La noche que se presentó la oportunidad
Durante el tiempo que transcurrió entre los relatos publicados anteriormente, hubo dos encuentros. Uno de ellos el primero muy excitante que es el que os voy a contar.
Durante el tiempo que transcurrió entre los relatos publicados anteriormente, hubo dos encuentros. Uno de ellos el primero muy excitante que es el que os voy a contar.
La noche estaba siendo un poco aburrida. Monótona. Llena de los mismos comentarios realizados por las mismas gargantas.
Como era frecuente, los chicos y las chicas del pueblo nos reuníamos en un parque cercano a hacer un botellón alrededor de alguna botella de licor, refrescos y hielo. El parque parecía un dia de romeria con decenas de grupillos de jóvenes repartidos junto a los bancos.
Nuestro grupo de amigos lo formábamos varios amigos del pueblo, de los de toda la vida, las novias de dos de ellos el primo de la capital de uno de ellos y Carlos y su hermana que desde el verano anterior, mas por su hermana que por él mismo, también nos acompañaban.
Cuando llegaron los dos, estábamos ya bebiendo del vaso de litro que compartíamos. A mi casi me da algo al verlo aparecer, le había hecho una mamada el dia anterior a ese chico en medio del jardín del colegio, y allí estaba. Como si nada.
Al llegar al corro de gente, los dos saludaron. La verdad que Maria, su hermana, también tenia su morbillo. No era gran cosa pero era de esas tias de tetas pequeñitas, delgada y rubia que a mi me gustaba. Al resto del grupo no parecía gustarle, o no lo reconocían, por que me constaba que tres de los chicos habían tenido algún encuentro bastante placentero con ella.
Pero como estaba contando, la noche fue aburridilla. Poco a poco, todos se fueron marchando… primero las parejitas a darse el lote antes de recogerse, después los dos borrachillos que aguantaban poco la bebida y por ultimo quedamos mi mejor amigo Alberto, Maria y Carlos y yo. Carlos y yo no habíamos tenido ningún tipo de acercamiento durante la noche. Mas bien nos habíamos evitado.
De camino a casa, Alberto y Maria, que iban delante y bastante pasada ella por la bebida, se apartaron al llegar a la esquina donde Alberto se desviaba. Carlos y yo continuamos nuestro camino a casa. El silencio inicial había desaparecido y charlábamos como si nada. Carlos era un chico con mucho mundo (o mucha fantasia) y hacia mella en mi tantas historias que me contaba.
- ¿Qué crees que van a hacer? – me preguntó.
- ¿te refieres a tu hermana y Alberto?
- Claro, ¿Quién si no?
- Se darán el lote y poco mas, jejeje- dije sonriéndome
- Esa se lo folla – le gusta mucho jajaja. Contesto entre risas. – no puedes imaginar como le gusta – se reafirmó.
Carlos me contó una historia de que había presenciado a su hermana enrollada varias veces en su casa cuando sus padres no están. Se metió en demasiados detalles, seguramente inventados. Seguramente la historia también era inventada. Pero me cautivaba la manera de narrar los hechos, de entrar en los detalles. De las pajas que se había hecho mirándolo. Y claro… aquello provoco en mi una excitación propia de lo que mi mente estaba viendo.
La conversación nos había llevado hasta el umbral de mi casa. Pocos metros mas adelante vivía la familia de Carlos. Eran las tres de la manaña y nos despedíamos algo bebidos pero mas dicharacheros de lo que habíamos estado en el botellón.
- Pues nada… aquí me quedo…- le dije.
- Si… aquí nos separamos…. – oye Juan… - Carlos se quedo a medio hablar como si no se atreviera a decir.
Una sensación mezcla de expectación por oir el final de la frase y miedo por no saber su contenido me recorrió el cuerpo. Estaba entre dos aguas: por un lado esperaba que Carlos me sorprendiera agradablemente restándole la importancia que yo le había dado y por otro temia que lo ocurrido pusiera a Carlos en situación de hacer un chantaje emocional ante mi miedo a que todo aquello se pudiera saber.
- Si? Carlos? – mi mirada se dirigió a mis pies receloso de que iba a decir.
- Me gusto mucho lo que hicimos ayer.
Levante la vista para mirar sus labios al pronunciar esas palabras. Eran las palabras que esperaba. Mis miedos se diluyeron poco a poco. Carlos me dijo que le había parecido estupendo, que yo era un chico genial, que tenia un amigo en él, bla, bla, bla…. Pero que debíamos mantener aquello en secreto. Nadie debía saber nada. Que el tenia una reputación…. Aquellas palabras sonaron en cierto modo a amenaza… a secretismo… pero para nada era amenazante su mirada. Despues de su ya típica retaila de hechos y opiniones concluyo:
- Mira Juan… si tu quieres podemos probar cosas nuevas. Para mi todo esto es nuevo, pero entre ambos y siendo discretos, experimentaremos con nuestros cuerpos, con nuestra sexualidad.
