La niñera

Una joven decide trabajar de niñera pero no sabe en lo que se mete. Zoo / No consentido.

Aquella mañana Eloisa había decidido tener un ingreso extra, entrar al mundo de la gente productiva, pero sabía que su corta edad de apenas 16 años no le permitiría conseguir un empleo formal, tenía un hermoso cuerpo, grandes pechos para su edad, cintura muy pequeña y caderas redonditas y respingaditas, gracias a él le habían ofrecido varías veces ya el trabajo de edecán en exposiciones y plazas comerciales, sin embargo sus padres siempre se lo habían prohibido.

Ya que era temporada de vacaciones sabía que muchos niños estarían sin nada que hacer, y que los padres siempre contrataban "niñeras" para cuidarlos, así que decidió poner su anuncio en el periódico; no pasaron más de dos días cuando recibió una llamada telefónica, una señora de apellido Jiménez, le estaba ofertando trabajar para ella una semana, con ingresos de de hasta cincuenta dólares diarios, pero la única condición era que tenía que ser tiempo completo, y además, tenía que quedarse a dormir ya que los señores saldrían de vacaciones y no podían llevar a sus hijos con ellos.

Después de pedir permiso a sus padres, los cuales no estuvieron muy de acuerdo al principio, pero pensaron que así Eloisa podría ver lo duro que es la vida, aceptaron dejarla trabajar.

Eloisa llego temprano aquella mañana de domingo, a los señores les encantó su apariencia, se veía claramente que era una "niña bien", una damita de casa, y sobre todo tierna, claro esta que el señor la vio con algo de morbo, pero ella no le dio importancia ya que ellos saldrían de viaje en pocas horas dejándola a cargo de la casa y de sus tres hijos menores, entre otras labores tenía que darle de comer a dos grandes perros; le dejaron dinero para pedir comida en caso de que así lo quisieran los niños, le mostraron su habitación, cerca de la de los gemelos Luis y Pedro de 10 años, y no muy retirada de la de Roberto de 13 años; finalmente después de todas las explicaciones, salieron rumbo al aeropuerto, y no iba a ser sino hasta después de una semana cuando volvería a ver a los señores.

Trescientos cincuenta dólares, pensó ella, le alcanzaría para comprar mucha ropa, lo que no sabía ella era cuanto le iba a costar.

El primer día transcurrió sin ningún problema, los niños estuvieron tranquilos, casi todo el día viendo televisión, pidieron comida a domicilio y no fue sino hasta al caer la noche cuando empezaron los problemas.

  • Roberto, me voy a bañar, por favor cuida a Pedro y Luis unos minutos, y avisame si pasa algo.

Enseguida se metió al baño y desvistió, abrió la regadera, espero a que el agua estuviera tibia y se metió a bañar, apenas estaba utilizando el shampoo, y era cuando tenía los ojos bien cerrados cuando empezó a sentirse observada, tardó unos segundos antes de poder abrir los ojos y vio a Roberto masturbándose viéndola.

FUERA DE AQUÍ!!!, le grito, pero el niño no le hizo mucho caso, y siguió masturbándose. Rápidamente agarró una toalla, se tapó y el niño al ver que le darían una tunda salió corriendo.

Ya una vez vestida, fue y hablo con Roberto; Eloisa era una de esas niñas que creía que no se les debía pegar a los niños, así que le explico que eso no se hacía y dio el asunto por terminado cuando pensó que Roberto lo había entendido.

Ya en la noche, terminado de acostar a los tres menores, y ya en su cama con su amplio camisón, con el que dormía cómodamente, escuchó unos pasos afuera de su cuarto, al abrir la puerta vio que estaba Luis y Pedro, asustados por la obscuridad, y le pidieron dormir con ella, a lo que accedió placidamente; al poco rato, se quedó profundamente dormida cada gemelos a ambos lados de ella, esa noche tuvo un sueño húmedo en el que su exnovio le metía tremendo faje, chapándole los pechos y dedeandole su conejito.

Pero resulta que no había sido solo un sueño, sino que varias horas de la noche a los mocosos se les ocurrió volver a su infancia, le levantaron el camisón y empezaron a chupar sus grandes y redondos pechos, al principio despacio, pero pronto empezaron a succionar más y mas fuerte, a uno de ellos se le ocurrió saber como era el "pajarito" de las mujeres, y estuvo tocando y pellizcando sus rosaditos y depilados labios vaginales.

A la mañana siguiente, Eloisa despertó con el camisón hasta el cuello, dejando ver todo su cuerpo desnudo, los gemelos ya no estaban, pero si había una cámara polariod en el buró y rápidamente supuso lo peor, lo condenados diablillos le habían tomado fotos.

