La noche es caliente y oscura
Me limpio la cara con cuidado recogiendo el semen con mis dedos y me froto las nalgas usando el semen que recogí con mis manos mientras le doy la espalda y abriéndome las nalgas le doy una vista de mi ano ligeramente cubierto por una diminuta tanga blanca.
La noche es caliente y oscura, la humedad quema como todas las de verano, puedo oler el mar, la arena y el clima tropical mientras bailo embotada como una poseída. Estoy un poco molesta, hay mucha gente, no hay espacio para ver ni ser vista y cuando es así no soy el centro de atención.
¿De que me sirve tener estas tetas tan grandes y duras, este culo tan parado y vulgar si nadie lo nota por estar aquí tan lleno? Mi sudor cubre todo mi cuerpo, estoy empapada, creo que podría orinarme aquí mismo y nadie lo notaria, derramo mi vodka sobre mi pecho y recorre todo el camino hasta escurrirse por mi vulva. Nadie lo nota. Todo huele as sexo, mujeres y hombres.
La música es tan alta que no puedo oír ni mis propias palabras, estoy muy caliente y grito ¡Cojanme! ¡Rómpanme el culo! ¡Báñenme en semen! Remplazando la verdadera letra de la canción que finjo cantar con improperios lascivos.
Y se que nadie me escucha o al menos eso creo yo. A unos cuantos metros un hombre vestido de lino blanco y atractivo no me quita la mirada de encima, me gusta pero el no es el objetivo esta noche, estoy mas caliente que hace un minuto y siento como tiemblan mis senos, cada roce que les doy con alguien cerca y apretujado me excita y me provoca. Es por eso que busco una verga grande, o dos, o quizás tres, creo que quiero bañarme en semen esta noche. Hay muchos hombres y muchas mujeres, quizás tenga suerte y la oscuridad es sea mi cómplice.
Veo, al fondo del club, en un lugar más despejado y muy pegado a la barra por fin a alguien que me gusta, y no dejo de calvarle mis ojos y no lo haré hasta que me mire. Es un chico de veintitantos y mi olfato de mujer ninfomanía me dice que quiere coger. Quizás no sea así, pero me gusta apostar al impulsivo deseo de los hombres jóvenes.
Se que viene con alguien, que ella solo fue al tocador pero no me importa, correré otro riesgo.
¿Hola, estas solo? Le pregunto al acercarme y sin darle oportunidad a respuesta alguna le tomo la mano y lo jalo detrás de mí corriendo hacia la inmensa pista.
Siento como se opone, ¡¿Porqueeee?! ¿Que no me ha visto las nalgas? ¿No ha notado mi jugoso trasero de mulata ejercitada?
El trata de impedírmelo pero llegando a la poblada área y con tanta gente bailando le doy la cara y comienzo a restregar mi cuerpo sobre el suyo, el quiere decirme algo pero no lo escucho y tanto se concentra en explicármelo que no ha notado que he puesto su mano en mi vulva, bajo mi falda, frotándola encima de mi mojada y diminuta tanga le impregno los dedos de mi sabor a mujer puta.
Por fin se ha dado cuenta y ya no se puede resistirse, y me mira de arriba abajo. !Lo ha notado! ¡Estoy bien buena y mi culo esta de concurso! Cuando creo que lo tengo ganado me percato que el mismo hombre vestido de lino blanco me observa a unos metros de donde estamos, no me incomoda, de hecho me excita. Pero prefiero irme a otra parte.
Mi chico de veinte ya no sabe que decir mientras lo arrastro hacia una área alejada de la pista. Lo jalo y aunque trata de evitarme el sigue su instinto de hombre, y se que viéndome el culo se deja llevar. Estamos saliendo del club, al área empastada, con árboles que se confunden con gente y gente que se confunde con árboles.
Una vez afuera del club, a un lado de la alberca que alberga el mismo hotel me detengo y me presento. Le digo Hola soy Agustina, y quiero comerme tu leche.
Mientras me arrodillo el se deshace en disculpas, trata de impedirme que saque libere su verga del pantalón.
