La novata

Cuando me avisaron de que tendría que asistir a un congreso de Farmacia, no supe si aquello era un premio o un castigo.

LA NOVATA

Cuando me avisaron de que tendría que asistir a un congreso de Farmacia, no supe si aquello era un premio o un castigo. Por una parte se trataba de un fin de semana encerrada oyendo soporíferas conferencias, pero por otra parte podría visitar una ciudad desconocida a gastos pagados.

Yo era la única representante de mi empresa, así que la primera noche me senté a cenar con otras tres personas que acababa de conocer. Afortunadamente la mujer que tenía al lado era muy simpática e interesante. Se llamaba Charo, y dada su larga experiencia como representante no le faltaban anécdotas que contar. Gracias al vino el ambiente se fue relajando y acabé pasando un buen rato.

A Charo sólo le faltaban siete años para jubilarse y cuando terminó la cena decidió irse a la cama. Eso sí, antes me hizo una advertencia.

― Si te quedas ten cuidado, seguro que intentan ligar contigo. Aunque, ¡qué demonios! Tú eres joven y aún puedes dejarte engañar… ―se rio con complicidad y dándome dos besitos se marchó.

Me acerqué a la barra y pedí un zumo de piña. No me apetecía beber alcohol, y de hecho pensaba irme a dormir lo antes posible.

No había pasado mucho tiempo cuando se me acercó un hombre y se presentó. Se llamaba Róber, era alto, elegante y mestizo. Tenía rasgos árabes, unos grandes labios y la piel oscura. Enseguida recordé el consejo de Charo y por la forma en que Róber me miraba, yo sabía que intentaría llevarme a su habitación. Aunque llevara mi anillo de casada, una mujer es una mujer.

Tratando de alagarme me dijo que estaba seguro de que nunca antes había asistido a ese congreso, de lo contrario se habría fijado en mí. Divertida por su desfachatez a la hora de ligar le confirmé que sí, que era novata.

Entonces hizo algo que no esperaba. Se volvió e hizo una seña a otro hombre que estaba al final de la barra. La verdad es que me dejó un poco descolocada que llamara a un amigo si estaba tratando de ligar conmigo, pero bueno, en el fondo daba igual porque lo que yo necesitaba era dormir y no lo que él estaría pensando.

― Luis ―se presentó su amigo en plan SMS.

― María ―dije yo.

Luis parecía bastante más joven que Róber, de hecho tendría más o menos mi edad. No era muy alto pero sí bastante corpulento. El muchacho me cayó bien, no dejaba de hacer bromas. No se cortaba un pelo, y no tardó en decirme con descaro que por lo que se veía de mi sujetador, tenía que estar muy elegante en ropa interior. La verdad es que, cada uno en su estilo, los dos resultaban muy seductores.

Se ofrecieron a ser mis benefactores prometiendo que al día siguiente me presentarían gente influyente. Me gustó la idea, no estaría demás mencionar esos encuentros en la memoria del congreso que debía presentar a mis jefes. Yo acepté encantada. Después de todo, aquella primera tarde iba a resultar más provechosa de lo esperado.

Aunque ellos insistieron en que me quedara a tomar una copa les dije que estaba agotada por el madrugón y el viaje, y disculpándome me fui a dormir.

Al día siguiente, Charo se sentó conmigo a desayunar. Al poco apareció Róber, y nos preguntó si podía acompañarnos. Por supuesto respondimos afirmativamente, pero cuando Róber dijo que me conocía de la noche anterior Charo me miró inquisitiva como diciendo “¡Serás zorra!”. Luego tendría que explicarle que no había pasado nada entre él y yo.

Poco después, apareció el muchacho y también se sentó con nosotras a desayunar. La verdad es que no esperaba hacer tan buenos amigos en aquel congreso, era una suerte. Lo pasé muy bien con todos, la verdad. Charo inteligente y con carácter, Róber maduro y atractivo, y Luis más joven y desinhibido.

Saltaba a la vista que ambos hombres se cuidaban, se veían fuertes y delgados. Además hablaban muy educadamente y vestían de forma elegante.

