La niña buena (8)

Ramón consigue por fin meter todo su aparato en una mujer.

Ramón le dio la vuelta ya la abrazó desde atrás, llevando sus manos a sus tetas ya apretándolas con fuerza. Le restregó por el culo su dura polla. Esa mañana se había corrido en la cara de la madre y ahora se iba a follar a la hija.

La llevó contra la pared, aplastándola contra ella.

-¿A quién sales tan puta? ¿A tu madre?

-Jajaja. Noooooo. Ella es una santurrona. Seguro que ni le ha visto la polla a mi padre.

"Si tú supieras", pensó Ramón. Los ojos de su madre cuando lo miró con la cara llena de leche no eran de santurrona.

La volvió a echar contra su pecho para poder abrirle el vestido. En poco tiempo, la tenía desnuda, sólo con las bragas. Volvió a agarrarle las tetas y apretárselas, con fuerza.

-Aggg bruto.. - le dijo restregando el culito por la dura polla. Las bragas las tenía empapadas.

Diana sintió la lengua de Ramón bajar a lo largo de su columna vertebral, hasta llegar a su culo. Le bajó las bragas y besó las duras nalgas.

-Vaya culo más bonito que tienes, zorrita.

Le empujó la cara contra la pared y le hizo sacar el culo hacia atrás. Después lo abrió con sus manos. El anito de Diana, cerradito, parecía llamarlo. Acercó su lengua y empezó a lamerlo.

-Aggg.. que rico..Cómeme el culito...

Ella llevó una de sus manos a su coño y se lo frotó con fuerza mientras Ramón intentaba meterle la lengua en su culito. Consiguió meter la punta

-¿Te gusta mi culito, Ramón?

-Es el más bonito que he tenido en mis manos, Diana.

-Anoche tuviste la oportunidad de follármelo...¿Por qué no lo hiciste?

-Por que te haría daño. Mi polla es muy grande.

-Pero soy una putita que se lo merece.

-Te lo mereces todo. Pero por muy zorra que seas, no te mereces que te haga daño.

-Ummmm eres un buen tipo...me sabes tratar como a la zorra que soy, y sin embargo, me respetas....

-Yo soy así, jejeje

-Sigue..comiéndome el culito...

Se lo abrió al máximo y le volvió a meter la punta de la lengua

-Ummmm estoy muy cachonda Ramón..No he dejado de pensar en tu polla, en tu enorme polla.

-Te gusta mi rabo, eh?

-Me encanta...¿Sabes a que he venido?

-A que te folle.

-Sí...pero he venido para que me des por el culo. Para que me metas todo tu polla dentro hasta que tus huevos choquen con mi culo.

-Wow! Diana..¿Estás segura?

-Del todo...Dame por el culo. Fóllame el culito con ese pollón tuyo.

Ramón no se lo podía creer. Aquella preciosidad le estaba pidiendo que se la follara por el culo. Ninguna mujer le había dejado nunca. Todas le decían que no les metería su monstruo por detrás, pero ahora, esa preciosidad a la que le estaba comiendo el precioso culito se lo estaba pidiendo.

-Pero...te va a doler..

-Me has demostrado que eres un caballero. Sé que irás con cuidado.

Ramón se emocionó. Aquella zorrita era...era una mujer maravillosa.

-Espera, hagamos las cosas bien.

Salió corriendo al baño y regresó con un bote de crema. Eso facilitaría la labor.

-¿Ves? Ya lo decía yo. Todo un caballero.

Cuando Ramón se bajó los pantalones y se quitó los calzoncillos, dejando aparecer su inmensa polla, Diana casi se arrepiente. Pero lo deseaba. Deseaba sentir dentro de ella esa enormidad. Se pegó más a la pared y sacó hacia atrás el culito, ofreciéndolo. Empezó a mover las caderas, meneando su precioso trasero.

-Venga....fóllame el culito....

