La noche de las estrellas fugaces

Los oigo gemir, jadear. El colchón, la cama, la habitación, todo se queja del sobreesfuerzo que generan las embestidas de Ernesto sobre Isabel. No se reprimen en absoluto. Deberían acordarse de que todas las ventanas están abiertas y que los vecinos pueden oírlos...

Esta narración está dedicada en primer lugar a mi esposa ya que sin su curiosidad y determinación no hubiera habido nada que contar. Además me siento en deuda con las treinta y dos personas que escribieron a misupa696@hotmail.com contestando al anuncio que publiqué en una web de contactos solicitando un caballero con clase y dotes de seductor para mi mujer. Como solo hubo un ganador a los restantes treinta y uno les doy las gracias por su interés y aquí tienen la oportunidad de saber en que acabó la cosa.

Miguel Ysu

Preámbulo de Isabel:

Antes de que mi marido publicase este relato me lo dejó leer y le puse como condición para aceptar su difusión que me tenía que dejar escribir el prefacio y el epílogo de los cuales no tenía que variarme nada. Como pueden ver ha accedido.

Puesto que él no lo menciona diré que somos un matrimonio normal, ya en la cincuentena, con más de veinte y cinco años de convivencia en general buena, con sus altibajos, de la que han nacido tres hijos ya independizados. Vivimos en un bonito chalet con piscina situado en algún lugar de la isla de Mallorca.

Los dos somos profesionales, yo, Maria Isabel, de la rama sanitaria y él, Miguel, de la empresarial, aunque con el nacimiento de los chicos y la buena marcha de la carrera de mi marido cogí excedencia ya indefinida.

Miguel trabaja para la administración pública habiendo ocupado diversos cargos cada vez de mayor responsabilidad ocupando actualmente el nivel de gerente en una empresa pública. Esto nos ha llevado a una estabilidad económica que nos permite disfrutar de algunos lujos.

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En algún lugar de este relato Miguel dice de mí que me parezco a Michelle Pfeifer. Esta claro que exagera pero ya que para describirme me compara con una estrella de cine en justa reciprocidad diré de él que tiene un cierto parecido con Dani de Vito, similar estructura facial, la misma calva , pero, eso sí, al menos tiene un palmo más de estatura.

Es adorable aunque en el plano sexual siempre ha tenido gustos extravagantes. Para él parece que solo existe el sexo oral, todo el día detrás de que se la chupe o que le deje pasar su lengua por mi sexo pero estas variantes sexuales a mí, francamente, siempre me ha resultado repulsivas. Cuando accedo a hacerle una felación siempre termino retirándome porque la "baba" que segrega su miembro me provoca arcadas. Por otra parte cuando mete su cabeza entre mis piernas reconozco que siento sensaciones muy placenteras pero al mismo tiempo me provoca repugnancia. No entiendo que clase de placer le puede provocar el meter su boca y lengua en mi sexo. El dice que soy muy reprimida a consecuencia de mi educación en un colegio de monjas en la época franquista. El resultado es que los escarceos orales siempre son breves y frustrantes para los dos.

También es muy aficionado al porno y cuando se conecta a Internet siempre termina visitando lugares de sexo. Cuando éramos más jóvenes era muy celoso así que quedé muy sorprendida al ver que había desarrollado una parafilia de tipo troilista de la que es justo reconocer que me aproveché. Jamás tuve la más mínima intención de serle infiel pero cuando él mismo me sirvió en bandeja la oportunidad de acostarme con un hombre que , siguiendo los símiles cinematográficos, era el doble de George Clooney y que además resultó ser muy simpático y seductor... ¿Qué podía hacer yo?....

En fin, os dejo con el relato de Miguel. Nos vemos al final del mismo. Chao, besos.

La noche de las estrellas fugaces

Son las tres de la madrugada del trece de Agosto del 2002 y hace mucho calor. La humedad, habitual en una isla como Mallorca, la hace bochornosa. La ropa se pega al cuerpo y el sudor resbala por toda la piel. Es la noche en que cada año se pueden ver multitud de estrellas fugaces. Son las llamadas Perseidas y dicen los entendidos que son restos de la cola de un cometa. Pero en esta ocasión no estoy disfrutándolas...

Me encuentro en el distribuidor del primer piso de mi chalet, con la espalda adosada a la pared junto a la puerta de la habitación de invitados, a punto de ver como mi mujer recibe sobre su desnudo cuerpo una copiosa lluvia de estrellas viscosas y blancas eyectadas por el pene de mi amigo Ernesto. Los oigo gemir, jadear. El colchón, la cama, la habitación, todo se queja del sobreesfuerzo que generan las embestidas de Ernesto sobre Isabel. No se reprimen en absoluto. Deberían acordarse de que todas las ventanas están abiertas y que los vecinos pueden oírlos.

Antes de girarme para verlos y confirmar sin lugar a dudas la evidencia de mis cuernos no puedo evitar el volver a rememorar como y porqué hemos llegado hasta aquí.., de que manera una primera fantasía se va tornando cada vez más poderosa hasta convertirse en una obsesión que te subyuga todas las horas del día, tiene vida propia y te domina. Termina transformándose en el objetivo de tu vida y tienes que realizarla sean cuales sean las consecuencias.

La primera vez que se presenta te resulta muy satisfactoria. Suele ser un día que estás haciendo el amor de forma rutinaria con tu mujer. Ves que te está costando algo más de lo habitual alcanzar el orgasmo, la polla está morcillona y las fantasías habituales no parece que estén funcionando. Entonces surge esa primera vez sin apercibirte de que te va a atrapar sin remedio. Estás con tu mujer y en la pared de la habitación hay un agujero justo a la altura adecuada por la que asoma el pene de otro hombre. Inevitablemente es bastante más largo, grueso y duro que el tuyo y está enfundado en un preservativo. La presencia del condón es muy importante la primera vez ya que tú no puedes consentir que otra polla distinta a la tuya toque la delicada vulva de tu mujer y mezcle con ella todos sus fluidos. Con el condón puesto es como si simplemente fuese un consolador con vida propia. Ella , mientras te masturba, apoya su culo contra la pared introduciéndose ese magnífico pollón en todo su coño. El anónimo individuo que hay al otro lado de la pared se la folla. Ella se agacha para mejor recibir ese regalo e inevitablemente se mete tu rabo en la boca y te lo chupa como nunca lo ha hecho en los más de veinte años que lleváis juntos. Y entonces te vienes, es una corrida muy buena, ¿qué ha pasado? el polvo rutinario ha devenido en extraordinario. Ya estás atrapado. A partir de ese día la fantasía va cambiando lenta pero inexorablemente y en algún momento deja de existir la pared.

La gran polla ya está en la cama y su anónimo propietario está debajo de la sábana. Sigues sin ver su cuerpo , solo lo que asoma por el agujero que tiene la tela. Ella está encima follándosela, sube y baja mientras te la chupa. Esto funciona muy bien proporcionándote gratificantes momentos de placer. En otras ocasiones te pones detrás y se la metes por el culo. Ese culo que en el mundo real permanece virginal y al que nunca te ha dejado acceder. Quizás en alguna ocasión es el gran pollón el que entra por detrás y ella se deja reclinar su espalda sobre el pecho de él ofreciéndote su coño. Tu se la metes y a través de la delgada pared que separa el recto de la vagina notas perfectamente la presencia de la otra polla, sus movimientos, es como si se frotase directamente con la tuya y de repente, sin saber como, de la sábana surgen unos brazos que abrazan a tu mujer. Sus manos le cojen las tetas, las estrujan y las dirigen hacia tu boca , tu le lames los pezones. En otra ocasión y en esa misma postura le estás comiendo el coño mientras su culo es penetrado salvajemente. Por la postura es inevitable que en algunas ocasiones ese pene anónimo roce con tu barbilla.

Y hay un día en que llega el momento de las presentaciones. La sábana protectora de tu dignidad de marido ha desaparecido. El cuerpo del anónimo propietario del pene que tanto gusto da a tu mujer ha tomado forma y quizás sea un conocido. En mi caso es un extraño del que incluso diría que no tiene rostro. Y como ya estáis presentados lo tabús se van a la mierda. El condón ha desaparecido. Ese tío folla con tu mujer a pelo, le llena el coño de leche, le embadurna la boca con sus fluidos. Se refocilan en todas las posturas y tu participación cada vez se torna mas contemplativa. Empieza a ser habitual que tengas que masturbarte mientras ellos se entregan a un total desenfreno en todas las posturas imaginables. No sabes como pero has sido expulsado. Sigues formando parte pero como simple mirón.

Ese día ya estás preparado para acometer la misión más importante de tu vida. Te has convertido en un nuevo Neo. Tienes la sagrada obligación de rescatar a tu mujer y a su amante de ese Matrix en el que están inmersos y traerlos a la vida real. Es una misión muy peligrosa y de resultado muy incierto. Existe un alto riesgo de perder a tu mujer. El circulo se ha cerrado y tu vida ya no volverá nunca más a ser lo que fue.

La primera carta

En primer lugar necesitas información, tienes que documentarte. Tus visitas a la red tienen como objetivo descubrir ese reducto oculto de tu particular Matrix. Te enteras de que ya está localizado y que antes que tú otros muchos maridos lo han intentado. Todos conforman una comunidad llamada Troilismo. Lees multitud de relatos de otros troilistas pero dudas de la realidad de los mismos. Invariablemente la polla del amante de la esposa siempre es mucho más grande que la del marido. ¿Porqué?. Si esas historias fueran reales estadísticamente deberían haber pollas grandes y pequeñas, giradas a izquierdas y a derechas, curvadas hacia arriba y hacia abajo, sin embargo todas sin excepción son más larga y gordas. Perfectas , inhiestas, no se cansan , siempre erectas y dispuestas para varios polvos seguidos sin sacarla.

Además de eso la mayoría de las esposas no tiene ningún problema en acceder en cuanto se les propone. ¿Es esto creíble?. Desde luego en mi caso no. Yo no podía decirle a mi mujer "Isabelita, prepárate que voy a traer un tio para que te folle delante de mí" – "oh! Si mi amor , traelo". ¡Amos anda!. En el mundo virtual puede que funcione pero en el real no.

Durante mucho tiempo seguí investigando por la red. Visitaba comunidades de liberados, estudiaba sus formas de contactar, sus relatos aunque no me fiaba en absoluto de su realidad.

Mi plan se fue perfilando. Tendría dos frentes. Primero tenía que conseguir que ella se fuese involucrando sin ser consciente de que yo la estaba manipulando y luego tenía que conseguir un hombre adecuado.

La primera parte del plan era despertar su curiosidad, darle una nueva emoción a su vida inventándole un admirador secreto. Decidí enviarle un ramo de flores junto con una carta anónima. En el escrito y de una forma muy romántica me identificaba como un enamorado admirador secreto, le declaraba mi admiración y el deseo que tenía de estar con ella. Le confesaba que siempre que la veía mi corazón palpitaba y que sería el hombre más feliz del mundo si algún día ella accedía a verme. También le recomendaba que si "su marido" le preguntaba por las flores le dijese que las había comprado ella y que le ocultase la carta.

Fui a una floristería y encargué un hermoso ramo de rosas rojas con el ruego de llevarlo ese mismo día junto con el sobre que les entregué.

Cuando por la noche, tras finalizar mi jornada laboral, regresé a casa Isabel me recibió con una sonrisa.

-¿Has sido tú?

-¿Yo? ¿qué se supone que he hecho?

-Venga no te hagas el tonto. Estoy segura que has sido tú

-No se de que me hablas. – Yo impasible y serio - ¿Qué ha pasado?

La sonrisa inicial de María Isabel fue desapareciendo

-Pasa a la cocina y lo verás

Entré y en medio de la mesa estaban las flores. Realmente era un ramo precioso . Yo disimulaba como si no me hubiese fijado en ellas.

-¿Qué tengo que ver? ¡vaya , compraste flores!.

-Pensé que me las habías enviado tú.

-Pues no- mentí- yo no he sido.

-Pues mira que carta venía ... – y me alargó el sobre.

Saqué la carta y la leí esforzándome para poner cara de poker . Ella me observaba.

