La niña, la luna y el viejo lobo

Era una noche de Luna llena. Era una niña repleta de ilusiones. Era un viejo lobo, todo él oscuridad

Érase una vez ... Así es como todos los cuentos empiezan. Así también, es como comienza nuestra historia.

En una pequeña villa, vivía una niña de quien simplemente os contaré que era valiente, tenaz e intuitiva. A nuestra chiquilla le encantaba bailar bajo la luna cuando nadie la veía. Le encantaba cantarle a ésta cuando nadie la escuchaba.

Quienes bien la conocían, decían de ella que era como el aire: impaciente, fresca e imprevisible. Se podría decir que era quizás, diferente al resto de muchachas, pues no tenía  miedo expresar lo que sentía. Ella era fuego, toda pasión, intensa en su sentir, una sonrisa caótica y un corazón sensible, vulnerable y rebelde. Nuestra niña era entregada  y con unas ganas inmensas de vivir. Una mezcla perfecta entre cielo, infierno y mujer.

No obstante, en los último días se sentía más insegura, estancada en una tristeza de la que no sabía cómo salir. Y es que  pecaba muchas veces de confiar en la bondad de los demás, y por ello ya la habían lastimado y herido.Últimamente, al mirarse en el espejo,  no era capaz de reconocerse. No entendía quien se escondía tras aquel reflejo. Se observaba y solo veía en ella las heridas y cicatrices ocasionadas por todas aquellas batallas pasadas. Algunas, ya no sangraban. Otras aún sí. Pero todas ellas todavía le dolían por igual. Muchas veces, se repetía a si misma que la vida le estaba enseñando a ser una superviviente, pero ello no terminaba de consolarla.

Así que, para esconder y amortiguar aquel dolor, un día decidió empezar a vestirse con la mejor de sus corazas. Una coraza fuerte y resistente  tintada toda ella de rojo, de aquel color pasión que tanto le gustaba, especialmente cuando se sentía triste. Si lo creía necesario, escondía toda aquella tristeza tras unos labios carnosos, pintados en color carmín, en los que  intentaba dibujar una tenue sonrisa, ocultando tras esa coraza toda su dualidad. A veces, parecía una niña sensible, tierna y cariñosa. Otras, una mujer distante y fría. Al mirarla, podías observar un lienzo en blanco en donde se mezclaban pinceladas de niña y de mujer al mismo tiempo. Conviviendo en ella esas dos partes de sí misma. Sabiendo aquella mujer que sin la magia de la niña, moriría de hastío. Y aquella niña que sin la cordura de la mujer, se dejaría llevar por la locura. Y así era. Así se sentía, nuestra niña.

Pero sigamos con nuestra historia...

Os contaré que cercade aquella villa, en un bosque frondoso y escondido, vivíaun viejo lobo solitario. Un viejo lobo que había tenido que marchar de su antiguo hogar, puessus traicionesyfechoríashabían sidotales quesus antiguos vecinos yanole querían ver máspor allí.  Nuestro lobo era grande y robusto, con una incipiente barba blanca, signo ya de su edad. Lucía todo él condecorado por sus años de servicio. Con un andar que podríamos describir como especial. Siempre  con pasos cortos, vista larga  y muy mala leche en su mirar. Todo él, aparentemente, valiente y confiado de sí mismo. Todo él,curtido por la vida y con la experiencia de quien al parecer, no le asustaba nada ni nadie. Pero en el fondo,  acobardado de sí mismo, de lo que pensaran los demás sobre él y de su propia vida. De aquella vida que él mismo se había forjado a base de malas decisiones. Y es que nuestro lobo, en esencia solo era incertidumbre, miedos, mentiras, egoísmo, sentimientos retenidos y ocultos.

Aparentaba vivir orgulloso de su independencia y de su libertad, vanagloriándose que así, podía hacer lo que quería sin tener que dar muchas explicaciones a nadie. Pero a fin de cuentas, cansado de aquella solitaria vida. Por lo que, glotón y goloso como era, se dedicaba  constantemente a acechar a las jóvenes muchachas que confiadas se cruzaban en su camino. Se explicaba en la villa que cuando tenía clara su presa, no cesaba en su afán hasta conseguirla, siendo capaz de disfrazarse todo él, con las más dulces de las palabras, con profundas miradas y eternas sonrisas. Pero, siendo su único y verdadero propósito el de robar a cada una de aquellas muchachas alguno de sus sabrosos pasteles, alguna de sus virtudes, de sus alegrías o esperanzas. Para así alimentar con ellas  su triste existencia y sentirse que aún conservaba su anhelada y perdida juventud.  Mas ninguna de aquellas muchachas realmente le importaban; tristemente se podría decir queerademasiado egoístayegocéntricoparapreocuparle alguienque nofuera él mismo.Él era pura oscuridad.

