La Noche y La Madrugada

Detrás de la oscuridad siempre llega el amanecer. (conclusión)

Noche

El silencio, en el salón, era atronador. Antonio compungido, estaba sentado en una esquina del sofá, tenía su mano cubriéndose la rojez dolorosa del bofetón recibido, aún le pitaba el oído. Sin moverse seguía, con la mirada, a su mujer. Ella, en tanga, andaba arriba y abajo, con paso firme mientras rezongaba por lo bajo. De vez en cuando lanza miradas furibundas hacia Antonio, entonces masculla para sí “puta, eso puta”. Dando vueltas delante de la mesita, sin perder nada de su mal humor. Sacudía entre las manos una camiseta, intentando ponerla al derecho. Estaba tan cabreada que no lo conseguía y la tiró, con rabia, sobre un sillón. Germán estaba sentado en la otra punta del sofá, tuvo tiempo de ponerse el boxer, se cubría el cuerpo con un cojín a falta de otra cosa. También seguía, con la mirada, el deambular de ella. En el fondo se alegraba de que todo el furor de ella esté dirigido hacia el otro hombre, eso le permitía admirar la contracción de sus nalgas mientras iba y el bamboleo de sus pechos maravillosos cuando volvía.

Se paró delante de Antonio. Con las piernas abiertas, los brazos en jarras. El ceño fruncido. Un rictus de enfado en la boca.

  • ¿Cómo se te ocurre llamarme puta? ¿Cómo?

  • Estabas follando con ese – balbuceó Antonio, sin mirar a Germán

  • ¿Y qué con eso? Estaba follando con él. ¿Qué con eso? - masticó las palabras, casi escupiendolas hacia Antonio.

  • ¡Joder! Carmen. Eres mi mujer. Eso es de putas. - empezó a levantar la voz Antonio.

  • ¿Otra vez? ¿Otra vez? A que te doy otra que te espabilo. - gritó con rabia la mujer. - Retíralo. ¡Te digo que lo retires! - Antonio se removió inquieto en el asiento, poco dispuesto a retirar sus palabras. Ella pisoteaba el suelo furiosa - ¡¡Retira que soy una puta!!

Antonio baja la mirada, pero al ver como ella empieza a moverse hacia él, balbucea

  • Lo retiro. No eres una puta... pero lo parecías.

  • ¡Este tío es imbécil! – masculló ella, levantando los ojos al cielo raso.

  • A ver, cariño – intervino Germán – Tendrá que entenderlo ¿No? Solo sabe lo que ha visto.

  • ¿Y qué con eso? Le dije que no era lo que parecía. ¿O no se lo dije? Dos veces se lo he dicho y es igual... Puta... Tenía que llamarme puta. - Germán recibió la andanada mientras pensaba que no tenía que haberse metido. Asiente con la cabeza dispuesto a no abrir de nuevo la boca. - ¿Acaso tu también piensas lo mismo? - Germán negó con la cabeza rápidamente.

Ella volvió a recorrer el salón como una bestia enjaulada. Su furor no disminuía. No le importaba estar casi desnuda. Solo tenía la cabeza en lo que le ha llamado Antonio. Germán miró de reojo a Antonio.

  • Joder, como se le está poniendo la cara. Me parece que se le está amoratando el ojo. - dijo Germán. Eso la detuvo. Miró a Antonio. Se acercó a él, para inclinarse.

Antonio abrió los ojos como platos viendo como se balanceaban sus tetas, colgando ante él. Se dejó quitar la mano de la cara por ella. Estaba extasiado con aquel para de tetas que tantas veces a comido a oscuras. Verlas así, con tanta luz le hacía la boca agua.

Ella miró, con detenimiento, la cara de Antonio.

  • La verdad es que sí se está poniendo fea.- Se incorporó, le enseñó el trasero a Antonio para salir del salón.

Germán aprovechó su ausencia.