― Perdona que te pregunte, ¿qué colonia usas? ―le pregunté a Róber.

― BOSS, ¿por qué?.

― No, por nada. Es que no estaba segura.

Durante el desayuno estuvimos hablando de nuestras respectivas empresas, de cómo el sector se estaba adaptando a la nueva normativa sobre fármacos genéricos y demás.

Charo nos recomendó las charlas que ella consideraba más interesantes y seguimos su consejo. Al final estuvimos toda la mañana juntos y también compartimos el buffet de mediodía. Formábamos un grupo divertido y variopinto.

Las sesiones del sábado por la tarde eran lo peor, menudo sueño.

Una vez que terminaron las ponencias decidimos cenar fuera en lugar de hacerlo en el hotel. Yo comenté que quería ir a mi habitación a ducharme y ponerme algo más cómodo, así que quedamos en la recepción del hotel al cabo de una hora.

Cuando vi a Charo aparecer me quedé pillada. La verdad es que para su edad no se conservaba nada mal, claro que siendo vegetariana lo tenía bastante fácil. Se había puesto unas bonitas medias, un elegante conjunto de chaqueta y pantalón, y una camisa blanca. Yo había optado por mi vestido favorito de DESIGUAL.

Fuimos andando a un bar cercano al hotel. No paramos de contar divertidas historias del trabajo en tono distendido. Había confianza entre nosotros y nos divertíamos mucho.

Al día siguiente la clausura del congreso no empezaría hasta las diez, así que nos quedamos a tomar una copa después de cenar. Más tarde, cuando nos quedamos solos en el restaurante decidimos ir al bar del hotel, aún era pronto. Había mucha gente del congreso y un gran ambiente.

Llevaba ya un par de copas cuando noté que el alcohol se me empezaba a subir a la cabeza, por eso me opuse a ir a un pub cuando los camareros nos informaron de que la barra estaba cerrada. Ya era la una de la madrugada y llevaba desde las siete en pie. Entonces Luis dijo que había visto un “chino” cerca y se ofreció voluntario para ir a comprar y tomar la última en su habitación. Acabamos yendo todos.

En el camino, vi que Charo agarraba el brazo de Luis. El muchacho era muy extrovertido y no paraba de hacer divertidas bromas parodiando a los conferenciantes. Al final nos decantamos por la sidra, pero Charo se empeñó en subir a su habitación en vez de a la de Luis. A mí me pareció mejor idea, pues de esa forma me sentiría más cómoda.

Como os podéis imaginar la habitación del hotel tenía un mobiliario escueto. Charo y Luis se sentaron en el borde de la cama y cediéndome el sillón Róber utilizó la silla del escritorio.

Como ya he dicho, yo llevaba un vestido de DESIGUAL con algo de escote, medias oscuras y zapatos de medio tacón a juego con el vestido. Por eso al sentarme intenté que no se me viera nada.

Lo de tomar la última terminó yéndose de las manos. Cuando nos habíamos bebido dos botellas de sidra ya nos reíamos de cualquier cosa. Estuvimos hablando de todo: de los jefes, de los amigos, de los maridos y esposas, etc. Al igual que yo, Charo estaba casada, Róber en cambio se había separado y Luis seguía soltero y sin compromiso.

Sin saber cómo, la conversación se orientó hacia el sexo. En concreto sobre nuestras propias experiencias y fantasías, así fue como terminé confesando que mi idea más morbosa sería hacerlo con dos hombres a la vez.

Claro, Charo no dudo en bromear:

― Pues nada mujer, aquí tienes a dos, y creo que no te van a poner pegas.

― ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡No! ¡No, por Dios! ―le reí la ocurrencia. Me puse colorada de vergüenza y me levanté para ir al baño. Demasiada sidra. Todo aquello se estaba desmadrando, lo mejor sería dejar la última botella en el frigorífico.

Cuando salí me quedé pasmada. Charo y Luis estaban dándose el lote sobre la cama. Aparentemente Charo se había abalanzado sobre el muchacho, ya que éste estaba tumbado sobre la cama y la “señora” le comía la boca a horcajadas sobre él.

