La noche que abusé de Rebeca

Rebeca me excita demasiado y la emborracho para cumplir mi fantasía.

De este relato no debería estar orgulloso, pero tengo hasta un vídeo y cada vez que lo veo se me pone la entrepierna más gorda que el cuello de Thanos y termino en menos de tres minutos.

En la empresa en la que trabajo siempre han venido chicos de distintas fp a hacer sus prácticas, tanto en almacén como en oficina.

Hace unos años vino una chica que cuando la vi sentí un flechazo. Una atracción brutal. Me parecía la perfección hecha carne. Era consciente de que a ojos de otros sería una chica más, pero para mí era un cúmulo de características que me hacía hervir la sangre y me hacía sentir como un quinceañero pajero de nuevo. Una sensación brutal.

Diremos que se llamaba Rebeca, era alta, nariz prominente, cara un poco redonda, una boca perfecta, labios gorditos, ojos ligeramente rasgados, melena morena lisa por debajo de sus hombros. Sus tetas no eran ni muy grandes ni pequeñas, la cadera ligeramente ancha y señor culazo.Su espalda era ancha y alta comparada con la mayoría, sobre el 1,70, y estaba muy fuerte de hacer escalada.

Me parecía la mayor preciosidad andante sobre la Tierra, y encima era un encanto de chica. Me parecía perfecta.

Le sacaba 11 años y para ella yo era invisible a nivel erótico-festivo por la diferencia de edad pese a estar yo físicamente muy bien. Me tenía loco. Cada vez que me saludaba me quedaba embobado. Todos los días buscaba una excusa para pasar por la oficina y verla. Cuando venía con ropa un poco ceñida se me secaba la boca, me latían las sienes y tenía que meterme en el baño a zurrarme la sardina como un mono cabreado con su existencia.

Intenté aproximarme, pero no conseguí nada más allá de una estéril amistad que a mí me dejó con ganas de más. De muchísimo más.

Cuando no es mutuo un flechazo es una mierda como el sombrero de un picador.

Cuando terminó sus prácticas preguntó si nos iríamos de fiesta y yo dije que sí, que por supuesto. Propuse a varios compañeros del trabajo salir y tres se apuntaron, los otros cuatro no. Para rellenar invité a un par de colegas más, un par de amigas y así tenía el set completo.

Cuando apareció Rebeca en el lugar acordado casi me da algo.

Muy bien maquillada, melena suela, un vestido ligeramente ajustado y escotado granate, y unas cuñas que mostraban unos pies bonitos y cuidados. Estaba increíble y no fui el único que se percató. Todos mis compañeros estuvieron echándole piropos toda la noche y mis amigos solteros también.

Nos lo pasamos bien, bebimos y bailamos mucho, y en algún momento intenté meterle el morro a Rebeca, pero ella me esquivaba la boca y me abrazaba. Una forma dulce de rechazarme.

El alcohol, la excitación y la frustración se mezclaron y pensé en emborracharla mucho, y eso hice. Invité a varias rondas de chupitos a todos, y cuando la noche llegaba a su fin varios estaban hechos mierda vomitando.

Rebeca estaba muy muy borracha, le costaba hablar y caminar. Cuando nos despedimos de los tres que eran capaces de mantenerse en pie con cierta honra salimos y buscamos un taxi. Rebeca alcanzó a decirme torpe y lentamente que no podía ir así a su casa. Ya me había adelantado a sus ideas y la llevé a la mía. El prospecto de abusar de ella me la estaba empezando a poner muy dura.

En condiciones normales no hubiera hecho nada así, pero no eran condiciones normales y era consciente de que ni la volvería a ver y no volvería a cruzarme con una mujer que me excitase tantísimo.

Bajamos del taxi, subimos a casa y se dejó caer como un saco de patatas en la cama. La empecé a desvestir mientras ella medio-dormía.

La dejé completamente desnuda y acaricié su cuerpo desde sus turgentes y desafiantes pechos hasta sus cuidadísimos pies.

