La novia de mi amigo

Nunca esperé que esa mujer de sueño me diera tanto placer.

La novia de mi amigo.

Esta historia sucedió hace ya bastantes años. En esa época yo era un adolescente de 19 años y estudiaba en la universidad, a bastantes kilómetros de mi casa paterna, en una lluviosa ciudad al sur de mi país.

Por esos avatares del destino, después de haber vivido en casa de unos tíos lejanos residentes en esa ciudad, los cuales tenían una hija adolescente de 14 años, tuve que buscar un nuevo alojamiento, ya que mis familiares ya empezaban a ponerse nerviosos con las miradas y las particulares atenciones que tenia conmigo esta "prima". Que quede constancia en el sumario que yo jamas intente nada con ella… aunque en ocasiones si lo pensé, pero en esa época, por mi profunda timidez, mis habilidades de conquista no pasaban de algunas tiernas miradas y una que otra frase indirecta. Como ven… era un perfecto "nerd".

Bueno, así fue como sin haber roto ni un huevo, tuve que buscar un nuevo alojamiento a "sugerencia" de mis tíos, por lo cual deambulé por un par de pensiones para estudiantes, donde lo pasé bastante mal, hasta que mis propios tíos, apiadados de mi, me buscaron alojamiento en el apartamento de un profesor de la misma universidad, pero que no enseñaba en mi carrera. La verdad es que la situación mejoró bastante para mi, ya que este profesor, un tipo de unos 40 años, divorciado hacia algunos años, y bastante liberal en sus relaciones afectivas, además de brindarme cobijo y compañía, me hizo abrir los ojos a un mundo diferente en las relaciones con el sexo opuesto.

Mi compañero de apartamiento acostumbraba llevar algunas "amigas con derechos" a mi hogar transitorio. Antes de llegar yo a vivir con él, generalmente llegaba con una sola acompañante (por lo menos eso creo)… pero al poco tiempo de estar yo allí, empezó a llegar con un par… las cuales muchas veces manifestaron intenciones nada santas para conmigo. Yo aun era bastante tímido y al principio huía de la escena y me encerraba a estudiar en mi dormitorio, pero una de esas noches cedí a la violenta tentación (pobrecito de mi) y perdí mi virginidad con una hermosa mujer de 32 años, la cual se manifestó bastante entusiasmada de mis atributos viriles… y fascinada por haberme desvirgado. Pero esa historia la contare en otra oportunidad.

Bueno, situados en el tiempo y el espacio, entremos al tema. En mi curso habían muy pocas mujeres, solo teníamos tres compañeras en un curso de treinta alumnos y ninguna de las tres era muy atractiva, cosa bastante frecuente en esa época entre las estudiantes de Medicina. Por lo tanto, las miradas de los varones del curso se dirigían habitualmente a las alumnas de enfermería o tecnología médica, donde debido a la abundancia femenina, se veían bastantes más prospectos, y algunos incluso excepcionales. Tal era el caso de Ximena, una rubia de 18 años, alumna de primer año de enfermería, ojos verdes, un cuerpo de pecado, aunque delgada, 1.65 mtr. de estatura, pero con unas tetitas redonditas espectaculares, una cinturita de avispa y un culo millonario, con cara de ángel, pero con ojos de demonio. Ni que decir de sus piernas, que eran dos columnas griegas.

De más esta decir que muchos de mis compañeros trataron de conseguir algo con ella, pero aunque era una muchacha muy simpática, era bastante seria al parecer y no dejaba la entrada muy fácilmente. Pero finalmente, aceptó empezar a salir con Santiago, mi mejor amigo, el cual además de ser bastante apuesto, tenía una labia espectacular y un gran éxito entre las damas. El día que la vi llegar abrazada con él a la universidad, la verdad es que sentí un poco de envidia, ya que la chica me traía loco de antes y jamas me atreví a decirle nada, aunque muchas veces creo que descubrió mis miradas libidinosas, pero las dejaba pasar, creo. En todo caso, desde el momento que mi amigo entró al juego, pensé que ya esto era cosa del pasado y pasó a ser una amiga más de nuestro grupo.

A Santiago y Ximena se les veía siempre juntos y parecían muy enamorados, especialmente ella, ya que mi amigo no perdía oportunidad de coquetear con otras muchachas dentro de la universidad, pero Ximena o no se daba cuenta o hacía vista ciega a los devaneos de su noviecito.