  • Tío... Macho... di que lo retiras, joder, que si no se va a poner hecha una fiera. Dile que te lo explique. Varas que no era lo que parecía. - le susurró a Antonio, para que no le oyera ella.

  • Tú te la estabas follando

  • Sí, Cómo no. Ya lo creo. ¡Joder! Nos has cortado en lo mejor. Con el culazo que tiene y cono le gusta que se lo rompa.

  • ¡Serás hijoputa! - bramó Antonio – Encima me lo dices en la cara.

  • Coño, que va a venir. Retíralo tío.

Antonio masculló para sí. Germán dejó de mirarlo porque oia pasos.

Ella entró con paso firme. Los miró a los dos con suspicacia. Sospechaba algo, pero no sabía qué. Otra vez, Antonio, disfrutaba de la vista de los pechos bamboleando, ante su cara, cuando ella se inclinó para ponerle, en la cara, un paño que envolvía todo el hielo de la nevera

  • Anda. Sujétalo. Así no se inflamará más. Tonto.- ese tonto le sonó a Antonio hasta cariñoso.

Lo retiro -susurró – Retiro lo de puta -Ella le sonrió y le acarició la otra mejilla.

Mejor así, cari. Mejor así. Yo también siento lo del sopapo. - dijó, mientras se acuclillaba ante él- Pero es que eso no se dice a ninguna mujer decente... ¿Me perdonas? - él medio asintió – De verdad, cari, es que me has hecho sentir muy mal. ¿Cómo puedes decirle eso a tu mujer? ¿Cómo? Eso no se lo puede decir un marido a su mujer. Nunca. Más cuando ella no ha hecho nada malo.

  • Pero Carmen... Estabas follando como una loca... Gritando... Salida como una perra en celo... ¿Qué quieres que pensara?

  • Pero cielo, amor, ¿No es lo normal que una mujer haga el amor con su marido? ¿No lo hacemos tú y yo cada vez que quieres y yo me porto como te gusta? - le susurraba como si él fuera un niño.- Pues a Germán le gusta así, le gusta que yo sea muy zorra en la cama.

  • Pero tu marido soy yo.

  • Y él, cielo, él también. Germán tendría que tener más quejas que tú. Lo tengo casi abandonado desde que tú y yo nos casamos. Apenas puede disfrutar de su mujer.

Antonio estaba boquiabierto. De soslayo miraba a Germán que asentía lentamente.

  • Mírame Antonio – volvió a fijar su vista en ella – Hace cinco años que nos casamos. El sí puede tener muchas quejas. Ha tenido que cambiar todo para complacerme y que tú y yo estuviéramos juntos, perdiendo muchas horas de estar conmigo.

Ella paseaba las manos sobre los muslos de Antonio, desde las rodillas hasta casi la ingle.

  • Eso no es posible.

  • Sí. Es posible, cariño. En el registro cometieron un error. Al registrar nuestro matrimonio se lo asignaron a mi hermana, fallecida, que también se llamaba María... María Concepción. Cuando nos dimos cuenta nos hizo mucha gracia, pero fuimos dejando lo de hacer el cambio y luego... luego te conocí a ti.

Su mano izquierda se había posado justo sobre la verga de Antonio. Mientras hablaba acariciaba lentamente la verga sobre el pantalón. Ella miró a Germán. Se estiró hacia la derecha hasta que también puso la mano sobre su polla. Antonio miraba como su mujer, a diferencia de con él que era una caricia muy muy leve, agarraba con fuerza la verga de Germán

  • Imagina cuando se lo dije. Fue muy duro. Pero él, Antonio, él comprendió que yo también te quería. Consintió en nuestra relación, aunque fue duro para él. Hasta pensamos en como podríamos vivir los tres juntos.

  • Pero tú, cariño, eres tan tradicional... Tan clásico... Que me pediste matrimonio. Yo no sabía que hacer, como decirte que ya estaba casada, amor. Porque sabía que te perdería. No sabes cuantas noches llore abrazada a Antonio. Muchas, muchas noches pensando que te perdería. Y él me consolaba y me hacía olvidar mis penas follándome muy rico.

