La noche sigue
Continúa el reestreno.
LA NOCHE SIGUE
Después de haberle dejado completamente limpia la tranca a mi macho y haberme bebido hasta la última gota de su delicioso semen nos acostamos un rato para seguir viendo las películas que daban en la tele. Creo que por el tiempo de "sequía" que había sufrido mi pobre primito al poco rato se encontraba otra vez listo para la acción, entonces fue él quien tomó el mando:
- Nena ¿te parece si filmamos la toma 2 de nuestra pelí?
Ni siquiera le contesté, lo dejé acostado y comencé a besarle el pecho, bajando lentamente hasta llegar a su delicioso falo que se encontraba aún un poco flácido pero empezaba a volver a su tamaño ideal. Le separé las piernas y me puse de rodillas frente a él sujetando con ambas manos su pene, volví a ponerle saliva dejándola caer sobre la puntita y con las manos la repartía por toda su longitud, la masturbaba con una mano y luego con las dos juntas; despedía un delicioso aroma a masculinidad que me hipnotizaba, seguí así por un tiempo hasta que no me aguanté el deseo de sentirla nuevamente hasta la garganta pero para excitarlo más lo tomé con dos dedos de la puntita y con la lengua lo fui lamiendo de la base a la punta por todo lo largo y ancho repitiendo el masaje una y otra vez, me metí primero uno de sus huevitos a la boca, jugueteaba con esta como si fuera un dulcecito un dulcezote tengo que confesarlo jiji, luego le di el mismo trato al otro para regresar a mi labor inicial con la lengua. Tenía las piernas tensas seguramente por lo rico que estaba sintiendo, gemía, me decía que nadie le había dado una mamadita tan deliciosa, que era una putita hambrienta. De su boca salían cosas que estoy segura que en sus cabales no diría jamás jiji. Por otro lado yo lo disfrutaba enormemente, esto que estaba sucediendo lo había vivido mil veces en mis sueños, nunca había sentido una pieza masculina en mi boquita desde aquellas ocasiones en mi infancia-adolescencia cuando esa misma picha me había adentrado en el mundo del placer.
Ya que estaba en plenitud su miembro, bien lubricado por mi saliva y con esa cabecita rosa y brillosa apuntando hacia el cielo decidí que era hora de montarlo frente a frente. Me coloqué a horcajadas encima de él y lentamente fui descendiendo la cadera hasta sentir dicha punta en la entrada de mi colita que de nuevo volvió a fruncirse temerosa de ser dañada por tan poderosa arma, sujeté su verga de en medio como para evitar que se escapase y después de unos pequeños movimientos circulares rozando su glande con mi orto me bajé un poco más hasta sentirlo adentro de mí, recargué mis manos sobre mis rodillas y con la pura cabecita dentro de mí comencé un cadencioso vaivén primero de adelante a atrás y de un lado al otro, después en círculos, mi cinturita era una verdadera máquina revolvedora, luego de un rato de sentir solamente su grueso capullo fue hora de gozármela toda y lentamente me la fui clavando hasta que no hubo más qué meter. Debo decir que sentía como si me hubiera atravesado un árbol pero eso me producía una enorme excitación. Como me causaba dificultad seguir con los tacones de las zapatillas sobre el colchón preferí poner las rodillas en la cama y con los pies ayudarme al mete y saca. Yo tenía el control absoluto de la situación, decidía cuando me la sacaba toda, cuando me la volvía a meter, cuando me movía hacia un lado o hacia el otro. Lo más rico era tenerla toda en mis entrañas y moverme en círculos primero hacia la derecha y luego hacia la izquierda, después me recargaba en sus rodillas con las manos y me movía de atrás para adelante con fuerza, como si fuera yo quien lo penetraba. Esto era un poco agotador así que decidí pegar mi pecho al suyo y dejar que el hiciera de mi culito lo que quisiera, no perdió el tiempo, me tomó de las nalgas y comenzó a subirme y a bajarme rápidamente perforándome deliciosamente mi agujerito que ya se había amoldado al gran trozo de macho que tenía invadiéndolo. El meteysaca duró una eternidad, era un hombre en toda la extensión de la palabra, en algunos momentos elevaba su cadera logrando una penetración mayor, yo gemía, casi aullaba del placer, ya no me movía más, estaba a su disposición, me estaba dejando hacer la colita como a mi amo le pareciera mejor. De pronto me la sacó y me pidió que me colocara acostada al borde de la cama, obedecí. Al verlo venir hacia mí separé mis piernas, él se agachó y empezó a lubricar mi culito con la lengua, me estaba dando un "cunnilingus" muy especial, me estaba volviendo loca, yo sentía viajar por las nubes, el corazón se me salía del pecho. Se incorporó, me tomó de los tacones separándolos aún más y sin usar las manos me colocó su pinga en mi ya dilatado orificio y tras un par de empujoncitos que me causaron un poquito de dolor, al tercero ya la tenía de nuevo hasta lo más profundo de mi ser, me siguió haciendo suya entre los sonidos de las películas y nuestros gemidos, éramos como dos bestias hambrientas de sexo, el sudor le escurría por el pecho, yo sentía un calor muy intenso en mi interior, en ocasiones hasta me faltaba el aire y él no paraba de meterla una y otra vez, esa deliciosa salchicha gruesa entraba y salía ya con gran facilidad de mis adentros, por momentos bajaba el ritmo y me metía solo la punta unas cuatro o cinco veces para después embestirme hasta dentro, cada vez que lo repetía lograba sacarme un quejidito de gozo.