Róber observaba el espectáculo cómodamente sentado en primera fila, pero cuando me vio salir se levantó y se aproximó hacia mí.

― ¿Te unes a la fiesta? ―me preguntó con picardía.

Había puesto una mano en mi cintura. Aunque yo sabía que era un hombre fuerte me acariciaba el costado con delicadeza, y eso me excitaba. Si ya había pasado al baño bastante perturbada por la broma de Charo, ahora el corazón me latía a toda velocidad. La idea de que Róber me follara se iba apoderando de mis pensamientos. Pero…

― …no ―conseguí balbucear intentando contener mi deseo.

Róber me miró intensamente, y fue subiendo su mano hacia mi barbilla.

― Quieres hacerlo, lo veo en tus ojos.

― Claro que quiero, pero no puedo. Estoy casada y jamás me lo perdonaría ―respondí.

― ¿Estás segura? ―insistió mirándome fijamente.

― Sí.

― Entonces siéntate.

Después de darme aquella orden tajante, Róber se acercó a la cama donde Charo y Luis seguían a lo suyo. Puso su mano en la espalda de Charo y cuando ésta se giró le dijo algo al oído. La mujer se volvió hacia mí y mirándome empezó a acariciar la erección de Róber sonriendo. Sí, Charo se estaba riendo de mí. Aunque ella estaba casada como yo, no pensaba dejar pasar una oportunidad como aquella.

Sé que debería haberme marchado, pero la intensidad de los acontecimientos me paralizada por completo. El comportamiento tan apasionado y desinhibido de Charo me fascinaba. No podía entender que una mujer aparentemente normal se comportara de esa manera. Además deseaba ver como acababa el órdago de Charo, así que me senté de nuevo en el sillón.

Un minuto después Luis desabotonaba el pantalón de Charo y le introducía la mano bajo las bragas. Ella no dudo en corresponderle metiéndole la lengua en la boca.

Aunque yo no participaba me sentía extremadamente agitada y excitada. La situación tenía muchísimo morbo. Aunque fuera como espectadora, deseaba disfrutar de aquel trió. Nunca había vivido algo así.

Róber deslizó una mano bajo la blusa de Charo y comenzó a acariciar sus grandes tetas.

― ¡AAAGH! ―jadeó Charo complacida. Róber había imitado a su amigo y ahora eran dos las manos que tenía entre las piernas, la de Luis por delante y la de Róber por detrás. Un repentino respingón me hizo suponer que le habían introducido a Charo uno o varios dedos…

Comencé a sentir unas ganas locas de tocarme. En un momento los muchachos habían dejado a Charo en bragas y sujetador. Ambos recorrían centímetro a centímetro su cuerpo no solo con sus dedos, si no también con sus bocas hambrientas.

― ¡AAAGH! ¡OOOGH! ¡UMMM!

Charo estaba echada sobre Luis, y su culo se alzaba en el aire delante de mí. De esa forma, cuando Róber apartó a un lado las bragas a la mujer pude ver que era Luis quién tenía dos dedos dentro de ella. Pero la intención de Róber era aún más depravada, escupir saliva entre las nalgas de Charo y comenzar a estimular también su ano.

Ninguno de los tres se dio cuenta de cómo me quitaba las bragas y las escondía detrás de mí.

― ¡OOOOOOGH! ―la muy zorra empezó a correrse, pero Luis y Róber siguieron a lo suyo. Masturbada vaginal y analmente Charo agonizó durante casi un minuto y después se desplomó sobre el pecho de Luis.

Los muchachos le dieron un respiro y dejaron en paz sus orificios por el momento. La acariciaban con dulzura aguardando que se recuperara.

― ¡Casi me meo! ―dijo al rato. Entonces se levantó de la cama y pasó al baño.

― ¿Te está gustando? ―me pregunto Luis.

Yo me limité a afirmar con la cabeza.

Charo salió del baño con una toalla y fue a buscar algo a su bolso. Después dobló la toalla y la echó al suelo delante de mí.

