La noche de los renegados III - Final

- ¿A dónde iremos? - preguntaba Ali. - Es una sorpresa - le respondió Isabella arreglando un mechón de su cabello detrás de su oreja.

  • ¿Estoy muerta? -

  • No pero casi lo estuviste. Te lanzaste de la terraza del edificio Ali, debes dejar de hacer esas cosas -

  • Y-yo estaba escalando -

  • Escalando por las ventanas, si sigues comportándote así tendremos que encerrarte. ¿Quieres eso? -

  • N-no -

  • Entonces deja de estar haciendo tonterías -

  • ¿Dónde estoy? -

  • Alicia - resoplaba la pelirroja - estas en un hospital para enfermos mentales - dijo mientras acariciaba el cabello de Ali.

  • ¿Qué hacemos aquí Isabella? - Preguntó mientras tomaba su mano, nerviosa - v-vámonos - suplicaba.

  • Otra vez no recuerdas nada - Y su rostro se entristeció - llevas 10 años aquí Ali.

  • No es posible, Isabella, vámonos ya - dijo levántandose de la cama, tomando a la chica pelirroja de la mano y saliendo de la habitación.

  • No Ali, no - Isabella se detuvo, tomandola con fuerza - tu tratamiento aun no termina.

  • ¿Cuál tratamiento? Vámonos, estamos vivas, aprovechemos el tiempo que perdimos - decía muy ilusionada.

Isabella no sabía como explicarle la situación.

  • Vamos a sentarnos, te explicaré todo - y así lo hizo - Ingresaste aquí a los 15 años, eras una adolescente problemática, más de lo normal - pero Ali la interrumpió.

  • No, tu y yo estábamos escalando y caímos - le explicaba desesperada - tu dijiste que me amabas - le decía mientras tomaba sus manos fuertemente - y yo también te amo, nunca lo he sentido, pero se que es así, así se siente - Isabella contenía sus lágrimas.

  • Soy tu enfermera Ali, cuido de ti desde que llegaste, no hemos escalado ni te he dicho que... - Isabella no podía terminar aquella oración.

  • ¿No me amas? - Ali soltó las manos de la pelirroja y daba pasos hacia atrás. Isabella lentamente caminaba hacia ella.

  • Eres mi paciente, debo cuidarte - decía triste.

Y eso era, la razón por la que Ali llegó a detestar a aquella pelirroja, sentía aquel rechazo común y su "debo cuidarte" de siempre. Se vió a si misma saltando de la azotea, desde la terraza de una casa, desde un árbol y la frase de Isabella punzante en su cerebro "Mi debes es cuidarte", "Mi trabajo es cuidar de ti", "Tengo que asegurarme de que estés bien", pero no la amaba.

Ali analizaba la situación, aquellos recuerdos parecían reales, las heridas de los "deportes extremos" las tenía, cada cicatriz, pero si llevaba 10 años allí ¿Cómo pudo haberlos realizado?

  • ¿Estás bien? - le preguntó Isabella.

  • S-si... No - Ali puso sus manos sobre su cabeza - debes responderme muchas preguntas - agregó sentandose al borde de la cama - 10 años - resopló - ¿estoy loca? - preguntó.

  • Un poco, si - dijo riendo, mientras Ali permanecía seria - has tenido muchas alucinaciones, estuve a tu lado desde el inicio - le dijo - desde que cruzaste la puerta supe que debía cuidarte.

  • Estoy loca - repitió Ali.

  • Vives en un mundo que es tuyo y eso es maravilloso, solo detesto cuando te haces daño -

  • ¿Qué paso la última vez? - preguntó Ali con su mirada perdida en la ventana.

  • Escalaste la fachada del hospital a medianoche - dijo en un tono frío.

  • ¿Sola? - con su mirada aun en la ventana.

  • Al principio - le respondió Isabella.

  • ¿Por qué subiste conmigo? - esta vez la miró a los ojos.

  • Tu me pediste que te acompañara - le dijo - te alteraste mucho porque me negué y dos compañeros vinieron a sedarte - agregó - a medianoche mientras hacía mi guardia te vi subir y fui a buscarte.

