La noche de bodas con Sofía

De como me follé a la prima de mi mujer en mi noche de bodas en la suite nupcial.

Mi boda iba sobre el programa. Ningún contratiempo salvo por un retraso del juez de instrucción que debería casarnos. Pero salió todo bien. Muchos invitados a los cuales gran parte no conocía. Mucha familia por parte de mi novia, además da alguno laboral.

El banquete discurrió tranquilo, bueno, todo lo tranquilo que puede discurrir un banquete con 190 invitados. Mi suegro tiene un empresa y entre clientes y empleados, familia y demás, pues eso....150 personas.

Preveíamos ganancias pero estaba por ver. Ana, mi novia, solía beber cuando salíamos, era su “manía”, como ella lo llamaba. Me había prometido que lo intentaría dejar en cuanto nos casásemos, aunque me había pedido que en la boda la dejase a su aire. Eso significaba terminar borracha perdida, como siempre que salíamos a algún evento especial.

Aquella noche iba a ser memorable, la borrachera, me refiero. Ana no había parado de beber Champán y vino y ahora ya estaba con los cubatas. Ella decía que sólo bebía calidad, para mi todo era alcohol y más alcohol.

-Ana, por que no paras ya cielo, que no vamos a poder disfrutar esta noche- dije insinuando que quería que estuviese mínimamente lúcida a la hora del sexo.

-Dejamef, coño que es mi bodaf...- Ya era tarde. -Me engüentro mal, cariñof...- Y con un gesto como si fuese a vomitar, me miro pidiendo ayuda. La saqué de la pista de baile y nos fuimos a los baños. Un gran baño con pequeños departamentos, ya sabéis, para aguas mayores. Entramos en unos de esos y ella se arrodillo inclinando la cabeza hacia el water. Nada ocurrió.

-Estás bien mi cielo- Pregunté preocupado.

-Pues claro que estoy bien, ¿por que no iba a estar bien?- Dijo ella con gesto indignado. Ahí me dí cuenta, de que eso no iba a cambiar. No iba a dejar de beber. Me había casado con ella y con el alcohol. -Miraf ya que estoy aquírf...- Y echando mano a mi pantalón, me bajó la bragueta.

-Pero, ¿que haces?- Pregunté incrédulo. “Estaba a punto de vomitar y ahora me la quería chupar?!”, recuerdo que pensé. Ni me respondió. Me la sacó aún fláccida y se la metió en la boca. Chupaba sin control. No era desagradable, pero tampoco me gustaba mucho. Torpe, se le salía de la boca. A mi se me puso dura, pero por reflejo, más que por placer. Lo hacía con ansia y se la metía hasta la garganta. Se comportaba como una zorra.

-Te gustaf ciellof?- Me dijo sacando la lengua y dando lametazos a lo largo de mi polla. Se la volvió a meter en la boca con ganas de devorarla y cuando empezaba a sentir algo, vomitó. A punto estuvo de hacerlo sobre mi, pero se retiró a tiempo. La ayudé sujetando su cabeza. Mientras terminaba, salí al salón para pedir ayuda. Allí vi a Rocío...creo, una prima de Ana a la que yo no conocía pero me habían presentado esa misma mañana. La invitó su padre. Me daba igual, era familia.

-Perdona, puedes ayudarme, es que Ana no se encuentra muy bien-

-Claro, ¿donde está?- Me preguntó con voz de sorpresa. Era alta, morena y llamativa. Una mujer a tener en cuenta, como diría mi padre. La cogí de la mano para indicarla. Tenía unas manos fuertes.

-En el baño- Cuando llegamos, el espectáculo era deprimente. Ana, estaba dormida encima de la taza del water. -Ana! Ana!, despierta- Esta casi ni se movió. -Te importa si la subimos entre los dos a la habitación. Creo que lo mejor es que se eche a dormir- pregunté.

-No, claro. Vamos- Y entre la prima y yo la cogimos y la levantamos.

Ana, se giró y abriendo los ojos nos miró a una y otro y mirándola a ella dijo algo como Juan...