― Vamos ―dijo a la vez que se arrodillaba y se sujetaba el pelo con una goma. Afortunadamente mi falda era lo suficientemente larga para que Charo no viera que me había quitado las bragas.

― ¿Te gusta chupar pollas? ―me preguntó a bocajarro― A mí me encanta.

Charo les saco la polla a ambos. Eran dos buenos ejemplares, sin duda Charo se iba a divertir.

¡CHUPS! ¡CHUPS! ¡CHUPS! ¡CHUPS!

A juzgar por las expresiones de Róber y Luis, Charo era una excelente felatriz. Incluso yo tomé nota de un par de trucos que le vi hacer.

En un momento dado Luis se acercó a mí.

― ¿Quieres probar?

Su polla apuntaba al techo y las venas que la surcaban eran el reflejo de lo dura que debía estar. “A Fede ya no se le pone así” pensé de inmediato comparando la erección del joven muchacho con la de mi marido.

― Sólo un poco ―dijo, y cogiéndome de la nuca me ayudó a olvidar mi exigua reticencia.

Se la chupé, su polla se sentía llena de pasión en mi boca. Al verme, Charo me invitó a imitar sus movimientos al mamar con gula el miembro de Róber. Caí en su trampa y de que quise darme cuenta se me caían las lágrimas al intentar tragarme todo el miembro del muchacho.

― Ya ―dije apartándome rápidamente.

Después Luis y Róber tumbaron boca arriba a Charo. Luis bajó poco a poco hasta su coño y comenzó a comérselo. La mujer madura se retorciera de gusto mientras Róber amasaba y lamía sus tetas, mordiendo suavemente sus pezones.

Aprovechando que ya no me veían empecé a masturbarme con discreción.

La sincronización de los dos hombres era perfecta, como si hubieran ensayado mil veces su ejecución. Sus bocas se abalanzaban ávidamente sobre su cuerpo femenino.

La chupaban y acariciaban con total libertad. Los gemidos y gestos desesperados de la mujer mostraban que su excitación no dejaba de aumentar. Charo se retorcía como una serpiente cuando un roce la hería o un beso la aliviaba. El placer era sumamente intenso y su sinuoso cuerpo se contorsionaba incapaz de tolerarlo.

Charo buscó sus pollas con desesperación para meterlas en su boca, y ellos acariciaban su inflamado sexo, sus tetas endurecidas, su gran culo... todo. Aquella mujer estaba completamente desbocada, de forma que el único límite a la lujuria de aquellos dos hombres parecía ser su propia imaginación.

Róber fue el primero en penetrarla. Lo hizo de costado, despacio, hundiendo suavemente su miembro en el sexo de Charo. Al principio la expresión de la mujer era de enorme placer, pero a medida que aquella dura polla se adentraba profundamente en ella Charo abrió sus grandes ojos con estupor.

Mientras Róber empezaba a follarla despacio, de forma delicada y elegante, Luis permitía que la mujer aliviara su angustia mamándole la polla como si de un chupete se tratara. Róber pidió pronto el relevo a su amigo, no quería correrse y sólo tuvieron que girarla del otro lado para que Luis la penetrara.

Róber hizo que Charo probara el sabor y el aroma a coño que desprendía su verga. Aunque sólo era capaz de tragar la mitad, la muy puta se la dejó reluciente. Su abundante saliva se derramaba a chorros de su boca, pero Róber quiso metérsela de nuevo. Esa vez lo hizo levantando las piernas de Charo sobre sus hombros. Su miembro entraba profundamente en ella.

― ¡AAAAAAGH! ―las dos nos corrimos como locas, pero yo ahogué mi gemido mordiéndome los labios.

Estuvieron alternándose de esa manera durante un buen rato, haciendo que el interior de los muslos de Charo brillase a causa de su desbordante lubricación vaginal.

En un momento dado, Luis le dio la vuelta dejándola boca abajo. Desde mi sitio no veía que pasaba. No se movían.

― Relájate ―dijo Luis de pronto.

