La niñita

Esta es una breve historia que me aconteció cuando yo era una insignificante niñita que pasaba desapercibida a pesar de que en mi se había desertado el deseo hacia mucho tiempo.

La niñita

Esta es una breve historia que me aconteció cuando yo era una insignificante niñita que pasaba desapercibida a pesar de que en mi se había desertado el deseo hacia mucho tiempo.

..... Por esos entonces yo estaba enamorada (eso es lo que se piensa cuando eres pequeña) de un primo mío llamado José. Era verano y mi primo que ya era todo un hombre a sus 23 años, pasaba unos días nosotros. No había nadie en casa tan solo él y yo. Subí las escaleras pegada a la pared, reteniendo la respiración.

Empuje la puerta que cedió de inmediato. Adentro estaba oscuro y por un momento no vi nada. Daba igual porque me conocía la habitación palmo a palmo, esperé a que mi vista se acostumbrara. A los pocos instantes pude distinguir a él sobre la cama. No estaba boca abajo como me imaginaba que dormía; vestido sólo con un calzoncillo se le veía espectacular. Yo sentí que de pronto todo el miedo y la impaciencia que había acumulado todo ese tiempo desaparecían.

Lentamente me quite el pantalón y la camiseta que me cubría, pero no me atreví a quitarme mi pequeña ropa interior de algodón. Me senté al borde, me incliné lentamente, hasta que su cara quedó a pocos centímetros de mí y pude sentir el calor de su respiración y el olor dulce de su cuerpo.

Espere en silencio pero me atreví a mas y apoye mi mano sobre su vientre.

Esto me produjo una oleada sofocante en mi cuerpo.

Recordé algunos gestos que había visto alguna vez a escondidas, y mientras introducía los dedos bajo el elástico de los calzoncillos busqué su boca y lo bese como tantas veces había hecho frente el espejo. José gimió aun dormido y me atrapo por el talle con un brazo, mientras su otra mano atrapaba la mía para guiarme y su boca se abría para devolver el beso.

Me cogió por la cintura y me subió encima de él, acomodándome sobre su cuerpo a tiempo que realizaba los primeros movimientos del amor. Los cuerpos se iban acoplando como si ellos tuvieran el control. Yo le acariciaba dulcemente con unas de mis manos y mis piernas se abrían al máximo. Sentía ahí, abajo, en el lugar prohibido un calor inexplicable y una humedad desconocida hasta ahora.

Mi primo jadeaba entre sueños no se daba cuenta de lo que pasaba en realidad. Mis caderas se balanceaban solas despacio a la vez que su vientre comenzó a elevarse haciéndome sentir algo duro y palpitante que intentaba abrirse camino entre mis pequeñas braguitas. Me seguí moviendo mas rápido me gustaba ese roce, no sé el tiempo que estuvimos así.

Moviéndonos juntos mientras que su mano me acariciaba los pechos y su brazo me aprisionaba mas fuerte contra él notando toda la fuerza de su miembro. Su excitación era tanta que no podía aguantar sus gemidos y entonces exploto. Al sentir sobre mí aquel liquido caliente me asuste porque mi cuerpo entro en espasmos y una sensación placentera me inundó todo el cuerpo. Él se despertó al sentir, supongo, aquel mismo placer y al verme allí su cara cambió, no dijo nada.

Ahora sé que se llenó de pánico y reproches por culpa de antiguas creencias y prohibiciones.