La noche del polvo sorpresa

(Ilustrado). Un matrimonio que dirige un local de ocio, ante los problemas económicos del mismo, decide poner en marcha un espectáculo donde la esposa desempeñara el papel de stripper, pero la cosa se complica.

La noche del polvo sorpresa

(Ilustrado). Un matrimonio que dirige un local de ocio, ante los problemas

económicos del mismo, decide poner en marcha un espectáculo donde la

esposa desempeñara el papel de stripper, pero la cosa se complica.

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La situación del local era ya casi desesperante, por no decir que estábamos directamente en la banca rota. Desde hacia casi un año, entre mi mujer y yo regentábamos una mezcla entre pequeña discoteca y bar musical en una céntrica calle de Barcelona. Se trataba de una franquicia, junto con un socio capitalista que había puesto la pasta para el montaje del mismo y al que teníamos que ir devolviendo el dinero en pagares firmados a noventa días.

Hacia semanas que buscábamos una forma de captar más clientela, ya que era rara la noche entre martes y domingo, que son los días que el pub permanece abierto, en que conseguíamos reunir escasamente cincuenta personas. Con suerte, los viernes y sábados llegábamos a las ochenta, y la mayoría de estos eran clientes habituales que no cubrían siquiera los gastos de la apertura.

Yo normalmente me dedicaba a la caja registradora que teníamos en el extremo de la barra, cobrando y recogiendo los tikets de las consumiciones, y mi mujer, Lola, podríamos decir que se dedicaba un poco a las relaciones publicas, aunque también echaba una mano sirviendo las copas cuando era necesario.

Aparte de nosotros dos, teníamos otras seis personas empleadas en el local, entre ellos un joven chulo y maleducado llamado Ismael, al que no tragaba nadie, pero que no podía despedir por ser sobrino de nuestro socio capitalista, y que aparte de dar vueltas por el local sin dar un palo al agua e intentar ligar con las clientas, se dedicaba a hacer de chivo expiatorio de su tío, contándole todo lo que acontecía en el establecimiento.

Habíamos barajado la posibilidad de ofrecer actuaciones en directo, música, magia, humoristas, etc… Pero todos nos pedían una pasta que ni siquiera estábamos seguros de poder cubrir con las entradas de esa noche, sin contar que esa solución solo serviría para una vez, ya que como nuestros clientes eran prácticamente siempre los mismos, una vez visto el numerito, se acabo la novedad.

Al publico lo que le gusta es el morbo, lo que deberíais buscar es algo con un toque erotico-sexual. – Nos comento una noche Isma, como acostumbrábamos a llamarle, un rato antes de abrir el local. – Yo creo que podríamos probar con una Stripper, un baile un poco subido de tono que caliente al personal.

Le recordamos que ya habíamos pensado en esa opción, además de que en uno de los extremos de la pequeña pista de baile, teníamos una tarima idónea para tal menester, incluso con una barra metálica que iba desde el suelo al techo como se suele ver en las grandes discotecas, pero el ya sabia que las strippers no eran nada baratas.

A la mierda con las bailarinas profesionales. – Continuo Isma haciendo un ademán con la mano. – Yo he visto muchas veces a Lola en la pista y podría hacerlo tan bien como cualquiera, y eso si que seria económico.

Para mi, no había pasado desapercibida la forma en que el chulito miraba a mi mujer en los últimos meses, aunque bien es cierto que Lola no le hacia el menor caso. De hecho, creo que aun le caía mas antipático que a mi, y raras veces se dirigían la palabra, a nos ser por una cuestión estrictamente de trabajo.

Yo enseguida deseche la idea, una cosa es que Lola anduviera entre los clientes sirviendo copas, sabiendo incluso que en mas de una ocasión había recibido proposiciones mas o menos atrevidas, además de alguna vez en que me había tenido que contener para no darle un guantazo a algún listillo pasado de copas que le había soltado un manotazo en el culo. Pero de ahí a que se pusiera a bailar provocativamente en la tarima… Eso ya era otra cosa.

Quizás no sea tan mala idea. – Me sorprendió Lola con su mano apoyada en la barbilla en un gesto que daba a entender que lo decía en serio. – Yo me veo capaz de hacerlo, y es cierto que no nos costaría nada.

