La noche de su confirmación
Ya tenía yo ganas de pillarlo de nuevo. Aquella noche fui a tomar unas copas con unos compañeros de trabajo y lo llamé para que me recogiera y se añadiera a la fiesta. La autentica fiesta vino luego a solas con él.
Pasaban las cuatro de la mañana y la noche había transcurrido muy bien, habíamos quedado aquella noche unos amigos, entre los que se encontraba mi buen amigo Benito con el que me encontraba, ya a solas, en aquel aparcamiento del infierno buscando su coche, cuando llegamos estaba casi completo y tuvimos que dejarlo en la tercera o cuarta planta subterránea y aquí estaba el problema ¿Tercera o cuarta? Mientras dábamos vueltas entre las plantas Beni saco el tema, aquello que sucedió en nuestras últimas vacaciones y del que no habíamos tenido oportunidad aún de volver a hablar.
-¿Sabes? Me acuerdo mucho de aquella noche en la terraza del apartamento.
-¿Si ? Yo ya casi ni me acordaba.- En ese momento el me miro con cara de pocos amigos. -¡Que es broma tonto! ¿Por qué te crees que te he llamado esta noche? Dijimos que tendríamos que seguir probando cositas ¿No?. Además, me debes una chupadita.
Los dos echamos a reír y el dijo:
-Sí pero es que no quiero que pienses....- Yo sabía perfectamente que es lo que quería hacerme ver, así que le corte.
-Tranquilo esto es solo diversión, no me voy a enamorar de ti. ¡No eres mi tipo!- Le dije en tono divertido.
En ese momento escuchamos el sonido del coche abriéndose, el no dejaba de darle al mando a distancia pasa escuchar por donde estaba si se abría. Estaba al final del todo en una de las zonas más oscuras y apartadas del parking. Parecía que cuando lo aparcamos ya sabíamos lo que pasaría a la vuelta.
Nada más sentarnos en el coche comenzamos a besarnos con una fuerza desmedida, rápidamente su mano fue a mi pantalón desabrochando el botón y bajando la cremallera con una impresionante rapidez. Todo a nuestro alrededor seguía desierto y yo estaba ya muy cachondo así que me baje los pantalones como pude en aquel pequeño habitáculo, dejándole total libertad de acceso a lo que con tanto ansia parecía buscar. El se apresuro a cogérmela mientras seguía comiéndome toda la cara apasionadamente, yo prácticamente me dejaba hacer, el parecía querer dominarme y aquello me estaba gustando.
Mi polla pronto se puso muy dura con sus tocamientos y el empezó a pajearme muy fuerte desde el principio, estaba desatado, su lengua entraba en mi boca hasta lo más profundo mientras su mano subía y bajaba la piel de mi miembro sin ningún miramiento, yo también estaba a tope. Aunque el coche estaba en un sitio muy apartado y oscuro, y además de cara a la pared, aquello no quitaba que alguien nos pudiera ver y eso era algo que aún me ponía más a cien, estaba tan cachondo que una paja ya no sería suficiente así que casi inconscientemente puse mi mano por detrás de su cabeza y empuje hacia abajo, hacia aquello que con tanto brío estaba meneando.
El no opuso ninguna resistencia y pronto noté como su mano se paraba quedando únicamente aguantando por debajo y al instante la humedad del interior de su boca en mi prepucio. Primero saboreó bien esta parte, era la primera vez que él se comía una polla y el sabor pareció gustarle ya que poco a poco, chupando a chupando, fue metiendo cada vez más y más en su interior hasta llegar a más de la mitad, luego su cabeza comenzó a subir y bajar como lo había hecho antes su mano, pero esta vez con mayor parsimonia, produciéndome un placer muchísimo mejor. Notaba sus labios discurrir de un extremo a otro de mi polla, chorrear su saliva desde arriba hasta abajo, notaba incluso el comienzo de su garganta cuando las metidas eran más profundas, aquella era su primera mamada pero al menos no tenía ningún problema por metérsela muy profundo.
Yo miraba hacia debajo viendo su cabeza moverse en todas direcciones y escuchaba el leve sonido de sus chupadas, mientras un fantástico placer recorría toda mi polla extendiéndose por todo mi cuerpo y erizándome la piel.