Un día, estando solo en el apartamento, a pesar de ser fin de semana, ya que mis intenciones eran estudiar toda la noche del sábado. Mientras ponía la cafetera para tomar el preciado elixir de los estudiantes noctámbulos, sonó el timbre de la puerta. Al abrir, me encontré de cara con Ximena. Estaba tan linda como siempre, aunque se notaban sus ojos algo irritados, como si hubiera estado llorando. Miré detrás de ella esperando ver a Santiago, pero ella inmediatamente me aclaró que venía sola. Que quería hablar conmigo.

Bastante confundido con su presencia, la invité a pasar, a lo que ella me respondió que era mejor que fuéramos a otro lugar a tomarnos un café y conversar. A pesar que el apartamento ya estaba inundado con el olor del café que estaba preparando, nuevamente mi timidez me jugó una mala pasada y no fui capaz de insistir en la invitación.

Le pedí que esperara un momento mientras apagaba la cafetera y me echaba encima una chaqueta gruesa (las noches en esa ciudad en invierno eran bastante heladas) y la acompañé a un café cercano.

No bien nos sentamos en el café, Ximena comenzó a llorar. (No hay nada que me desconcierte más que una mujer llorando). Tomé sus manos y traté de consolarla, sin tener la menor idea de que le pasaba. Después de un rato, entre sollozos me pidió disculpas y me dijo que desgraciadamente no tenía a quien contarle su desgracia. Pensando lo peor, me dije: "El desgraciado de Santiago la dejó embarazada y no quiere responder".

Le dije que todo en esta vida tiene solución, etc. etc. , todas esas cosas que uno dice cuando no sabe que decir, esperando que ella aclarara el motivo de su pena.

De pronto, dejo de llorar, me miro con esos ojos verdes que me llevaban al paraíso y me lo dijo:

"Pillé a Santiago acostado con mi mejor amiga, en su pensión… y no estaban durmiendo precisamente"

Suspiré de alivio. Eran solo eso… ¿solo eso?. Mmm… La miré directamente a los ojos, le tomé nuevamente las manos y le dije que mi amigo era un estúpido, que teniendo a una mujer como ella, yo jamás miraría siquiera a otra mujer (que mentirosos somos los hombres) y que la cuidaría como un regalo del cielo.

"¿Es cierto eso que dices?"- me preguntó.

"Que mi amigo es un estúpido… sin duda"- le respondí.

"No, lo otro que me dijiste", me dijo mirándome directamente a los ojos- "¿Eso significa que yo te gusto?".

Emborrachado con esos ojazos verdes, solo atiné a asentir con la cabeza.

"¿Y me lo demostrarías?"- preguntó.

Consiguiendo al fin sacar el habla, le juré que haría todo lo necesario para demostrárselo.

"Bien, entonces… ¿me invitas al departamento?

En ese momento creí que el cielo me abría sus puertas. Pedí rápidamente la cuenta, la tomé del brazo y partimos enseguida.

En el ascensor, me miró nuevamente, se acercó a mí y poniéndome sus senitos deliciosos en el pecho, me dio un beso de esos que quitan el aliento. Creo que exploró mis amígdalas y hasta mi esófago con su lengua. Al mismo tiempo, apretó sus caderas contra mi virilidad y separando su boca, mirándome fijamente, me dijo "Creo que es verdad que te gusto… creo que eso de abajo lo demuestra".

La verdad es que me puse rojo como un tomate ante la evidente manifestación de mi "aprecio" por Ximena, pero ella nuevamente se apretó contra mí y opté por tomarla de las nalgas. Desgraciadamente, en ese momento se abrió la puerta del ascensor en mi piso y tuvimos que bajarnos.

A la tercera tentativa conseguí poner la llave en la cerradura, ya que mientras lo intentaba, Ximena me tomaba por la espalda y tanteaba mi entrepierna, como para asegurarse que lo que había sentido antes todavía estaba ahí.

Con las manos temblorosas conseguí abrir la puerta, encendí la luz y antes de cerrar la puerta, ella ya había bajado el cierre de mis pantalones, casi me atemorizó su ansiedad por sacar mi miembro erecto. Sus ojos brillaban con la intensidad de una tigresa, mientras se relamía los labios con sensualidad.

Mirándome a los ojos, me dijo: "Esto lo esperaba hace tiempo"- dejándome con un palmo de narices porque jamás lo habría sospechado.