Me quede sorprendido ante la seguridad que mi mujer aparentaba. La mire a ella, mire a Isma, la volví a mirar a ella y menee la cabeza en señal de negación, aunque en mi interior empezaba a darme cuenta de que Lola ya estaba decidida a seguir adelante con la idea.

Ya, pero es que no es tan sencillo de cómo creo que te lo estas imaginando, bonita. – La voz del chulito y su malévola sonrisa me sacaron de mis pensamientos. – No puedes subir a la tarima con una camiseta ajustada y unos vaqueros, eso no llamaría la atención de nadie. Las strippers actúan mas bien ligeritas de ropa, guapa.

Por suerte para el chulito, llegaba la hora de abrir el local y tuvimos que dejar la discusión para otro momento, porque si continuamos con el tema unos minutos mas, es posible que hubiera saltado sobre el y le hubiera cosido a ostias, ya que yo estaba seguro de que a el poco le importaban las finanzas del pub, y lo único que quería era ver a mi esposa enseñando sus atributos.

Aquella noche estuve dándole vueltas y vueltas al asunto. Ciertamente, Lola tenia un cuerpo que a mas de uno hacia babear, incluido el eterno sobrino. De complexión delgada, media melena morena, pechos pequeños y piernas largas, bien podía pasar por stripper, pero seguía sin gustarme la idea de que mi mujer bailara lascivamente delante de todos nuestros clientes.

Sin embargo, a medida que pasaban los días, ella parecía mas convencida de que lo del baile podía ser la solución a nuestros problemas económico, a parte de que el chulito no desperdiciaba ocasión para animarla a seguir adelante, dando ideas de todo tipo para preparar tal evento. Al final, no me quedo otro remedio que ceder.

Y nos pusimos manos a la obra. He de reconocer, que en los aspectos organizativos, Isma fue una gran ayuda. Desde el primer momento nos dijo que el se ocuparía de todo, empezando por la publicidad, ya que si no anunciábamos el evento, difícilmente acudiría el publico al local, y queríamos fijar la actuación para el ultimo viernes del mes.

El primer mal trago que tuve que pasar, fue el siguiente lunes, día en que no abríamos el pub. Con toda naturalidad, Isma nos llamo por teléfono y nos dijo que pasaría a recogernos para ir a comprar la ropa ideal para la actuación, ya que según el, Lola debería estar radiante para su publico.

Nos subimos en su coche y para mi sorpresa nos llevo a uno de los Sex-Shop mas famosos de la ciudad. Como si estuviera en su propia casa, se dirigió directamente a la sección de lencería, eligió media docena de modelos y se los entrego a mi esposa diciéndole que se los probara y nos los fuera enseñando para decidir cual seria el mas indicado.

Aun no me explico como pude soportar aquella situación. Ante la discreta mirada de dos dependientes del establecimiento, un joven y una hermosa rubia, Lola se fue probando los conjuntos uno a uno, saliendo del vestidor a cada momento y dando un pequeño paseo ante nosotros antes de probarse el siguiente. Isma parecía el chulo de turno, Lola su putita y yo el carnudo consentido que no abre la boca.

Lo cierto es que se me empezó a despertar la libido viendo a mi mujer desfilar ante nosotros con aquellos minúsculos tanga, los sujetadores transparentes, y la mirada lasciva que el sobrino del capitalista ponía cada vez que ella pasaba ante el moviendo sensualmente las caderas.

Al final, y tal vez viendo la cara que yo ponía, se decidieron, porque fueron ellos dos los que eligieron, uno de los conjuntos mas discretos que se había probado, especie de bikini rojo y negro, unido por finísimas tiras de tela, que dejaba todo el culo de mi mujer a la vista y que por supuesto costaba mucho mas de lo que tapaba.

Ni que decir tiene que la factura del modelito la pague yo, además de unas medias negras de fantasía y unos zapatos de tacón altísimo para completar el atuendo de la gran noche. Entre todo, la broma me salio por mas de doscientos euros, por no hablar de las veces que Lola había paseado el culo por delante de las narices de Isma.