Estaba ya muy próximo a correrme cuando de repente el ruido de venir de un coche lo detuvo todo unos segundos, el coche paso lejos con un fugaz haz de luz, demasiado lejos para que su conductor pudiera ver algo, incluso para advertir que dentro de aquel coche hubiera alguien. Poco a poco Beni fue pajeándome lentamente de nuevo, me miraba y sonreía consciente del peligro que corríamos allí haciendo aquello, pero tan dispuesto como yo a terminar lo comenzado.
-¿Como lo estoy haciendo?
-Magníficamente.- Le conteste. -Pero no te olvides que tienes lengua y también la puedes usar.- Le apuntille justo mientras volvía a girarse para continuar con lo que había interrumpido aquel inoportuno coche.
Volvió a dejar su mano parada al comienzo de mi tallo para que no perdiera la dirección a su boca y se la introdujo de nuevo pero esta vez lo justo para que mi prepucio desapareciera dentro de él y fue entonces cuando puso en práctica mi recomendación, su lengua empezó a repasar la parte más sensible de mi, tímidamente primero, aunque pronto cogió rapidez a la vez que su cabeza daba pequeños giros lo que potenciaba el placer. Entonces al ver que se estaba decantando por centrarse en aquella parte, algo que me encanta, le cogí la mano que apretaba la base de mi polla y la empuje hacia arriba y hacia abajo, le demostré que podía pajear a la vez que seguía con aquella estupenda chupada. En el momento aprendió la lección y lo deje hacer de nuevo... pero por poco tiempo más.
El máximo placer se me vino enseguida y pensé que correrme sin avisar podría ser demasiado para la primera vez así que tan suavemente como le había bajado la cabeza en un principio se la aparte, el entendió la situación y acelero su mano, alargándola hasta el prepucio en sus subidas, mientras seguía inclinado sobre mis piernas, aunque ya sin chupar. Se me corto la respiración un latigazo de placer recorrió mi espalda haciéndome retorcerme y un fuerte chorro caliente y blanco voló por el coche hasta volver a caer cerca del sitio desde el que había salido.
-Tranquilo, tranquilo.- Le tuve que parar la mano ya que seguía pajeando con la misma intensidad, demasiada ya para ese momento.
-¿Por qué me has apartado? Tú con migo seguiste hasta el final.- Dijo mientras me la seguía acariciando tranquilamente.
-No sé. Era tu primera vez ¡No te hubieras quitado! Pero vamos si quieres todavía me la puedes limpiar.
-Pues sabes que te digo. ¡Que si!
Acto seguido volvió a meterse entre mis piernas. La eyaculación permanecía esparcida por mi ingle, mis huevos y mi propia polla y todo esto fue cuidadosamente repasado por su lengua, pausadamente, poco a poco, recogiendo cada gota de mi leche en su boca pero, a petición mía, sin tragársela. Realmente me estaba sorprendiendo, aquello le gustaba de veras, se le notaba recrearse y disfrutar todo lo que hacía.
Cada cual tenemos nuestras pequeñas perversiones y la de comerme una boca llega de semen, ya sea de otro o el mío propio, es la mía. Así que tan pronto como vi que ya no quedaba ni rastro de semen sobre mí, le cogí suavemente la cara y la traje hasta mi altura metiendo mi lengua dentro de él al instante. La leche acumulada en su boca se desbordó por nuestras caras pasando a mi boca y proporcionándome una auténtica explosión de sabor a hombre. Pasamos unos minutos intercambiando saliva y leche, yo le chupaba la cara para recuperar lo que se escapaba y el hacía lo propio cuando era mi cara la que quedaba manchada y nuestras lenguas se volvían a entrelazar para luego empezar otra vez, así hasta que ya nada de aquel sabor quedo y él, apartándose un poco dijo;
-¡Quiero fallarte!
Cuando llegamos a mi casa yo fui directamente al baño y aproveche para dejar ya toda mi ropa en el cesto de la ropa sucia, así que salí ya totalmente desnudo. El estaba en la cocina poniendo unas copas, en mi casa la cocina está conectada al salón a través de una barra, y cuando me vio aparecer de esa guisa se quedo pasmado.
-Sí que tienes prisa.- Dijo.
-Yo ninguna. Pero ya sabes que me encanta estar desnudo... y ver a hombres desnudos.
-¿Ah sí...?
