La noche que todo cambio (parte 1)
Ester era una mujer realizada, envidiada por la mayoria, y se pensaba casi inmune a la desgracia, hasta la noche en que le demostraron que era tan indefensa como todos los demás.
Ester era una mujer integra que gozaba de una vida por demás envidiable, su desempeño en el trabajo (una agencia de publicidad) era sobresaliente y por lo tanto le habían hecho una promoción que facilito aun más su ya grandiosa vida, tenía una salud impecable y el amor de un hombre que se desvivía por atender hasta el más pequeño de sus caprichos, exitoso al igual que ella, eran la pareja perfecta. Aparte de todo ella lucia una figura envidiable, alta de 1.75m piel morena de grandes pechos y caderas definidas se mostraba orgullosa de su físico luciéndolo con ropa ajustada que dejaban lucir el contorno de su cuerpo.
Se consideraba una mujer fuerte por lo cual aunque fueran altas horas de la noche no se preocupaba por ir en compañía de nadie, se sentía lo bastante valiente como para no temerle a la oscuridad de las calles aledañas a su oficina a pesar de lo solitario de la zona donde trabajaba. Un día como cualquier otro se había quedado en la oficina para terminar un proyecto de último momento. Salió pasando las once de la noche y como se encontraba mortalmente cansada decidió tomar un taxi para no correr el riesgo de quedarse dormida mientras conducía, era una noche lluviosa por lo que se imagino que tendría que esperar mucho para encontrar un taxi, pero parecía que la suerte le sonreía esa noche y localizo uno a los pocos minutos de haber salido.
Abordo el taxi mientras le indicaba al chofer su destino, tomo el celular y llamo a su esposo
-hola amor, ya voy de regreso pero puede que tarde un poco, la lluvia está muy fuerte y ya sabes cómo se lía el trafico cuando esta así
-si amor está bien me dormiré temprano, mañana tengo un importante proyecto
está bien no te develes te amo
te amo
Cerró el celular y dio un largo suspiro luego del largo día que había pasado
¿día difícil?- pregunto el taxista en tono amable
sí bastante- contesto sin darle mucha importancia, luego del día que había tenido lo último que le faltaba era un taxista parlanchín, resoplo con descaro
-disculpe si la molesto- adelanto el taxista al ver su reacción
no se disculpe es que en verdad ha sido un día muy largo solo quiero llegar a casa
sí lo entiendo hay días así, ¿le importaría que tome un atajo? esta calle se ve abarrotada
no para nada
-muy bien
Se desvió hacia una calle continua, y casi al instante empezó a avanzar de prisa, Ester se alegro pues era seguro que a la velocidad que iban llegaría pronto a casa a pesar de que no reconocía muy bien las calles por las que iban pasando, de pronto se recargo en el respaldo del sillón y siguió viendo hacia afuera sin ver nada realmente pues la lluvia caía tan copiosamente que era difícil distinguir cualquier cosa. Ya iban más de veinte minutos desde que el taxi aumentara la velocidad y aun no percibía ningún indicio de que se acercaran a su destino, empezó a agitarse un poco, pero controlo su nerviosismo diciéndose que seguro era solo porque no conocía aquel camino.
Pasaron diez minutos más y ya no pudo seguir controlando las sensaciones que asaltaban su estomago
no me parece que estemos más cerca de mi destino- comento con tono irritado
es porque no lo estamos- respondió el taxista acelerando aun más y poniendo el seguro a la puerta
En ese momento saco su teléfono celular pues tenía la opción de auxilio al ser rastreada por satélite, pero en ese momento el taxista dio un viraje brusco que hiso que el teléfono se le resbalara de las manos y se estaciono en lo que parecía ser un solitario callejón. Espero aterrada en la parte de atrás aunque creía tener la fuerza suficiente para logar escapársele cuando abriera la puerta trasera, el sujeto salió del taxi y al verlo de pie se dio cuenta de lo alto que era, seguro más de 1.80m, y también de lo fuerte que parecía, se acerco con calma hacia la puerta trasera del taxi y abrió metiendo la llave en la puerta, para no quitar el seguro de la otra puerta, en cuanto se inclino sobre el asiento trasero Ester comenzó a patear en su dirección con todas las fuerzas de las que fue capaz, tratando inútilmente de alejar a su agresor, él se siguió aproximando, aunque haciendo muecas por las fuertes patadas que Ester le propinaba.