Ramón se puso un poco de crema en los dedos y lubrificó el ojete de Diana, primero con un dedo, luego con dos y al final, con tres. Les daba vueltas, los metía y sacaba, dilatando el esfínter. Diana no dejaba de gemir y de menear las caderas. Se echó más crema en la polla y la esparció. Nunca la había tenido tan dura. Daba miedo. La poderosas venas que recorrían el pollón parecía que iban a estallar.

-Vamos allá, zorrita mía.

Apoyó la cabezota contra el encremado ojete y empujó. No entró. Entonces, Diana, apoyando la cara contra la pared, llevó sus manos a sus nalgas y las abrió.

-Más fuerte...

Ramón volvió a empujar, y la punta de su polla se coló dentro del culito de Diana.

-Agggggggggggggg - gimió ella de dolor y de placer. - Tú no te muevas...déjame a mí, Ramón

Él se quedó quieto, como ella le pidió. Diana, con los ojos cerrados, sintiendo su anito dilatado al máximo, poco a poco fue acercando su culito hacia Ramón, haciendo que la polla, poco a poco, despacito, la fuera invadiendo. Cuando entraba un poquito, se paraba y se salía, para luego volver a meterle un poco más, un poco más. Sus caderas ahora se mecían despacio, en círculos.

-Agggg Ramón....me vas romper el culito....¿Ya está toda dentro?

-Uf.. preciosa.....sólo tienes la mitad..Que..culito más apretado tienes.

-¿La mitad? Pero si se me va a salir por la bocaaaaaaa

Diana había ido a que se la follara por el culo, y quería toda la polla dentro. Toda. Así que siguió sacando el culo, haciendo clavarse más y más la polla. Sintió cosquillitas en las nalgas. Era el vello púbico. Ya casi estaba. Sólo un último empujón y..

-Agggggggggggggggg yaaaaaaaaa

-JODER!! Te has metido todo mi polla en tu culo, Diana. No me lo puedo creer.

-¿Ves como soy una niña buena?

-La mejor - le dijo dándole una sonora nalgada.

-Aggggg...Ummmmm ¿Le pegas a las niñas buenas?

-No, a las zorritas

-Entonces....me tendrás que dar más palmaditas, porque soy la mas zorra de todas.

Le dio más 'cariñosas' nalgadas. Diana empezó a rotar las caderas, hacia los lados, arriba y abajo. Se sentía completamente llena, como una mariposa clavada en un alfiler.

-Ramón....

-Dime.

-FOLLAME!

No se lo tuvo que repetir. La agarró por las caderas y empezó a follarla. Profundamente. Primero muy despacito. Sacó su polla hasta la mitad y se le volvió a clavar hasta el fondo. Repitió la operación varias veces. Diana gemía, como loca. Sentía un poco de dolor, que disminuía, pero lo que más sentía era un enorme placer, no sólo físico, sino psíquico al saberse ensartada por la polla más grande que quizás encontrase en toda su vida.

Cuando Ramón sacaba la polla, el distendido esfínter aparecía dilatado al máximo. Fue acelerando la enculada. Su polla nunca había estado toda dentro de una mujer.

-Agggg Diana...que....culito tienes, preciosa...Cómo me aprieta la polla.

Por los muslo de diana corrían dos regueritos de sus jugos. Su coño no dejaba de manar, sintiendo la enorme polla taladrarla. De repente, Ramón le sacó la polla del culo.

-¿Pero que haces?

-Espera zorrita. Es que me iba a correr..Quiero que esto dure mucho.

-No seas cabrón y métemela otra vez.

Ramón se fijó en el culo de Diana. Estaba totalmente dilatado, abierto. Le cabría un dedo sin tocarlo. Pero en vez del dedo, lo que le metió fue la polla, haciendo estremecer nuevamente a Diana. Se la clavó hasta los huevos de un sólo golpe.

Diana se corrió. No pudo aguantar tanto placer. Su cuerpo comenzó a tener espasmos, que se transmitían por los músculos de su recto a la polla de Ramón.