Entonces vi que Charo mordía las sábanas y lo comprendí. “¡Luis estaba metiéndosela por el culo! El muchacho empujaba con ímpetu, decidido a abrirse paso a pesar del sufrimiento de Charo.

― ¡AAAAAAY! ¡AAAAAAY! ¡AAAAAAY! ¡PARA, PARA, PARA!

― Ya casi está. ¡Afloja el culo! ―dijo Luis intentando tranquilizarla.

― ¡AAAAAAH!

― Ahora sí, preciosa.

Charo no dejaba de resoplar, y entonces empezó a masturbarse como loca, revolviendo el dolor de su culo con el gozo de su sexo.

Yo sólo intenté eso con mi segundo novio, pero no pude aguantar ese suplicio que Charo parecía dispuesta a soportar, porque cuando Luis dio comienzo a un ligero vaivén sobre su culo, ella grito:

― ¡FÓLLAME! ¡FÓLLAME!

Luis no se hizo de rogar.

¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK!

El choque de sus cuerpos resonaba obscenamente en toda la habitación.

¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK!

Luis estaba determinado a satisfacerla.

¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK!

― ¡SIGUE! ¡SIGUE! ¡SIGUE!

No podía creerlo. Una mujer suplicando que le siguieran dando por el culo.

¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK!

― ¡Cómo me gustaría que tú marido estuviera aquí ahora mismo viendo cómo le follo el culo su mujer! ―dijo el chico iracundo sin dejar de arremeter.

¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK!

― ¡OH, SI! ¡A MI TAMBIEN! ¡OH DIOS! ¡¡¡QUE BIEN LO HACES!!!

¡HUM! ¡HUM! ¡HUM! ¡HUM! ―comenzó a bufar el muchacho a causa del esfuerzo.

¡NO PARES! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ―añadió Charo con cada profunda embestida.

Luis no pudo más.

― ¡TOMA! ¡TOMA! ¡TOMA! ¡TOMA! ―gritó eyaculando estrepitosamente.

Luis siguió follándola a pesar de haber eyaculado. Para sacar fuerzas parecía estar imaginando que el marido de Charo estaba ahí con nosotros, viendo su polla entrar y salir de entre las nalgas de Charo, su esposa.

¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK! ¡CLACK!

¡AAAAAAY! ¡AAAAAAY! ¡AAAAAAY! ―Charo chillaba completamente desquiciada. Su coñito babeaba y sus piernas tiritaban cuando al fin logró el orgasmo que tanto anhelaba.

Despatarrada en el sillón, también yo estuve a punto de lograr mi segundo orgasmo, y lo hubiera conseguido si Róber no me hubiera agarrado del brazo para arrojarme al suelo.

No tuve tiempo de protestar. Róber me levantó el vestidoy me ensartó hasta los huevos. Me folló de una manera primitiva, empujándome enérgicamente hacia un orgasmo brutal.

― ¡AAAAAAAAAAAGH!

Unos en la cama y otros en el suelo, todos quedamos exhaustos.

― ¡Por qué siempre tienes que darme por el culo! ―protestó Charo.

Yo me quedé extrañada ante aquella extraña pregunta.

― Porque sé cuanto te gusta ―alegó Luis con malicia.

― Bueno, pues me debéis cincuenta euros cada uno―dijo Charo cambiando de tema.

― ¿Qué? ―pregunté estupefacta creyendo no haber entendido bien.

― No, tú no. Charo se refiere a nosotros, a Róber y a mí ―puntualizó Luis― Es un juego que hacemos todos los años en este congreso. Intentamos seducir a una novata, como tú y apostamos si caerá o no. Así que creo que "hemos perdido" ―dijo Luis tan sonriente que nadie diría que había perdido.

¡JA!  ¡JA!  ¡JA!

Todos reían. Sin decir ni una palabra agarré mi bolso y mis bragas y salí de allí. Estaba muy enfadada pero no con ellos si no conmigo misma. Me sentía como una idiota, una "ZORRA" idiota.

(Basado en “Mi Primer Trío”, escrito por Maribel)