Cerró la puerta como pudo y se lanzo sobre Ester sosteniéndola por los hombros, y colocándole en cuerpo enzima para inmovilizarla, Ester gritaba e intentaba sin éxito quitarse el peso que le oprimía en pecho, entonces el hombre, se acerco a su cara comenzó a besarla primero con fuerza y mientras Ester se iba quedando sin fuerza, cada vez más despacio, le coloco los brazos debajo del cuerpo para que con el mismo peso dejara de moverlos, y con las manos libres comenzó a recorrer su agitado cuerpo.
- relájate, le susurro al oído con voz grave
A pesar de lo asustada que estaba y lo impotente que se sentía aquel susurro le causo un escalofrió casi placentero, al momento que aquel hombre seguía bajando sus manos sobre su cintura y por sus caderas e iba también mordisqueando sus orejas y su cuello, se sintió indefensa, pues a cada, minuto que pasaba de tanto luchar se le iban acabando las fuerzas
-no, por favor- suplicaba en un susurro
- he dicho que te tranquilices, te aseguro que no te pasara nada si cooperas
Pero no se rindió siguió forcejeando mientras él bajaba sus manos hasta sus piernas apretándolas con avidez, abriéndose paso por entre sus piernas y a través de su falda, como pudo puso sus piernas en medio de las de ella obligándola a separarlas, de la fuerza que ella hacía para cerrarlas estaba completamente adolorida.
Estando así el hombre rasgo su blusa dejando al descubierto su pecho agitado, sus senos hermosos a los que solo los cubría un pequeño sostén negro de encaje sumamente ajustado, se abalanzo sobre ellos mordisqueándolos y apretándolos, ignorando la resistencia de su víctima, finalmente paso los brazos por su espalda y desabrochó el sujetador mientras dejaba al descubierto su hermoso par de tetas, tan firmes y deliciosas que nuevamente las puso en su boca.
Aquel extraño era hábil y aquellas lamidas en sus senos estaban empezando a ruborizarla, bajo entonces lamiendo su pecho y bajando hacia su abdomen, que presa del pánico y la excitación bajaba y subía con rapidez, se deslizaba con lentitud sujetando sus senos con ambas manos y apretándolos suavemente, llego entonces a donde iniciaba la falda, pero en vez de retirarla bajo sobre ella hacia la abertura inferior la deslizo sobre las piernas y metió su mano por debajo llegando a la ropa interior diminuta que cubría el sexo de la mujer que tenía enfrente, que ahora finalmente había dejado de oponerse, puso su mano sobre su ropa interior sintiendo su sexo caliente y mojado,
-ya lo estas entendiendo, así, sumisa te voy a hacer gemir perra- le dijo mientras se abría paso entre su ropa u sentía la humedad en su mano
-oh- dio un respingo la chica al sentir aquella mano grande sobre su sexo agitado
Él seguía tocando su sexo acariciándolo suavemente y se levanto sobre sus rodillas para ver la expresión de que agitada presa, que ahora lucia sumamente excitada y se mordía los labios disfrutando de las caricias, de pronto medio su dedo a fondo sin piedad en la abertura de la chica, que dio un ligero grito entre el dolor y el placer, se acostó sobre ella y de nuevo comenzó a morderle los senos mientras su dedo paseaba por el interior de ella agitándola al grado de que gemía con un agónico placer.
Se acerco entonces a sus labios comiéndoselos violentamente ahogando los febriles gemidos de la chica que estaba sometiendo, que abría las piernas para darle mayor facilidad de entrar en su cavidad estrecha y caliente que ansiaba la cogieran, mientras frotaba su cuerpo contra la chica ella sintió como el miembro de aquel hombre se hinchaba, se dio cuenta de su enorme tamaño, y deseo aun más que la cogiera, que le metiera aquella que parecía una barra de acero que relucía entre sus pantalones.