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3 días antes.

  • ¡Ali baja de una vez! -

  • ¡Alicia! -

Ali no estaba consciente de aquella locura. Isabella subía, desesperada.

  • Ali por favor, detente - la luna iluminaba las lágrimas de aquella pelirroja - te amo - aquellas palabras hicieron efecto en la chica de arriba, haciendo que cayera sobre la grama, llevando a Isabella también.

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  • No despertaste hasta ahora - dijo la pelirroja - tres días insconsciente - agregó - dormilona -

  • Tu cabello es rojo - dijo Ali e Isabella sonrió, recordando el primer día.

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10 años antes.

  • Vendrá una nueva paciente a las 12, necesito que la atiendas - le decía el director del hospital a la nueva enfermera, mientras le entregaba unas planillas y un expediente y ella solo asentía.

Minutos después las puertas del viejo hospital se abrieron de par en par dejando ver la silueta de una joven con la mirada perdida. Isabella caminó directo hacia los padres que acompañaban a la chica.

  • Buenas tardes, ustedes deben ser el sr. y sra. Ziani - dijo mirando las planillas que hace un momento el director le había entregado - y esta joven debe ser Alicia - agregó mirando a la muchacha con dulzura.

  • Tu cabello es rojo - soltó aquella chica, mirando con los ojos brillosos a Isabella.

  • Así es - dijo mientras reía.

Ali levantó su mano, pidiendo permiso con la mirada para tocar el cabello de Isabella y ésta asintió. Mientras la chica jugaba con el cabello de la enfermera, ésta revisaba el expediente. Enfermedad: esquizofrenia.

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  • ¿Quieres ir a dar una vuelta por el jardin? - preguntó Isabella notando como la mirada de Ali empezaba a perderse - te hará bien.

Alicia pestañeó varias veces, mirando a su alrededor - claro - respondió.

Salieron de la habitación a un pasillo lleno de puertas, al salir entraron a una enorme sala, con grandes ventanales y muchas personas que iban y venían. Alicia se aferró al brazo de su enfermera.

  • Tranquila - le dijo a Ali.

  • ¡HOLA ALICIA! - un hombre rubio, musculoso de un salto se paró frente a Ali e Isabella - soy un avión - y se alejó agitando los brazos, imitando a un avión. Alicia asustada se quedó aferrada del brazo de Isabella, tapando parte de su rostro detrás del hombro izquierdo de la pelirroja.

Muchos enfermeros cuidaban de dos o tres pacientes cada uno, otros miraban desde lejos que todo estuviera en orden.

  • ¡Rodrigo, deja de halarle el cabello a Lu! - decía Isabella mientras caminaba hacia la salida y el señor con actitud infantil se alejó frunciendo su ceño hacia una de las ventanas a la vez que cruzaba los brazos como un niño pequeño.

Al salir al jardin, estaba la fuente y los banquitos alrededor. Las chicas se sentaron, mirando el paisaje.

  • ¿No eres mi novia? - preguntó Ali subiendo sus piernas al banco, abrazando sus rodillas.

  • No Ali, soy tu enfermera - le respondió Isabella mirando como Ali bajaba su mirada al suelo, triste.

  • ¿ Y quieres ser mi novia? - le preguntó aun con la mirada en el suelo.

  • No puedo ser tu novia - le dijo.

  • No puedes, pero ¿quieres? - le volvió a preguntar - ¿Es porque estoy loca? - añadió - ¿No me amas porque estoy loca?

Isabella tomó sus manos - Eres la chica mas dulce y sincera que he conocido - le dijo - pero, ser tu novia significa brindarte muchas cosas que aquí no puedo, me despedirían y entonces ya no estaría cerca de ti.

  • ¿Qué cosas? ¿Qué hacen los novios? - preguntó Ali, curiosa.

Isabella sonrió.

  • ¿Me rechazarás de nuevo? - volvió a preguntar.

  • Ali - suspiró - esto es muy difícil para mi, nuestra situación no es la mejor - añadió - promete que no harás más tonterías.