-¡Joder Isa...! – exclamé al terminar la supuesta lectura. Creo que mi interpretación debió serle muy convincente porque Isabel, ya totalmente seria, dijo sentirse muy preocupada por la existencia de un chalado que la pudiese acosar. Intente tranquilizarla haciéndole ver que sin duda se trataba de alguien conocido o del vecindario que de verla se había prendado de ella. Además debía sentirse contenta de que a su edad todavía despertase esas pasiones y seguro que la cosa no pasaría de ahí. Le dije que sería una tontería desaprovechar tan hermosas flores y que mejor las ponía en un jarrón con agua para que no se marchitasen.

La busqueda .

Esa misma noche puse en marcha la segunda parte del plan. En una web de contactos puse un anuncio solicitando un caballero de mucha clase y dotes de seducción para mi mujer. En los siguientes días me llovieron las ofertas. De hecho he seguído recibiendo contestaciones hasta varios meses después. A todos les respondí explicándoles mis dificultades para satisfacer adecuadamente a mi esposa por lo que hacía mucho tiempo que no había disfrutado de un sexo decente. Les advertía de que mi mujer no estaba enterada del asunto pero que si seguían mi plan y tenían dotes de seductor quizás pudieran conseguirla . Aproximadamente la mitad volvió a escribir declarando sus deseos de intentarlo aunque la mayoría eran chicos jóvenes que no tenían ninguna posibilidad de éxito

Y fue entonces, ya casi a finales de Julio cuando recibí el primer email de él. Increíble pero cierto. Era Ernesto. Firmaba con su nombre real y además adjuntaba una foto normal.

Quedé bastante turbado, no me había planteado que algún conocido pudiese responder a mi anuncio. Como es natural yo había firmado mi solicitud con seudónimo por lo que Ernesto no podía imaginarse quién estaba detrás de aquello.

A Ernesto le conocía desde hacia unos ocho meses. Era el ingeniero responsable de una empresa que contratada por la mía estaba trabajando en la ejecución de un proyecto muy importante para la comunidad. Su empresa realizaba y ejecutaba proyectos por todo el mundo. Tenía unos cuarenta y pocos años y era ese tipo de hombres que además de una buena imagen tiene una personalidad arrolladora. Con esto ya bastaba para pensar en él como un candidato perfecto pero lo mejor de todo es que su estancia en Mallorca estaba a punto de finalizar. De hecho ya estábamos realizando los trabajos de revisión y aceptación de las obras. Según me había dicho el 15 de Agosto iría a Barcelona para estar unos días con su mujer y luego partía hacia Sudáfrica donde tendría que permanecer no menos de seis meses si todo iba bien. Y probablemente nunca volveríamos a vernos. Esto eliminaba cualquier riesgo de encaprichamiento emocional.

Segunda carta

Decidí que Ernesto era la persona más adecuada para que mi plan tuviera éxito. Había llegado el momento de que el admirador secreto diera otro paso. Las siguientes dos horas me las pasé confeccionando la nota que recibiría mi esposa al día siguiente. En ella el admirador secreto le desvelaba quién era. Le decía que dirigía una empresa que estaba trabajando para la de su marido. Que la había visto en varias ocasiones y había quedado prendado de ella pero que no hubiera hecho nada de no haber sido por una conversación con su marido que derivó al tema sexual y en la que hablando de fantasías este le había confesado que la que más le excitaba era imaginarse un trío con su mujer y otro hombre. Que por favor no se sintiese mal ni mostrase la nota a su marido ya que este se podía molestar mucho y sería una lastima que se peleasen ahora que el proyecto conjunto estaba finalizando.

Para rematar le decía que si no le decía nada a su marido en pocos días podría comprobar que todo lo que decía era verdad porque su marido llegaría a casa con unas invitaciones para cenar en el restaurante espectáculo del Casino y que allí se conocerían. Que obviamente él se las daría a su marido como despedida y que una vez allí ella misma decidiera si quería conocerlo más íntimamente o simplemente ignorarle..

Al día siguiente y al salir hacia el trabajo dejé la carta en el buzón de nuestro piso para que mi mujer la encontrase al salir de casa. Me sentía presa de una gran excitación pensando cual pudiera ser la reacción de mi mujer. ¿Me ocultaría la carta como le pedía el "admirador"? Si me la ocultaba significaba que podía seguir adelante. Si me la enseñaba difícilmente podría continuar. Todo el día me lo pase dándole vueltas al asunto por las implicaciones que podía tener. Vi a Ernesto en un par de ocasiones como casi todos los días desde que trabajábamos juntos pero todavía no le quise decir nada. Quería ver primero cual era la reacción de mi mujer.

Cuando ya de noche regresé a casa me recibió normalmente. Cenamos y nos pusimos a ver una película en la tele. Me dí cuenta de que la carta asomaba levemente del cojín donde ella apoyaba parte del cuerpo y que en algún momento acercaba la mano a ella como si la fuera a coger para enseñármela. Me resultaba muy evidente que estaba indecisa sobre qué hacer. En un corte publicitario me preguntó que como me había ido el trabajo, que empresas trabajaban en el proyecto y cuando lo finalizábamos. Le comenté todo con el máximo de naturalidad que pude fingir. Finalmente nos fuimos a dormir sin que me dijese nada de la carta. Esa noche tarde mucho en conciliar el sueño debido a la gran excitación que tenía. ¡Mi plan tenía visos de llegar a buen puerto!.

Al levantarme y antes de ir al trabajo envié un email a Ernesto en contestación a su oferta. Quería que lo leyera esa misma mañana cuando revisase los correos. Todavía no le revelaba mi identidad pero le citaba a la hora del almuerzo en un restaurante que "casualmente" quedaba cerca del lugar en el que yo sabía que él estaría ese día. Para darle naturalidad al asunto le pedí que para identificarlo llevase consigo un libro.

A la hora de comer me dirigí al restaurante y allí estaba él con el libro encima de la mesa al lado del teléfono móvil. Presa de un creciente nerviosismo fui hacia donde estaba y me senté en la mesa. Muy sorprendido me dijo

-¡Hombre Miguel! Que casualidad. Por favor no te ofendas pero es que estoy esperando a una persona y si me ve acompañado no se acercará....

-Por eso no te preocupes. La persona que esperas ya ha llegado

-¿Cómo...?-entones se dio cuenta- ¿Tu?... ¿Tu y tu mujer...?- Sonrió y me estrecho la mano – ¡El mundo es un pañuelo!.

Le conté el plan , las cartas del admirador y lo que tenía pensado. En la discusión me planteo y acepté una ligera modificación. En esencia se trataba de que él viniera primero a nuestra casa con la excusa de traer unos planos muy urgentes que yo tenía que cotejar . Así podría conocer a mi mujer y platicar con ella mientras yo en mi despacho revisaba la documentación. Un par de días después me entregaría unas invitaciones para cenar en el restaurante espectáculo del Casino . Allí nos volveríamos a encontrar y después...

La primera parte se cumplió perfectamente. Vino a casa y estuvo charlando con Isabel el tiempo que en teoría yo revisaba los planos. Por supuesto lo que yo hacía era permanecer expectante tras la puerta intentando no perder el hilo de la conversación. Esta se desarrolló por el terreno de lo intrascendente y fue derivando hacia los viajes que Ernesto había realizado por muchos países. Los dejé hablar durante más de diez minutos. Aunque tras recibir la segunda carta mi mujer tenía que sospechar de todos mis conocidos, en aquel momento no podía saber que el hombre con el que hablaba era el que yo había seleccionado para que le hiciese el amor . Regresé con ellos simulando que ya había terminado la revisión de los planos. Para dar mayor credibilidad le pedí a Ernesto algunas aclaraciones adicionales.

Estábamos a principios de Agosto y el plan se desarrollaba mucho mejor de lo que podía suponer cuando lo imaginé. Ya tenía seleccionado un inmejorable candidato deseoso de beneficiarse a mi mujer y esta a su vez estaba disimulando sin mencionarme la segunda carta en la que ese amigo supuestamente le contaba que yo no solo le había dado permiso si no que además estaba deseoso de verla follar con él. Y lo más importante es que ella seguía el juego sin descubrirlo. Obviamente tenía muy serias dudas sobre como iba a terminar aquello. ¿Realmente sería capaz de entregar mi mujer a otro hombre? ¿Cómo me sentiría si llegado el momento ella se abría de piernas y otro hombre la poseía? Aunque quizás eso era lo menos preocupante ya que mi fantasía era, en este aspecto, muy fuerte. Lo que me sobrecogía un poco era pensar en ella besándose apasionadamente con un amante. En la posible existencia de un vínculo amoroso. Realmente que mi mujer follase con otro por placer me era muy excitante y no me planteaba ningún problema pero si lo hacía por amor me sentiría muy desdichado. La esperanza es que Ernesto se marcharía en diez días y posiblemente no volviésemos a verlo nunca.

En el Casino

Pasaron un par de días y dándole otra vuelta a la tuerca me presenté en casa con las invitaciones que Ernesto me había dado. En mi plan era yo quién seleccionaba el local y compraba las entradas pero en la realidad fue él quién invitó- ¡Que menos que pagar la cena antes de tirarme a tu mujer! dijo jocosamente. El motivo era obvio, el trabajo había terminado, estaban recogiendo y se iban a otro sitio así que nos invitaba para celebrar la feliz terminación de la obra y la despedida.

Pasé un gran apuro en el momento de decírselo a Maria Isabel. No sabía como iba a reaccionar cuando viese que se cumplía el vaticinio de la segunda carta. Para ella tenía que ser la confirmación de que la segunda carta era auténtica. Sin embargo no pasó nada. Aceptó la invitación con toda naturalidad. ¿Sería que mi mujercita seguía la corriente para ver en que quedaba todo o es que realmente aceptaba que yo deseaba entregarla a otro hombre y estaba ya decidida a ponerme unos buenos cuernos si ese era mi deseo?

El trece de Agosto fue el día elegido. Se daban dos circunstancias muy favorables. Ernesto se iba el quince y yo empezaba las vacaciones el catorce. Además era la noche de la lluvia de estrellas y esto era la excusa perfecta para ir con el coche a un lugar que había localizado en la vieja carretera de Palma a Calviá. El sitio era apartado, muy discreto, en una carretera que no tenía ningún tráfico, solo el generado por otras parejas que iban allí a fornicar o pajearse mutuamente.

Habíamos quedado en vernos a las diez de la noche en la puerta del restaurante espectáculo del casino. Isabel se arregló con sumo gusto. Había ido a la peluquería y realmente tenía un aspecto muy deseable para cualquier hombre. El peinado acentuaba su extraordinario parecido con Michelle Pfeifer. Llevaba un vestido de noche de color rojo muy ceñido que resaltaba su espléndida figura con los hombros desnudos, con un escote que permitía ver sus bellos pechos hasta casi la aureola del pezón. En el costado de la pierna izquierda tenía una abertura que llegaba a medio muslo. No pude dejar de pensar que estaba situada muy estratégicamente para que en un coche el conductor pudiera deslizar su mano por allí. ¿Casualidad o premeditación?.

Cuando llegamos Ernesto ya estaba esperándonos en la puerta. Tras saludarnos, apretón de manos en nuestro caso y besos en la mejilla con Isa, expresó su admiración por la belleza y espléndida figura de Isabel. Luego fingió darse cuenta de que yo cojeaba.

-¿Qué te pasó que vas cojo?

Isabel me tomó la delantera y le contestó – Se dio un golpe en la rodilla. Me parece que mañana tendremos que ir al médico.

Ernesto se condolió pero le dije que no se preocupase. Que de sentado no me hacía daño y añadí – No te quedará más remedio que sacar a bailar a Isabel!.

  • Por supuesto. Eso ya lo tenía decidido- mientras lo decía había cogido la mano de Isabel y se la estaba besando.

Entramos en la sala de fiestas. Nos acomodaron cerca de la pista de baile y pedimos la cena. En la pista estaba actuando un ilusionista. Empezamos a charlar.

Mientras cenábamos me fui ocupando de mantener siempre lleno el vaso de vino de mi mujer con la esperanza de ponerla más receptiva. Era un blanco de aguja que acompañaba perfectamente una magnífica cena a base de marisco.