Los minutos se volvieron horas, las posiciones cambiaban, volvía a cabalgarlo, me tomaba por atrás, entre una y otra se la ponía en forma con otra felación o él me preparaba con su lengua para la siguiente ensartada.
Era un macho que no se cansaba, yo también estaba dispuesta a satisfacerlo por completo aunque ya me temblaban mucho las piernas, decidí desamarrarme las tiras de mis zapatillas y quitármelas. También la tanguita voló por los aires en algún cambio de posición. Fue una noche llena de lujuria, de sudor, de una hembra que se entregaba a su hombre. Para terminar me volvió a colocar de rodillas en la cama, apoyé el pecho en la cama para brindarle una vista más agradable de mi colita y con las dos manos fui yo quien se separó las nalguitas para dejar a su plena vista mi agujerito. Me la clavó de un solo empujón pero lentamente, para que cada milímetro de mi interior gozara esa barra que iba entrando, se notaba nuestro agotamiento porque esta vez fue más lenta la penetración aunque con esto no disminuía en nada lo rico de la misma. Tomó nuevos bríos yo no sé de dónde y volvió a perforarme sin piedad, yo también me había transformado en lo que le decía:
- Así papito, rómpeme el culo, hazme tuya papi, hazme gozar como una puta, así, así, así
Él no decía ya nada, concentraba sus últimas energías en metérmela
- Dame más, qué rico, tómame, tómame, qué delicia
En eso estábamos cuando sentí la palpitación de su pene, la señal de que estaba por terminar
- Dámela en la boquita mi rey, quiero que te vengas en mi boquita papi
Por el tiempo transcurrido yo esperaba que me diera una buena cantidad de su néctar así que cuando me avisó que se correría me volteé inmediatamente para chupársela como si fuera una becerrita en la ubre, la succionaba con fuerza mientras con una mano la masturbaba, soltó un ahhhhhhhhh que era la señal de que tenía que abrir bien la boquita para atrapar todo lo que saliera de ese instrumento de placer y no me decepcionó. Escaparon varios chorros de su leche, por suerte casi todos cayeron en mi lengua o dentro de mi boca, algunos en la cara, otro poco en el pecho, era tanto que se me escapaba un poco por los lados de mis labios.
Aún con su crema en mi boca me metí su tranca para seguirla consintiendo, la succionaba de la punta como para que me diera un poco más de su semen. Tragué todo el líquido que tenía en la boca y usando su palo fui recolectando toda la leche que había quedado en mi cara, en mi pecho, en mis piernas, no quería desperdiciar ni una sola gota y con lo que recogí estuve jugueteando otro rato, ese saborcito peculiar empezaba a volverse en vicio para mí, sacaba la lengua y me recorría los labios viéndolo a los ojos. Me veía con gran lujuria, volví a tragar el resto y le volví a limpiar con la boca todo el falo para agradecerle las horas de sexo que me había regalado.
Después de eso nos dormimos abrazados, él desnudo, yo me volví a poner mi tanguita para que no fuera a pensar que no era pudorosa jiji. Lo que sucedió al día siguiente se los contaré después