  • Contigo... - empezó a confesar - siento esto tranquilo - señalando su pecho - y esto - señalando su frente - siente paz.

Isabella suspiró.

  • Estoy notando que mi cabeza esta mal - dijo - tu estas aquí conmigo ¿esto si es real? - preguntó.

  • Si - respondió analizando a la chica - ¿Estás consciente de lo que pasa? - preguntó confundida.

  • Por supuesto - le respondió - me gustas y no podemos estar juntas porque se supone que estoy enferma.

  • Pues eso es un gran avance - dijo alegre la pelirroja - en un rato te llevaré con el doctor y si continuas así, podrás salir pronto.

  • ¿Vendrás conmigo? - le preguntó Ali.

  • Por supuesto - respondió sonriendole.

  • ¿Y seremos novias? -

  • Lo pensaré - le respondió la pelirroja mientras le guiñaba el ojo, a lo que Ali respondió con un leve sonrojo en su rostro - vamos - dijo ofreciendole su mano.

Cruzaron el jardin tomadas de la mano, directo al consultorio. Isabella llamó a la puerta y con el permiso de un "adelante" que venía de la habitación, entraron.

  • Señorita Isabella ¿A qué debo su visita? - preguntó el amable doctor, con la típica bata blanca, que la miraba por encima de las gafas.

  • He notado ciertas mejoras en mi paciente - le respondió Isabella.

  • A ver, Alicia Ziani - leyó de un expediente - esquizofrenia - levantó la mirada hacia Ali - no pareciera - agregó mirando a Isabella - ¿Ha tenido alguna alucinación últimamente?.

  • Hace tres días, escaló la entrada del hospital, decía que escalaba una montaña -

  • Cierto, lo recuerdo - dijo volviendo su mirada a Ali - ¿Cómo te has sentido? - le preguntó.

  • Adolorida - dijo riendo - prometí no hacer mas tonterías - mientras miraba a Isabella.

  • Eso me parece muy bien. Ahora, te haré unas pruebas, Isabella espera afuera por favor - dijo el doctor mientras se levantaba de la silla y caminaba hacia un estante.

  • No te vayas - suplicó Ali mientras veia levantarse a Isabella.

  • Solo será un momento Ali, estaré sentada afuera, no me iré sin ti - dijo dandole un tierno beso en la frente y acariciando su mejilla.

Ali se notaba nerviosa, no le gustaba estar lejos de ella, pero pensó en la frase de su pelirroja "solo sería un momento".

Isabella se sentó en una sala de espera improvisada que estaba fuera del consultorio, cruzó sus piernas mientras miraba pasar la tarde. La única razón que la mantenía en ese lugar eran sus pacientes y con eso me refiero a su única paciente. Había estado con Ali desde el primer día y no había aceptado a nadie más, debido a los constantes problemas con ella, necesitaba atención especial e Isabella era la única que se llevaba bien con ella y a quien Ali adoraba con el alma, solo obedecía a lo que Isabella decía y cuando no estaba la chica, Ali cometía alguna locura. ¿Qué pasaría luego? ¿Se quedaría toda la vida al lado de ella en ese hospital? Un ruido que provenía del consultorio la sacó de sus pensamientos. Isabella entró rápido y vió las sillas tiradas, el escritorio donde hace un momento el doctor estaba, se encontraba patas arriba.

  • ¡Ali! - gritó Isabella. Alicia se encontraba en una esquina golpeando la pared con fuerza.

  • Buscaré los sedantes - jadeaba el doctor revisando una gaveta.

  • No hace falta - decía Isabella mientras tomaba a Ali de los hombros - hey hey, mirame, estoy aquí, Ali... mirame - la sostenía de su cara con fuerza para que no se moviera mientras le hablaba. Ali con la mirada perdida y la respiración agitada, poco a poco iba calmandose.

  • Alicia - le decía la pelirroja al oído mientras la abrazaba - vuelve, regresa conmigo - le susurraba - no voy a dejarte más, te lo prometo - sintió los brazos de la chica apretar su espalda - vuelve, vuelve.