Como es era de esperar la conversación fue haciéndose cada vez más picante. Le pregunté a Ernesto como llevaban él y su mujer las largas separaciones que su actividad laboral les imponía. Su respuesta, casí todo el tiempo mirando a Isabel, fue que ellos eran un matrimonio liberal y que en eso radicaba principalmente la estabilidad de su vínculo. Normalmente, en los periodos en que vivían juntos se amaban apasionadamente pero que cuando permanecían varios meses separados los dos eran libres.

Aquí Isabel le preguntó "¿Qué quieres decir exactamente con eso de que sois libres?"

-Ser libres- contestó él- significa que tanto ella como yo salimos y si conseguimos ligar, por supuesto ella liga mucho más que yo, no solo nos acostamos sino que además, y quizás ahí radica el quid de la cuestión, nos lo contamos con todo lujo de detalles. He tenido mucha suerte con mi mujer , es una chica excepcional, sexualmente muy activa y nos entendemos a las mil maravillas.

  • ¿ Y no tienes celos? ¿nunca has pensado que pudiera enamorarse de otro y dejarte?

-Bueno, yo también me podría enamorar de otra... pero no, eso es muy difícil. Nos queremos mucho y la misma libertad que nos otorgamos mutuamente es la garantía de nuestro matrimonio. Además el amor solo lo hace conmigo; con los ligues solo folla - Isabel y yo le reímos la ocurrencia de establecer dos categorías morales para "hacer el amor" y "follar".

Isabel siguió preguntando y Ernesto contestando. Le preguntó si alguna vez habían estado juntos en la misma cama con otras personas, hombres o mujeres. " Si, claro que sí. A veces acudimos a clubs de intercambios... alguna que otra orgía si nos hemos montado.

El le preguntó si alguna vez nosotros nos lo habíamos planteado. "¡Nooo! Que va! Nosotros somos muy tradicionales. Hoy casi da vergüenza admitirlo pero los dos nos casamos vírgenes y siempre nos hemos sido muy fieles".

La conversación siguió por estos cauces. En un momento dado Ernesto tuvo la ocurrencia de preguntarme si yo sería capaz de aceptar que mi mujer se acostase ocasionalmente con otros hombres. Isabel, ya muy chispeante por los efectos del vino, la cena y la conversación, me miraba esperando mi respuesta

  • Bueno , según como fuese. A ver , me explico. No aceptaría de ninguna manera una infidelidad. Para mi infidelidad es engaño. Tampoco soportaría que se enamorase de otro hombre aunque fuese un enamoramiento platónico sin sexo. Ahora bien, si me dice "Miguel, tengo muchas ganas de echar un polvo con aquel camarero – y señale a uno que había cerca- ¿me das permiso?" pues le diría que sí.

Isabel se reía y negaba con la cabeza " Eso lo dices con la boca pequeña pero a la hora de la verdad no me dejarías". " Lo que digo es cierto y cuando quieras...". Terminé la frase en puntos suspensivos dándole a entender que la retaba a intentarlo.

Y más o menos así transcurrió la cena. Cuando la pista de baile se fue poblando de parejas Ernesto se levantó y cogiendo la mano a Isabel la arrastró hacia el centro de la misma. La música era cada vez más apropiada. Habían empezado al modo tradicional y guardando las distancias pero Ernesto se las había ingeniado para tenerla cada vez más cerca e indefensa. Me producía una gran excitación ver como Isabel ya había cesado en sus inútiles intentos por poner espacio entre ellos. El la retenía fuertemente apretada, acercaba su mejilla a la suya y le susurraba palabras al oído. Estaban tan cerca que al hablar los labios de Ernesto acariciaban la oreja de mi mujer . Isa sonreía o reía abiertamente. Realmente se lo estaba pasando bien. ¿Se imaginaba quizás lo que vendría a continuación?. ¿Qué le estaría diciendo? Pensé que hubiera sido estupendo disponer de un micrófono espía entre las ropas de Ernesto para poder entender lo que platicaban.

La noche fue avanzando. Ya eran más de las doce y había llegado otro momento decisivo. Cogí mi teléfono móvil y simule que estaba recibiendo una llamada. Aunque no me miraban quería que mi actuación fuese lo más convincente posible. Cuando colgué les hice señas para indicarles que quería hablarles. Tal como había supuesto ni se enteraron así que cogí una de mis tarjetas de visita y en el reverso escribí "Isabel, he tenido que ir a la empresa porque el capataz ha perdido las llaves y tiene una emergencia. Vuelvo enseguida. Diviértete. Y lo que te dije del camarero iba en serio así que si te gusta ya sabes...". La dejé apoyada en su copa del cava y me retiré saliendo de la sala. En dos minutos volví a entrar y me coloque cerca de la barra , donde Isabel no pudiera verme.

Después de bailar varias piezas se fueron a sentar y encontraron mi nota. Isabel la leyó y se lo comentó a Ernesto. Durante unos minutos estuvieron charlando y riendo hasta que se levantaron y volvieron a la pista de baile.

El tipo de música animaba a la aproximación de los cuerpos. Ernesto no se reprimía en absoluto. Sus manos se habían deslizado hasta las nalgas de Isabel apretando su pubis contra el suyo, Sin duda tenía que estar sintiendo el pene de él restregándose contra ella. Ví que estaba nerviosa. Continuamente giraba la cabeza como queriendo asegurarse de que no había ningún conocido que pudiese verla en tan sospechosa situación. La temperatura estaba subiendo por momentos. Con las caras pegadas Ernesto le estaba besuqueando el lóbulo de la oreja.

Mi erección era imponente. Aquella situación era mucho más estimulante que la Viagra. Estaba sintiendo la misma emoción que viví cuando me enamoré de ella. Cuando de novios primerizos le dí el primer beso. Por un momento pensé que mis morbosos deseos no eran normales pero inmediatamente me abandoné al placer de ver como otro hombre abrazaba a mi mujer; el placer de ver como la estaba calentando y ella se iba dejando hacer. Mi corazón palpitaba desbocado deseosos de que todo aquello llegase a culminar como lo había planeado. De que mi esposa se entregase a aquel hombre que yo le había seleccionado disfrutando de una noche de placer prohibido que despertase su adormecida líbido. Su placer sería el mío.

Hubo un momento en el que quedaron bailando cerca del borde de la pista más cercano a mi zona entonces pude ver algo que me lleno de gozo. Isabel había adoptado una posición que me enloquecía cuando eramos novios. La pierna derecha de Ernesto estaba situada entre los muslos de Isabel directamente apoyada sobre su triángulo mágico, y esta , a cada lance del baile, restregaba su sexo contra aquella pierna. Recordé como durante nuestro noviazgo, en una época en que era inconcebible tener relaciones sexuales completas mientras no se pasase por la vicaria, aquella había sido una práctica habitual durante los bailes de fin de semana. Isabel había tenido buenos orgasmos y yo había manchado más de un pantalón todo ello rodeados de otras parejas que también bailaban a nuestro alrededor. Por supuesto cada uno iba a lo suyo. Y después del baile o del cine nos ocultábamos en el interior del coche , en algún lugar apartado, lejos de miradas indiscretas donde nos amábamos apasionadamente para terminar con una mutua masturbación. Fui consciente de que mi plan era una versión morbosa de ese ritual de juventud .

Transcurrió una media hora durante la cual se sentaron en un par de ocasiones. Isabel ya parecía más desinhibida. Ya no miraba alrededor con cara de culpabilidad. No solo se estaba dejando hacer por su eventual pareja, sin oponer resistencia, sino que ella misma estaba tomando iniciativas.

Era el momento de efectuar otra llamada. Salí al exterior del recinto y llamé al móvil de Ernesto. Tuve que repetir la llamada en varias ocasiones hasta que finalmente me contestó. Me puso con Isabel y le expliqué que la emergencia era grave y que a pesar de haber empezado ya las vacaciones no me había quedado más remedio que acudir con la brigada de guardia al lugar del problema. Este era bastante delicado por lo que no podría regresar al menos en un par de horas así que lo mejor era que cuando se cansasen de bailar Ernesto la acompañase a casa y ya nos veríamos allí. Por cierto – le dije- Ernesto estaba muy interesado en ver la lluvia de estrellas así que antes os podéis parar a contemplarlas. Creo que la máxima intensidad será sobre las dos o las tres . A modo de despedida y con un calculado tono de enigmática complicidad le dije que aprovechase la noche y se divirtiese. "Quizás nunca se te presente otra ocasión igual".

Cerré el teléfono y pensé que ya estaba hecho, ahora tenía que desplazarme al lugar convenido y esperar acontecimientos.

En el campo

Cuando llegué a la zona acordada escondí mi coche entre dos grandes arbustos que lo ocultaban totalmente y caminando me desplacé hasta el punto elegido. Volví a comprobar que el escondite elegido era perfecto y me quede al acecho.

La espera se prolongó mas de un cuarto de hora sin ningún tráfico cuando a lo lejos oí el rumor de un motor. Mi corazón se aceleró. Seguro que eran ellos. Por fin se iban a cumplir mis más ocultas fantasías. Me escondí . Al minuto ya oía perfectamente el motor del coche que se aproximaba. Entonces sufrí una gran decepción. Me pareció que lo que oía era un motor de gasolina cuando debería escuchar el diesel del coche de Ernesto. Al momento llegó al sitio y oí como reducía la velocidad para girar hacia el recodo. Inició el giro y por un momento sus faros iluminaron el matorral que me ocultaba deslumbrándome.

Con una gran frustración vi que no era el coche de Ernesto; era un utilitario de cuatro puertas, lineas redondeadas; me pareció un Corsa. Maniobró para quedar con el morro del vehículo orientado en el sentido de la entrada quedando prácticamente en línea con mi posición, entre ambos solo estaba el arbusto que me ocultaba. Al otro lado del vehículo quedaban situadas las luces de la ciudad por lo que el contraluz me permitía ver perfectamente las siluetas. Di por supuesto que sería una pareja de novios decidida a echar un polvo justo en el lugar y hora equivocados para mis intereses.

Tras parar el motor encendieron la luz interior por lo que pude ver que se trataba de una parejita joven. El tendría como mucho unos 22 o 23 años y ella, morena de media melena preciosa tanto de cara como de figura, no debía pasar de los veinte. Se dieron un largo beso de lengua y tras separarse ella abrió su puerta, que precisamente es la que había quedado a mi lado. Salió del coche se subió la falda y se sacó las bragas. Manteniendo arremangada la falda y con todo su hermoso culo casi al alcance de mi mano se puso en cuclillas. Me daba la espalda pero pude ver que empezaba a maniobrar en su coño. Al principio pensé que se agachaba para orinar pero al poco comprendí que la chiquilla se estaba colocando un diafragma. Estuvo casi un minuto. Se incorporó y le comentó a su chico que le había costado mucho ponérselo. A continuación se quitó toda la ropa quedando completamente desnuda. Era preciosa. Una maravillosas tetitas, una figura inmejorable y un culito que decía cómeme. Su pareja, después de apagar la luz, salió del coche ya desnudo. Empezaron a abrazarse y besarse, las manos se deslizaron a sus respectivos sexos.

Ella se sentó en el borde del asiento trasero, con las piernas hacia fuera, y tironeando del miembro, que no había soltado en ningún momento, lo atrajo hacia su boca y empezó a chuparlo. Eso lo deduje ya que por mi posición no podía verlo puesto que el chico estaba de pie, con las manos apoyadas en el techo del coche, dándome la espalda y prácticamente la tapaba por completo. El, de vez en cuando, movía la pelvis adelante y atrás follándose literalmente la boca de ella. Al poco empezó con los gemidos, cada vez más intensos y tras unos rápidos movimientos de pelvis se quedó quieto, con el cuerpo arqueado hacia ella. Se estaba corriendo en su boca. Tras unos segundos se apartó y agotado por el éxtasis apoyo la espalda en el coche. Ella, ya a mi vista, estaba escupiendo el esperma. Todo había sido muy rápido, quizás un par de minutos. Pensé que acaso ya se irían dejando el sitio libre pero mis esperanzas fueron vanas. Por otra parte era lógico. No era normal que todo se limitase a una mamada y que ella quedase sin satisfacer. Además se había puesto un diafragma por lo que seguro que habría penetración.