  • Fue a él a quien se le ocurrió la idea. Preguntar en el registro si Carmen, yo, estaba casada. El registro nos dijo que era soltera. Por eso te dije que sí. Por eso me casé contigo. Fue tan bonito, tan, tan bonito. Y la boda, que linda fue ¿Te acuerdas, Antonio? Germán estaba muy, muy triste, pero yo le consolé cuando subí a cambiarme de vestido después de la ceremonia. - Antonio la miraba boquiabierto – No me mires así, que bien por la noche me disfrutaste tú. Que rico misionero me hiciste. Bueno, reconozco que fue un poco menos salvaje que, estar a cuatro patas, con Germán dándome con todo, pero fue mmuy dulce y amoroso.

  • ¿Has visto como tiene explicación, amor? ¿Has visto?

  • Podíais acercaros un poquito... va a parecer que estoy crucificada. - ambos se miraron y se corrieron un poco hacia el centro del sofá

  • Así mejor ¿No? - Antonio vio como ella metía la mano dentro del bóxer de Germán y meneaba, con ardor, su rabo. - ella le miraba a él - ¿Tú también quieres amor? Entonces quítate el pantalón. - Antonio tardo menos que nada en soltarse y bajarse el pantalón a los tobillos. Ella le sonrió mientras metía la mano y le agarraba el pene con dos deditos.- ¿Te gusta cielo? ¿Te gusta así?

Antonio cabeceó un sí, pero al mismo tiempo protestó

  • Pero a él... a él se la coges más. A mí solo así. - ella le sonrió

  • Como tú me quieres, amor... como me quieres. Así modosita. Germán me quiere putón. Tu, decente. Yo siempre quiero dar a mi marido lo que quiere de mí. - Antonio levantó la cara hacia el techo

  • Yo también te he querido putón... Pero tú no has querido … Siempre tan puritana

  • Noo... Eras tú, el que me decía que esas eran unas golfas... Que tú no te casarías con ninguna zorra y yo te quiero tanto... - El volvió a mirarla atentamente a la cara

  • ¿Por eso? - ella asintió – ¿Solo por eso? – volvió a asentir - ¡Joder Carmen! Yo te quiero la más puta del mundo – palideció al darse cuenta de lo que había dicho, pero ella le sonrió mientras le aferraba la polla con todos los dedos y le empezaba a pajearlo como a Germán.

Germán no hacia más que gemir y resoplar con los ojos cerrados. Sin pensar se había aproximado más al centro del sofá.

  • ¿Ves cómo a Germán le gusta? ¿Lo ves? ¿Así te gusta también a ti? - Antonio asintió con desespero – Entonces te gustaría así? - se fue inclinando, hacia la entrepierna de Germán y se la metió entera en la boca sorbiendo. Provocó un grito de gusto de Germán. Empezó a subir y bajar la cabeza, haciéndole una mamada de campeonato, mientras seguía pajeando la polla de Antonio.

Antonio, por verlo mejor, se había movido también al centro del sofá, hasta rozar el brazo de Germán. Los dos se miraron un instante para luego mirar la cabeza, que chupaba con devoción. Germán puso las manos sobre su coronilla obligandola a tener toda la polla dentro de la boca unos segundos. Bramó de gusto

Ella, cuando le liberaron la cabeza, dejó la polla brillante de saliva y miró a Antonio

  • ¿Te gustaría así también a ti? ¿De esa forma tan guarra? ¿De esa forma tan viciosa?- Antonio no hacía más que cabecear asintiendo casi inclinado hacia ella, apuntándola con el rabo. Ella sonrió, se relamió mirándolo, antes de bajar para comérsela entera

Antonio gruñó de gusto. Levantó las caderas, apoyado en las manos, mientras ella, convertida en una felatriz de primera, le bañaba de babas la polla y se la exprimía sorbiéndola entera. Mari Carmen levantó la cara relamiéndose, mirando con cara de vicio a Antonio. Luego giró la cabeza para mirar con la misma cara a Germán.