Tras las compras, y antes de despedirnos, el culito nos anuncio que al días siguiente deberíamos estar en el pub a media tarde con el objeto de grabar un video con el cual después se sacarían fotografías para los carteles, además de preparar una pequeña película demostrativa que se pasaría por las pantallas del local antes de la actuación en vivo de mi mujer.

Así lo hicimos. Tras elegir entre los tres la música mas adecuada, Lola se metió en los almacenes del local y regreso a los pocos minutos perfectamente maquillada y vestida con el minúsculo trajecito que habíamos comprado. La verdad es que estaba esplendida, y su mera visión hizo que se me trempara el miembro.

Como no podía ser de otro modo, el chulito se había traído su propia cámara de video, y rápidamente caí en la cuenta de las pajas que se iba a hacer aquel cabronazo con la película de mi mujer en cuanto llegara a casa. Pro como no podía decirle nada tuve que aguantarme y dejar que comenzara a grabar.

Comenzó a sonar la música y Lola se puso a bailar como lo hubiera hecho en la pista. Hasta yo tengo que reconocer que aquello no era lo que esperábamos ver, y rápidamente el chulito empezó a darle instrucciones para parecerse mas a una stripper.

Creo que al principio mi esposa tenia un poco de vergüenza, ya que enseguida comenzó a meterse en el papel y sus movimientos se tornaron mas sensuales y provocativos. Se agarraba con sus manos a la barra y dirigía hacia nosotros su respingon trasero, dándonos un primer plano de sus nalgas. Luego se colocaba al otro extremo de la barra, y con las piernas abiertas iba descendiendo por la misma rozándola con su pubis y deslizándola por entre sus pechos.

Os podéis imaginar, que si a mi se me había puesto la polla dura como una barra de hierro, el chulito debía de estar cardiaco perdido grabando a mi esposa en una actuación semejante a la que haría la gogo mas putita de la ciudad.

Pero por suerte, aquella tarde la cosa no paso de ahí. El chulito se marcho a casa después de cerrar el local mas contento que un tonto con un lápiz con su video debajo del brazo, y tanto Lola como yo nos mostrábamos muy animados a dos semanas escasas de la fecha prevista para la función.

Pero unos días después ocurrió algo que daría un tremendo giro a los acontecimientos. Nuestro socio capitalista se presento en el local a la hora de abrir el pub y con cara de pocos amigos nos indico que le siguiéramos hasta los almacenes del club.

Entrando directamente en materia, nos dio a entender que la situación financiera estaba en un estado critico, que los acreedores y proveedores estaban a punto de ponernos una demanda por morosos, y que en resumidas cuentas, si a primeros de mes no habíamos reunido al menos treinta mil euros para afrontar los pagos mas urgentes, se vería obligado a cerrar el local, lo que nos dejaría en la ruina.

Después de que nuestro benefactor se marchara, estuvimos comentando entre nosotros la situación. Difícilmente podíamos conseguir semejante suma de dinero aun cuando el local se llenara diariamente hasta fin de mes. Sin embargo, el chulito no parecía estar muy afectado por la situación.

Podemos conseguir ese dinero e incluso mas, y en una sola noche. – Comento dejándonos atónitos a mi esposa y a mi. – Un aforo de cuatrocientas personas a cien euros por persona nos da una recaudación de cuarenta mil euros, y los vas a conseguir tu solita, querida Lola.

Aquello si que nos dejo sin habla. No teníamos ni la menor idea de en que estaba pensando el chulito, pero viniendo de el seguro que no era nada bueno, ni posiblemente legal, pero la situación nos obligaba a escucharle.

¿Que pretendes, que me vaya follando a lo clientes y les cobre por ello? – Le soltó mi mujer en tono enfadado y levantándose de la silla. – Y ya puestos, mi marido podría hacer de puto con las señoras que de vez en cuando vienen por aquí, ¿no?.

La situación era cada vez mas tensa, yo estaba a punto de emprenderla a ostias con el chulito, pero el, lejos de inquietarse, continuaba de lo mas relajado mirándonos alternativamente a mi mujer y a mi con una maliciosa sonrisa.

No, querida. Solo tendrás que follarte a uno, o mejor dicho, dejaras que el te folle a su gusto. – Nos contesto con la voz mas pausada del mundo y sin perder la sonrisa. – Pondremos las entradas a cien euros, y de entre todos los asistentes, sortearemos veinte minutos con la stripper, es decir, contigo, en la tarima, ante la mirada de todo el publico.