Presa del deseo dirigió su mano al abultado sexo del hombre que la miro complacido de aquel gesto
-desabrocha el pantalón si la quieres- le dijo aun sonriendo
En eso él se quito la camisa con un movimiento fluido dejando al descubierto su musculoso cuerpo y ella lo más rápido que pudo desbotono el pantalón y bajo el cierre, que al instante dejaron al descubierto una verga que ya se asomaba por la abertura del bóxer, la tomo entre sus manos, acariciándola y apretándola, al sentir aquello el hombre se hiso hacia el frente se y bajo el bóxer para introducírsela en la boca, pero era una verga tan grande que no le cavia toda, pero en su deseo de tenerla ella tomo lo restante que no entraba en su boca y la rodeo con sus manos acariciándola
-eres una muy buena perra, eso se siente muy bien- le dijo mientras acariciaba de nuevo sus senos
Aquella verga estaba a punto de explotar y se la empujo fuertemente para vaciarle toda su leche en la boca, esta se le escurrió por la comisura de los labios, al no poder tragarla toda, por fin le saco la verga de la boca y sin darle siquiera un respiro le arranco la ropa interior y aun con la falda levantada se incoo de nuevo entre sus piernas y la atravesó con aquel miembro enorme, que la hizo gritar por la mezcla de dolor y placer que aquella embestida le había provocado, la sujeto entonces de los muslos y siguió embistiéndola con la misma fiereza, el dolor había disminuido al paso que la lubricación aumentaba en su interior y se dedico a disfrutar cada centímetro de aquella verga que la cogía
-qué rica estas perra, que rico lo tienes, tan apretadita y caliente- le decía el hombre mientras seguía penetrándola cada vez más de prisa
De tan agitada no podía ni responder ni pensar en otra cosa que no fuera el placer que estaba viviendo, por fin con una explosión como nunca la había sentido se vinieron los dos simultáneamente, quedando inmóviles y abrazados en su éxtasis, con fuerza uno al otro se estrechaban entre los espasmos de aquel orgasmo conjunto. Pasaron un par de minutos gloriosos en los que se perdieron en un beso intenso y profundo, luego de lo cual él salió lentamente de ella pero aun se quedo tendido sobre su cuerpo.
Ella comenzó a acariciarle el cabello como si fueran viejos amantes, y él sin decir una palabra se levanto le bajo la falda para que la cubriera de nuevo deslizando sus manos por sus piernas suavemente, la ayudo a levantarse y al ver sus senos se los beso de nuevo mientras le quitaba los restos de la blusa destrozada, le coloco su camisa en los hombros y espero a que metiera los brazos en las mangas para luego abotonársela, la miro entonces con aquellos grandes ojos que se clavaban en los suyos y con el rubor cubriéndole el rostro la beso de nuevo con ternura le sonrió tomo la ropa interior de ella y bajo del taxi cerrando la puerta tras de sí.
Ester lo miro bajar sin camisa del taxi mientras se cerraba de nuevo el pantalón, ocupo entonces el asiento del conductor se puso una vieja chaqueta de piel la cerro y condujo en silencio con rumbo a la casa de ella. Se detuvo al frente de la hermosa casa embellecida con jardines la vio por el espejo retrovisor y le sonrió, ella le devolvió la sonrisa deseando que le dijera la que la volvería a ver o al menos que le dijera su nombre pero él se limito a decirle
-hemos llegado, este viaje va por cuenta de la casa
Ester suspiro incapaz de decirle lo mucho que deseaba verlo de nuevo y bajo del taxi con dificultad un poco adolorida, aunque muy dichosa, miro atrás viendo como se alejaba el taxi en la oscuridad, llego a la puerta de su casa y entró con siquilo para no despertar a su marido, lo vio dormir entro al baño a cambiarse sin deseos de bañarse para quedarse un poco más con la esencia de aquel extraño que le había mostrado un placer que hasta entonces no conocía.