Escuchó que los niños estaban en la sala, y entró a buscar las fotos al cuarto de los niños, pero no encontró nada.

El humor de Eloisa empezó al cambiar al ver lo traviesos que eran los niños, sin embargo seguía pensando en su recompensa cuando llegaran los papás de los menores; ese día no pudo más, así que llamo a los niños, uno por uno, les bajo sus shorts y les dio tres nalgadas a cada uno.

Al quinto día, los niños estuvieron muy tranquilos, como era de esperarse después de una tunda, esa mañana Eloisa vestía con falda corta y blusa de tubo, muy pequeña. A los menores se les ocurrió jugar a los indios y vaqueros, Eloisa accedió a ponerse botas un cinturón y sombrero, mientras que los niños se maquillaban la cara con los cosméticos de mama.

Después de un rato los niños corrían por toda la casa para que la "vaquerita" no los alcanzara, mientras que la ella se dedicaba a cazarlos, los "indios" trajeron "caballos" (realmente eran los dos grandes perros que tenían en el patio), y jugaron gran parte de la mañana; después de comer, ella se sentó sobre un sofá y se quedó dormida mientras los pequeños veían televisión, a cabo de un pequeño rato, despertó con las manos y pies atados, los niños habían vuelto a jugar a los "indios" y ahora la "vaquera era su prisionera", la colocaron sobre una pequeña mesa, le dijeron:

Venganza, dulce venganza.

Le levantaron la falta, y cada uno le empezó a dar las tres nalgadas que habían recibido el día anterior, sin embargo a Roberto no le bastó con eso, era el mayor, un más despierto sexualmente hablando, así que mientras los dos gemelos se sentaban encima de ella, el hábilmente le bajo la pequeña tanga que utilizaba y dijo:

  • Ya tenemos nuestro botín, amarren a la vaquera a la mesa para que no se pueda levantar hasta que nos prometa que no nos va a pegar.

Ella ya encolerizada les decía:

  • Será mejor que ni me dejen desatarme porque ahora si les va a ir mal.

La sujetaron con cuerdas a la mesita de centro, y la dejaron boca abajo, a unos 30 centímetros del piso, al ver que ella se esforzaba para desatarse, salieron corriendo a esconderse a sus cuartos y les pusieron seguro; ella no podía desatarse a pesar de que no eran muchos nudos, así que se cansó y decidió esperar para recuperar fuerzas.

No tuvo que esperar mucho tiempo cuando de pronto apareció uno de los perros, un rottwailer negro, y atraido por el olor de su pequeña vagina razurada empezó a husmear entre sus piernas; al sentir el hocico de aquel animal abrio los ojos tan grandes como pudo, asustada se dio cuenta que no tenía nada de protección y que los niños podrían verla así, trató nuevamente de zafarse pero le fue en vano; mientras tanto el enorme perro ya empezaba a lamer y aunque parecía ella gozar, no quería que nadie la viera así, de pronto sin mas ni mas, el gran perro se montó encima de ella, y Eloisa sin poder defenderse solo pudo cerrar los ojos mientras el animal empezaba a tratar de meter su pija dentró de ella.

Al principio no le atinaba, pero después de un rato "zas" entró, el tremendo perro comenzó a bombear cada vez mas rápido, ella lloraba de dolor y vergüenza, fácilmente eran unos veinte centímetros de largo y bastante ancho, a leguas se vía que el perro solo gozaba, cada vez se hacían sus movimientos más y más rápidos, de pronto comenzó a sentir en el animal crecía, mucho, era su bola que trataba de hacer cierre perfecto, cuando por fin entró, el gigante animal se comenzó a vaciar dentro de ella, como si el desgraciado no se hubiera venido nunca la llenó hasta el tope.

Se quedaron pegados alrededor de diez minutos y luego se soltó; no había pasado casi nada de tiempo, cuando sintió otro enorme bulto encima de ella, el otro perro había visto TODO y empezó a imitar a su compañero, comenzó a cogerse a Eloisa, solo que este era mas grande, ella solo gemía para no hacer ruido, nadie la había visto, sin embargo, los niños al ver que no pasaba nada decidieron salir para encontrarse semejante acto.

Eloisa comenzó a llorar, a pedir auxilio, Roberto corrió por la camara y le tomó varias fotos, el perro comenzó a correrse, mientras que los niños sin saber que hacer solo se dedicaron a ver.

Cuando por fin, pudo librarse del perro, los gemelos la desataron mientras Roberto se escondía en su cuarto, Eloisa se metió al baño, se lavó completamente y cansada por las tremendas cogidas que le habían metido semejantes canes, se quedó totalmente dormida.

Al otro día, le pidió las fotos al desgraciado escuincle, pero el solo le contesto:

  • De ahora en adelante eres mi exclava.