  • Perdóname - le dijo Ali mientras empezaba a llorar - lo hice otra vez - sollozaba al darse cuenta del desastre que había dejado.

  • No es tu culpa Ali, no es tu culpa lo que te está pasando - le decía.

  • ¿Cómo es posible? - preguntaba el doctor.

  • Años de práctica - le respondió Isabella - debo llevarmela, lamento mucho el desorden - y salió rápidamente de aquella habitación con Ali aferrada a ella.

  • ¿A dónde vamos? - preguntó Ali al notar que pasaban el jardin y se alejaban del hospital.

  • Te llevaré a un sitio que va a gustarte - le respondió Isabella.

Caminaron entre árboles dispersos que se iban juntando cada vez más. llegaron a un lago que hacia de frontera hacia un bosque.

  • Quiero decirte algo - dijo Isabella rompiendo el silencio - tu enfermedad nunca ha sido impedimento... - se detuvo un momento tomando aire - para lo que ha nacido en mi corazón por ti, durante estos años - Ali miraba el lago y al escuchar las palabras de Isabella, giró a verla - justo ahora no podemos ser lo que queremos - tomó las manos de Ali entre las suyas - pero te prometo esperar el tiempo que sea necesario - besó sus manos muy suavemente, sin dejar de mirar a Ali - saldremos juntas de aquí.

  • Tu podrías ser la cura de mi enfermedad - dijo Ali sonriendo - y ya no quiero estar aquí - dijo acercandose al oído de la pelirroja - podría estar aquí - señalando su pecho.

  • Eres una dulzura - dijo Isabella abrazandola - no entiendo como pude guardarme todo esto tanto tiempo - estuvieron un rato abrazadas, hasta que el sol empezó a ocultarse - es hora de volver.

Al llegar al pasillo del hospital donde estaba la habitación de Ali, se encontraron con el director.

  • Me gustaría que cuando dejaras a la señorita Ziani en su habitación, pasaras a mi oficina, por favor - dijo aquel hombre, siguiendo su camino, sin dejar que Isabella respondiera.

  • No tardes - dijo Ali al cruzar la puerta.

  • Pasaré a despedirme, no te preocupes - dijo Isabella sonriendole.

  • ¿No dormirás aquí? -

  • No puedo hacer eso Ali -

  • ¿Podrías quedarte hasta que me duerma? -

  • Claro, ya regreso - dijo dándole un beso en la frente y saliendo.

Caminó por el pasillo, hacia la sala, cruzando hacia otro pasillo donde solo se encontraba la oficina del director. Llamó a la puerta y pasó.

  • ¿Cómo está Alicia? - preguntó el director.

  • Ha mejorado muchisimo, los ataques han disminuido y suele estar consciente la mayor parte del día - respondió Isabella emocionada.

  • Me comentaron del accidente con el doctor - dijo revisando unos papeles.

  • Se alteró porque no estaba a su lado - le dijo.

  • Tu cercanía con la paciente está sobrepasando los límites, lo sabes - le dijo el hombre, mirando por encima de las gafas.

  • La ayudo lo más que puedo, señor -

  • Y eso está muy bien... - el director dejó los papeles sobre el escritorio y se recostó en la silla, quitandose las gafas - necesitamos que la señorita Ziani se vaya, lleva mucho tiempo aquí y ha ocasionado más problemas de los necesarios - decía mientras se frotaba los ojos - he accedido a hacerle una terapia de electro choque mañana temprano.

  • ¡NO! - Isabella se levantó de la silla enojada.

  • No podemos tenerla aquí -

  • En ese caso, se quedará conmigo, no permitiré que la dejen como un vegetal -

  • La orden está firmada - dijo - retírate y ni se te ocurra hacer alguna locura o podría costarte tu trabajo aquí.

Las palabras estaban dichas, Isabella no dijo nada más, sabía exactamente lo que tenía que hacer. Salió caminando de aquella oficina y al cruzar el final del pasillo, empezó a correr hacia donde estaba Ali. Al llegar a la puerta de la habitación, se detuvo e intentó calmar su respiración.

