maca después de unos momentos se corrió y la lengua y su boca se metieron detrás de mi esposa, y le arrancaba orgasmos salvajes y placenteros, yo le mamaba las tetas a mi esposa, esperando que nuevamente se alzará mi garrote plenamente para dar satisfacción a aquellas dos expertas en sexo, calientes y tan putitas, debo decir que mi hijo tenía suerte de tener una novia como aquella.-