Se lanzó contra la polla de su primer marido. Germán le agarró la cabeza, sin que llegara a entrar entera en su boca, para empezar a sacudir, arriba y abajo, las caderas como si estuviera poseído, follándose la boca de su mujer. El ruido de la polla golpeando en el fondo de la boca resonó en el salón. Antonio, con la boca abierta, miraba alucinando.

Cuando Germán soltó la cabecita a su mujer, ella le sonrió más viciosa que nunca. Giró para ocuparse de la verga de Antonio. Él quiso imitar a Germán consiguiendo un pequeño desastre.

  • No le muevas la cabeza. Déjasela quieta y fóllate la boca – le susurró Germán. Antonio miró a Germán, asintió y volvió a ella. Pronto se fue acoplando a las instrucciones que había recibido y aquel ruido hueco, viscoso y húmedo, de la boca de su mujer, volvió a resonar en el salón.

Mari Carmen se consiguió soltar, se pasó la mano limpiándose los labios de las babas que los cubrían – Pero que bestias sois, que bestias- dijo con una voz nerviosa y excitada, sonreía con una lascivia que escapaba por todos sus puros.

  • Ven acá putón – le gruñó Germán – Ven acá y termina de una puta vez. - Ella se estremeció encantada

  • Como me gusta que me diga esas cosas, amor – le dijo y volvió sobre la polla de Germán.

Se esmeró. Se esmeró muchísimo. Tanto que Germán empezó a bufar y bufar. Soltó un coño coño y empezó a descargar leche en la boquita de su mujer. Quedando derrengado en el sofá con cara de bobo satisfecho

Mari Carmen sorbió a medida que iba sacando la polla de su marido de la boca. Apretó los labios con los carrillos hinchados. Conservaba toda la lefa en la boca.

Miró a Antonio un instante. Muy despacio puso los labios en el glande volviendo a sorber, mientras iba abriendo lentamente los labios amoldandolos a la verga de su marido. Cuando la tuvo dentro empezó a cabecear como una posesa. Antonio inclinado hacia delante gimoteaba - La puta, la puta, que bueno – desesperado. Más cuando ella empezó a amasarle los testículos. Él extendió las manos hasta atrapar las colgantes tetas de Mari Carmen para apretarlas con dureza Ella ni se inmutó, Apenas movió las caderas, haciendo que su culo se balanceara hacia los lados muy sensualmente.

Antonio estalló de repente. Casi no lo esperaba. Se tiró para atrás, levantando las caderas, para meter más polla en la boca de su mujer, Gritó. Un grito liberador por el semen que empezaba a expulsar. Quedando desmadejado sobre el asiento.

Cuando se terminó, con una habilidad digna de elogio Mari Carmen fue sacándola de su boca, dejándola bien limpia. Levantó la cara y los miró a ambos. No podía ni sonreír. En las comisuras de los labios tenía pequeñas marcas blancas con la mezcla de leches que conservaba. Empezó a deglutir el combinado de semen, bajo la atenta mirada de los dos hombres. Cuando terminó se relamió los labios hasta hacer desaparecer los restos de las comisuras. Sonrió feliz. Se alzó sobre sus rodillas y morreo a Germán. Metiendole la lengua hasta la campanilla.

Cuando se separaron Antonio vio perfectamente hilos de restos de semen que unían las bocas de ambos. Ella se inclinó hacia Antonio. Buscó su boca. El beso fue más suave al principio. Solo los labios tocándose hasta que la lengua se metió entre los labios y ya no paro; en breve estaba recorriendo cada recoveco de su boca en un morreo torrido.

Se separaron jadeando. Ella con los ojos brillantes. Él con mirada asombrada.

Que rico sabéis los dos – les susurró tras relamerse los labios.

