La noche que todo cambió (2)

Ester era una mujer plena hasta que la se la cogieron en un taxi, ahora busca desesperadamnete que vuelvan a tomarla de la misma manera

Los días pasaban con inesperada lentitud, Ester se sentía ansiosa en la junta semanal, miraba distraídamente por la ventana, sabiendo que lo que buscaba no lo encontraría, pensaba en aquel viaje en taxi que parecía haber pasado hace tanto tiempo, tan solo habían pasado dos meses. Nadie sabía acerca de su inesperada experiencia, la mañana siguiente todo continuo igual en casa, lo único que tuvo que evitar fue que su esposo la mirara desnuda, pues los moretones en sus pechos y piernas tardaron algunos días en desaparecer.

A media noche despertaba agitada, soñando con el extraño que la había poseído, cada día tomaba un taxi esperando que por azar del destino se  encontrara de nuevo con aquel hombre, pero él no parecía.

Intentaba recrear la escena con su esposo, pero él era un hombre muy noble y nunca la sometería, la amaba demasiado como para dominarla.

Ester tendría que pasar un par de días sola en la casa, pues ese fin de semana su esposo estaría fuera por un viaje de negocios, así que decidió salir ya que su esposo se había ido, iba a una tienda de artículos sexuales, quería pasar un buen rato a solas.  Paso por una que quedaba de paso con sus luces de neón en la entrada, compro lubricante y un vibrador de gran tamaño, también paso por unas películas y se dirigió a casa.

Para ponerse en ambiente, se metió en la tina, y comenzó a acariciarse por debajo del agua, lento que sus dedos recorrieran su clítoris, la respiración poco a poco se le fue acelerando, y con los ojos cerrados se tomo un seno apretándolo mientras la otra empezaba a entrar en su coño, que se calentaba con cada caricia.

Salió de la tina excitada y se recostó sobre la cama boca debajo de cuclillas, tomo el vibrador y sin lubrícate de lo fue metiendo poco a poco, se estaba cogiendo tan rico que ya comenzaba a gemir

-Eso es perra- dijo una voz grave detrás de ella

Se quedo inmóvil por un momento, no sabia que hacer alguien había entrado a su casa y la miraba masturbándose, fue extraño, pero el hecho de que la vieran la hizo sentir mas caliente así que continuo cogiendose, a la vista de aquel intruso. Se masturbo hasta que se vino en un profundo orgasmo y se fue sacando el vibrador lentamente, cuando lo hizo una mano lo sustituyo, era aquel intruso que la observaba, y que ahora comenzaba a tocarla

-¿ya no te acuerda de mi perra?- ella sabia quien era reconoció su tacto, esa mano grande de abultados dedos, era la misma que la había hecho gemir en el taxi

-si… si mmm me acuerdo- se le dificultaba hablar, su interior estaba en llamas, estaba ahí, lo que tanto había anhelado.

Los jugos de su sexo mojaban la mano del extraño que poco a poco se iba abriendo paso cada vez más profundamente dentro de ella, escuchaba sus gemidos  y eso lo excitaba, cuando tuvo su mano muy mojada la retiro del sexo de ella, que se quedo inmóvil, le dio la vuelta observo su cuerpo desnudo por largos minutos, luego fue lamiendo cada centímetro de su cuerpo tibio y suave, la toco completa, como memorizando cada rincón de su cuerpo, le separo las piernas y se las sujeto con fuerza, entonces puso su boca sobre el sexo de ella lamiendo sus jugos, mientras ella se retorcía de placer, de pronto se levanto y fue hasta una cómoda que estaba frente a la cama, abrió el primer cajón y saco algunas de sus bragas y la ato con ellas las manos detrás de la cabeza,  luego las piernas en la cama estaba indefensa y dispuesta para lo que quisiera hacerle.

El sentirse usada la enloquecía, el volvió a recorrerla mordiendo su cuello y jugueteando con los labios de su vagina, lo deseaba quería que entrara en ella, pero el se negaba y la seguía torturando lentamente, excitándola, luego se desvistió, y ella pudo ver su gran miembro erecto y lo deseo más, pero estaba inmóvil y al tratar de moverse se hacia daño y el dolor y el placer se mezclaron  mientras seguía tirando de sus ataduras.

Él subió sobre ella frotándole su enorme miembro en el cuerpo, se lo puso entre los senos y se lo introdujo en la boca, que cuando ella de inmediato comenzó a mamar con avidez, la inundo con su leche y bajo entonces a sus piernas fue mordiéndole los muslos, y le lamía las nalgas y el culito, le metió entonces un dedo en el culo, y ella dio un pequeño respingo, nunca nadie la había tocado así, siguió entonces lamiendo su coño, ya no podía más necesitaba sentirlo dentro

-cojéeme- le dijo casi sin aliento

-¿Qué dices perra?

-cojéeme- ahora el grito casi se le ahogo en la garganta, por el placer que aceleraba su corazón

-si ya sabia yo que eras una puta, mi puta, eso quieres verdad que te atraviese-le decía en tono burlón

-si, sí, soy tu puta cojéeme, cojéeme- si aviso la envistió a lo cual ella profirió un grito profundo, entro con fuerza repetidamente mientras le apretaba las nalgas, y ella gritaba de placer, se vino una y otra vez en un orgasmo masivo jadeando sudando uno sobre el otro.

Entonces como la primera vez se recostó sobre ella, y la beso con pasión, pero esta vez no salio de su cuerpo, sino que permaneció dentro de ella moviéndose suavemente, a ritmo de su respiración, ella lo gozaba comiéndole los labios, y otra vez sintió como el orgasmo se venia sobre ella mientras el ahogaba sus gritos con sus besos.

Luego que salió de ella se levanto y desato sus piernas que quedaron marcadas por las ataduras al igual que sus manos, y sin dejar que descansara le dio la vuelta hincándola en el suelo y la sujeto de las caderas para cojerla otra vez, tanta fricción era dolorosa pero no quería que se fuera, quería que estuviera ahí aunque no la dejara descansar, se acostumbro al dolor y empezó de nuevo a gozarlo y a gemir para su amo, que al ver que de nuevo se lubricaba tomo de sus jugos con su mano y los fue untando en su culo, le metió un dedo y poco a poco mientras más cedía le iba introduciendo otro, hasta que decidió que ya podía recibirlo, así que retiro su miembro de su coño y lo pego en su culo, se lo fue metiendo despacio, mientras ella sentía un dolor punzante pues nunca la habían cogido por el culo, cuando al fin se lo metió todo, fue cada vez más rápido, mas duro, tomándola de las caderas y la nalgueaba,  embistiéndola con furia, ella gritaba en una mezcla de dolor y placer hasta que su amo se vino sobre ella.

Luego la cogió una y otra vez alternando entre coño y culo, dejándola rebosante de su leche por sus orificios, ella estaba satisfecha, tirada en la cama a la merced de su amo.

Durmieron uno al lado del otro y al día siguiente la rutina se repitió, hasta el anochecer cuando tomo sus ropa y se despidió de ella diciéndole que era su puta y que cada que le placiera la buscaría para cojersela, porque le pertenecía.

Hubo veces que en pleno día de trabajo se escurría a su oficina pasando por un mensajero y en el escritorio la tomaba, o en un callejón como a una puta, el era su dueño y le pertenecería por siempre.