En ese momento se aproximo al sofá donde yo me había sentado y dejo las dos copas sobre la pequeña mesita que hay frente a este, luego se apartó un poco y comenzó a bailar lentamente al son de una insinuante musiquita que el mismo tarareaba. Poco a poco fue quitándose los botones de la camisa y mostrándome su fabuloso pecho, otro botón y ya pude advertir sus primeros abdominales, los dos últimos y se abrió ante mí completamente ese fantástico torso, tan marcado y firme como la ultima vez, pero ahora aún mejor gracias al fabuloso bronceado que tenia.
Fue contoneándose y acercándose a mí mientras terminaba de despojarse de la camisa, hasta que su entrepierna estuvo a poco más de unos centímetros de mi cara. Me estaba encantando el estriptis así que decidí seguirle el juego, le desabroche el cinturón pero luego me recliné hacia atrás en el sofá dándole pie a que siguiera con el espectáculo. Sonrió y comenzó de nuevo con su sugerente contoneo mientras fue quitándose uno a uno los botones del pantalón, empecé a ver lo que parecían unos suspensores deportivos, una prenda que él suele usar mucho para el gimnasio y que a mí personalmente me pone tremendamente cachondo.
Para los que no sepan lo que es; son una especie de slip pero que por su parte de atrás solo llevan unas bandas a los lados de los glúteos soportando la huevera, dejando el trasero totalmente descubierto.
Yo empezaba a excitarme de nuevo y poco a poco comencé a tocarme mi incipiente miembro mientras él seguía desnudándose ante mí. Se saco el cinturón, luego se giro dándome la espalda y se bajo un poco los pantalones inclinándose hacía delante y poniendo el culo en pompa, un culito magnifico, redondeado, prieto y prácticamente desnudo por la prenda que yo había acertado. En esa postura y con el sinuoso baile que estaba haciendo parecía querer que me lo follara y os puedo asegurar que podría haberlo hecho ya que a esas alturas mi polla ya estaba fuerte y dura de nuevo, pero aguante el ímpetu.
Terminó de quitarse los tejanos de espaldas a mí, a cada movimiento que hacía, endurecía y relajaba músculos de su espectacular cuerpo, me recree todo lo que pude mirando sin tapujos y disfrutando del espectacular modelo que tenía delante mía, luego vino de nuevo hacia mí solo vestido con los suspensores blancos, ya lo había visto muchas veces así en el gimnasio pero la situación era totalmente distinta esta vez, hoy lo veía más bueno que nunca, incluso más guapo que nunca y hoy me la iba a meter... y yo a él, si se dejaba.
Puse mi mano sobre la huevera, estaba caliente y notaba al milímetro su polla hinchándose debajo de la tela, se la menee un poco por encima hasta que el mismo se bajo los suspensores, sin duda porque ya se habían quedado pequeños para albergar a la criatura que crecía en su interior. Su dura polla se mostró recta y dura ante mi cara, le di un par de meneadas a mi boca, no era ese el plan pero no pude resistir chupársela aunque fuera un poco. Me tragué todo lo que pude y sin sacármela de la boca empecé a mover la cabeza en torno a ella y la lengua dentro de mi boca, aquel sabor a hombre volvía a mí. El empezó a hacer movimientos de vaivén metiéndola y sacándola ligeramente, como si me follara la boca y yo acompañaba el movimiento con mi cabeza hasta que en una de esas salió del todo y él se retiro un poco...
-¡Quiero follarte!- Repitió por segunda vez aquella noche, pero esta vez añadió. -Y que me folles.
-En la cama estaremos mejor.- Fue lo que yo le conteste.
Pasamos a mi dormitorio, retiré el cubre-cama y rápidamente me tire boca arriba y con las piernas abiertas al borde de la cama, me aguanté las piernas con las manos para abrir aún más mi agujero. El estaba de pie frente a mí apuntándome con su polla dura y húmeda de mi saliva, parecía estar recreándose.
-¡Venga!, ¡Fóllame ya!
-¡Los estas deseando no cabrón!
-Pues claro que si ¡Métemela ya!- Y se abalanzo sobre mí.