Ahí fue cuando salte de mi taburete y lo enganche de la solapa dándole un empujón que lo hizo llegar hasta la pared donde estaban almacenadas las botellas de licor. De no ser porque los demás trabajadores del local vinieron a separarnos, habríamos acabado a puñetazo limpio.

Cuando los ánimos se hubieron calmado, continuo argumentando su idea, diciéndole a mi esposa que había que tomar una decisión drástica, que la situación era critica, que no se hiciera la estrecha, que seguro que no iba a ser tan traumático, etc, etc..

En definitiva, que una vez en frió, y comentándolo con mi esposa, esta me hizo reconocer que recaudar cuarenta mil euros por un polvo no era una idea tan descabellada. Daríamos publicidad al local y con el dinero sobrante podríamos poner en practica otras ideas posteriores. Quien sabe, lo mismo nos vengábamos del chulito haciéndolo actuar como sex boy.

Muy a nuestro pesar y con cara de palo, tuvimos que volver a sentarnos con Isma a preparar la noche de la actuación. Ante todo, acordamos que el sorteo debería ser totalmente transparente, ideando un sistema en el que el numero de la entrada ganadora fuera elegido por el mismo publico de forma totalmente aleatoria.

Del mismo modo, y para dar mayor morbo al espectáculo, Isma le sugirió a mi esposa que cuando comenzara a efectuarse el sorteo y antes de conocer al afortunado, se vendara los ojos con un pañuelo negro, creando así un ambiente aun mas misterioso al acto.

En los días siguientes, y conforme se acercaba el ultimo viernes del mes, tanto a mi como a Lola nos asaltaron un sinfín de dudas que por momentos nos hicieron pensar en echarnos atrás en la aventura que tramábamos.

El afortunado que gozaría de los envidiables veinte minutos con mi esposa podría resultar ser un maduro barrigón y baboso, o incluso podía recaer el premio en otra mujer, hecho este, dicho sea de paso, que no disgustaba tanto a Lola como el del gordo de barriga cervecera.

El punto de no retorno de la operación, se hizo patente el martes anterior a "La noche del polvo sorpresa", que era el titulo que anunciaban la inmensidad de carteles que aparecieron en las vitrinas de los comercios situados en diez manzanas a la redonda de donde estaba situado el pub, mostrando una gran foto central de mi esposa acuclillada en la tarima, con las piernas muy abiertas y la barra metálica difícilmente ocultando lo poco que el bikini le tapaba entre sus ingles.

Y por fin llego la gran noche, con mi esposa dando vueltas por el local sin saber ni lo que hacia, Isma con una sonrisa de oreja a oreja, y yo mas nervioso que cuando hice las pruebas de selectividad para la universidad. No obstante, era la noche en que un desconocido se iba a follar a mi mujer delante de todo el aforo del local.

Sin embargo, las cosas no pintaban nada bien. A las doce de la noche, una hora antes de que comenzara la actuación de Lola, no había en el pub mas de treinta personas, lo que representaba una tercera parte de la taquilla de cualquier otro día. El problema residía en que entre el publico no se encontraba ni una sola mujer, ni por supuesto los hombres que habitualmente las acompañaban.

Quizás la idea no había sido tan brillante como el chulito nos la había pintado, y cinco minutos antes de que mi esposa saliera a la tarima, podían contarse escasamente cincuenta personas entre los asistentes, todos ellos hombres, que esperaban impacientes por hacerse con los servicios de la putita bailarina.

A la una en ponto, tras una estruendosa música de presentación, durante la cual mi esposa se bebió cuatro cupitos uno tras otro, Lola apareció en la tarima entre un sinfín de silbidos y piropos que la hizo palidecer ante el publico sediento de sexo que se la comía con los ojos, mientras yo me mantenía en una esquina de la barra haciendo oídos sordos a las lascivas proposiciones que le gritaban desde la pista.

Durante media hora, mi mujer calentó al máximo a la "multitud", definitivamente calculada en cincuenta y cuatro asistentes, con movimientos exóticos y sensuales que a medida que pasaban los minutos se tornaban mas lascivos y provocadores, hasta el punto de que yo mismo comencé a ponerme cachondo contemplando el elástico cuerpo de Lola.