Se apoyó en las rodillas de ambos y se incorporó. Moviendo el trasero se fue hacia la cocina. Germán y Antonio la siguieron con la mirada hasta que salió del salón. Luego los se miraron unos segundos hasta que, poco a poco, fue surgiendo en sus caras una sonrisa de satisfacción.

No les dio tiempo a cruzar una palabra. La noche había caído y ya casi ni se veían. A ambos les sobresaltó que ella encendiera la luz. Cuando la tuvieron delante mirándolos, sinuosa, voluptuosa, deseable los dos pensaron lo mismo. Antonio pensó que puta más maravillosa. Germán que diosa más deseable. Ambos se felicitaron para sí, porque ella era su mujer.

Mari Carmen se inclinó entre ambos. Volvió a pasar las manos sobre las pollas derrotadas. Las agarró con firmeza, con determinación

  • Vamos, tenéis que cumplir con vuestra esposa. - Su voz los electrizó. Ambos se fueron levantaron como pudieron. Agarrados por la polla fueron conducidos, por el pasillo, hacia el dormitorio. Guiados por aquella real hembra, que era suya. En el camino quedo la camisa de Antonio. La puerta del dormitorio se cerró tras ellos.

Madrugada

El dormitorio apesta, esa mezcla de olor a sudor de varios cuerpos y sexo que lo impregna todo. Si alguno de ellos estuviera despierto habría abierto la ventana para airear la habitación.

Los tres están profundamente dormidos sobre el colchón desnudo y medio desplazado en una cama donde las sabanas parecen arrancadas de su sitio y penden revueltas a los lados. La almohada está medio caída en el hueco, que ha quedado, entre la cama y la pared La colcha, no se sabe como, está hecha un guiñapo colgando de la silla en la esquina del dormitorio. La mesilla derecha caída en el suelo. Asombrosamente la lamparilla no está destrozada. Si miras atentamente verías las marcas que el somier ha dejado en la pared que hace de cabecera.

Mari Carmen en el centro se diría que ocupa toda la cama porque está atravesada. Duerme boca abajo. Su brazo izquierdo sobre el pecho de Antonio. Las piernas medio flexionadas, Una de ellas, la derecha, está sobre el muslo de Germán. Su cara medio oculta entre el hombro y el brazo. Algunas rojeces y pequeños moratones en las nalgas y muslos, algunos arañazos en la espalda, así como restos blancuzcos en la parte baja de las nalgas y en su cabello gritan, a cualquiera que la mire, que esa mujer ha tenido una noche muy agitada.

Antonio, duerme boca arriba, con la boca semiabierta. Las piernas estiradas y separadas una de otra. Su mano derecha apoyada sobre el brazo de Mari Carmen. Su pene reposa sobre su muslo derecho, el vello púbico, brillante como si estuviera húmedo también tiene restos blancuzcos resecos

Germán, en el otro lado de la cama duerme mirando hacia fuera. Está boca abajo en una posición incómoda porque el muslo de la mujer le impide moverse. Un brazo le cuelga fuera de la cama. De vez en cuando le sacude un pequeño ronquido.

Antonio se despierta abriendo los ojos lentamente, viendo como la claridad del amanecer empieza a entrar por la ventana. Mira de reojo a la cara de la mujer, como duerme relajada, como respira tranquila. Eleva la mirada al techo. Intenta recordar todo lo que ha pasado desde que entraron en el dormitorio.

No quiere moverse porque si se mueve podría desplazar del pecho el brazo de ella y despertarla. Mueve la cabeza como negando.

  • Que fuerte, Que fuerte, pero que fuerte – susurra para sí – Menuda noche – mueve con cuidado la mano hasta que se toca la polla. Un rictus de dolor acompaña el roce con su propio miembro.

  • ¡Joder! Me la ha dejado en carne viva. - la siente pachucha y ridícula tan reducida – La madre que noche – bisbisea

Germán al otro lado, levanta la cabeza al oír a Antonio, hace un minuto que esta despierto, pero tan, tan cansado que ni se ha movido. Mira por encima del cuerpo de la mujer.