-Rocío, podrás llegar a la habitación, ella no está ayudando mucho, como de costumbre-

-Sofía, me llamo Sofía y si no te preocupes que si puedo, si me dejan los tacones- Dijo ella sonriendo. Era guapa, muy guapa y con unos ojos marrones muy marcados, no sé si por el maquillaje.

Con cierta dificultad llegamos a la habitación, que por ser la suite nupcial, era enorme. Con dos ambientes. Entramos en lo que era el dormitorio en sí y como pudimos dejamos allí a Ana. Le quitamos parte del vestido y la arropamos. El olor a vómito era...en fin, os hacéis una idea. Tenía el pelo sudado, posiblemente del esfuerzo. Con aquella mujer me había casado. Esa idea no dejaba de repetirse en mi cabeza.

-Creo que así dormirá bien- Dije mirando a Ana.

-No te preocupes, no se acordará de nada mañana- y me sonrió con dulzura.

-Escucha, no quiero volver a la fiesta, estoy cansado y un poco triste. Así que, si no te importa me quedaré aquí, espero que me disculpes- Le expliqué mientras salíamos del dormitorio separado por un gran arco del salón de la suite.

-Disculparte ¿porque?- me preguntó ella-¿Por no acompañarme abajo?- y con un gesto de la mano le quito importancia. -No te preocupes, yo ya estaba pensando en tomarme la última en mi habitación- respondió.

-Bueno, si quieres te invito a la última. El mueble bar de la suite está muy bien equipado- Ella pareció pensar y sopesar las posibilidades.

-Bueno, me da igual aquí que en mi habitación- dijo y se sentó en el sofá. -Así no me la tomo sola-

-Yo también me la iba a tomar solo- Dije -Y eso que estoy casado...-

-Vaya, no ha sonado muy feliz- Me dijo. -Perdona que me meta donde no me llaman-

-Es sólo que no quiero que mis noches terminen así cada vez que salgamos- Dije, señalando la cama y a Ana.

-Ya sabías con quien te casabas. Ha sido así siempre-

-¿Es tu prima, verdad?-

-Lejana, prima segunda, en verdad- respondió. Yo levanté una botella de ginebra mostrando mi elección a la cual asintió sin reparo. Serví dos copas de ginebra con hielo, sin nada más. Me acerqué a ella y le tendí la copa, mientras admiraba sus largas piernas, que parecían surgir de aquel apretado vestido. -Nos criamos juntas en el pueblo. Antes estábamos más unidas, pero algo pasó y perdimos contacto- No quise preguntar ese algo. Me pareció que no quería hablar de ello.

-Me ha prometido dejarlo- respondí mirando de soslayo a la cama.

-No te lo tomes a mal Víctor, pero eso ya lo ha prometido antes- Dijo bebiendo del vaso -No eres el primero, aunque si el más guapo- "Ehh!" pensé, pareció un flirteo. Pero rápido reaccioné, los hombres vemos flirteos donde no los hay, aunque me sonreía muy dulcemente.

-Gracias Sofía. Me lo tomo como un alago viniendo de una chica como tú- Dije admirando su belleza.

-¿A que te refieres "como yo"?- preguntó de repente como muy enfadada.

-Eh... bueno, no te enfades. Me refiero a una mujer tan guapa. Para mi no es normal, recibir halagos tan directos de una mujer de tu talla- Dije señalando su cuerpo a modo de admiración.

-¿lo dices en serio?- Preguntó aún tensa.

-Claro, ¿porqué iba a mentirte?- respondí.

-¿Es que Ana no te ha contado nada sobre mi?- preguntó ella ya calmada.

-Pues no, algo mencionó cuando vio la lista de invitados que le había pasado su padre- Ana y su padre discutieron por algunos invitados que Ana no quería. Sofía era una de ellas.

-Sabía que ella no me había invitado- Dijo sonriendo- Perdona, pero es una vieja historia. Así que ¿me consideras una mujer bella?-

-Eh...si. No me malinterpretes. Quiero a Ana, pero tengo ojos y lo que veo es una mujer con un cuerpo increíble- Y según lo decía me dí cuenta de que a lo mejor me estaba excediendo. Que no sólo hablaba yo, sino que el alcohol me desinhibía.