Se agarraba a la barra y se deslizaba por ella rozándola con su pubis y el canalillo de sus pechos, mientras su lengua lamía el metal mientras descendía. En otras ocasiones, se colocaba de espaldas al publico, y con las piernas totalmente rectas, colocaba el cilindro metálico entre sus desnudas nalgas doblando luego lentamente su cintura hasta que podía ver a su alborotado publico por entre sus piernas abiertas.

Sin duda alguna, o al menos esa era la impresión que a mi me daba, Lola estaba disfrutando al máximo de su actuación, cuyo punto culminante, unos diez minutos antes de terminar su provocativo baile, se hizo patente al comenzar a acariciarse suavemente los pechos y la entrepierna al ritmo de la música entre ovaciones y suplicas para que se desvistiera por parte de la concurrencia.

Pero la cosa no paso de ahí, al menos de momento. Llegada la hora del esperado sorteo, tal y como teníamos previsto, una de nuestras camareras subió a la tarima junto a mi mujer, y de entre el publico, reclamo la atención de un hombre que llevara en su cartera un billete de veinte euros.

Se trataba de elegir al azar un billete cuyas dos ultimas cifras del numero de serie, siempre y cuando no superasen el numero cincuenta y cuatro, determinarían el ganador del sorteo de los veinte minutos con la stripper.

De entre todos los que mostraron su billete, subió a la tarima un joven bastante guaperas que mostró el dinero a nuestra camarera. Esta, tras comprobar que el billete seria valido, procedió a vendar los ojos de Lola con un pañuelo negro que llevaba preparado. A continuación, anuncio por el micrófono el numero premiado. Resulto ser el doce.

Se hizo un gran silencio en el local, todos los asistentes se miraban unos a otros en busca del afortunado ganador sin aparecer este por ningún lado, hasta que a los pocos instantes, pude ver como una cabeza se desplazaba por entre las otras en dirección a la tarima. No podía creer lo que estaba viendo.

Isma, el puto chulito sobrino de nuestro socio capitalista subió tranquilamente al escenario de la stripper con una maliciosa sonrisa que le llegaba a las orejas y mostrando a todo el mundo la entrada con el numero doce en la mano.

En esos momentos, ya de por si duros para mi, un sinfín de ideas pasaron por mi mente, que si había amañado el sorteo, que si todo había sido un truco, etc, etc.. Pero no me explicaba como podía haberlo hecho, después de haber realizado el sorteo de forma tan aleatoria.

No tuve mucho mas tiempo de seguir pensando en ese tema. Apenas la camarera terminaba de descender de la tarima, sin preámbulo alguno, el culito agarro a mi mujer por la nuca y acercando desinhibidamente su cara, le planto un morreo en la boca hundiéndole su lengua hasta la garganta.

Yo estaba embobado, y supongo que Lola, con los ojos vendados, trataba de imaginarse cual de los rostros expectantes que minutos antes la observaban desde la pista le estaba propinando semejante beso profundo y lascivo.

Pero Isma ya estaba metido en faena. Mis manos se agarraron fuertemente a la barra del bar hasta ponérseme los nudillos blancos cuando vi como la mano libre del chulito buscaba los pechos de mi mujer y comenzaba a masajearlos de forma brusca y poco delicada.

Varios focos del pub estaban dirigidos a la tarima para que el espectáculo pudiera ser contemplado con toda claridad, y el publico, que ya había olvidado la decepción de no haber ganado el premio, se divertía ahora animando al chulito con gritos como "follatela", "que te la chupe" o dale por culo a la zorrita".

Lo cierto es que Isma no necesitaba de esos estímulos para seguir trajinándose a mi mujer. Con unos dedos expertos y rápidos movimientos, deshizo el nudo de la nuca que sostenía la parte superior del conjuntito de Lola, quedando sus tetas al descubierto ante la ovación del publico del local, que rompió en aplausos al contemplar sus erectos pezones bien iluminados por los focos.