Ambos se sentaron en el capó, todavía desnudos, enlazados con los brazos por la espalda de cada uno y se dedicaron a mirar el cielo estrellado. Estaban comentando las estrellas fugaces que veían. En esa situación oí el rumor del motor de un coche que se acercaba. A lo lejos se notaba el resplandor de las luces sobre las copas de los pinos . Los chicos también se apercibieron de la aproximación así que rápidamente se introdujeron en su coche.

Me encontraba francamente jodido. Muy posiblemente serían Ernesto y María Isabel y si todo había ido bien intentarían estacionarse en el sitio acordado encontrándolo ocupado. Se irían de allí a otro lugar y yo me quedaría con un palmo de narices aparte de unos espléndidos cuernos sin haber obtenido ningún placer en el negocio.

Así como se acercaba oía que sin duda se trataba de un diesel. ¡Estaba seguro de que eran ellos!. Cuando el coche llegó a las proximidades del lugar, fue reduciendo la velocidad y al llegar a la altura del folladero inició el giro hacia el camino lateral pero en ese momento el chico del Corsa encendió las luces por lo que el auto - ¿de Ernesto? – retrocedió y siguió por la carretera alejándose de mi y de mis malogradas expectativas. Por mi situación en ningún momento pude ver si se trataba del Xsara blanco de Ernesto. Con la vista fui siguiendo su camino por el resplandor de la luz de sus faros.

La carretera subía por la ladera de una pequeña elevación con varios tramos entre curvas cerradas de ciento ochenta grados. Las luces se detuvieron en la segunda curva, bastante cerca de la vertical del lugar donde yo me encontraba. El corazón me dio un vuelco. Quizás aún podría acercarme hasta allí si la parejita inoportuna se marchaba pronto. De momento me encontraba atrapado en mi escondite sin poder moverme a menos que me pusiera en evidencia y de paso darles un susto morrocotudo a los jóvenes. No me quedaba más remedio que permanecer escondido y esperar que los intrusos se fueran pronto.

Mientras tanto los chicos salieron de su coche y entre risas y arrumacos ella se sentó sobre el capó del motor. Abrió las piernas y enlazó con ellas a su pareja , que permanecía de pié . Se abrazaron y, ya definitivamente olvidadas las estrellas fugaces, reiniciaron las caricias. El se arrodillo sobre la seca hierba del suelo y colocando su boca sobre el sexo de la morenita le practicó un cunilingus bastante apañadito. La muchachita empezó a gemir lo que provocó que los lengüetazos fueran todavía más motivados. Ella se tumbó completamente sobre el capó y con un muslo sobre cada hombro de él aprisionaba su cabeza apretándola todavía mas sobre su coño. El dejó de dar lengüetazos y se concentró ya directamente en el clítoris practicándole una mamadita que la enloquecía de placer. Sus jadeos ya eran intensísimos " No puedo más, termina ya..." le suplicaba. Lentamente fueron bajando el ritmo hasta que el se levantó y con el pene completamente erecto la penetró. Ella colocó sus piernas en alto y él inició un frenético mete saca que volvió a llevarla a una sucesión de orgasmos. Aquella chica era un volcán. El fue encorvando el cuerpo hasta apoyar los codos sobre el coche y con las manos libres le acariciaba y apretujaba las tetas. Al tiempo le besaba y chupaba los pezones que al contraluz se veían como unas deliciosas bolitas.

Seguro que los jadeos y gritos de ella , ya sin ningún control ni pudor, eran audibles desde muy lejos. El ritmo fue incrementándose todavía más, ella le pedía que se corriese de una vez porque ya no aguantaba más. Finalmente el empezó a decir "ya...ya..." y extenuado se dejó caer completamente sobre ella. Poco a poco, se fue dejando deslizar hasta quedar primero de rodillas y luego sentado sobre la hierba. Ella se enderezó y con las piernas abiertas dejó que se le escurriera el semen todavía espeso. Luego cogió unos pañuelos de papel del interior del coche y se limpió los restos que le habían quedado pegados.

Bien, allí estaba yo contemplando ese espectáculo, en una situación que por si misma tenía un altísimo poder de excitación. En otras circunstancias seguro que me hubiera tenido que masturbar para descargar el ansia que la escena me producía pero mis pensamientos se dirigían hacia el vehículo que había aparcado en la zona de la curva superior. Estaba seguro que allí se desarrollaban acontecimientos mucho más impactantes dada la identidad de sus protagonistas. Mi mujer estaría en aquellos momentos en brazos de otro hombre y yo, que tanto había hecho para que así sucediera, no podía contemplarlo... Maldije a Murphy y su hijoputa ley.

Afortunadamente la parejita parecía que se iba a ir pronto. Ella se puso las bragas, los sostenes , la falda y el top. El, al otro lado del coche, también se vistió. Entraron al vehículo y sin más dilación lo arrancaron y se fueron dejándome con un plus añadido de turbación y excitación por lo que acababa de ver.

Inmediatamente inicié una loca subida por la ladera de la montaña . A la luz de las estrellas y del resplandor difuso que llegaba de la ciudad fui sorteando pinos y matorrales . En algunas zonas la pendiente era bastante pronunciada pero mi ansia por llegar cuanto antes para poder ver lo que hacia mi esposa, si es que era ella, me daba alas. Al ir aproximándome tuve que decelerar el paso para finalmente andar con mucha precaución para que no se oyese ningún ruido. Llegue hasta la altura de la carretera por un lateral oculto por la vegetación y fui avanzando poco a poco hacia el recodo donde suponía que estarían. El ruido de un portazo hizo que instintivamente me agachase. Pensé si se habrían bajado del coche, ¿o subido...?. De repente escuche que arrancaba el motor. Tenía el genuino sonido del diesel.

Nuevamente maldije mi mala suerte. Seguro que se iban. Encendieron las luces con lo que ya identifiqué claramente su situación. Rápidamente me acerqué decidido a ver quienes eran pero el coche salió a la carretera general y se marchó. Si bien la luces me deslumbraban pude ver que era un Xsara blanco aunque no podía distinguir las personas que lo ocupaban. ¿Para qué? Estaba clarísimo que eran ellos.

Con las manos apoyadas en las rodillas intenté recuperarme. Estaba aceleradísimo por el esfuerzo de la subida, por la excitación, y sobre todo por la frustración. Tomé aire unos segundos y mientras pensaba que hacer me aproximé al recodo donde habían estado aparcados. Ya completamente solo en aquellos parajes encendí la pequeña linterna que llevaba en el bolsillo y exploré los residuos que habían dejado. Se notaba que el sitio era muy frecuentado por otras parejas y cada una dejaba sus huellas. Había muchos pañuelos klenex. Identifiqué varios como recientes y al tacto aprecié que alguno estaba más húmedo. Me lo acerqué a la nariz y olí a sexo. Entonces el circulo de luz de la linterna iluminó un preservativo recién usado, brillante por la humedad que se le desbordaba. Lo cogí por el aro e iluminé la bolsa. Había abundante esperma y sin duda era recién eyaculado porque aún estaba muy denso. Lo ladee y deje caer un poco en el cuenco de mi mano. No había ninguna duda, blanco, espeso y todavía estaba caliente. Me limpie con el klenex y decidí el siguiente paso. No me quería rendir.

En nuestra casa

Cogí el celular y llamé al número de Ernesto

  • Dime Miguel

-Hola Ernesto, dile a Isabel que se ponga por favor

-Hola cariño , te llamo para avisarte que voy a estar toda la noche fuera, Las cosas se han complicado mas de lo que creía y hasta las ocho de la mañana no podré regresar.

-Oh!, vaya lo siento mucho. Pero no te preocupes, ya estamos regresando a casa.

-¿Te has divertido mucho?

  • Si , muchísimo, lástima que te hayas tenido que ir. Ahora venimos de ver las estrellas fugaces. Ha sido precioso, hubo un momento en que se vieron con mucha intensidad...

  • Vaya, me alegro de que te lo hayas pasado bien. Pásame a Ernesto por favor ...

  • Ernesto, le he dicho a Isa que hasta las ocho no regresaré... ya sabes el porqué... espero que te portes...

  • OK Miguel, no te preocupes por Isabel, ya estamos regresando y por lo demás nada temas , ya sabes que soy un caballero muy respetuoso con las esposas de mis amigos – Oí risas de Isabel – Me portaré como es debido en estas circunstancias – más risas.

-Eso espero...

Regresé alocadamente hasta donde tenía escondido el coche y a la máxima velocidad que pude llegué a las inmediaciones de nuestro chalet. Durante el trayecto solo me cruce con un par de coches y ninguno era el de Ernesto por lo que estaba convencido de que continuaban juntos. Al llegar a nuestra urbanización aparqué a unos doscientos metros de casa para evitar el riesgo de que Isabel pudiera identificar el sonido de nuestro coche.

Al ir andando hacia nuestro chalet me sentía como un furtivo, mi corazón latía fuertemente. Pensaba que si Isa había cedido en el coche lo mas probable es que ya no pondría ningún reparo. O quizás se había arrepentido y se negaba rotundamente. Sin embargo las risas que le había oído cuando dialogaba por el móvil no parecían indicar que tuviese mucho sentimiento de culpa.

A mi paso todos los perros de la urbanización fueron jaleándome con sus ladridos.

Quizás podía suceder que después de todo la noche tomase un rumbo más favorable para mis expectativas. Estaba teniendo otro subidón de adrenalina.

Al llegar cerca de casa vi que el Xsara de Ernesto estaba aparcado enfrente de nuestro chalet. Estaban encendidas las luces de la planta baja. El vallado de la parcela es relativamente bajo en las medianeras con los otros vecinos pero en su parte frontal tiene un seto bastante espeso de tal forma que desde la calle prácticamente no se ve nada. Entré en la parcela y me pegué a la cara interna del cercado. Entre mi posición y la casa estaba la piscina. Las persianas del salón estaban abiertas.

Ernesto estaba sentado en el sofá con una copa en la mano. Mi mujer no estaba visible. Pensé que estaría en la cocina preparando algo o quizás había ido al baño pero cuan equivocado estaba. A los pocos minutos apareció.

Cuando la vi me dí cuenta de que mis cuernos iban a adquirir una gran dimensión. Mi mujercita venía de la habitación sin el vestido de noche. Solo llevaba la ropa interior cubierta por una tentación muy transparente que yo le había regalado y que solo se ponía algunos días especiales y eso tras insistirle mucho. Para más inri seguía llevando los zapatos de tacón lo que realzaba más su figura. ¡Hay que joderse! pensar que cuando salimos juntos es lo primero que se quita al llegar a casa.

El dejó la copa y se levantó; se aproximó a mi mujer y alargando los brazos la atrajo hacia si. Los dos cuchicheaban y reían. De vez en cuando Isabel, mientras reía, dirigía su mirada hacia la puerta abierta de la terraza. Si no hubiera sido porque ella me situaba a muchos kilómetros de allí habría podido deducir que me buscaba con la mirada. Empezó a besarla por el cuello. Luego fue bajando hasta los pechos y se los besó por encima del sostén. Mientras tanto su mano derecha se había deslizado hasta las nalgas de ella y se estaba metiendo por debajo de las braguitas acariciando su maravilloso culo. Ella reaccionó pasando sus manos por detrás de la cabeza de él y se la acercó y sus bocas se unieron en un interminable beso de lengua. Luego, y mientras con la mano izquierda sostenía la cabeza de Ernesto, quizás para evitar que se separará, bajo la derecha hasta su bragueta y tras un pequeño forcejeo le sacó el pene. Estaba totalmente erecto, por eso le había costado sacárselo. Ernesto seguía besándola intensamente. Pasaba continuamente de la boca al cuello y de ahí a los pechos. Mientras ella le meneaba la polla él deslizó la mano, bajo las braguitas, del culo hasta la parte frontal. Le tenía totalmente abarcado el coño. Empezó a acariciárselo. Empezaron a gemir y jadear cada vez más fuerte. El placer nos embargaba a todos, a ellos y a mí. Mi polla pugnaba por salír del pantalón. Sus gemidos eran cada vez más intensos.