-Mmm, gracias. Pocas veces recibe una estos piropos- Me respondió. -La verdad, es que me asombré cuando te vi, Ana no suele tener tan buen gusto con los hombres- Dijo mirándome de arriba a abajo. Yo me sentí observado y estudiado. - Ahora veo que te pudo engañar por lo bueno que eres- Dijo mirándome a los ojos. Se acercó a mi y cogiéndome el vaso de las manos me dijo: -¿Quieres que te ponga otra? Necesito enfriarme que esto se está calentando- Sus labios rojos y brillantes me hablaban a pocos centímetros de mi cara. Sus ojos miraban a mi boca. Yo balbuceaba.

-Eh...si, si pon otra...gracias- Ella se levantó e hipnotizado no pude apartar la vista de su cuerpo, que se contorneaba delante de mi. Un ronquido de fondo me recordó que estaba casado y que mi mujer dormía a pocos metros.

-No te preocupes, ella duerme y no se despertará hasta mañana- Estaba mirando a la cama por encima del respaldo del sofá cuando Sofía me habló muy cerca de mi. Me giré y allí la vi, de pie junto a mi ofreciéndome mi vaso.

-Gracias Sofía-

-De nada cielo- Y se sentó en el sofá, esta vez mucho más cerca de mi. Yo estaba nervioso. Se suponía que debería pasar la noche con mi mujer, pero estaba, una vez más borracha como una cuba en la cama. Roncando. -Esta noche debería ser especial para ti- Me dijo Sofía, como si me hubiese leído la mente. -¿Brindamos?- Dijo alzando un poco aquel pesado vaso, lleno de ginebra, la cual, empezaba a hacer efecto. -Por una noche especial!- Y bebió intercambiando una mirada penetrante conmigo. Me puse aún más nervioso. No, no podía estar tonteando conmigo, era la prima de mi mujer y además estábamos en la misma habitación que ella.

-Pero no lo es, especial, me refiero- Dije después de beber un trago de ginebra. -Ahí tienes a mi mujer...- Dije señalando con la mirada el bulto de la cama.

-No lo es, por que tu no quieres que lo sea- Y acercándose a mi me pasó un dedo por mi mejilla. Estaba claro que se me estaba insinuando, pero "no podía hacer nada allí, Ana estaba al otro lado de la habitación", no hacía más que repetirme eso.

Sin que yo me lo esperase ella se arrimó más y me dio un suave beso en los labios. Yo no me aparté. Sonriendo al notar mi nerviosismo me dio otro más largo mientras deslizaba una mano sobre mi paquete. Me dejé llevar y abrí la boca para ofrecerle mi lengua la cual tomó con ganas. Nuestras bocas se abrieron a un beso apasionado. Hacía mucho que no me besaban así. Ana ya no me besaba así. Sus caricias sobre mi paquete, el cual aumentaba de tamaño por momentos, se intensificaron. Nuestro beso se alargo y mis manos sujetaban ya su cara de una forma delicada. Ella gemía suavemente, y yo ya no pensaba.

Un ruido que venía desde la cama me sacó de mi concentración. Paré el beso y giré mi cabeza en dirección a la cama. Ambos lo hicimos.

-No se despertará, te lo aseguro. Ha bebido para tumbar a un elefante- Me dijo Sofía mientras delicadamente con un dedo giraba de nuevo mi cara para que la mirase a ella. -Voy a darte la noche de bodas que deberías haber tenido- Y tras decir esto me volvió a besar. Yo nunca había sido infiel a ninguna de mis parejas, pero claro está, ninguna de mis parejas había terminado la noche de bodas en la cama borracha.

Ella seguía besándome. Me chupaba el cuello mientras frotaba mi paquete, para volver a mi boca y meterme la lengua.