Sin embargo, esa visión duro poco tiempo. El chulito giro en la tarima dejando a mi esposa de espaldas al publico, y en un acto que parecía tener previsto de antemano, comenzó a sobar las desnudas nalgas de Lola, separadas únicamente por la delgada tira del tanga, al tiempo que su boca se dirigía a sus pechos y comenzaba a lamerlos alternativamente entre las ovaciones de los asistentes.

Yo ya no sabia si lo que veía era realidad o estaba soñando. Me resistía a creer que la que estaba sobre la tarima agarrando la cabeza de un tío que le comía las tetas y le magreaba el culo ante mas de cincuenta personas eufóricas era mi esposa. Pero aun con esas dudas, lo cierto es que mi polla empezaba a no coger en mi pantalón.

Pronto se canso Isma de chupar los erectos pezones de Lola y de sobarle el culo y decidió que era hora de dar un verdadero espectáculo al publico que seguía aclamándole como si fuera el héroe de una batalla. Sin previo aviso, hizo girar a mi mujer sobre si misma, de frente hacia el publico y quedando el a su espalda.

Lola quedo agarrada con las dos manos a la barra metálica de la tarima y dio un respingo al notar la mano izquierda de su misterioso ganador deslizarse entre sus piernas mientras la derecha la cogia del pelo haciéndole levantar la cara hacia la pista, como si tras la venda de sus ojos pudiera ver al publico que la observaba.

El chulito no perdió el tiempo y ante los grito de aprobación de la concurrencia, comenzó a masajear el coño de mi esposa frenéticamente con su mano izquierda por encima del tanga, momento en el que mirando la entreabierta boca de Lola, cualquiera podía comprender que estaba disfrutando del momento.

Incluso yo estaba cada vez mas cachondo y mi rabo llego a su máxima extensión cuando el chulito desplazo a un lado el tanga de mi mujer dejando a la vista de los ya encendidos asistentes los labios vaginales de Lola, que continuaba sujeta a la barra y con sus pezones desafiando al publico.

Los mas cercanos a la tarima pudieron oír el grito de placer que dio mi mujer cuando los dedos índice y corazón de la mano de Isma se abrieron paso a través de sus labio vaginales y se introdujeron en su coño hasta los nudillos, mientras el pulgar jugueteaba en su ano intentando también hacerse un hueco.

A todo esto, la cara del chulito era de verdadera lujuria. A los gritos de "ole, ole, ole", Isma se follaba a mi esposa con los dedos mientras su pulgar ya estaba a medio camino de hundirse en su culo, a lo que Lola correspondía con acompasados jadeos y leves movimientos de cadera que facilitaban aun mas la masturbación.

Claro, que Isma sabia que solo disponía de veinte minutos para disfrutar de su "jefa", así que cuando considero que mi mujer estaba suficientemente cachonda, procedió con extrema rapidez a quitarse los pantalones y la ropa interior y se dispuso a terminar el espectáculo con una antológica follada.

Ante mis ojos y los de los demás asistentes, apareció una gruesa y larga herramienta preparada para la embestida, y con mi mujer apoyada en la barra, el chulito le levanto la pierna derecha con su mano, y con un único movimiento de sus caderas le metió toda su tranca a Lola hasta que sus huevos chocaron con sus nalgas.

Ante mis desorbitados ojos, Isma comenzó a dar una serie de golpes de polla a mi mujer que hacia que sus tetas temblaran al ritmo de la follada frente a la atenta mirada del publico, que seguía animando al chulito para que la hiciera gritar a cada violenta penetración.

Tras unas cuantas embestidas, mi mujer ya no solo jadeaba abiertamente de placer, sino que además comenzó a magrearse los pechos desinhibidamente ante las eufóricas miradas del publico, que ahora también la animaban a ella para que tomara parte mas activa en la copula.

Como la posición de mi esposa era un tanto forzada, manteniendo el equilibrio sobre un solo pie aunque agarrada a la barra, Lola opto por buscar una posición mas cómoda para disfrutar de su anónimo amante. El chulito se las ingenio para sin sacarle la polla del coño, ir descendiendo hasta el suelo de la tarima hasta quedar los dos de costado, con la stripper siempre de cara al publico y el a su espalda.