"¿Como es eso?"- le pregunté – "Si tu eres la novia de Santiago"

"Que sea la novia de Santiago no me hace ciega. Hace tiempo que notaba tus miradas… y no creas que me dejaban indiferente" – me dijo mientras con sus manitas sacaba cuidadosamente mi pene y lo acunaba suavemente.-

"Santiago siempre ha sido un sinvergüenza… y lo seguirá siendo" – dijo – "Y no pretenderá que ante sus guarrería yo me quede tan tranquila. Yo también tengo mis derechos. Y uno de esos es el derecho a la venganza"- terminó, poniendo en sus labios una sonrisa encantadora. -"Y lo cierto que esta verga es mucho mas grande y gruesa que la de Santiago"

Y en seguida, procedió a tragarse mi herramienta por completo hasta las amígdalas. Casi acabo ahí mismo en ese momento, pero haciendo de tripas corazón y pensando en algunos cálculos matemáticos, conseguí contenerme.

¡Pero que bien que mamaba la señorita! Era una verdadera aspiradora, que se turnaba con unos lamentones a lo largo de mi verga y a mis testículos, que me hacían ver las estrellas.

Yo ya estaba con los pantalones en los tobillos y ella estaba aun completamente vestida, por lo que decidí emparejar la situación. La hice levantarse y le saqué la chaqueta y el chaleco de una. Debajo llevaba una blusita blanca transparente… y debajo de ella…nada. Por lo visto venía en plan de batalla. Pero la verdad que sus senos no necesitaban ningún apoyo. ¡Que pechos, Dios mío! No demasiado grandes, justo para la mano, pero con unos pezones erguidos, rosados, exquisitos. No pude contenerme y cogí uno con mi boca, chupando golosamente, con los consiguientes suspiros de su parte.

Me saqué la chaqueta y ella comenzó a soltarme uno por uno los botones de mi camisa, pasando sus dedos por mis tetillas y por mi abdomen. Yo terminé de sacarme los pantalones antes de caer al suelo, junto con los zapatos y calcetines, haciendo equilibrios para poder sacarlos con los pies. Pero no estaba dispuesto a soltar ese par de globos de carne deliciosos.

En seguida, le abrí el cierre de su pantalón, llevándolo hacia abajo. Su tanga era minúscula, blanca con un corazoncito al frente, señalando el palacio de las delicias. La senté en un sillón de la sala y le saqué los pantalones y zapatos, aprovechando para besar sus pantorrillas y seguir hacia arriba. Sus muslos blancos y torneados se abrieron, como indicándome sus deseos.

Y los deseos de una dama son órdenes para mí. Besé su corazoncito, algo húmedo a estas alturas, separé la tanga y descubrí unos labios mayores perfectamente depilados, sin un solo vello. Esto prometía. Su aroma a hembra caliente me llenó las fosas nasales y consiguió que mi verga creciera más aun, si eso era posible. Empecé a lamer de afuera hacia adentro, mientras sus suspiros se convertían en gemidos, hasta que llegué a su clítoris. Ahí me sirvieron mis conocimientos teóricos de anatomía y fisiología. Empecé con unos suaves golpes en su botoncito con mi lengua y unas cuantas lamidas, que le hicieron dar un par de saltos al comienzo, y luego relajarse completamente. Me maravilló lo poco que tuve que hacer para obtener su primer orgasmo. Viendo que esto iba por muy buen camino, le saqué la tanga, dejándola completamente desnuda sobre el sillón. Me levanté, di un paso atrás y admiré la belleza que tenía adelante. Era mucho mejor que lo que yo me imaginaba. Pensé para mí lo estúpido que era mi amigo.

Ella me miró un momento y agarrándome del miembro me acercó a ella y se lo volvió a meter en su golosa boquita. Se notaba que le gustaba chupar vergas, por la cara de satisfacción que puso. Yo sentía que mis testículos estaban a reventar, y le dije que parara, que no podría contenerme. Ni caso me hizo. Siguió chupando y lamiendo como quien oye llover.

Y pasó lo inevitable. Eyaculé en su linda boquita. ¿Creen que hizo algún gesto de asco? Por el contrario, se lo tragó todo y siguió chupando hasta sacarme hasta la última gota. Y siguió chupando…hasta conseguir que mi erección se mantuviera como si no hubiera pasado nada. Hasta yo estaba asombrado.

Me miró con esos ojos verdes de fiera y me preguntó: "¿Hay camas en tu departamento?"