Yo estaba absorto escuchándolo, no sabia que decirle… estaba claro que se me estaba planteando realizar fantasias que antes solo tenia en la cabeza y con alguien que me parecía la persona ideal, asi que solo respondi:
- Estaría bien… si. Ya veremos si vuelve a presentarse la oportunidad.
Había zanjado la conversación de forma muy seca. Carlos se percato de que yo no pensaba llevar la inicativa nunca asi que se lanzó.
- ¿no te parece esta otra oportunidad? ¿no esperaras estar en una burbuja donde nadie te vea? – se me acerco al pronunciar esas palabras y se fue directo a agarrar mi paquete.
Intente separarme. Aunque estábamos en el jardín previo a la entrada de su familia y estaba oscuro, protegidos por la vegetación y algunos arboles, temi que alguien pudiera vernos. Mi corazón se acelero y afloraron los nervios propios de que te sorprenda alguien.
- Tio ¿que haces? ¿aquí en medio? …. Pueden vernos.
- Tranquilo. Tranquilízate. Relájate. Nadie puede vernos. Intenta no hacer ruido…
Su mano estaba dentro de mi pantalón enroscada en mi polla y frotándola. Yo simplemente me dejaba hacer. Torpemente buscaba su miembro. Quería tocarlo. Notar su calor. Experimentar el vigor de esa verga entre mis dedos. Pero Carlos lo alejo de mi. Con cierta maestria me bajo las bermudas y los bosers, dejando mi rabo al aire agarrado por su mano. Masajeándolo. Jugando con mi glande. Me estaba haciendo una paja y lo estaba haciendo bastante bien.
Tenia los ojos cerrados. Disfrutaba del momento. Al sentir la humedad de sus labios recorrer mi verga, abri los ojos. Ahí estaba carlos de rodillas, completamente vestido con mi polla entrando y saliendo de su boca. Su mano derecha movia rítmicamente mi miembro mietras la otra de vez en cuando apretaba mis nalgas. Era un placer infinito. Lo estaba haciendo muy bien.
El efecto de esa mamada genero un pequeño gemido de mi garganta.
- Ohhhhhh…
- Sssssshhhhhhh!!!! – Carlos paro un intante solo para indicarme que no hiciera ruido.
- Esta bien….- le susurre con la voz entrecortada.
Mi pelvis acompañaba los movimientos de su boca en mi polla. Me mordía los labios para no emitir ningún ruido. Si alguien salía de la casa nos podría sorprender. Por suerte… nadie salió.
- ¿Te gusta? Me pregunto en voz apenas audible.No conteste. No dije nada. – Claro que siiii…
Su lengua daba pequeñas pasadas en la punta de mi glande. Repetitivas. Calientes. Suaves. Me estaba volviendo loco. Mi respiración era muy fuerte. Acelerada. Temia que alguien la oyera. Intentaba calmar sin éxito un ruido que solo oia yo. Había agarrado la cara de Carlos para guiar el ritmo de su boca. Queria controlar el efecto de sus caricias en mi polla. Pero acabe dejándolo.
El trabajo de Carlos iba a dar sus frutos. Empecé a tener la sensación de que el placer iba a tener su punto culminante. Un calor nacia en mis bajos y se empezaba a extender.
- Me corroooo…. Uffffff…. Dije casi sin fuerzas… Intentaba avisar de lo que venia.
A mi compañero de juegos no parecía importarle y al notar el temblor de mis rodillas, se aferro a mi polla como a una tabla de salvación, me agarro de los muslos y me apretó para recibir el chorro de semen que salía de mi. Su primera acción fue retirar la boca de la fuente… pero no lo hizo. Los primeros chorros entraron de lleno en su boca. Su mano movia con fuerza mi polla mientras la saco de su boca y me miró justo en el momento que yo lo mire.
Había estado haciendo esfuerzos sobrehumanos para no hacer ruido lo que me había provocado un placer mas intenso. Me había hecho daño en los labios, incluso me había mordido la mano derecha y tenia señalado los dientes en el torso de mi mano.
Con prontitud nos repusimos. Me puse el bóxer y las bermudas sin mirar si quiera de tenerlas manchadas de mi semen que había caído sin control. Las prisas hicieron que algún botón del pantalón quedara sin abrochar. A pesar de la situación pensé en Carlos
- ¿Y tu? – le pregunte sabiendo que se había limitado a mi placer.
- Yo también he disfrutado –sonrio maliciosamente – Ayer me tocó a mi. Concluyó.
Carlos se fue hacia la casa y yo sali hacia la mia. Pensé durante toda la noche en lo que había pasado. Había encontrado la forma de experimentar con el sexo. De hacer realidad las fantasias que había tenido. Pensaba disfrutar de ello durante todo el verano.