Se movía torpe y lentamente intentando zafarse de mis caricias. Saqué el móvil, lo coloqué en la mesilla y me puse a grabar. Pese a la borrachera que llevaba yo tenía la polla durísima. Como hacía mucho que no la tenía.Veía ese coño rasurado y pensar en comérmelo hacía que mi rabo latiera. Me desnudé completamente, le separé las piernas y empecé a lamerle el coño lentamente.

Gemidos torpes y lentos se mezclaban con lo que parecía un “no… para…”, pero su respiración se agitó ligeramente y sus gemidos continuaron. Mientras le comía su coño rasuradito me masturbaba con violencia. Tuve que parar porque me hubiera corrido en menos de un minuto.

Sus torpes gemidos siguieron y empezaron a acompañarlos un leve movimiento de cadera. Estaba disfrutando.

Me chupé bien los dedos índice y corazón y se los empecé a meter lentamente por el ya empapado coño para frotarle el punto g.

Un torpe y ebrio “aaaaaah…” de gusto acompañó a los dedos. Su cadera intentaba acompasarse con mis dedos, pero estaba demasiado borracha.

Estuve unos minutos así, y cuando tenía los dedos muy mojados de flujo y el rabo a punto de estallar los retiré, me puse encima de ella, y mientras le comía las tetas con suavidad y constancia le empecé a meter mi gordo rabo.

Otro ebrio “aaaaah…” mientras entraba y me ponía encima de ella. Seguía sin abrir los ojos. Busqué su boca me dejó meterle la lengua. O más bien no opuso resistencia.

Seguramente no sabía dónde estaba o si lo que estaba pasando era real, pero estaba disfrutando.

Agarré sus nalgas con intensidad, como estuve fantaseando durante meses, mientras aumentaba la intensidad de las embestidas poco a poco. Rebeca ya había cruzado las piernas por detrás de mí y tenía los ojos entrecerrados y en blanco mientras gemía.

Su aliento a alcohol me estaba extasiando, no sé por qué, pero yo estaba cerdísimo. Nunca la había tenido tan dura con una mujer estando tan borracho.

De repente su cuerpo empezó a tener espamos y gemidos más entrecortados y secos salieron de su boca.

Aquello fue lo que terminó por romper mi aguante. Busqué su boca, le metí la lengua y mientras bombeaba la llené de chorros y chorros de semen. Ahogué mis gemidos en su boca.

Me desacoplé de ella lentamente. Mareado, pero extasiado. Fui al baño, me limpié. Limpié su coño con cuidado mientras dormía y le masajeé sus bonitos pies a modo de “agradecimiento” y la tapé.

Terminé la grabación con el móvil, doblé y coloqué bien su ropa, me acosté a su lado y me dormí profundamente al momento.

Por la mañana cuando desperté Rebeca no estaba. Cuando miré mi móvil tenía varios whatsapps de ella preguntándome que por qué estaba desnuda en mi casa, que si había pasado algo. Mentí como un miserable y cobarde hijo de puta para ponerle el colofón a todo aquello, “sí, me dijiste que querías venirte conmigo y cuando llegamos te desnudaste sin decirme nada y te lanzaste sobre mí”.

Contestó diciendo que eso no le cuadraba porque a mí no me veía más que como a un amigo y nada más. Le venían imágenes de lo que había pasado, pero que no se acordaba de nada y me pidió que no se lo contase a nadie.

Lo mínimo decente que podía hacer era no hablarle salvo para contestarle en caso de que ella lo hiciera. Nunca lo hizo. Estoy convencido de que sabe que me aproveché de ella y no quiso volver a tener contacto con un miserable de mi calibre. Sigo sin saber qué paso con toda la corrida que le eché dentro...

Han pasado años y nadie más sabe de esto. A Rebeca no la he vuelto a ver y no me he vuelto a encontrar con ninguna chica que me haya atraído ni excitado tantísimo. Me castiga el karma, pero por lo pronto me voy a masturbar que recordar esta historia me ha puesto a 100.