  • ¿Sigues despierta? - preguntó al entrar.

  • Sí - respondió sonriendo mientras entrecruzaba sus piernas sentada sobre la cama.

  • Necesito que prestes atención a lo que voy a decirte ¿esta bien? - decía con dulzura la pelirroja, mientras Ali asentía - mañana muy temprano debes estar despierta, prepara tus cosas, vendré cuando el sol esté saliendo ¿de acuerdo? - le explicaba.

  • ¿A dónde iremos? - preguntaba Ali.

  • Es una sorpresa - le respondió Isabella arreglando un mechón de su cabello detrás de su oreja.

Ali se quedó dormida en los brazos de Isabella, quien no dejaba de pensar en su plan para llevarsela lejos de allí. Con mucho cuidado a medianoche se levantó y se dirigió a la sala donde se quedaban los enfermeros de guardia. Habló con dos de ellos, con quienes tenía mucha confianza, les comentó su plan.

  • Sí que te gusta esa chica - decía un fortachón - te ayudaré, así me cueste el trabajo.

  • Igual yo - decía otro enfermero - mañana será nuestra renuncia - agregó, riendose los tres.

Esa noche no durmieron ninguno de los tres, consiguieron las llaves de una camioneta del hospital y prepararon su ruta de escape. Además de Ali, sacarían a dos pacientes más, familiares de los amigos de Isabella.

  • No puedo creer lo nefasto que es el director - decía uno - aplicarles electro choque a los pacientes, aunque creo que no sería la primera vez - añadió - creo que también han hecho lobotomías.

  • Es una locura - decía el fortachón - al salir deberíamos denunciarlo.

  • Estoy de acuerdo - agregó Isabella - ¿Qué fue eso? - el ruido de unos pasos hizo que los tres se pusieran alertas.

Se asomaron a la puerta, viendo a tres hombres vestidos de blanco, seguidos del director, se dirigían al pasillo donde estaban los pacientes.

  • No puede ser, ya van a buscarla - susurraba Isabella - debemos apurarnos.

Salieron corriendo detrás de los tres hombres, el director ya no estaba. Vieron como sacaban a Ali aun somnolienta y la acostaban en una camilla.

  • Tendremos que usar la fuerza bruta - dijo el enfermero fortachón, seguido de las miradas sorprendidas de Isabella y el otro chico. Lo vieron correr directo a uno de ellos, dándole con el codo en la nuca, dejándolo desmayado. Tras aquella escena los otros dos hombres se fueron encima del enfermero, el otro enfermero corrió como un rayo en su ayuda. En menos de 5 minutos, los tres hombres estaban en el suelo, Isabella tomó la camilla y la llevó al estacionamiento lo más sigilosa que pudo.

  • Saldremos de aquí pronto - Ali aun seguía somnolienta, la sentó en el asiento de adelante y le abrochó el cinturón de seguridad, seguido de un beso en la mitad de su boca. Cuando se disponía a buscar a sus compañeros notó que ya estos venían corriendo hacia la camioneta.

  • ¡Rápido, llamaron a la policia, enciende la camioneta! - Gritaban entre carcajadas, con una paciente en el hombro cada uno. Isabella reía nerviosa y entró en el auto. Se subieron todos y arrancaron. Salieron escuchando las sirenas de la polícia acercarse.

  • Es nuestro fin - dijo uno.

  • Me tomé la libertad de conseguir los papeles del electro choque y efectivamente, habían alrededor de 50 y un montón de ordenes para lobotomías, las dejé a disposición de cualquiera que se acercara a la escena del crimen - dijo sonriendo Isabella - no nos buscarán cuando sepan la razón por la que huimos.

Isabella sintió una presión en su mano derecha y notó una mano apretando la suya, Ali se encontraba mirandola con su cabeza recostada del asiento y sonriendo - ¿Ahora si somos novias? - preguntó.

  • Ahora si somos novias - le respondió Isabella devolviendole la sonrisa - y libres.

  • Ya no más renegadas - añadió Ali, volviendo su mirada a la carretera - ya no más.

Fin.