Me apresuré a tomarla de la cintura y ambos desnudos fuimos a mi dormitorio. Por el camino, aproveché de tocarle sus nalgas exquisitas, paraditas y duras. Y ella no perdió oportunidad de agarrarme la verga, para evitar que me perdiera por el camino, supongo.

Llevándome así tomado de la verga, llegamos a mi dormitorio. No podía creer lo que estaba pasando. La mujer de mis sueños estaba a punto de ser mía. Y no pensaba perder esa oportunidad única. Se me olvidó mi amigo, la prueba del lunes y hasta como me llamaba.

"¿Cómo quieres que me ponga?"- me preguntó frunciendo su linda boquita en un delicioso gesto.

"¿Qué tal si empezamos a lo perrito?"- le dije, creo que con una cara de goloso que me delataba, pues estaba mirando sus exquisitas nalgas.

¿No pretenderás hacérmelo por la colita?- me dijo – "Nunca lo he hecho por ahí"…. Y me sonrió con cara de malicia, como pidiéndomelo.

Lo cierto es que esa idea había rondado ya mi mente, pero como no tenía mucha experiencia en el sexo anal, no me habría atrevido a pedírselo. La verdad… no tenía ninguna experiencia la respecto.

"Bueno…echando a perder se aprende" – me dije para mis adentros, y le sugerí que se fuera colocando mientras iba a la cocina. Traje un poco de aceite de comer, pues no quería que esto fuera una masacre y empecé por untarme la verga con él. Luego le empecé a untar el orificio del culo con un dedo…luego dos… finalmente tres. Ella se movía inquieta pero no daba signos de molestia. Por el contrario, empezó a gemir suavemente como una gatita. Cuando estime que ya estaba suficientemente dilatado, puse la punta de mi verga en su culito y traté de empujar. Cuando se relatan las penetraciones anales en esas historias, todo parece muy fácil…pero no lo es en la realidad. Su esfínter se cerró completamente y nada… no entraba ni un centímetro. Ella se quejó un poco, solo un poco y en vista y considerado su gran disposición, decidí cambiar la ruta y se lo metí de un viaje por la vagina. Ahí si que entró suavecito. Casi se cae de la cama. Se transformó en un verdadero volcán en erupción. Se movía como poseída y en menos de un minuto me concedió su segundo orgasmo… y luego de otro minuto…el tercero. Ufff. La señorita era multiorgásmica. Me di cuenta que su esfínter anal, que palpaba con mi dedo pulgar, se dilataba nuevamente y allí mismo cambié sobre la marcha de orificio y ahora sí que entró casi la mitad de mi verga. Se quedó un momento como congelada y pensé ""La embarré". Pero antes que me decidiera a retirar mi verga de su apretado culo, ella misma empezó a presionar hacia atrás, tratando de metérselo más y más adentro. Al mismo tiempo, gritaba que no lo sacara, que por favor lo metiera más adentro, hasta el fondo. A esas alturas mi pene estaba alojado completamente en su apretado estuche rectal y estaba muy cómodo y calientito en esa ubicación, así que mis intenciones eran cualquier cosa menos sacárselo. Pero empecé un discreto movimiento de mete y saca, suave al comienzo, pero cada vez mas violento en la medida que ella inicio un movimiento circular de caderas, llevándome a la gloria. Empecé a frotar su clítoris con mis dedos para terminar juntos. No bien toqué su botoncito… ¡Volvió a acabar! E inició una serie de contracciones con su esfínter que me hicieron llegar a un orgasmo maravilloso.

Nos dejamos caer agotados en la cama. Luego de unos minutos, ella apoyó su cabeza en mi abdomen., y con sus manitos empezó a tantear mis testículos. Tomó mi verga, morcillona ya… y se la tragó entera.

En ese momento me empezó a entrar miedo. Esta mujer quería matarme… con sexo. No tenía límite de saciedad. La miré cuidadosamente. Era una verdadera pantera rubia. Y la mujer más hermosa que conocía hasta la fecha….

Bueno, me dije… de algo hay que morir… y esta puede ser una hermosa manera de hacerlo. Y empujé su cabeza sobre mi verga

PD: Afortunadamente no me morí, porque si hubiera sido así no estaría contando esta historia. Por cierto, desgraciadamente la mayoría de los hechos narrados son solo fruto de mi febril y cachonda imaginación. En todo caso, me gustaría recibir sus comentarios para decidir si sigo escribiendo o mejor me dedico solo a leer.