Sin embargo, lo que muy pocos conocían es que nuestro viejo loboera un alma sombría que escondía un secreto, una doble vida y una doble verdad. Pero esta es otra historia que quizás algún día os llegue a contar ...

Lo que nunca imaginarían, ni nuestra niña ni aquel viejo lobo, era que un día sus caminos se cruzarían, enseñándoles a ambos una lección de vida que jamás podrían olvidar...

Aquella habría tenido que ser una mañana cualquiera más de finales de verano. Una mañana más de mucho calor, en la que sabía que mis obligaciones y responsabilidades de  trabajo me mantendrían ocupada. Miré mi agenda y simplemente, resoplé. Anotado por mi secretaria, allí estaba la visita de aquel tedioso y arrogante cliente de quien todo el mundo tan mal hablaba. Había intentado evitarla, respondiendo por email a sus correos con la máxima información para así, no tener que reunirme con él. Pero el tipo era insistente y finalmente, le había tenido que conceder una cita. Advertida quizás por los consejos y la experiencia de quienes ya se habían enfrentado a él, decidí vestir la mejor de mis corazas. No tenía ninguna gana que un galán de tres al cuarto, desestabilizara mi ya inestable vida. Así que, escondida tras mis labios rojos color carmín con los que me sentía siempre tan segura y protegida, decidí afrontar con resignación aquella visita.

Se presentó a la hora acordada, puntual como era. Era más alto de lo que le recordaba, calvo y con una incipiente barba blanca, la cual llevaba cubierta por una mascarilla de tela con estampado militar. ¿En serio?! ¿Tenía que ser militar? Recuerdo que pensé en aquel momento. Se sentó en una de las sillas de mi despacho y sacó del bolsillo del pantalón un papel con anotaciones. Únicamente nos separaba mi mesa y todos mis miedos y reticencias. Me aferré a mi coraza, sosteniéndole la mirada y analizándole con frialdad. Pero sentí que él estaba haciendo lo mismo conmigo, esperando encontrar algún pequeño resquicio de debilidad. Le encantaba escucharse a sí mismo al hablar, era una de aquellas personas que convertía las frases sencillas y concisas, en pretendidas floreadas narraciones quijotescas, simplemente por el mero afán  de demostrar una supuesta cultura.

La reunión terminó sin nada más a destacar. Pero, analizándolo ahora en el tiempo y con otra perspectiva, ese día, quien denominaré a partir de ahora como "el viejo lobo" , consiguió aflojar una pequeña tuerca de mi coraza. A partir de ese primer encuentro, llevados ambos por nuestras responsabilidades y en el fondo, por una extraña atracción mutua, empezamos a repetir asiduamente nuestros encuentros de trabajo. Pero creo que jamás olvidaré el día en que por diferentes cuestiones, volvimos a coincidir. Fue solo un instante en que nos quedamos solos. Un segundo en el que me miró dulcemente con sus grandes ojos color miel al tiempo que me sonreía. Y solo recuerdo que empecé a temblar, que mi piel se erizó y mis pechos se endurecieron. En aquel momento, mi coraza vibró sin control.  Aquellos ojos. Aquella simple mirada con la que sentí me desnudó. Una mirada penetrante y fría que, al mismo tiempo, era el reflejo de todos sus miedos. Me vi reflejada en ella. Vi reflejado el anhelo de amor, de pasión y de ternura que  simplemente yo, aquella niña sería capaz de darle sin tener ya que esconderse. Una juventud y una fuerza que ahora sé, le aterraron y atrajeron a partes iguales.