Entonces Ernesto le fue bajando las bragas hasta media pierna y suavemente la empujo hasta sentarla en el sofá de cara hacia mi. Mientras él le lamía los pezones, ella , siempre mirando hacia la terraza, empezó a dirigir la cabeza de mi amigo hacia abajo. Este captó la indicación y mientras con una mano le levantaba el culo del asiento con la otra terminó de sacarle las bragas. Se puso de rodillas delante de ella, o sea dándome la espalda, y empezó a lamerle y besarle la cara interna de los muslos y el bajo vientre. Alternaba los sitios acercándose cada vez más al monte de Venus. Ella tenía las piernas completamente abiertas con los pies apoyados en el mismo sofá uno a cada lado. A mí jamás se me había ofrecido de esa manera aunque ese momento lo compensaba. Cuando ocasionalmente Ernesto se apartaba podía ver en todo su esplendor aquel maravilloso sexo que hasta aquel momento no había conocido otro hombre distinto de mí. Inevitablemete todas las maniobras dilatorias de Ernesto concluyeron cuando finalmente insertó su boca directamente sobre el coño. Isabel, con las dos manos apoyadas sobre la cabeza de él, estaba gimiendo. Entornaba los ojos y su boca adoptada ese maravilloso mohín que anuncia la inminencia de su orgasmo. Empezó a agitar su cabeza de lado a lado mientras los gemidos iban en aumento.

Ya iba a sacarme el pene para masturbarme cuando Isabel pareció que volvía a la realidad. Paró los movimiento de Ernesto y riendo le dijo algo. Se separó de él e incorporándose se acercó a la puerta de la terraza. Instintivamente me agaché todo lo que pude temiendo que fuese a salir de la zona iluminada a la oscuridad de la terraza y pudiese verme pero se detuvo en la puerta y cerró las persianas. Debió darse cuenta de que a través del seto cabía la posibilidad de que alguien pudiese verles. Si bien había que aplaudir su buen tino me acababa de fastidiar por completo.. Me había quedado sin vistas. La frustración hizo que mi polla se aflojase en pocos segundos. Ya no pensaba en masturbarme, solo en maldecir la esquiva fortuna que tantas frustraciones me estaba regalando.

Sigilosamente me acerqué hasta la puerta que ella acababa de cerrar y acerqué la oreja para al menos oírles pero apenas conseguí escuchar, que no entender, alguna palabra. Hablaban muy flojo.

Y ahí estaba yo con la adrenalina a tope por la excitación que me producía haber visto a la madre de mis hijos dejándose acariciar por otro macho, haber visto como ella misma le había masajeado el pene y como le había dirigido la boca a la zona que a mi me estaba siempre vedada. Estarles espiando también me excitaba por el riesgo de estar oculto y que me pudiese descubrir. Las dudas me asaltaban. Lo que estaba ocurriendo lo había concebido y llevado a cabo yo. Yo lo había forjado y yo la había manipulado para que finalmente se dejase follar por otro hombre. Mi Pepito Grillo me decía que lo que estaba haciendo no era correcto pero en esos momentos el combate entre racionalidad y pasión sexual se resolvía por goleada a favor del sexo.

Inmediatamente me asaltó el miedo de que hubiesen podido terminar y que al abrir la puerta me encontrasen allí, hecho un perfecto cabrón escondido detrás de la persiana. Iba a retirarme otra vez hacia la zona oscura del jardín cuando se apagó la luz de la sala. Simultáneamente advertí que se iluminaba la zona de la escalera y escuche el ruido de los tacones de mi esposa subiendo por ella. ¡Subían a la habitación!. Una risa intensa de ella. ¡Seguro que el hijo puta le estaba metiendo mano mientras subían!

Esperaba ver encenderse la luz de nuestro dormitorio , que da sobra la terraza en la que yo me encontraba, pero la que se encendió fue la de la habitación de los invitados. ¡Vaya con Isa!. Al parecer tenía reparos para utilizar nuestra cama de matrimonio con otro tío... ¿O más bien prefería que los fluidos corporales no dejasen huellas sospechosas en nuestra habitación.? Aunque lo más probable es que lo hiciese en prevención de que yo pudiese llegar de improviso. En ese caso oiría nuestro coche y podría pasar inmediatamente a nuestra cama cerrando la habitación de los invitados, con Ernesto dentro a la espera de oir mis ronquidos para salir de su escondite sin embargo tendría muy difícil de explicar la presencia del coche de mi amigo.

Me dirigí a la parte trasera de la casa y con muchísimo cuidado fui abriendo la puerta trasera por la que se accede a la cocina. Una vez dentro de la casa empecé a escuchar nuevamente los sonidos del placer. El ruido de la cama era inconfundible , sin duda estaban follando. Para no hacer ruido me quité los zapatos y lentamente fui subiendo por la escalera hasta que llegué al distribuidor de la planta del piso. Me agaché para poder mirar sin ser descubierto. La puerta de la habitación que estaba completamente abierta da directamente a los pies de la cama, apenas están separados por un metro. Embargado por la extrema excitación que sentía al irse a cumplir mis más ocultas fantasías fui levantando la cabeza hasta dominar la rasante de la cama. Tenía a mi vista los pies de los dos. Los de ella uno a cada lado de la cama con los dedos hacia arriba totalmente abiertas las piernas y los de él bastante juntos con los dedos hacia abajo. El culo de Ernesto subía y bajaba mientras las piernas de Isabel se estremecían con cada acometida. Las manos de ella, con los brazos totalmente extendidos lo abrazaban por las nalgas apretándolo contra sí a cada embestida. Los suspiros de mi chica fueron in crescendo, estaba teniendo un orgasmo.

  • Para ya! ¡No puedo más... para por favor!- Era fantástico. Ya no tenía ninguna duda. Ella se estaba corriendo pero mi placer voyeurista era inmensamente superior a una corrida. Mi fantasia predilecta se estaba consumando. Voyeur y troilista , estar oculto viendo como mi mujer folla con otro hombre. ¡Que más se puede pedir!

Ernesto se apartó y quedó tendido a su lado, los dos boca arriba. Estuvo así unos segundos pero acto seguido se incorporó y empezó a lamerle todo el cuerpo con lo que ella retomó nuevamente los jadeos y las frases inconexas. Empezó en los pezones y fue descendiendo hacia el hirsuto monte de venus. Terminó de incorporarse y pasando una pierna al otro lado de ella adoptó la posición del sesenta y nueve. Cuando mi mujer abrió las piernas para que él pudiera acomodar su boca, advertí que tenía metido en el culo un consolador anal . El artefacto no era nuestro por lo que supuse que lo debía llevar Ernesto para la ocasión.

El dildo debía enloquecerla de placer ya que aunque jamás ha consentido que la sodomice está acostumbrada a que nuestras sesiones amorosas vayan siempre acompañadas de la introducción de un dedo, a veces dos, en su ano. Esto le proporciona un gran placer y de hecho en ocasiones llega al orgasmo solo con las caricias digitales en su estrecho agujero negro.

Mi elegido empezó a comerle el coño mientras jugaba con el consolador.. A pesar de que por mi posición no lo veía estaba seguro de que ella tenía toda la polla de Ernesto en la boca. La posición no admitía ninguna duda. Sus manos agarradas a las nalgas de Ernesto mientras estas subían y bajaban al compás de los lenguetazos que este practicaba sobre su coño. La verdad es que en parte me sentí algo celoso ya que a mí casi nunca me lo quiere hacer, dice que le provoca arcadas, pero ¡que demónios! lo que veía me excitaba formidablemente así que dejé esos pensamientos para otro momento. ¡Ya llegaría el momento de pedirle explicaciones!.

No pude, ni quise, reprimirme así que volví a sacarme la verga, completamente tiesa, y empecé a acariciármela intentando seguir el ritmo de ellos .

Desde mi sitio, a los pies de la cama, lo único que podía ver con claridad eran los muslos de ella, temblorosos y totalmente abiertos, mientras la cabeza de Ernesto, plenamente amorrada entre ellos, se agitaba en rápidos y rítmicos movimientos arriba y abajo que se alternaban con otros laterales. Periódicamente cesaba la agitación y levantaba algo la cabeza viendo entonces que chupeteaba y estiraba los labios vaginales de ella mientras le movía el pequeño consolador dentro de su culo.

Apenas habían transcurrido lo que a mí me pareció un par de minutos y María Isabel ya estaba de nuevo en pleno orgasmo.

-¡Basta ya!... Mmmm... ¡No puedo más! ¡Ahaaa...! Por favor , que no soy una máquina!... Metela ya... Mmmm.. Ahaa..¡Hijo de puta! Fóllame y termina de una vez....

Me sentí muy orgulloso de mi chica. Maria Isabel es fantástica. Cualquier hombre que folle con ella, y Ernesto no podía ser una excepción, tiene que recibir una alta dosis de autoestima al conseguir llevarla al éxtasis de forma tan repetida e intensa.

Vi que los ruegos de mi esposa hacían efecto porque Ernesto inició el movimiento para cambiar de postura así que me oculté mientras oía los ruidos que hacían para acoplarse a una nueva posición. En cuanto me pareció que ya estaban en faena me asome ligeramente.

En la nueva situación Ernesto estaba debajo de Isabel. El tenía las piernas juntas mientras ella , piernas abiertas y culo en jarras, tenía las rodillas apoyadas una a cada lado de él, a la altura de sus caderas. El culo de Isabel estaba directamente delante de mis ojos. Completamente abierto tenía un primer plano de la polla de Ernesto entrando y saliendo del coño de mi mujer. En ese momento fui consciente de un detalle que con la excitación me había pasado por alto. ¡Estaban follando sin condón!. Una de las condiciones que le había impuesto a Ernesto cuando le pedí que se tirase a mi mujer es que necesariamente debía hacerlo con protección.

Intenté justificar la ausencia del preservativo pensando que quizás solo tenía uno y lo había gastado en el apartadero de la carretera así que deseché mis prejuicios ya que además no existía ningún riesgo de embarazo al hacer ya más de dos años que Isabel había dejado de ovular.

El consolador seguía insertado en su ano. Las manos de él recorrían su cuerpo desde los hombros por toda su espalda hasta el maravilloso culo de mi chica donde se paraban para menear el dildo durante un rato. Luego reiniciaban el recorrido por todo el cuerpo.

Conocedor del gran placer que los masajes anales proporcionan a Isabel estuve tentado de alargar la mano para ser yo quién moviera el consolador pero me reprimí por miedo a que se pudiera dar cuenta de mi presencia.

Entre los cuerpos divisaba como las tetas de ella eran acariciadas y succionadas por la boca de Ernesto. De vez en cuando este apretaba su abrazo y los cuerpos se apretaban dejándome sin esta vista.

Los gritos de ella volvieron a cobrar intensidad. Pensé que de alguna manera esa noche se estaba liberando de muchas represiones. Estaba totalmente desinhibida y evidentemente en aquel momento le importaba un carajo que sus gritos pudiesen ser oídos por el vecindario. Al fin y al cabo si alguien la oía creería que era yo quién la follaba.

El sudor y la agitación de aquellos dos cuerpos era cada vez más intenso. Los movimientos eran cada vez más acelerados. Los jadeos de él y los gritos de ella advertían que se estaban acercando al fín.

Empecé a fantasear con la posibilidad de comerle el coño en cuanto Ernesto se hubiese corrido. En lamerlo mientras el esperma del amante de mi mujer resbalaba por su coño hasta mi boca. Dejé de acariciarme la polla porque estaba a punto a de venirme y todavía no quería terminar. Me reservaba para el momento de la "vuelta del trabajo".

Erenesto empezó a correrse sin sacar el pene de la vagina . En cada eyaculación, y conté hasta cinco, elevaba su cuerpo al mismo tiempo que apretaba el culo de Isabel consiguiendo que a cada espasmo la polla entrase hasta los huevos. La presión de los dedos sobre el culo de Isabel dejó unas marcas rojas muy visibles. La presión fue aflojándose poco a poco y los cuerpos , aún abrazados, entraron en la fase de relajación. Me aparté de la puerta y entonces me pregunté ¿ Y ahora que?. ¿Qué demonios hago ahora?.