Note su prepucio buscando mi entrada y tal y como la encontró envistió con todas sus fuerzas, los dos pegamos un fuerte grito de dolor y de placer. Su polla me taladro entero, sus duros abdominales chocaron contra mis glúteos sonando como una palmada y me sentí lleno de él, un magnifico escalofrió de placer recorrió todo mi cuerpo. Se quedo unos instantes así antes de comenzar a sacar y meter un poco, tranquilo, mientras mi cuerpo se hacía poco a poco a aquello que le había penetrado, me agarró de la cintura y poco después su verga ya entraba y salía con soltura de mi culo. Fue sacándola cada vez más y más, invistiendo siempre con muchísima fuerza hasta dentro, sin ningún miramiento, suerte que mi trasero no es nuevo en estos embolaos. Yo también estaba a tope, no dejaba de pajearme mientras me follaba.
Los golpes entre los dos seguían sonando muy fuerte, estaba como ido follándome y gimiendo en cada pollazo, me estaba empujando para atrás de los golpes así que me solté las piernas y las uní poniéndolas sobre su torso. Al hacer este movimiento cerré bastante mi agujero y él se retorció y soltó un gemido, casi grito, de placer frenándose un poco, pero acto seguido me cogió las piernas abrazándolas contra él y de nuevo retomó el culeo que hacía que entrara y saliera de mí. Mi culo estaba muy apretado y a su polla le comenzó a faltar lubricación, pero no paro, cada vez le costaba más trabajo salir y entrar hasta que el recorrido se quedo en muy poco, Estaba a punto de correrse.
Ya sus movimientos era prácticamente como espasmos de todo su cuerpo, Yo sentía todo su aparato dentro de mi haciendo aquellos leve gestos. No había notado que se corriera aún pero ya estaba prácticamente parado, pensé que ya había ocurrido pero de repente la saco por completo y fugazmente, como un rallo, se coloco a mi lado encima de la cama de rodillas y poniéndomela en la misma cara. Se pajeaba el prepucio como un poseso y yo automáticamente me la quise meter en la boca, de sobra es sabida mi afición por aquel maravilloso líquido, pero él me paro con la otra mano. -No. En la cara.- Fue todo lo que dijo y al momento cumplió regándome toda la cara.
Cerré los ojos justo cuando un primer disparo impactaba contra mi cachete luego algunas gotas calientes cayeron sobre mi boca y nariz, entonces abrí los ojos. El mantenía los suyos cerrados, mirando al techo, totalmente extasiado mientras aún seguía pajeándose, muy lentamente ya.
-Después de esto creo que ya no voy a querer volver a follarme una mujer.- Dijo sin apartar la mirada de la lámpara.
-Bueno cada cosa tiene su cosa. Además, las mujeres también tienen culo.
-¡Pero no se dejan!
-Bueno hay de todo, pero y tú ¿Te vas a dejar?
-Creo que es lo justo ¿No? Y si me gusta tanto como parece que te ha gustado a ti...
-Pues venga ¡móntate!- Yo seguía meneándomela tranquilamente para que no se me pasara la erección.
-¿Yo encima? Yo es que prefiero a cuatro patas.
-La primera vez es mejor que controles tú la penetración. ¿Te has metido alguna vez el dedo?
-¡Y varios!.
-Ven aquí ¿Sabes lo que es un beso negro?- Mi intención era chuparle un poco el culo para lubricárselo y que dilatara un poco. Yo prefiero no usar lubricante si no es necesario ya que quita mucho placer.
El se levantó y se puso abierto de piernas sobre mi cara dejándome su agujero sobre la boca mientras yo seguía tirado en la cama boca arriba. Su trasero, a pocos milímetros de mi rostro, era espectacular, le agarre las dos nalgas y comencé a acariciárselas, estaban suaves y a la par duras como nunca antes había tocado. Su entradita estaba cerrada, muy prieta, como temerosa y un poco más adelante también veía sus huevos y un miembro que, aunque algo flácido ya, aun colgaba largo y grueso.
Abrir sus nalgas para sumergirme entre ellas y comencé a darle algunos lengüetazos, el no se movía, estaba tranquilo, expectante diría yo, pero poco a poco me fui ganando la confianza de su entrada y esta fue relajándose para dejar pasar a mi lengua. Seguí besando y chupando, mi lengua ya entraba y salía con soltura y conseguí que se me abriera mucho, me alegro comprobar que no tendría problemas para fallármelo. Entonces me chupe bien un dedo y se lo metí, el se estremeció, quizás demasiado pensé, se movió mucho, me extraño hasta que note su lengua sobre mi polla.