-Te estas corriendo, zorra! Te estás corriendo como una guarra con mi polla en tu culo.

-Fóllame maricón! FOLLAMEEEEEEEEE

-¿Maricón? Ahora vas ver, putita.

La agarró por las caderas y se la folló a lo bestia, clavándole su pollón a fondo. Diana no paraba de correrse.

-Agggggggg asíiiii así es como se le da por el culo a una zorra como yo! agggggggggggg

Encadenaba un orgasmo tras otro. Apoyada la cara contra la pared, llevó sus manos a sus tetas y las apretó con fuerza. mientras la polla seguía martirizándole en culo.

Aquello fue demasiando para Ramón, que sintió como la leche que llenaba sus huevos salía disparada a lo largo de su polla y disparada en lo más profundo de aquel caliente culo. Chorro tras chorro de placer. La súbita invasión ardiente disparó el último y definitivo orgasmo de Diana.

Mientras Ramón, agarrando con fuerza las caderas de la chica, con su polla en lo más profundo de su culo, lanzando chorro tras chorro de su lava, admiró como el cuerpo de Diana se quedaba totalmente tenso. Ella no respiraba, no hacía ningún ruido. Pero los ojos, fuertemente cerrados y su cara reflejaban lo que estaba sintiendo. El placer con mayúsculas.

Cuando los orgasmos cesaron y las agitadas respiraciones volvieron, Ramón se echó sobre Diana y le besó, primero en el cuello y luego en la mejilla. Ella seguía con los ojos cerrados. Él seguía con su polla enterrada en su culito. Despacito, se la sacó.

Diana no podía moverse. Sentía su culito palpitar. Llevó sus dedos y se sorprendió al ver lo dilatado que estaba su anito. Se le llenaron de semen, que empezaba a rezumar en grandes cantidades. Se formó como un riachuelo blanco que caía por entre sus muslos.

Ramón le dio la vuelta a Diana. Ahora era su espalda la que se apoyaba contra la pared. Se acercó a ella. Se miraron a los ojos. Se besaron. Sus bocas se juntaron. Fue un beso lleno de ternura. Ramón la acariciaba.

-Nunca me habían follado así. Creí que me iba a caer al suelo. Podría enamorarme de tu polla.

-Y yo podría enamorarme de ti.

-Soy una zorrita y siempre lo seré. Nunca seré de un sólo hombre.

-Lo sé.

La volvió a besar.

-Me tengo que ir ya.

-¿Volverás?

-No lo dudes.

-Límpiate un poco. Tienes los muslo llenos de leche.

-Jajaja. Sí. No sea que mi padre se entere. Me tiene prohibido follar sin su permiso.

-Jajajaja. Ya veo por donde te pasas tu su permiso.

Se despidieron con un buen morreo. Mientras Diana volvía a casa, sentía todavía como el ardía el culo. En el autobús alguien le sobó el culo, pero no pasó de ahí.

Mientras Valentín volvía a su casa, pasó por delante de un sex-shop. Enseguida pensó en la zorrita de Diana, así que aparcó y entró. Estuvo mirando y encontró el regalo perfecto. Se lo envolvieron y se marchó.

Tanto Valentín como Diana encontraron a Ana rara, pero no le dieron importancia. Normalmente ya era rara. Después de comer, Ana se fue a su cuarto ( a rezar, pensaron ellos). Valentín aprovechó la ocasión para coger a Diana de la mano y llevarla al cuarto de ella.

-Te he comprado una cosita.

-¿Siiii? ¿Qué es papi, qué es?

Le dic la cajita que ella abrió con ansias. Dentro había dos bolas chinas. Ella lo miró, asombrada

-¿Para mí?

-Claro. No van a ser para tu madre! jaja. Póntelas.

-Pónmelas tú  - le dijo mirándolo a los ojos.

Se tumbó en su cama y se abrió bien de piernas. Su padre se sentó a su lado. Los pezones de Diana estaban duros y se notaban bajo la blusa. Valentín le pasó un dedo sobre la braga, a lo largo de su rajita. Estaban mojadas.