Debido a los besos y las caricias, mi polla comenzaba a estar apretada dentro del pantalón. Ella lo notó. Y se arrodilló frente a mi. Sentado donde estaba en el sofá, me ofrecía una vista increíble de su escote. No tenía unos pechos muy grandes, pero su canalillo era hipnótico. Me desabrochó lentamente el pantalón del chaqué y sacó mi verga ya dura. Tiró de él y del calzón y me dejó desnudo de cintura para abajo.

-Disfruta y no pienses en nada- Se echó su larga y lisa melena negra hacia un lado con un gesto sencillo y con la mano derecha agarró mi miembro acariciándolo suavemente. Con la otra mano apuró el vaso de un largo trago y sin decir nada más engulló mi polla que desapareció en su boca. A mi se me escapó un gemido que intenté ahogar, pero no pude. Ella me miró y medio sonrió sin sacarse mi pene de la boca. Su vestido ajustado azul eléctrico, resaltaba con su blanca piel. Mientras sus labios se deslizaban por mi pene en un sube y baja repetitivo, pensaba que tenía una figura preciosa e iba muy bien maquillada. No dejaba de preguntarme como una mujer así se había querido acostar conmigo.

Su negra melena no me dejaba ver bien como lo hacía, así que con cuidado y suavemente la aparté. Ella me miró sin sacarse mi verga de la boca y sonrió. Jugaba con su lengua por mi glande y se la volvía a meter. Para un par de veces engullir por completo mi polla. Era toda una profesional. Menuda mamada me estaba dando. Parte del tronco de mi polla estaba rojizo por los restos de carmín que ella había dejado en su frenético sube y baja. Yo cada vez pensaba menos en que mi mujer estaba en la cama de al lado.

-Ahhh, mmmm- Se me escapaban gemidos que intentaba silenciar, pero era imposible.

-Veo que te gusta lo que te hago- Me susurró ella con una sonrisa diabólica. Dios! Menuda belleza, como me ponía aquella mujer!

-Lo haces increíblemente bien- respondí mientras ella reanudaba la mamada. -Mmmm, sigue por favor...- Se la sacaba y la restregaba por su escote. Gotitas de saliva mezcladas con liquido pre-seminal se impregnaban en su vestido, pero a ella no la importaba. De vez en cuando se la sacaba de la boca dejaba caer un poco de saliva para lubricarla y me masturbaba un poco. Con la otra mano me acariciaba el ano sin llegar a meter el dedo, suavemente. Me gustaba, aunque era la primera vez que me lo hacían.

-Como sigas me corro...Sofía- Dije bajito para que sólo ella me oyese.

-Y no queremos eso aún, ¿verdad?- preguntó ella sonriendo. - Tengo que decirte algo que a lo mejor no te gusta- me dijo mientras se ponía en pie. Yo no me imaginaba que era. -¿Seguro que Ana no te ha hablado de mi?-

-Seguro. Lo recordaría- dije sinceramente. No sabía a que se refería. Ella lentamente se bajó los tirantes del vestido. Tiró hacia abajo y descubrió unos pechos firmes y redondos. No llevaba sujetador. Yo no podía apartar la vista de ellos. Eran increíblemente redondos y sus pezones oscuros estaban más que erectos.

-¿Te gustan?- Me preguntó mientras seguía bajando el vestido.

-Son preciosos- respondí torpemente. Finalmente empujó el vestido hasta abajo y descubrió un tanga negro que hacía juego con su pelo que cubría ahora levemente sus pechos. Dios que cuerpazo! Estaba poniéndome a mil!

-Víctor, no soy lo que esperas, aunque espero no espantarte- Puse cara de confuso, pues lo estaba. Ella se sentó sobre mi a horcajadas y me volvió a besar. Cogió mis manos y las puso sobre sus esféricos pechos.. No sabía de que hablaba, hasta que retiró el tanga y un brillante y medio fláccido pene apareció ante mi. Me lo quedé mirando y sólo supe decir:

-Pero es imposible. Tu eres una mujer- A ella (o él), no le gustó mucho esa respuesta.

-Veo que no te gusta lo que ves- Yo como única respuesta acerqué una mano y acaricié el pene. ¿Que me estaba pasando? A mi no me gustan los hombres, pero claro está, yo veía a Sofía como una mujer, aún sabiendo que tenía pene.