Como primera providencia empecé a bajar muy lentamente las escaleras. Pensé que lo mejor era salir de la casa y por teléfono comunicar a Isabel que el problema se había solucionado y ya volvía a casa. En esas divagaciones estaba cuando oí a Isabel que le decía a Ernesto. "Estoy preocupada por Miguel. Voy a llamarle para asegurarme que todavía sigue en el trabajo". Ernesto le dice " Toma el móvil..." pero Isabel lo rechaza " si le llamo con el móvil verá que es tu número y que sigues en casa. Le llamaré desde el fijo". Aceleré la bajada para ocultarme ante el temor de que bajase a llamar desde el teléfono del salón pero afortunadamente se dirigió a nuestra habitación para llamar desde el supletorio que tenemos allí.

Al momento percibí la vibración de mi móvil. Lo más silenciosamente que pude me encaminé hacia el exterior para poder contestarle sin que oyese mi voz directamente pero la vibración cesó antes de descolgar. Ya en la terracita de la cocina me senté en un peldaño y me di unos segundos de respiro mientras pensaba que le iba decír.

Marque nuestro número y al poco escuché el familiar timbre de llamada de nuestro teléfono. Isabel descolgó.

-Si, dígame.

Mientras yo hablaba hacía pantalla con la mano para atenuar mi voz ya que la de Isabel la oía perfectamente desde las ventanas abiertas de las habitaciones

-Hola , soy yo. He visto una llamada perdida en mi móvil.

-Hola cariño. Es que con el calor que hace no me puedo dormir y te he llamado para ver como te iba.

-Bien, de momento sigo aquí.- cambié de idea, ya no le iba a decir que volvía- Hasta las ocho no podré volver.

En una fracción de segundo había meditado que no tenía sentido decirle que ya volvía. Así les daba la oportunidad de reengancharse. Y si Ernesto se iba yo podía volver cuando quisiera. Al fin y al cabo era mi casa.

Seguimos intercambiando unas cuantas frases más hasta que nos despedimos

Aparece Bernardo

Nada más colgar oigo una voz que me susurra

-Miguel, ¿tienes problemas?

Tras el sobresalto inicial me doy cuenta que es la voz de nuestro vecino. Lo tengo al otro lado de la pared medianera que debido a su baja altura permite que nos veamos de cintura para arriba

-Hola Bernardo, buenas noches, que susto me has dado- ¡Dios mío! ¿qué le digo a este? Intenté ganar tiempo- ¿ Que haces levantado a estas horas?

-Hola, pues nada, estaba desvelado y me levanté para ver la lluvia de meteoritos y ... bueno, mira, de verdad que lamento mucho lo que te pasa.. Si quieres yo te puedo servir de testigo.

-Perdona pero no te entiendo – Realmente si lo entendí. Seguía intentando ganar tiempo mientras buscaba una explicación creíble. Bernardo lo había visto y oído todo y había llegado a la conclusión de que mi mujer me estaba poniendo cuernos, hasta aquí era cierto, y que yo, ignorante de la cuestión, la había pillado in fraganti. El chico, que aún no debe haber cumplido los treinta, se ofrecía para servirme de testigo en un futuro pleito por divorcio. Gato escaldado porque él estaba divorciado por un motivo similar. Su ex le era infiel pero como no lo pudo demostrar había sido condenado a pasarle cada mes una cuantiosa pensión. Su divorcio fue una lástima ya que Inés, su ex esposa, estaba muy buena y daba gusto verla en topless en su piscina.

-Bueno, lo he visto y oído todo. Vi llegar a tu mujer con otro hombre. Luego he visto como llegabas ocultándote, como los espiabas.- En ese momento se oyeron las voces y risas de Isabel y Ernesto, Bernardo señalo hacia la ventana de la habitación y a continuación se llevó el dedo al oido. La situación era tan evidente que no tenía ninguna explicación coherente.- acabó de oir vuestra conversación. Te repito que te puedo servir de testigo. Por experiencia te digo que es muy importante...

¡Joder, joder,joder!...¿Pero qué cojones le digo yo a este tio? No podía dejarle en la creencia de que mi mujer era una vulgar puta que me estaba poniendo los cuernos.

-No es lo que piensas... verás...- Opté por la más vieja estrategia.¿Qué otra cosa podía hacer?. Decidí huir hacia adelante- ¿Te gustaría participar en una orgía?

Quedó sorprendido aunque reaccionó rápido y dijo que por supuesto que le gustaría muchísimo.

-Antes de que te explique lo que ocurre te pido que me prometas total silencio sobre lo que oigas, veas y hagamos esta noche

El morbo ya se le había disparado así que por supuesto prometió y juró por sus muertos.

Como yo no quería que de ninguna manera pudiese sacar la conclusión de que Isabel era una golfa mete cuernos como su ex le conté la historia convenientemente aderezada para que comprendiera que mi esposa estaba haciendo aquello solo por cariño hacia mi..

Le pedí que esperase unos minutos mientras se lo explicaba a mi mujer.

Nuevamente llamé por el móvil. Me contestó Isabel

-Hola Isabel. Por favor baja un momento al salón tu sola. Que Ernesto se quede un minuto arriba. Tengo que hablar contigo a solas

Isabel se quedó sin habla. Se dio cuenta de que yo estaba en casa.- ¿Pero...dónde estás?...¿en el salón...? Dios mío , que vergüenza...ahora voy – balbuceó.

-Tranquila mi amor, baja tal como estás, no te vistas.- colgué.

Le dije a Bernardo que se esperase y entré en la casa..

La bajada de escaleras de Isabel me ha quedado grabada en la memoria de forma indeleble. Aun hoy lo sigo viendo como si lo reviviese. Con una bata totalmente fuera de lugar dado el calor que hacía. Con una mano la sujetaba completamente cerrada hasta el cuello.

Su cara tenía una mezcla de temor y de culpabilidad, de haber sido pillada haciendo algo muy despreciable. Vamos, la cara que pone una esposa cuando el cornudo de su marido la encuentra en la cama con otro hombre.

-Pero nena- le dije- no pongas esa cara. – Le sonreí mientras abría los brazos para recibirla

  • Por favor perdóname. No se lo que me pasó

-No tengo nada que perdonarte. Estoy muy contento por todo lo que pasó. Ten en cuenta que me ausenté para facilitarte las cosas. Quería que tuvieras una noche mágica.

-Lo sé - ¿lo sabía? – Ernesto me lo contó mientras bailábamos pero no lo podía creer. Cuando predijo que te ausentarías por varias horas comprendí que eso era lo que querías y además cuando salimos del casino puso una cinta en la radio del coche y me hizo escuchar lo que te grabó.

-¿De que grabación me hablas?

-Bueno, ya me dijo Ernesto que tu no sabías nada de la cinta. Te la grabó sin que te dieses cuenta cuando le explicastes tus planes. Yo no podía dar crédito a lo que oía pero no había dudas de era tu voz. Además coincidía con la percepción que yo tenía de que tu eras el autor de las cartas... si no hubiera estado totalmente convencida de que eso era lo que tú querías jamás hubiera dejado que Ernesto me tocase...de todas formas me siento sucia y terriblemente avergonzada de lo que he hecho..

-Por favor cariño, no pienses eso. Lo preparé para que lo disfrutases. Lo he estado pensando desde que empecé a tener gatillazos. Tampoco quiero engañarte. Yo lo he disfrutado tanto o más que tú. Verte follar con Ernesto ha sido una experiencia increíble.

Nos abrazamos y la besé en la boca. Noté que ese beso tenía un sabor distinto. Era el sabor de los fluidos que había mamado. Aquel fue un momento increíblemente maravilloso. Cualquier sentimiento de culpa que aún pudiéramos albergar se disipó.

Me separé y mirándola a los ojos le sonreí mientras le decía " Te acuerdas de aquella película en la que el protagonista sale de casa muy feliz porque ha quedado con una chica y se pasa toda la noche corriendo de un lado para otro víctima de un sin fin de contratiempos y putadas" .. "pues algo así nos está pasando" . "Resulta que el vecino, Bernardito, se ha dado cuenta de todo"

-¡¡¡¡Que...!!!!

  • Lo que oyes. Lo ha visto y oído todo. Resulta que el también se quedó a ver las estrellas fugaces y bueno, que os vio llegar, luego me vio llegar a mí, vio como yo os espiaba, y os ha oído follar , y encima me ha oído hablando contigo por teléfono diciéndote que yo estaba en el trabajo. No sabía como salir del lío así que le he invitado. He pensado que de esta manera podremos contar con su discreción.

-¿A qué le has invitado? – La pregunta era retórica porque la expresión del rostro de Isabel no dejaba ninguna duda . Ya sabía perfectamente cual era la invitación.

  • A eso. A lo que piensas. Ante la alternativa de dejarlo creyendo que tu me estabas siendo realmente infiel le he contado que no era lo que parecía. Que todo era un juego de adultos y que si tenía ganas también podía participar.

-O sea, para que yo lo entienda bien. ¿Esperas que ahora después de estar follando toda la noche con tu amigo Ernesto también lo haga con el vecino?

  • Bueno , sí. Con Bernardo y con Ernesto... y conmigo si se tercia. ¿cuándo volverás a tener otra oportunidad como esta?

  • Y a él le habrá faltado tiempo para decirte que si.

  • Por supuesto. Además desde que se divorció le he pillado mirando cuando te bañas en la piscina en más de una ocasión. Estoy seguro que se ha hecho más de una paja pensando en ti.

-¡Pero si soy mucho mayor que él!

  • ¡Toma! Y Michelle Pfeifer también. Sigues estando muy buena y deseable...Por favor, no te lo pienses más. Confía en mí y disfruta este momento. Anda, sube y díselo a Ernesto, verás como me da la razón.

-Vale, lo haré si es lo que tu quieres pero en estos momentos estoy exhausta. Ya me he corrido un montón de veces y necesito un poco de tiempo para reponer fuerzas y refrescarme. Necesito refrescarme porque con esta calor no aguanto más. ¿Qué te parece si nos metemos un rato en la piscina?.

  • Muy buena idea. A todos nos vendrá bien. Especialmente a Ernesto que si no llevo mal la cuenta ya se ha corrido al menos dos veces desde que salisteis del casino- le hice un guiño de complicidad al mismo tiempo que introducía mi mano sobre su coño y recogía con mis dedos una parte de la leche que impregnaba toda su entrepierna- Venga, tu díselo a Ernesto que yo le digo a Bernardo que estas de acuerdo..

En la piscina

Tanto Ernesto como Bernardo convinieron en que pasar primero por la piscina era una excelente idea. El primero porque le permitiría recuperar fuerzas y el segundo porque necesitaba algún prolegómeno pues según me confeso se encontraba cohibido por lo inesperado de la situación.

Tras las presentaciones les dejé solos con mi mujer aduciendo que iba a prepararles unas caipirinhas

.

Cuando regresé ya estaban los tres dentro del agua. Isabel se había puesto el más minúsculo de sus bikinis. Bernardo se metió con el bañador que ya llevaba puesto y Ernesto, sin ninguna manía, estaba totalmente desnudo. Les rogué discreción y que por favor no hiciesen mucho ruido. Además mantuve apagadas las luces. Pensé que con un vecino ya bastaba.

Aunque nuestra casas está ubicado en una esquina y el único vecino con vistas a nuestra parcela es Bernardo no era cuestión de tentar a la suerte. Solo faltaba que algún otro vecino se diese cuenta del negocio que nos llevábamos entre manos y también tuviera que invitarle a follar con mi mujer. Mi intención era conseguir que mi mujer disfrutase de una fantástica noche de lujuria pero no que todos los vecinos de la urbanización se la tirasen. Bastante riesgo estaba corriendo nuestra reputación con la inesperada aparición de Bernardo.

Para mayor seguridad me situé junto a la puerta de acceso a la parcela con lo que aparte de ver lo que sucedía en la piscina podría controlar cualquier movimiento que se produjera en la calle.