El esta rojo como un tomate y no sabe que decir, no necesita decir nada solo guardar silencio mientras le mamo y toco su hermosa verga hasta que me canse o nos descubran.
¡Que desilusión! No llevo ni dos minutos, apenas comienzo a disfrutar de ese familiar y extraño sabor a hombre y se que se quiere venir, alcanzo a alejarme un poco mientras me baña de semen la cara, que coraje! Tan rápido! Que decepción.
Estoy molesta y me levanto sin avisar. Me limpio la cara con cuidado recogiendo el semen con mis dedos y me froto las nalgas usando el semen que recogí con mis manos mientras le doy la espalda y abriéndome las nalgas le doy una vista de mi ano ligeramente cubierto por una diminuta tanga blanca. De esto te perdiste por precoz. Le digo.
Y mientras asustado trata de alinearse, apresuro mi paso al notar que el hombre vestido de lino blanco nos observa a unos cuantos metros. ¿Porque no para de seguirme? No me importa
Regreso a la fiesta, y quiero más. ¡¿Que no hay alguien que me quiera destrozar el culo?! Grito sabiendo que nadie me escucha. Bailando sexy y suavemente dejando que mi ondulada falda descubra de vez en cuando mis aceitadas nalgas.
Se acerca un valiente. Uno no muy joven.
¡Eres un viejo! Le digo pero no me escucha. Trato de humillarlo agarrando su verga por encima del pantalón y me llevo un gran susto. ¡¿Pero que es esto?! Una verga descomunal guardada no es buena idea. Pero tampoco lo es jugar con hombres mayores a cuarenta, ellos ya no se sorprenden y por muy puta que sea nunca quedan asombrados.
Me ve a los ojos y sabe que al sentirlo he cambiado de opinión. Me voltea lentamente moviéndose al ritmo de la música y trata de agarrarme el culo. Yo no espero un segundo y desaprobando su atrevimiento le escupo la cara como señal de repudio a su falta de respeto.
El se sonríe y recogiendo mi saliva de su mejilla me toma con la otra mano, me gira de nuevo y con mas fuerza me abraza desde atrás. Encuentra una forma rápida y mañosa de meter su mano debajo de mi falda y entre mis nalgas con la misma saliva que escupí en su rostro violenta y discretamente me penetra el ano con uno de sus ásperos dedos, tan rápido que antes de darme cuenta lo saca y trata de metérmelo en la boca.
Estoy mas asustada que excitada sometida por su violenta y desagradable acción. Y al tratar de liberarme de su atadura siento como un corro de orina se me escapa, es una señal de orgasmo y el lo sabe.
Pierdo por una rato la compostura erguida que me caracteriza y me orino levemente, pero sin culminar un orgasmo me mojo la piernas. Estoy sometida. El hombre vestido de lino blanco que me observaba a unos metros nuevamente se acerca y me pregunta ¿Estas bien? Yo le digo que si y cuando intento señalarle al viejo trastornado que me ha hecho tambalear veo que se ha ido. Se que no fue una alucinación, pues aun me duele el ano.
No necesito compañía por el momento, creo que estoy encontrando lo que busco, le doy la espalda al hombre vestido de lino blanco y me retiro. Tengo una meta y esa es ser una puta esta noche. Son mis vacaciones, vengo desde muy lejos y nadie me conoce.
Debo aprovechar y ser admirablemente puta. Por eso me alejo y sigo otro rumbo. Ahora con más cautela me acerco a la barra y ordeno un trago. Sin darme cuenta al principio me habla un tipo, de raza negra para variar, tan alto como un poste y trata de brindar conmigo. No le ago mucho caso, aun tengo mojadas las piernas y el ano asustado y palpitando, pero su amigable sonrisa me suaviza el trato.
Lo escucho mientras tengo medio culo volando por sentarme al borde de un banco de barra tan reducido.
Mi reciente instinto de puta me traiciona y este negro me sorprende mirándole la entre pierna. ¡Que asco! Parece que esta maldito. La leyenda es cierta, los negros la tienen grande. Puedo ver una macana escondida en su pantalón.