  • ¿Estas despierto? - cuchichea- Tú, Antonio ¿Estas despierto?

Antonio se lo piensa antes de contestar, todavía en su cabeza una vorágine de imágenes sexuales centradas todas en ella.

  • Despierto no. Estoy muerto – termina susurrando. Germán se ríe bajo

  • Menuda Loba

  • Ya te digo, joder, ya te digo – susurra Antonio – tengo la polla despellejada. Vaya forma de follarnos

  • Que lo digas. Tú, a mí me duelen los huevos

Los dos ríen bajito. Se callan ambos rememorando como ella se los ha ido comiendo a ambos sin olvidarse del otro. Como ha ido pasando de uno a otro dejándolos muertos sin dejar de preocuparse de que el otro no se sintiera desplazado. Antonio la ve saltando sobre su polla. Clavandosela hasta el alma, dando gritos de gusto mientras se abrazaba a Germán para, cuando no gritaba, morrearlo como loca. Germán la ve en cuatro, con el coño inflamado superempapado, mientras él la empotraba una y otra vez haciendo que, al ir hacia adelante, ella se tragara todo el sable de Antonio. Ambos recordaban como al acabar con uno buscaba, con vicio en la cara, al otro para seguir aquella vorágine de sexo.

  • ¿Siempre ha sido así contigo? - se atreve a preguntar a Germán, tras un buen rato recordando

  • No tanto – resopla Germán – Ha estado desatada. Joder, Si cuando nos cabalgó pensaba que me rompía la polla de lo duro que se movía

Antonio se rio bajito recordando como tenía que apretar los dientes mientras pensaba que se la arrancaba con aquel coño que le exprimía. Ambos siguieron comentando cada lance sexual que habían tenido, haciendo hincapié sobre este o aquel momento. Sobre todo comentaban cuando se la follaron ambos al unisono por el coño y el culo. Como ella había insistido en que fuera primero Antonio, porque aún no se lo había probado. Lo hacían por encima de la figura desnuda de Mari Carmen. De repente Germán se fijó en ella.

  • Joder tío... No me digas que no está buena. Recorriendo con la vista su piel sedosa.

  • Ya lo creo... Vaya par de tetas ¿Verdad? Seguro que somos la envidia de todos

  • ¿Y su culo?... Todo respingón

  • Ya te digo. ¿Y el coñito? Uff que jugoso es – susurra Antonio

Quedan en silencio unos minutos. Germán se empieza a reír

-¿De qué te ríes?

  • No te lo vas a creer – sigue riendo – Me estaba preguntando si podría meter una cama king size en nuestro dormitorio

  • ¿Para que coño quieres una cama king size?

  • ¿Pero no ves lo estrechos que estamos aquí los tres? - Antonio se quedo pensativo

  • Yo creo que en el nuestro, cabría perfectamente

  • Sí, seguro, vuestro dormitorio es mucho más grande que el nuestro.

  • ¡Ah! Es verdad que tú conoces nuestra casa

  • Sí, sí. Pero oye... que siempre hemos hecho el amor en el cuarto de invitados ¿eh? Que ella es muy decente para, ni siquiera a mí, meter a alguien en tu cama.

  • Ya, ya, empiezo a ver, pero..¿El amor? ¿Hicisteis el amor?

  • Bueno, no, follamos, follamos como locos

  • Ya me parecía a mí.- Antonio se queda pensando un rato, dando vueltas a una idea que ronda su cabeza

  • Oye, ¿Qué casa es más grande?

  • La vuestra es mucho más grande. La nuestra tiene dos dormitorios y la vuestra cuatro. Además mucho más grandes. ¿Por qué lo dices?

  • Es que estaba pensando. Solo es pensar eh. ¿Si compramos la cama king size para nuestro dormitorio.? Ese podría ser el dormitorio de ella. Nosotros tendríamos cada uno una habitación y aún quedaría una para invitados.