Observé que Bernardo se encontraba como un poco apartado por la zona profunda de la piscina mientras mi mujer y Ernesto estaban en la zona de poca profundidad , con el nivel del agua justo por debajo de los pechos de ella. Mientras Ernesto no perdía ocasión de meter mano y lengua donde podía Bernardo solo miraba, sin llegar a decidirse.. Me acerqué un poco y se lo comenté a mi esposa aunque por supuesto todos me oyeron "Isa, acércate un poco a Bernardo que parece un poco avergonzado" . Todos rieron , Ernesto se quitó de en medio y con la mano empujó a Isabel hacia Bernardo. Este a su vez se fue acercando hasta que estuvieron juntos uno frente al otro. Entonces mi esposa tomó la iniciativa , con las dos manos primero acarició las mejillas del vecino para luego aprisionar su cara y atraerla hacia sí. Bernardo alargo sus brazos y colocó sus manos sobre las nalgas de ella. Juntaron sus bocas y a partir de este momento desapareció el hielo. Se abrazaron y besaron apasionadamente. Sentí un aguijonazo de celos porque sospeche que los dos se deseaban desde hacía tiempo .

Isabel. en una pausa para respirar, se quitó el sujetador del bikini y ofreció sus pechos a Bernardo que empezó a lamerlos y chupetearlos. Mientras tanto Ernesto se acercó a Isabel por detrás y la abrazó colocando sus manos bajo las tetas de ella sujetándolas fuera del agua mientras Bernardo se las chupaba. Asimismo Ernesto la besaba en el cuello y nuca subiendo hasta comerle el lóbulo de la oreja. Esto hacía que Isabel chillase de placer.

Tuve que pedirles que por favor no hiciesen tanto ruido. Rieron y prometieron "portarse bien". Bernardo, ya metido en situación, se quitó el bañador y con la ayuda de Ernesto le quitaron el resto del bikini a Isabel. Los tres se habían quedado desnudos formando un triángulo , con los brazos dentro del agua por lo que no podía ver lo que hacían. Supuse que Isabel debía estar masajeando los dos penes y que ellos debían estar a duo sobándole la concha y el culo.

Mi excitación volvía a ser morrocotuda así que deseche el temor a ser sorprendidos y abandonando mi puesto de vigilancia también me metí en el agua. Me acerque a mi esposa por detrás y mientras ella les acariciaba las pollas la abracé cruzando mis brazos sobre su pecho. La besé en el cuello y ella dejo caer hacia atrás su cabeza y ladeándola nos besamos apasionadamente en la boca. Hacia años que mi mujer no me besaba con tanto ardor. Habitualmente tomaba una actitud pasiva, se dejaba hacer pero sin tomar iniciativas en cambio esa noche los besos eran distintos, participaba activamente y continuamente entrecruzaba su lengua con la mía o bien era ella misma la que introducía la suya en mi boca. Mientras tanto los chicos, uno a cada lado, disfrutando del meneo que Isabel les estaba dando le lamían cada uno una teta y con la mano le acariciaban el coño por turnos.

A nuestro alrededor la temperatura del agua de la piscina estaba alcanzando el punto de ebullición. Tras unos momentos realmente deliciosos Ernesto fue arrastrándonos a los demás hasta la escalera romana. Se sentó en el primer peldaño según se entra y le indicó a Bernardo que lo hiciera a su lado. Sentados en el escalón el agua les llegaba justo a la altura de los huevos quedando sus erectas pollas apuntando hacia las estrellas fugaces. Fue entonces cuando pude darme cuenta que el pene de Bernardo era mucho mas grande que el de Ernesto y el mío.

Isabel no necesitó que le explicasen lo que se esperaba de ella porque inmediatamente se arrodilló en el peldaño inferior de cara hacia ellos .y con la izquierda cogió la polla de Ernesto y empezó a masajearlo suavemente. Una vez cogido el ritmo le sonrió a Bernardo y tras decirle "Ahora te toca a ti" se introdujo su pollón en la boca. Primero le dio unas suaves chupadas alternadas con lametones a toda la superficie del glande. Luego se concentró en la zona posterior donde se une con el frenillo, sabedora de que es el lugar que mas placer da a la mayoría de hombres. Bernardo empezó a acusar los efectos que estas maniobras le producían emitiendo leves jadeos mientras se dejaba caer hacia atrás apoyado en sus codos , por momentos inclinaba la cabeza hacia el cielo para a continuación enderezarse para mirar como mi esposa se engullía su enorme cipote.

Isabel inclinada ante aquellos dos machos tenía el culo medio fuera del agua. Mi deseo era ser el último en follar con mi mujer, ver todo lo que ocurría y cuando ya hubiesen terminado ellos rematar la faena pero la excitación me venció. Le cogí el culo con las dos manos y empecé a restregarme con ella. Mi polla estaba adquiriendo una erección increíble. Había vuelto a los veinte años. Estaba decidido a follarla por detrás mientras ella les chupaba la polla a nuestros amigos. Pero la realidad es que el agua de la piscina era un mal lubricante. Intentaba meterla pero no entraba. Le moví el culo para que lo dejase totalmente fuera del agua y me puse saliva en los dedos para lubricarle la vagina pero en cuanto le separé los labios la mano se me llenó de sus flujos quedando perfectamente lubricada y en aquel momento, cuando ya la iba a penetrar, ¡mierda! percibo el rumor de un vehículo que se acerca.

Inmediatamente identifique el ruido. Era el camión que recoge la basura. Oí como se paraba en los contenedores de la manzana anterior a la nuestra. Y como nuestro chalet está en la esquina resulta que tenemos un contenedor a pocos metros de donde estábamos sentados. En menos de un minuto los tendríamos allí mismo.

Bernardo, en plena ascensión a la gloria no se enteraba de nada. Isabel, bien por estar concentrada en lo que hacia, bien por el ruido de los salivazos que generaba con su boca al mamarle la polla , o quizás porque este le tenía cogida la cabeza con sus manos una a cada lado tapándole las orejas tampoco oía lo que se nos venía. Ernesto si se dio cuenta y me miró interrogativamente. Y por enésima vez en esa noche tuve que tomar otra decisión no prevista.

Al mismo tiempo que decía " fuera, vamos rápido a la casa" cogí la polla de Bernardo y la saqué de la boca de mi mujer. Del mismo manotazo aparte la de Ernesto de la mano izquierda de Isabel y acto seguido empuje a mi mujer fuera del agua . Huelga decir el cachondeo que acompaño a toda la maniobra. Tres fulanos con las polla tiesas y una tía corriendo todos en pelotas de la piscina a la casa mientras se van secando y soltando cada uno su gracia. Ernesto dice "Joder, deben ir un conductor y dos operarios ¿Porqué no los invitamos? ". Isabel se carcajea y exclama " Si, y a tu mama ". Bernardo añade " Con lo bien que deben oler darían una nota muy exótica". Isabel le dice " Y a la tuya también, llámala que venga". Y a mi me dice "Que bien corres, ya te has curado la cojera..."

Ya en el salón de casa terminamos de secarnos mientras afuera los basureros realizaban su trabajo con el habitual silencio y discreción con que este gremio trabaja . Con cada voz y comentario que daban los basureros a Isabel le daba la risa que se nos contagiaba a los demás. Pensé en lo cambiada que estaba aquella noche. Me resultaba irreconocible , ¿quizás Ernesto le había dado alguna pastillita euforizante ?. Finalmente el camión arrancó y nuevamente quedamos en silencio mirándonos, totalmente desnudos y con las toallas en las manos.

Orgia en el salón

Abracé a mi mujer y le planté un larguísimo beso de cine. Ernesto y Bernardo esperaban su turno situados uno a cada lado. Me separé de ella y la giré para que quedase de cara hacia Bernardo quién me tomó el relevo. Mientras se morreaban Ernesto empezó a darle besos en la nuca mientras con las manos recorría su espalda hasta llegar al culo. Volvía subir y bajar incluyendo en el recorrido los lados de los pechos.

Bernardo , mientras le besaba desde la cara hasta los pezones , le puso una mano en el coño y empezó a masturbarla muy suavemente. Ella , con los ojos cerrados , volvía a tener esa maravillosa expresión que tiene cuando está muy excitada y próxima a un orgasmo. Entonces Bernardo se fue dejando caer sobre el sofá arrastrando de tal forma a Isabel que esta volvió a quedar de rodillas delante de su polla que vista ya con luz me confirmó mi primera impresión de que tenia unas dimensiones espectaculares comparada con la mía o la de Ernesto. Isabel la cogió con las dos manos de la misma forma en que lo había hecho en la piscina , la contempló y me miró con una expresión de admiración. Yo le sonreí y con los labios hice el gesto de chupar. Ella me devolvió la sonrisa, abrió la boca totalmente y se la tragó.

La boca de Isabel se desplazaba sobre buena parte de aquel hermoso pollón subiendo y bajando a ratos muy suavemente para alternar con periodos salvajes. Bernardo había apoyado la cabeza en el respaldo del sofá y con los ojos cerrados no paraba de gemir " si, si...ah...si,si". Mientras tanto Ernesto se había adaptado a la nueva postura colocándose también de rodillas detrás de Isabel.. Con la lengua le recorría todo el cuerpo desde el cuello hasta el inicio de la raja del culo y con una mano le masajeaba toda la zona desde el ano hasta el clítoris. Tras varios recorridos y ayudado porque Isabel cada vez levantaba más el culo le separó las nalgas con las manos dejando a la vista el ano y la almejita, entonces continuó el recorrido de la lengua hasta el interior de la rajita del culo parándola sobre el estrecho y sonrosado agujerito. Aquí fue cuando Isabel dio un respingo, probablemente no se imaginaba que alguien pudiese hacerle aquello. Tras la sorpresa inicial se dejó hacer y volvió a comerse la polla de Bernardo con verdadera delectación. Durante unos gloriosos minutos permanecieron con estas prácticas hasta que Bernardo le sujetó la cabeza mientras decía " Para por favor, si sigues así me voy a correr y antes quiero follarte... con permiso de tu marido..." . Por supuesto di mi permiso y le exprese que para mí sería un honor que tan magnifica herramienta laborase en el conejito de mi mujer.

Isabel se levantó y de cara hacia Bernardo, que seguía sentado en el sofá, abrió las piernas y se apoyó sobre las rodillas , una a cada lado del cuerpo de nuestro vecino. Entonces cogió el pene de Bernardo y poco a poco se lo fue introduciendo. Debido a sus dimensiones se fue dejando caer sobre él con mucho cuidado, quizás temerosa de que pudiese dolerle si le presionaba sobre el fondo de la vagina, pero finalmente consiguió metérselo todo dentro quedando completamente sentada sobre el chico. Este a su vez la cogió por los hombros y la atrajo hacia si hasta quedar unidas sus bocas en un prolongado beso. Isabel empezó a moverse arriba y abajo dejando cada vez más de un palmo de polla a la vista.

Otra vez me asaltaron los celos y las dudas. Me daba la impresión de que hacia tiempo que se deseaban y de verdad que lo estaban disfrutando. Pensé en como sería nuestra vida a partir de estos momentos. Había abierto la caja de Pandora y cualquier cosa que fuese a pasar solo sería culpa mía.

¡Al demonio! ¡Mañana ya veremos que pasa!

Deje los pensamientos negativos al ver que Ernesto se había acomodado a la nueva situación y volvía a comerle el culo a mi esposa. La punta de su lengua pugnaba por abrirse camino a través del virginal sendero mientras a dos centímetros escasos el pollón de Bernardo entraba y salía de la vagina brillante y pringoso por el efecto de los muchos fluidos que lo empapaban.

Bernardo volvió a solicitar a mi mujer que frenase el ritmo porque todavía no se quería correr y Ernesto aprovechó la momentánea parada para subir a la habitación de donde bajo con el consolador anal y un tubito de crema lubricante. Se puso un poco de crema en los dedos y con muy poco esfuerzo introdujo el índice y el anular. "¡Ayyyy...!" exclamo Isabel "¿cuántos dedos me estas metiendo". " Solo te mete uno mi amor " le mentí. "¿Uno? Al menos son tres... me duele".

Ernesto , sin sacar los dedos le puso un poco más de lubricante alrededor del ano con lo que poco apoco Isabel trocó las quejas por gemidos de placer. Entonces Ernesto sacó los dedos y antes de que Isabel se pudiese quejar ya le había metido el consolador. Empezó a darle movimientos rotativos y de vaivén con lo que los gemidos fueron adquiriendo mayor intensidad. Mientras tanto Bernardo, que permanecía con su polla inmersa en las profundidades de mi mujer, alternaba los lametones con los manoseos de las tetas. A su vez Ernesto la había rodeado por el cuello con su mano izquierda y haciéndole inclinar la cabeza hacia atrás le besaba apasionadamente.

