La noche violenta
Me lleva a un motel nuevo, estoy sin ropa por debajo de la cintura y descalza...
La Noche Violenta
La noche se asoma a la ventana y puedo ver a través de los cristales ahumados de mi habitación miles de luces que se confunden con la de los coches que transitan permanentemente por la ciudad, las estrellas y la luna brillan con una intensidad que me recuerdan que son las únicas confidentes fieles de aquellos encuentros furtivos que tengo con Damián.
Es, en estos momentos que vienen a mi memoria los recuerdos de aquellas fugas que planeamos, de encuentros que tanto deseamos para confundirnos piel a piel, beso a beso y proporcionarnos placer que disfrutamos juntos.
Cierto día trabajamos horario continuo en la oficina, para luego festejar una fiesta patronal que la habían planificado con tiempo y aprovechar un momento mas de esparcimiento y confraternización con el equipo, no falto la comida y por supuesto la bebida que alegra este tipo de reuniones, bailando un poco y bebiendo más.
Muy cerca Damián, algo escurridizo conmigo, imagino para evitar las habladurías que tanto lo aterrorizan, acercándose de rato en rato para invitarme un trago de cerveza o ron que tan hábilmente lo preparaba otro colega. Como un picaflor lo veo al otro lado del salón, revoloteando cerca de una flor perfumada, tratando de extraer el polen que tanto desea (otra muchacha muy simpática, que alguna vez deseo poseerla), a pesar de que me lo contó, siento algo de tristeza porque percibo el brillo de sus ojos cuando esta cerca de ella.
Vienen y van las copas, bailamos música nacional y como siempre Damián con la flor, mirándola deslumbrado porque vaya, le encanta verla bailar. En silencio miro, entro a mi oficina para ver la hora y si tenía algún mensaje porque debía viajar al día siguiente, talvez era un pretexto salir del ambiente y borrar esa imagen que me perturba.
En una de esas entradas, también ingresa Damián hablar por celular, me detiene a medio camino cuando salía para incorporarme a la reunión, me invita hacer una travesura rápida en el baño; obedientemente cedo a sus apetitos en los que me involucra, lo espero con la puerta cerrada, donde luego él toca débilmente, abro y entra. Nos besamos, el calor y las copas que tenemos encima provocan que nuestras hormonas estén a flor de piel, zafo el cinturón, logro desabrochar y bajar el cierre del pantalón para besar, lamer y comer su pene que no disimula la erección y los deseos de gozar. Me gira poniéndome de espaldas y me penetra por la vagina, cada embestida me provoca placer, necesitamos más tiempo, nuestro espacio, pueden estar buscándonos, solo es una probadita para mantener el fuego entre nosotros, y luego sale y quedo otra vez sola, pensando en que sus deseos son complacidos por esta servidora.
Las horas pasan, ya estoy cansada, alisto algunas cosas para salir y volver a casa. Sale a mi encuentro y me dice que el también esta de salida, me ofrece llevarme pero como siempre debo salir antes o después y darle alcance unas cuadras mas allá. Subo a su coche, y recorremos algunas calles que se ven algo vacías por la fiesta que mencione, no es muy tarde, a medida que avanzamos pide que me saque el pantalón y bragas (vaya ocurrencia), no se en que momento de nuevo accedo a sus exigencias que nacen de pronto. Él pide y yo complazco.
Me lleva a un motel nuevo, estoy sin ropa por debajo de la cintura y descalza, hay que subir algunas gradas, el piso esta frío y por supuesto mi cuerpo también empieza a sentirlo, algo avergonzada doy rienda a una nueva aventura subiendo tras él a la habitación que nuevamente sellará una noche de gozo.
La ropa esta de más, cada uno se encarga de quitarse lo que lleva puesto, nuestros cuerpos desnudos se encuentran, las caricias y los besos vuelven a confundirnos y nos vemos revolcándonos sobre un lecho con suaves sábanas.
Hoy Damián tiene deseos extraños, me penetra con algo de violencia, cada embestida por la vagina me taladra por dentro, tiene tanta facilidad de cambiar de una a otra posición cuando me tiene penetrada, sobre mi se encuentra sube mis piernas a sus hombros dejando mis nalgas suspendidas, le gusta lo que ve y decide penetrarme por la cola, no lo duda ni un minuto y el cambio es inmediato, no tengo muchas opciones siento dolor, talvez necesito algo de lubricación, pero ya esta adentro desgarrándome. Mis gritos, gemidos lo excitan y cada vez sus movimientos son más veloces.
Ha cambiado nuevamente la posición, estoy boca abajo y Damián montado sobre mí, algo busca en el suelo estirándose un poco, no puedo ver, pero tampoco me preocupa. Vaya sorpresa ., mi cuerpo empieza a sentir dolor y sale de mi garganta un gemido, que pasa???, recibo uno, dos, tres .. ya no mas cinturonazos, qué hice mal????, me duele, basta, no mas, por favor le digo.
Mis suplicas no eran escuchadas y al contrario lo excitan. Uno y otro golpe mas llego a mis nalgas y piernas. Intente agarrar el cinturón sin suerte al principio, el dolor era muy fuerte, me ardía la piel, una vez mas intente sujetar la correa y logre asirla en mis manos, suplicando piedad.
Damián se ha recostado de espaldas y ha caído en un sueño profundo, lo acaricio y beso, pero el ardor en la piel es insoportable, mientras el duerme entro a la ducha a refrescar los golpes, no se cuanto tiempo estuve ahí, pero lo observaba a través del box y el descansaba.
Será que sueña conmigo?
Pilar