-Me has sorprendido, eso es todo. No me lo esperaba. No es que no me guste- Expliqué mirándola a los ojos, aunque alguna mirada se me iba al pene. -No quiero que te vayas, me gustas- Dije siendo sincero, deslizando mi mano por aquella tímida polla.

-¿Seguro que quieres que me quede?- Dijo ella. -No quiero que lo hagas por pena- añadió con mirada furiosa.

-No hombre, pena ¿de que?- dije dándome cuenta de que hablábamos muy alto teniendo en cuenta la situación. Admirando su cuerpo dije: -Eres la mujer más hermosa con la que he estado y lo que me acabas de enseñar no cambia eso- Dije admirando su pequeña polla. -Bueno, un poco pero yo te sigo viendo como lo que par ami eres, una mujer- Dije sorprendiéndome a mi mismo de la elocuencia de mis palabras.

-Entonces, ¿quieres que sigamos?- Preguntó.

-Si, ven conmigo- La atraje hacia a mi. Nos besamos de nuevo con más ímpetu que antes. Su pene descansaba sobre mi estomago. Podía sentir sus testículos también. Al separarnos y levantar la vista pude comprobar que seguía siendo la misma mujer preciosa con la que me había besado hacía un rato, así que lo volví a hacer. Nos fundimos en un intercambio de saliva. Ella sorbía mi lengua y yo jugaba con la suya.

-Quiero que me folles, Víctor- Me dijo al oído. -Quiero sentirte dentro de mi- Y comenzó a besarme el cuello. Todo el conjunto me daba mucho morbo. No sé porqué pero no me daba asco ni me producía rechazo el tener una polla sobre mi estómago. Sus palabras habían surtido efecto y mi verga volvía a estar en acción. -Mmmm como la noto. Se ha puesto de nuevo dura- Ella misma echó mano de mi polla y la apuntó hacia su culo. -Despacio cielo, por favor- Me dijo y poco a poco entró sin dificultad. Ella se fue literalmente sentando sobre mi polla mientras se la introducía en su ano.

-Ahhhh, dios que placer...- Gemía mientras comenzaba a moverse. Sus caderas iban hacia adelante y hacia atrás, dando ritmo. Su polla se puso casi erecta. Yo la miraba y pensaba en cogerla, en acariciarla, como a mi me hubiese gustado que me hiciesen, pero no me decidía. Sofía estaba en éxtasis. Echaba la cabeza hacia atrás mientras me follaba. -Cariño, que polla tienes, es perfecta para mi chochito de atrás- Dijo. Por fin de me decidí y agarré con decisión su pene y comencé a hacerle una paja.

-Ahhh, por favor no pares. Sigue tocándome el coño- Decía refiriéndose a su polla. No era muy grande, pero tampoco pequeña. Al mismo tiempo la mía penetraba el apretado culo de Sofía, lo cual me ponía a cien.

-Ehh, Víctor....afferffrf- Sonó la voz de Ana desde la cama. Sofía tal y como estaba se agachó tan rápido como pudo.

-Ha levantado la cabeza....- Me susurró al oído. -No contestes- Me dijo. El respaldo del sofá nos servía de parapeto. No podía vernos. Sofía, tal y como estaba pegada a mi, comenzó a moverse de nuevo. Su pene, presionado por nuestros estómagos se deslizaba entre ellos con cada vaivén de Sofía. Me gemía al oído. -Como siga así me corro cielo-

-Pues correte, no me importa- Ella me miró y me beso para ahogar los gemidos. Noté como un líquido tibio manchaba nuestros cuerpos. Ella me metía la lengua y me follaba más deprisa. Su leche es extendía con cada movimiento. Yo no podía aguantar más. Iba a correrme. -Yo también me corro-

-Hazlo dentro amor. Inúndame de leche el culo – Me dijo sin levantarse por miedo a que Ana siguiese mirando. Nuestros gemidos se quedaban en susurros y nuestras embestidas en meros vaivenes. -Ahh, siento tu leche dentro de mi! Disfruta! Correte!- El orgasmo que me sobrevino fue de los más intensos que he tenido nunca. Me palpitaba la polla dentro del culo de Sofía. El semen...su semen se comenzaba a escurrir por el costado. Ella metía su lengua en mi boca y nuestros labios se entrelazaban en un frenesí desesperado. Yo la agarraba del culo y la apretaba fuerte contra mi. Ella gemía levemente. Sus pechos erectos se apretaban contra mi torso.