Aquel movimiento no fue más que un acomodo, que yo, absorto en lo mío, no había advertido. Ahora estaba inclinado sobre mí a todo lo largo hasta hacer coincidir su boca con mi entrepierna. Me la agarró y, como estaba en un punto intermedio de excitación, se la metió entera en la boca comenzando un divertido juego del gato y el ratón con su lengua. Duró poco ya que de enseguida la sangre lleno de nuevo mi polla. Yo volví a meterle el dedo, un dedo que pronto se quedo pequeño para su culo, se lo chupe un poco más y regrese, esta vez con dos dedos bien mojaditos.
Me la chupaba a ratitos, de vez en cuando, como cuando ataqué con dos dedos por ejemplo, paraba y gemía para luego regresar a chupármela tanto por fuera como metiéndosela en la boca. Yo también seguía chupando a ratos su culo combinando con la metida de dedos que ya habían llegado a ser tres y con cierta holgura. Su polla también estaba ya empalmada de nuevo sobre mi pecho, que es donde quedaba en aquella postura.
Pasados unos minutos con esta especie de sesenta y nueve él, de propia iniciativa, se levantó y dio la vuelta poniéndose en cuclillas sobre mí, listo para ser penetrado.
Me cogió la polla apuntándola directamente a su agujerito y fue agachándose lentamente mientras mi polla iba taladrándolo. Seguía algo estrecho para el grosor de mi polla en su máximo apogeo lo que, pese a la buena lubricación, me producía un placer extremo. Notaba como mi verga se aprisionaba en su interior estirándome la piel al máximo mientras que el permanecía en silencio, con la boca entre abierta, como en un grito silencioso, para sus adentros. De seguro que aquello le estaba doliendo pero no paró hasta que, como en el caso anterior pero al contrario, sus nalgas dieron contra mi cuerpo, confirmación de que le había entrado hasta toda.
Permaneció unos segundos inmóvil en esta posición, sentado sobre mis muslos y con migo dentro del, me miraba mientras me acariciaba el abdomen y el pecho y mientras su cavidad se amoldaba. Poco a poco comenzó a hacer pequeños movimientos de vaivén al compas de las caricias, no de arriba abajo si no de adelante a atrás, como removiéndosela dentro de él, pude notar como su cara iba cambiando, pasando del dolor al placer a la vez que ya si empezó lentamente a sacársela y metérsela.
Yo estaba ya a tope y fui ayudando con culeos a que el ritmo aumentara, en pocos minutos la follada paso a ser brutal, saltaba sobre mí sacándose toda la polla de dentro y caía a plomo para volver a metérsela entera mientras yo levantando y bajando el culo potenciaba la follada, yo tenía todo mi cuerpo en tensión, ráfagas de placer me recorrían desde la cabeza hasta la punta del dedo gordo del pie. El se cogió la polla y comenzó a pajearse muy fuerte centrándose de nuevo sobre su prepucio.
-¡Dios, esto es lo mejor del mundo!- Dijo a gritos
Botaba con una fuerza desmedida, yo veía mi polla saliendo y perdiéndose en su interior a una velocidad asombrosa, el placer era inmenso, estaba aguantando gracias a que aquel no era el primer polvo de la noche pero poco más podría aguantar ya pero menos aguanto él, de pronto noté como cerraba bruscamente su culo haciéndome sacársela del dolor y al mirar su polla vi como alguna gotas blancas se deslizaban por su mano.
Pero yo estaba totalmente ido, quería correrme y quería correrme fallándomelo así que sin darle apenas tiempo para disfrutar de su orgasmo me incorporé haciendo que él callera boca abajo a cuatro patas, le abrí las nalgas y me tire abalancé colándosela de nuevo hasta el fondo. Ahora era yo quien hacia chocar mi abdomen contra su culo haciendo sonar palmadas que se mezclaban con el sonido de nuestros gemidos, el ya casi gritaba, pero me daba igual, yo ya no atendía a razones, solo embestía una y otra vez con toda la fuerza que podía. Mi polla era un bomba de placer concentrado, notaba un indescriptible gusto que me izo doblarme y pararme con mi verga enterrada en el hasta explotar en su interior. Tras unos segundos se la saqué y unas gotas salieron tras de mi resbalándole por su pierna.
Los dos caímos desfallecidos en la cama, estábamos exhaustos, sudados, llenos de semen propio y ajeno. Ni tan si quiera fuimos capaces de soltar palabra alguna hasta la mañana siguiente, cuando despertamos prácticamente en la posición en la que habíamos caído unas horas antes.