-¿Es que siempre estás cachonda, zorrita?

-Casi siempre papi..

La hizo juntar las piernas para poder quitarle las bragas. Después de las volvió a abrir, haciendo aparecer en toda su gloria su depilado coño. Le pasó los dedos a lo largo de la encharcada raja. Acercó su boca y le empezó a comer el coñito, haciendo gemir de placer a su hija.

Diana llevó sus manos a la cabeza de su padre y lo acarició mientras sentía su lengua subir y bajar a lo largo de su coño, haciéndola mojar aún más. Entonces sintió algo frió que se le introducía en el coño. Era la primera bola.

-Agggggggggg

Valentín la empujó hacia adentro sin dejar de acaricia el clítoris con la lengua. La primera bola fue rápidamente seguida por la segunda. Ayudándose de los dedos, se las introdujo bien a fondo. Ella sentía un gran placer. Las sentía moverse dentro de su coñito

-Papi...ummm que rico......ahhhhh

Le siguió comiendo el coño, y cuando notó que Diana se iba a correr, paró.

-Nada de correrse todavía. Nos vamos de compras. Vístete.

La dejó al borde del orgasmo, con las bolas dentro del coño.

-Voy a decirle a tu madre que no vamos

Tocó la puerta la abrió. Ana estaba tumbada en la cama.

-Ana, cariño, me voy con Diana a comprarle un vestido. ¿Hace falta algo?

-No.

-Vale. Hasta luego.

Si se hubiese acercado a darle un beso, ella abría notado el olor a coño en su cara. Y él habría notado el olor a sexo. Ana no había dejado de masturbarse y de correrse pensando en la polla de Ramón. Necesitaba volver a verla. Luchaba contra la tentación, pero era muy fuerte. Quizás, si iba a la iglesia y rezaba dios la salvaría. Cuando oyó como Valentín y Diana se marchaban, se vistió y se fue a la iglesia.

Cuando llegó, rápidamente se fue a uno de los bancos y se arrodilló, empezando a rezar. Al rato oyó una voz que la llamaba.

-Buenas tardes, Ana. ¿Cómo estás?

Era el padre Damián, el párroco. Un hombre cincuentón y regordete, algo calvo. Ella lo miró.

-Bien, padre. Necesitaba hablar con el señor.

Ella estaba arrodillada. El cura, en pie. Ana bajó la mirada por la sotana. El cura se marchó.

"¿Cómo será la polla del padre Damián?" - se preguntó Ana.

Cuando se dio cuenta de en qué estaba pensando, salió corriendo de la iglesia, como alma que llevara el diablo. "Estás condenada", se decía.

Se marchó a su casa, pero cuando se dio cuenta, se dirigía a casa de Ramón. No gobernaba su cuerpo. Algo tiraba de ella.

Cuando se plantó delante de la puerta, trató de huir, de salir corriendo. Pero en vez de mover sus pies, lo que se movió fue su mano. Tocó la puerta.

Su cuerpo temblaba. Miraba al suelo. Su..sexo..no podía ser...sentía la humedad bajarle por las piernas. Era una sucia perra.

Pasaron dos minutos. Nadie abría. Volvió a tocar. Pero la puerta no se abría. Empezó a tocar más fuerte, cada vez más desesperada, hasta que cayó de rodillas. Rompió a llorar. Con los puños golpeaba la puerta. Sollozaba.

-Maldito, maldito..¿En qué me has convertido?

Ramón no estaba. Se enjuagó las lágrimas y se marchó.

Valentín y Diana paseaban por el centro comercial, mirando vestidos. Diana de vez en cuando cerraba los ojos, estremecida de placer. Las bolas chinas no dejaban de moverse al caminar.

De repente, se agarró con fuerza a su padre, que la sintió temblar y tener espasmos. Sus manos se aferraron con fuerza a su blusa.

-¿Qué te pasa, putita?

Tardó unos segundos en contestar.

-Papi...me he...corrido.