Esta situación se prolongó hasta que Bernardo nuevamente empezó a moverse reiniciando el bombeo de su polla dentro del coño de Isabel. Esta a su vez retomó los movimientos de sube y baja, momento que aprovechó Ernesto para soltarla y volver a concentrarse en el mete saca del consolador anal. Sin parar de moverlo me hizo gestos para que me acercase y metiese mi polla pero rehusé indicándole con señas que le cedía los honores. Al fin y al cabo él se lo había trabajado y era justo que tuviera el privilegio de desvirgar el culo de mi esposa.

Y ocurrió. Se acercó todo lo que pudo y en uno de los mete sacas cambió el consolador por su polla. Isabel notó algo raro pero ya estaba tan dilatada que no se quejó. Cuando empezó a sentir la pelvis de Ernesto golpeándole el culo comprendió que le había metido la polla. Yo esperaba que se quejase, que pidiese a gritos que se la sacase del culo pero aquella noche se me habían roto todos los esquemas y aquello no fue una excepción. No solo no se quejó sino que aumentaron todavía mas los jadeos, los gemidos, sus movimientos descontrolados de cabeza desplazando su rubia melena de lado a lado.

¿ Y yo que hacía? Bueno , pues seguía sentado en mi butaca contemplando como aquellas dos pollas disfrutaban de los dos agujeros de mi mujer. La de Bernardo, enorme, se deleitaba en su coño y la de Ernesto gozaba frenéticamente de su culo. La mía, que hasta el momento se había dejado acariciar por mis manos decidió que ya era hora de participar así que me hizo dejar la posición contemplativa reclamando para sí una participación mas activa en aquella orgía increíble.

Me acerque al sofá por la parte de atrás, o sea por la espalda de Bernardo y aproximé mi polla todo lo que pude a la cara de Isabel y esta, aprisionada entre los dos machos que le estaban proporcionando la mayor sucesión de orgasmos que había disfrutado en toda su vida de casada, por primera vez en nuestra vida matrimonial no se hizo de rogar. Acercó todo lo que pudo su boca pero ví que no había forma de aproximarnos por lo que me puse a un lado del sofá y les pedí que cambiasen de posición.

Bernardo que hasta entonces estaba medio sentado, o medio acostado, con la espalda apoyada en el respaldo del sofá se dejó caer lateralmente hasta descansar su cabeza sobre el apoyabrazos. Isabel le fue siguiendo en el cambio sin consentir que aquella fabulosa polla que tanto gusto le estaba dando abandonase en ningún momento la humeda calidez de su vagina. Ernesto, que tampoco quiso ser menos, tuvo que poner su pié derecho sobre el sofá y con el izquierdo sobre el suelo también consiguió seguir trabajándole el culo sin tener que sacarla..

En esta postura ya no tuve inconveniente para acercar mi polla a la boca de Isabel que con gran avidez empezó a practicarme la mejor felación de nuestros muchos años de vida en común. Al poco empecé a sentir lametones por la zona del perineo y del escroto. Era Bernardo. Mis huevos habían quedado sobre su cara y este, sin ningún retraimiento, me los estaba lamiendo mientras mi mujer , a la que por otra parte se estaba tirando, me chupaba la polla de una forma magistral. Al principio me extraño la conducta de Bernardo pero la verdad es que me estaba dando mucho gusto por lo que le dejé hacer.

Mi excitación era tan extraordinaria que al poco ya sentí la inminencia de la eyaculación. Isabel seguía chupando ajena a lo que se le venía. Bernardo relamía y chupaba mis huevos. Empecé a exclamar " Me corroooo...". con la inmediata consecuencia de que Isabel se sacó la polla de la boca. Era lógico. Bastante había mejorado su actitud sexual como para encima exigirle que se tragase mi leche. Lo extraordinario es que Bernardo maniobró rápidamente haciéndose con mi glande entre sus labios para luego succionarlo hasta meterselo todo en la boca al mismo tiempo que mi primer espasmo le descargaba un chorro de esperma directamente al fondo de su garganta.

Yo alucinaba en colorines. Alguién definió al orgasmo como la pequeña muerte y por otra parte se dice que ante la inminencia de la muerte ves pasar toda tu vida. En mi caso empezaron a desfilar todos los hechos que me habían conducido a aquel instante. La cena, el baile, la espera en el descampado, la parejita, la loca subida por el monte,.

Segunda convulsión y nueva descarga de leche en la boca de Bernardo que se la traga toda, la llegada al chalet, la primera vez que ví a mi esposa follando con otro hombre...

Tercer espasmo, me muero de placer, siento que mi leche sale disparada con una presión increíble , algo ya olvidado desde mis años mozos, Bernardo se entromete, Isabel bajando la escalera, la piscina, la carrera hasta la casa huyendo de los basureros. Cuarto espasmo, Ernesto mete su polla en el culo de mi recatada esposa, los dos la están follando al unísono, se la meto en la boca...

Quinto espasmo ya más atenuado que los anteriores y vuelta a la realidad. A las caras de Isabel y Ernesto que me miran mientras me estoy corriendo en la boca de nuestro vecino. "¡Mierda, se van a creer que soy maricón!". Aparto apresuradamente el pene de los labios de Bernardo y me apoyo en el respaldo del sofá jadeante por el increíble momento de placer que acabo de disfrutar .

Ernesto empieza a manifestar síntomas de inminente corrida. Sus jadeos, sus exclamaciones, el cambio de ritmo que imprime a las enculadas anuncian que se va a correr otra vez. Este hombre es increíble , en pocas horas será la tercera vez que orgasma con mi mujer. A Bernardo también se le pone cara de corrida inaplazable probablemente estimulada por las embestidas de Ernesto que sin duda las esta sintiendo sobre su pollón a través de la fina pared que separa el recto de la vagina. A todo ello Isabel se ha amorrado a Bernardo besándose apasionadamente. Supongo que de forma indirecta estará sintiendo el sabor de mi leche.

Todos se mueven frenéticamente, gritan , jadean.... se corren. Ernesto es el primero que empieza a descargar la leche que todavía le queda dentro del culo de Isabel . Se arquea hacia atrás mientras con sus manos le aprieta las nalgas " ¡Ahaaaaa....!.ya...yaaa...¡Ahaaa...!". Tres o cuatro espasmos y se deja caer sobre la espalda de Isabel jadeante y extenuado pero con el suficiente saber hacer que le obliga a seguir besando y lamiendo la espalda mientras acaricia los pechos de mi mujer . Bernardo también se está corriendo. Ha cogido a mi mujer por la nuca y aprieta su boca con la de ella en un interminable y apasionado beso mientras los estremecimientos del placer se suceden violentamente. Isabel está en la gloria. Sus pechos son masajeados por Ernesto. Tiene los ojos extraviados. No se si sigue consciente o es que su nivel orgásmico es tan elevado que se encuentra fuera de sí. Está levitando en pleno éxtasis.

Inevitablemente van volviendo a la realidad. Ha sido un maravilloso momento de placer a tres bandas.

Doy por bien empleados todos los esfuerzos que dediqué a este fin y no quiero pensar en las posibles consecuencias. Al fin y al cabo mañana será otro día y hasta el 12 de Agosto del 2003 no volverán las estrellas fugaces...¿Permitirá la fortuna que podamos volver a vivir una noche como esta?.

Sonrió a mi esposa y con toda la ternura de que soy capaz la acaricio pasando el dorso de mi mano por sus mejillas, la beso en la frente y solo acierto a decirle "gracias...te quiero"

Epílogo de Isabel

Como ya dije al principio me reservé el derecho a decir la última palabra.

Quisiera aclarar el porqué la cosa fue como fue para que no pueda quedar la impresión de que me entregué sin más al primer hombre que se me insinuó.

Cuando recibí la primera carta sospeche que era mi marido quién me la enviaba. Cuando leí la segunda me puse a investigar.

Hurgué en el ordenador de casa en busca del escrito sin que al principio lo encontrara pero cuando active la posibilidad de ver los ficheros ocultos y le di a buscar todos los documentos modificados en los últimos días encontré un inocente documento de texto titulado "pruebas2". Lo abrí y voila. Ahí estaba la carta del supuesto admirador. Me fije en la fecha y hora de su creación y listo. Era del día anterior y se había grabado a medianoche, cuando yo dormía. Busqué en fechas más atrasadas y también encontré "pruebas1" que claro , era la primera carta. Tenía clarísimo que mi marido era el admirador secreto que me estaba escribiendo las cartas de amor. Picada por la curiosidad decidí seguirle la onda para ver que pasaba.

Cuando vino Ernesto a casa lo relacione inmediatamente con la broma de Miguel seguramente porque era un tío que estaba muy bueno . Pensé que con aquel doble de George Clooney sí valdría la pena perder la virtud. Naturalmente solo era un fantasía.

Cuando Miguel vino con las invitaciones para el Casino la curiosidad ya me comía y más cuando casualmente dijo haberse accidentado en la rodilla.

Lo mejor fue cuando el pobre Ernesto, mientras bailábamos agarrados, me preguntó si me habían gustado las flores. No pude aguantar la risa y le pregunté que clase de negocio se llevaban entre ellos. Le dije que sabía perfectamente que las cartas me las había escrito y enviado mi marido y que ya era hora de que me explicase su versión del invento.

Y aquí se sinceró contándome todo tal como era y como, a pesar de trabajar juntos, Miguel había llegado hasta él de forma casual mediante un anuncio en una web. Me insistió en la sinceridad de los deseos de Miguel de que yo me aprovechase de aquella oportunidad y además de lo mucho que yo le gustaba a él. Yo no podía creerme que aquello pudiera ser cierto así que Ernesto, para despejar las dudas que aun pudiera tener, me dijo que a medianoche mi marido se tendría que ir al trabajo por un supuesto problema y que estaría fuera el tiempo que hiciera falta para que los dos pudieramos estar juntos.

Cuando se cumplió la profecía supe que la cosa iba en serio.

Ya en el monte, cuando se suponía que estábamos viendo las estrellas fugaces , Ernesto empezó a acariciarme, me cameló, y finalmente cedí. Si Miguel me había escogido aquel hombre tan apuesto no iba a ser yo quién lo despreciase.

Lo que no me dijeron es que Miguel iba a estar mirándonos. Cuando le ví en casa casi me desmayo de la vergüenza que me dio. Por cierto, lo de la grabación en cinta no es verdad, es una licencia literaria que se ha permitido Miguel. No hace falta ser sicoanalista para entender el porqué.

Con Bernardo estaba intranquila pensando que se pudiera ir de la lengua pero cuando vi con estupor como le chupó el pene a mi marido y se tragó todo su esperma supe que el secreto estaba a salvo.

También quiero aclarar que Ernesto no se corrió dentro de mi culo. Le pedí que cuando le viniese que por favor la sacase. No estoy tan loca como para correr semejante riesgo con alguién que apenas conocía. Ernesto supo controlarse y eyaculó sobre mis nalgas.

Para terminar quisiera comentar que hemos seguido en contacto con Ernesto mediante email. También a través de internet hemos conocido a su mujer Alicia y mediante chat privado y webcam hemos pasado muy buenas veladas. Lo mejor de todo es que para este verano hemos acordado alquilar un velero e irnos una semana a navegar por Ibiza y Formentera. ¡Y Ernesto nos ha sugerido que también invitemos a Bernardo! Dice que quiere que su esposa lo conozca...

Y para finalizar, esta vez de verdad, mi marido y yo rogamos que si en alguna parte de Mallorca existe un matrimonio con nuestros mismos nombres y circunstancias nos disculpen porque les puedan confundir con nosotros. Es claro que Miguel y Maria Isabel son , en nuestro caso, nombres totalmente falsos. ¿No pensarían que íbamos a ser tan tontos de dejarnos identificar tan fácilmente?. Un beso para todos y si quieren decirnos algo escríbannos a misupa696@hotmail.com