  • Que buena idea. Así si le apetece con los dos a la king size y si le apetece solo con alguno a nuestros cuartos. Buff menuda vida nos esperaría Pero no sé yo si Mari.. Mari Carmen aceptará eso. ¿Tú que crees?

  • No sé. Será cuestión de plantearlo si nosotros estamos de acuerdo. A ver que dice. - sonrie pensando en ese posible futuro - Nos vendría bien ¿eh? Tú podrías dejar el turno de noche.

  • Ya lo creo. Sería maravilloso. Si nos ponemos de acuerdo podríamos repartirnos las mañanas y las tardes y tener las noches y los fines de semana para los tres.

  • Bueno, ya veremos eso. Me despedí del trabajo.

  • ¿Cómo? ¿Eso lo sabe Mari Carmen?

  • No, no. Estaba harto de mi jefa, Aurora. Mira que la caló bien Mari Carmen. No hacia más que acosarme. Al final hasta se me puso en bolas en el despacho diciéndome que yo se lo había pedido. Me despedí.

  • Joder que putada

  • Bueno, me tomaré vacaciones hasta el día uno. Ya tengo firmado contrato nuevo con la competencia.

  • Ah vale. ¿Estaba buena esa Aurora?

  • Ya te digo tío.

  • Yo estoy loco por Mari... Mari Carmen. Nunca miraría a otra

  • Igual me pasa a mi. Anda que si sé cómo es en la cama de verdad. - Ambos se ríen. - No sabes lo mal que lo pase pensando en que me ponía los cuernos.

  • Pues anda que yo, pensando que estaba contigo haciendo el amor. - Los dos se callan.

  • ¿Tú crees que podremos estar los tres juntos?

  • No sé, pero tendremos que probar por ella. ¿No?

  • Pues sí. Tendremos que probar... por ella

Mari Carmen con los ojos cerrados, sonríe levemente. Lleva escuchando toda la conversación entre ellos.

Le ha excitado tanto que sus maridos se estuvieran poniendo de acuerdo que siente como se humedece.

Pero no va a hacer nada. Esta tan a gusto. Tan ahíta. Tan todo.

Con lo que le ha costado llegar hasta hoy. Seis meses intentando de todo. Retrasar la salida de Antonio de casa todo lo que podía para ver si Germán llegaba y se encontraban de frente. Tener que ir en el cacharro de Germán, más llamativo que una farola, a ver si los veía Antonio. Hasta se morreó con Germán delante del bar, donde acude normalmente Antonio, a ver si algún parroquiano le iba con el cuento. Pero nada, tantos planes pero nada.

Menos mal que al menos lo de Aurora le salió bien. Porque estaba claro que al principio la gorda esa le hacía tilin a su Antonio. Pero, claro, que fuera un zorron ya no le iba a hacer tanta gracia, con lo decente que es su marido. Bastó con crear un perfil falso para que ella creyera que su Antonio la cortejaba e irla incitando a que fuera una guarrona con él. Menudo rechazo le produjo eso. Ahora que recordaba... tendría que deshacerse de todas las fotos y vídeos guarros que le mando Aurora al Antonio bis.

Pero por lo otro. Ni forma. Estaba desesperada hasta que dio un bote de alegría cuando detectó en su móvil que, Antonio, le había puesto aquella aplicación de seguimiento. “Será inocente, a mí me va a enseñar de móviles· Encima se le olvidó activarla. “Menos mal que su mujercita se preocupó de hacerlo” Antes de que se fuera de viaje. El resto sencillo. ¿El coche en el taller? Ja. ¿Viaje de negocios? Pero si Aurora la llamo llorando a ella porque se había despedido. “La muy zorra”.

Sin querer está pensando en como han dicho que se la van a repartir durante la semana.

  • ¡Qué coño! Ten ovarios Mari Carmen.

  • De repartir nada. Como hoy. Los dos bien juntitos para que me hagan así de feliz.