Permanecimos así un buen rato, besándonos, tocándonos, apretándonos. No queríamos separarnos. Habíamos disfrutado muchos los dos y queríamos más. Ella levantó un poco la cabeza. Y comprobó que Ana seguía dormida. Así era. Nos levantamos despacio y nos fuimos al baño. Una vez allí cerramos la puerta y volvimos a besarnos. Desnudos, con nuestros penes aún semi erectos.

-Siento como tu leche sale de mi- Y me agarró la polla para hacerme una tímida paja.

-No no no, por favor- Dije apartando su mano con delicadeza. -Está muy sensible- Mire para abajo y me deleité con lo que vi. Tenía todo el cuerpo depilado, y de su femenina figura asomaba su mediano pene.

-¿Que miras?- Me preguntó ella mirándome a los ojos.

-Tu increíble figura...y tu pene-Dije sonriendo.

-Es mi coñito- Dijo sonriendo y me volvió a besar. Yo la agarré del culo y la apreté contra mi. Al separarnos nos dimos cuenta de que estábamos pegajosos por su semen.

-Será mejor que me limpie- Dijo. Agarró una toalla y la humedeció limpiándose la tripa y el estómago. Después se vistió. Yo no dejaba de admirar su belleza y cuerpo. Su pene me tenía absorto. Era preciosa toda ella.

-No creí que me fueses a pedir que siguiésemos- Me dijo mientras terminaba de vestirse.

-Has sido mala. Deberías habérmelo dicho desde el principio- Dije. -Es justo-

-¿Te habrías acostado conmigo si te lo hubiese dicho?- Me preguntó ella.

-Nunca lo sabrás- Respondí yo. Observé como se colocaba el vestido y el pelo mientras se miraba al espejo.

-Tengo que irme, ¿me acompañas a la puerta?- Y tendiéndome la mano me pidió que la acompañase a la puerta de la suite. Salimos del baño y caminamos en silencio a través del salón hacia la puerta de la habitación cogidos de la mano. Aún no me lo creía, me había follado a un transexual. Y me había gustado. Que estaba pasando conmigo, “Yo no era así”. Inmediatamente deseché esa idea, era demasiado homófoba.

-¿Volveré a verte?- Pregunté.

-Vaya esto si que es una sorpresa. ¿Quieres volver a verme?- Dijo con cara de incredulidad.

-Ya lo estoy deseando- Le dije y agarrándola de la cintura la arrimé a mi y nos fundimos en otro beso. Pasional y cariñoso a la vez. -Aún estaré dos días más en el hotel. Tenemos reservada la suite hasta el lunes-

-Lo sé, yo también me quedo una noche más. La boda coincidía con el cumpleaños del abuelo y lo han querido aprovechar- Dijo acariciándome la cara. -Recuerda que yo también soy de la familia- dijo riendo. Y me volvió a besar. -Depende de ti si me quieres ver. Adiós cielo, que duermas bien- Me besó en los labios y salió de la habitación sin decir nada más.

¿Que me pasaba? Acababa de engañar a mi mujer delante de ella, prácticamente y ahora quería volver a hacerlo. No estaba enamorado, o eso pensé. Ana no iba a dejar de beber. No veía ningún futuro a mi matrimonio, si las cosas no cambiaban.

Caminé por la suite nervioso, y excitado a la vez por lo que acababa de hacer. Mi vista se dirigió a la cama donde descansaba mi mujer, tan borracha como para darse cuenta de que la había puesto los cuernos delante de ella. Menudo matrimonio me esperaba.

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