Trata de comenzar una conversación pero habla uno de los mil idiomas que desconozco. Yo por mi parte y sin haber aprendido la lección le susurro al oído una de las pocas frases que se me han enseñado, y usando el mismo acento con el que escuche la frase por primera vez en una película le grito Fak mai as. El se retuerce a carcajadas y se detiene al notar que yo no sonrio.
El paga rápidamente su cuenta y me toma de la mano llevándome al exterior del club, junto a la piscina en donde rodeado de árboles se extiende el largo camino que lleva a la salida. Yo lo detengo y como el me habla y yo no lo entiendo tengo que recurrir a la mímica para expresarme. Le suelto la mano y a media luz le doy la espalda mientras el me dice wat!? A mis espaldas me alzo la falda y me abro las nalgas, me tiro al césped y le pido que me meta su asquerosa y negra verga. No no no no no! Dice al principio, pero al ver el mismo culo de figura mulata que ostento como mi principal carta, se apresura hacia mí.
Dejo de verlo porque le doy la espalda y mi cara da hacia el suelo, recargada puedo oler lo fresco del césped, pues tengo ocupadas las manos abriéndome las nalgas. Estoy esperando que me coja el culo, lo contraigo y suelto cada segundo para saludar.
Mi garganta sufre y duele más que mi ano por el grito que suelto, ¡maldito negro idiota! ¡Me has metido tu negra verga en el ano sin compasión! Me expande el estomago.
Tiene prisa por creer que nos descubran y no le interesa mi dolor. Mientras yo grito y bramo. Me estoy orinando como si no tuviera control de mi misma y cada vez que su monstruosidad entra y sale de mi se me escapa un vergonzoso chorro de orina que recorre mis muslos.
Sudor, lagrimas, orina, ya no se que es lo que me inunda los ojos y me prohíbe abrirlos de ardor e irritación.
Mientras el me toca la cara con sus manos toscas y yo trato de aventárselas hacia atrás siento como se me infla el vientre cada vez que me enviste.
No se cuanto tiempo ha pasado o a que velocidad gira el reloj, siento como las envestidas son cada vez mas rápidas, hasta llegar a las dos ultimas que son mucho mas profundas y violentas, explota dentro de mi este negro desconocido soltando un gran chorro. ¿No se siente siempre lo caliente del semen? Porque no he sentido nada, creo que mi temperatura es igual a la de el.
Se que se esta viniendo porque siento las palpitaciones lentas de su verga, y su gemir animal. Suelto el último corro de mis exprimidos riñones cuando esta bestia saca su verga de mí y permite a mi ano volver a la mitad de su original radio.
¿Pero porque se levanta con tanta prisa y se va corriendo? ¿Que lo ha asustado?, no puedo saber pues estoy de boca al césped, me esta costando mucho trabajo moverme todo me duele, como si estuviera rota por dentro.
Pero el mismo hombre vestido de lino blanco y que me ha seguido toda la noche esta detrás de mi, yo tendida sin voluntad solo siento como me "dedea" el ano con uno, dos, tres cuatro dedos mientras doy algunos gemidos.
Le da un descanso a mi culo y me da la mano. Levántate mi amor, me dice mientras me ayuda a ponerme de pie. Me da un beso en la boca y sin dejar de masajearme el ano me abraza fuertemente. ¿Como me he portado? Le pregunto. Como una puta me dice, y ambos nos agregamos a la fiesta al interior, caminando lentamente pues los dos estamos enterados de mi momentánea incapacidad para caminar fácilmente.
Mientras hilos de semen escurren desde mis nalgas hasta mis zapatos. Todos siguen bailando, parece que nadie se ha enterado. Solo yo y mi cómplice. Mi esposo el hombre vestido de lino blanco. Somos una pareja liberal que busca aventuras durante sus vacaciones, nuestra vida decente nos impide comportarnos mal en nuestra ciudad, pero aquí en este paraíso todo cambia. Bailamos un rato mientras me manosea. Hay menos gente en la pista. La noche sigue caliente y oscura.