-jajaja, zorrita. ¿Te gusta mi regalo, no?

-Ummmmm siiii.

Mientras seguían mirando trajes, tuvo tres orgasmos más. Cada vez que se corría tenía que agarrarse a su padre para no caerse.

Un joven dependiente los observaba, sobre todo a ella. Era una chica preciosa. No entendía porque de vez en cuando se agarraba al hombre que la acompañaba. Vio que se paraban delante de un vestido rojo.

Era un vestido ajustado, con un amplio escote y muy cortito. Se lo solían llevar las go-go de las discotecas. Al principio pensó que el hombre que acompañaba a la chica sería su padre, pero al ver como miraban el vestido se dijo que no lo era. Ningún padre le compraría un vestido así a su hija. Se acercó a ello.

Ahora, más de cerda, miró a la chica. Era bueno en su trabajo. Casi siempre adivinaba las medidas de las mujeres y acertaba con las tallas. Aquella preciosidad debía tener sobre 101 de pecho, 64 de cintura y 96 de cadera. En aquel vestido rojo parecería una diosa del sexo. Su polla se puso morcillona de sólo pensarlo.

-Buenas tardes. ¿Les puedo ayudar en algo?

-Buenas tardes. Sí. Nos gusta este vestido rojo.

-Es precioso, verdad. A la señorita le quedará como un guante.

-Nos gustaría vérselo puesto antes de comprarlo.

"Toma, y a mí" - pensó el dependiente.

-No hay problema, señor. Pasen al probador.

Valentín y Diana pasaron y cerraron la puerta cuando el dependiente les dio el vestido. El tipo esperó fuera, esperando ver algo.

Diana se desnudó y se puso el vestido rojo. Era tan cortito que sus redondas nalgas casi asomaban por detrás. La tela era como un segunda piel, ajustada a su cuerpo.

-Me queda bien ¿verdad?

-¿Bromeas? Te queda perfecto. Muévete un poco

En vez de moverse, lo que Diana hizo fue contonearse, bailar sensualmente para su padre. Se lamía los labios mientras recorría su cuerpo con sus manos, acariciándose.

-Ummm papi...estas bolas me están matando de placer...

La polla de Valentín le dolía de lo dura que la tenía. La abrazó y le dio la vuelta, restregando su dura polla por aquel rojo culo. Llevó sus manos a las tras, agarrándola. La empujó y la aplastó contra la pared. Le subió un poco el vestido, se sacó la polla y se la clavó en el culo.

Por segunda vez en ese día, Diana era enculada apoyada contra la pared. La polla de su padre no era la polla de Ramón, pero en el coño tenía aquellas bolas que no dejaban de moverse. Además, su padre no era tan delicado como Ramón. Se la follaba duro, entrando y saliendo de su culito a toda velocidad.

-Pero que buenas estas, putita...Vas a ponerle las pollas duras a todos los que te vean así.

-Agggg papi....papiiiii dame por el culoooooooooooo

Se corrieron casi a la vez, llenando el probador de gemidos de placer. El dependiente, que seguía esperando fuera, los oyó. Se imaginó lo que estaría pasando dentro. La polla la tenía ahora totalmente dura.

Valentín se guardó la polla y se subió la cremallera. Diana se recompuso un poco el vestido. Su respiración era agitada. Su pelo, revuelto. Entonces, Valentín abrió la puerta y el dependiente pudo por fin admirar Diana con el vestido. Ella sonrió al ver la cara de bobo que puso.

-Vd que entiende..¿Cómo me queda el vestido?

-Srta., parece vd. una diosa. Está hecho para vd.

-Gracias

-¿Cuánto vale? - preguntó Valentín.

-150 euros. Un precio justo a juzgar por como le sienta a la señorita.

Cuando salieron del centro comercial, además del vestido llevaban unos zapatos a juego, de tacón de aguja, así como un vestido ‘normal’. Las bolas chinas mantenía a Diana caliente y mojada

CONTINUARÁ.