Solo ahora soy consciente, que tras aquella aterciopelada mirada, simplemente se escondía el inicio de una estudiada artimaña de manipulación y conquista. Se escondía todo un mundo de farsa y de mentiras, sobre el cual él había construido los cimientos de un castillo de naipes que en el fondo era su vida. Aquel día, fui capaz de escapar sin rasguño ni herida alguna, pero con la duda y el desconcierto de aquella mirada que sin yo quererlo, tan hondo había calado en mi. Pero, nuestro viejo lobo, galán como era, no podía permitirse que me escapara, así que empezó a ganarse mi confianza. La verdad es que nos hicimos amigos, se creó una extraña conexión entre nosotros que, aún ahora, no sé explicar y que sinceramente, es lo que más echo de menos. Con él me reía, me sentía a gusto y en parte protegida. En él veía reflejados mis anhelos de libertad. Me contaba batallitas de sus años de servicio y curiosa como soy, me encantaban. Me convenció que lo que explicaba la gente sobre él no era cierto, que las otras mujeres con las que había estado siempre habían sido las culpables de que su relación terminara y cómo había amado a su segunda ex mujer y como había sufrido al verse engañado por ella, de cómo su relación clandestina de muchos años con una mujer casada había terminado por que ésta no era lo suficientemente valiente para dar el paso de separarse y le podía más la comodidad económica y el qué dirán, que lo que él sentía por ella, etc. Y sí, ¡le creí!

Le creí y me enamoré de aquel hombre atento a quien nadie quería, de aquel viejo lobo solitario que era perseguido todas las noches por sus fantasmas. Me enamoré de una ilusión, de el hombre cartón piedra que él quiso hacerme creer que era, pero que realmente, nunca existió más que en mis ilusiones y en mi corazón de niña.

Recuerdo como si fuera ahora mismo nuestra primera noche juntos. Era una noche de luna llena. Una noche en que cumpliendo con mis obligaciones de trabajo, sin poder dar más detalles, tuve que asistir a una reunión en la que nuevamente coincidimos. Teníamos que reunirnos en un lugar neutral, pero sorprendentemente ni media hora antes, él me envió un mensaje informándome que al final el encuentro sería en su casa. La verdad es que me extrañó que lo hubiera organizado así, pero al mismo tiempo, sentí la curiosidad de conocer el lugar en donde habitaba. Durante toda la reunión sentí sus ojos clavados en mí, pero aquella sensación me incomodó a la par que me agradó. Me excitaba sentirme observada, notar como él me contemplaba mientras yo hablaba con el resto de asistentes, como nuevamente sus ojos me desnudaban. Reconozco que coqueteé, humedeciendo mis labios y cruzando con él más de una mirada pícara y cómplice, más de una sonrisa.

Cuando finalmente nos quedamos solos, me invitó a una bebida y nos sentamos a hablar, guardando las distancias, en el sofá de su comedor. Esa noche, ahora lo sé, me explicó muchas mentiras, pero no obstante tener el convencimiento que debía marcharme, que aquello era una encerrona y que no podía terminar bien, no pude hacerlo. Estábamos conversando, cuando apoyé mi cabeza en el respaldo de su sofá y solo sé que sus labios se abalanzaron sobre los míos. Empezamos a besarnos, a acariciarnos, a sentirnos el uno al otro y ya no pudimos parar.

Al instante, aquellos primeros besos se convirtieron en el frenesí de una pasión desatada, de una extraña conexión sexual que nos encendió a ambos. Me subí encima de él, así como tantas veces después durante nuestra relación hice, para sentirle más cerca, para poder mirarle a los ojos mientras le besaba. Sintiéndome engañosamente segura entre sus fuertes brazos. Sus grandes manos agarrando mi trasero, resiguiendo las curvas de mi cuerpo, al tiempo que con un movimiento acompasado marcaban el ritmo que él deseaba que siguieran mis caderas.  Noté el tacto de sus caricias sobre mi aún vestido cuerpo y cómo buscaban el contacto con mi piel. Nos besamos, jugueteando con nuestras lenguas, mordiéndonos apasionada y sensualmente los labios. Mi cuerpo sudoroso y ardiente no podía dejar de moverse sobre él. Cada vez más rápido, rozándome contra su entrepierna incitada por el deseo.

Sentí su creciente excitación y el jadear de su pecho ya desnudo junto al mío ... Y hasta aquí la historia por hoy. Si te apetece  seguir leyéndolo y conocer mi historia, te invito a que lo hagas en mi nuevo blog de la NinyaMala. Podrás encontrar facilmente el enlace y dirección en mi perfil.

Un beso y nos vemos por allí.