Ahí comenzó un nuevo capitulo de mis cuernos, con las piernas de mi mujer completamente abiertas y mostrando su sexo rasurado a los mirones de la pista, continuo pellizcándose los pezones mientras soportaba jadeando las repetidas penetraciones de la gruesa polla de Isma, entrando y saliendo de las entrañas de Lola a una velocidad de vértigo.

A esas alturas yo tenia el rabo completamente tieso, y poco me faltaba para unirme a los gritos de los voyeur de las primeras filas, unos animando a mi mujer a que se la chupara al chulito, y otros empeñados en que Isma disfrutara de la calidez del trasero de mi esposa insistiéndole en que se la metiera también por el culo.

Y algo de esto ultimo debió calar en la mente del eterno sobrino, puesto que a los pocos minutos de deleitar al publico con la frenética follada a su "jefa", decidió bajarse de la tarima y colocar a mi mujer de forma que parecía que ella estaba tumbada sobre una mesa y el en pie frente a sus abiertas piernas.

Sin perder un instante, tomándola por sus muslos le empujo las piernas hasta que las rodillas de mi esposa casi rozaban con sus pechos, quedando su vagina y su culo a pocos centímetros del erecto pene del chulito.

Por encima de la ovación y los aplausos de los mirones, sonó un desgarrador grito de mi mujer cuando el capullo de Isma comenzó a abrirse camino por su estrecho culo, y eso teniendo en cuenta que aun permanecía un poco dilatado por la incursión que minutos antes el dedo gordo del chulito había efectuado en ese agujero.

Pero esta vez fue toda su tranca la que poco a poco fue ocupando el trasero de mi mujer, que con la boca completamente abierta y el pañuelo aun impidiéndole ver al que la estaba enculando, se agarraba también a las piernas y las intentaba abrir hasta llegar a un ángulo casi imposible y forzosamente doloroso.

En escasos segundos volvieron las frenéticas embestidas, propiciando estas que la enorme polla de Isma se introdujera completamente en el calido culo de mi esposa hasta que su bajo vientre chocaba con el pubis de Lola, momento en el que un grito salía entrecortadamente de su garganta.

Como si un reloj estuviera en todo momento indicándole al chulito el tiempo que le quedaba, a pocos segundos de cumplirse los veinte minutos, detuvo en seco el balanceo de sus caderas dejando toda su herramienta hundida en el trasero de mi esposa, para a continuación, levantando la cabeza hacia el techo del local, lanzar un gruñido de desahogo indicativo de que estaba descargando todo su semen en el interior del trasero de Lola.

Repitió la misma acción media docena de veces, con unas envestidas de tal violencia que mi mujer se movía casi un palmo en el suelo de la tarima al recibir los brutales pollazos, al tiempo que ella también gritaba y gemía pudiendo oírse entre las ovaciones del publico.

En las pantallas del pub apareció la palabra "TIEMPO" justo cuando Isma procedía a subirse los pantalones con cara de enorme satisfacción y mi esposa quedaba exhausta tumbada sobre la tarima con las piernas abiertas y sus jugos vaginales de mezclaban con el semen derramado por el chulito entre sus nalgas.

Yo, por mi parte, apenas me había dado cuenta que llevaba un buen rato agarrado a mi nabo, presa de una excitación como pocas veces había experimentado, y apunto de explotarme los huevos cargados de leche a causa del espectáculo que acababa de contemplar.

No tengo ni la menor idea de donde se metió el chulito, solo se que se mezclo entre el publico, que lo felicito efusivamente con palmadas en la espalda y estrechándole la mano, y desapareció sin que lo volviera a ver esa noche. Lola, por su parte, no se entero de quien había sido el afortunado ganador hasta que yo se lo dije en el almacén.

El caso es que ahora me encuentro en una situación extraña. Estoy al borde el paro, en la ruina, y mi mujer ha sido afollada ante mis narices y frente a otras cincuenta personas por el tío que mas odio en el mundo.

Y lo peor de todo, es que cada vez que recuerdo la pasada "Noche del polvo sorpresa" me excito de tal forma que se me pone la polla dura como el acero.

FIN

Si os ha gustado este relato, o si no os ha gustado, agradecería comentarios en mi dirección de correo. Prometo contestar a todos y todas.

v_galan_g@yahoo.es

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Saludos, Víctor Galán.