La niña buena (6)

Siguen las aventuras de Diana, la zorrita de Valentín.

Medio adormilada aún, Diana se vistió. Se puso una ropa normal. Su padre no le dijo que se vistiera como una putita. Se montaron en el coche y partieron

-¿A dónde vamos, papi?

-Ya lo verás.

Valentín llevo su mano derecha al coño de Diana.

-!Pero ya estás empapada!

-Ummmm si papi.

Empezó a frotarle el coño con los dedos mientras conducía. Diana abrió las piernas para dejarse tocar. En seguida el coche se llenó de olor a coño y de gemidos de placer. Cuando notaba que su hija estaba a punto de correrse, paraba, dejándola al borde de orgasmo, siguiendo con la paja después.

Cuando el coche se detuvo, Diana abrió los ojos. Reconoció el sitio. Era el garito a donde la había llevado la noche pasada.

-¿Me has traído para chupar más pollas?

-No. Espera aquí.

Valentín salió del coche y se dirigió al local. Sabía que estaba a punto de cerrar. Como esperaba, no había nadie, sólo el barman. Éste lo reconoció.

-Buenas noches. Ya hemos cerrado.

-Mejor. ¿ Recuerdas a la putita de anoche?

-Claro. No la olvidaré en la vida.

-La tengo ahí fuera, en el coche. La he traído para follárnosla entre los dos...si quieres.

-Claro que quiero, tío.

¿Tienes algún lugar adecuado?

-Ahí detrás hay una habitación con una cama.

-Perfecto. Voy a buscarla.

El camarero no podía creer la suerte que tenía. Se iba a follar a aquella preciosidad. El enorme pollón le hacía un bulto impresionante en el pantalón.

Al poco tiempo Valentín volvió a entrar, esta vez con Diana. Se acercaron al barman. Diana recordó la enorme polla que tenía aquel tipo.

-Hola.

-Hola preciosa. No sabes cuánto me alegro de verte.

-Ya lo veo - dijo ella fijándose en su paquete - ¿Se la puedo chupar, papi?

-¿Papi? ¿Es tu hija?

-Es mi putita...y mi hija

-JOOOOOODER!!!

-Si Diana, se la puedes chupar. Pero  si quieres que te folle quiero ver como te tragas toda la polla.

-Le tiene muy grande.

-Pues nos vamos a casa.

El camarero y Diana lo miraron con sorpresa. De eso nada.

-Venga preciosa. Inténtalo

Diana se arrodilló y le abrió el cinturón. Bajó la bragueta, y tiró de los pantalones y de los calzoncillos, liberando a Willy!!! (jeje, apunte cinéfilo). Aquella polla era realmente enorme. La cogió con una mano y casi no pudo abarcarla.

-No me va a caber.

Se la empezó a pasar por la cara, mirando al barman a los ojos.

-¿Cómo te llamas?

-Ramón.

-Tienes la polla más grande que he visto en mi vida, Ramón. Y he visto unas cuantas.

La empezó a chupar, ensalivándola. Con una mano la agarraba por la base y con la otra mano acariciaba los huevos, de tamaño acordes con la polla, como dos pelotas de golf.

Se le empezó a meter en la boca. Poco a poco fue desapareciendo. Sintió la punta llegar a su garganta. Empujó más y tuvo una arcada. Se la sacó de la boca y tosió. Un hilo de saliva colgaba de su boca.

-No puedo. Es demasiado grande.

-Prueba una vez más -dijo Ramón - pero siéntate en el suelo.

Diana se sentó. Ahora tenía que levantar al máximo la cabeza para llegar a la polla, que otra vez empezó a desaparecer dentro de su boca. Ramón tenía que agacharse para ir dándole polla. Otra vez llegó al punto crítico. Ramón se paró y la dejó unos segundos. Diana consiguió vencer la arcada.

-Coge aire.

Se llenó los pulmones. Ramón empezó otra vez a empujar. La polla siguió entrando y pasó la campanilla. Seguía entrando. Valentín, asombrado, vio como la garganta de Diana se expandía por donde iba entrando la polla. Los ojos de Diana estaban muy abiertos. No podía respirar, pero se estaba tragando el enorme pollón.

-Joder..se la está tragando - dijo asombrado también Ramón.

En pocos segundos, el pubis de Ramón chocó con los labios de Diana. Mantuvo la polla ahí unos segundos más y la sacó, despacito. Cuando el aire pudo volver a pasar, Diana respiró hondo. El paso del aire se cerró cuando la polla se volvió a meter en su garganta.

Valentín no podía más. Se sacó la polla y se hizo una paja mirando como Ramón le follaba la boca a Diana. Era un espectáculo ver aquella enorme polla entrar y salir de su boca. No creía que Diana fuera capaz de hacerlo, pero lo había sorprendido.

Se acercó más a la cara de Diana.

-Corrámonos en la cara de esta puta tragapollas, Ramón.

-Encantado.

Le sacó la polla de la boca y se empezó a pajear, apuntando a la cara de Diana. Ella se llevó una mano al coño y se frotó con fuerza. Su padre no le había dado permiso, pero estaba demasiado cachonda.

-¿Os vais a correr en mi carita?

-Ummm, sí, zorrita. Te vamos a dejar bien embadurnada.

El primero en correrse fue Valentín. Hizo girar la cabeza de Diana hacia él y empezó a disparar chorro tras chorro de leche caliente y espesa sobre la cara de su hija, que los recibía con una sonrisa y los ojos cerrados. La lengua sacada, recogiendo la leche que le caía.

Aún no había terminado Valentín de correrse cuando Ramón gritó. Diana giró la cabeza hacia él para recibir su corrida, que fue espectacular por lo abundante. Parecía que habían sido más de dos pollas las que se habían corrido en su cara. Hasta su pelo recibió un par de lecherazos.

Ella no pudo más y también se corrió, llenándose los dedos de sus propios juguitos.

Los dos hombres, con las reparaciones agitadas, miraban su obra. Diana abrió los ojos cubiertos de semen y los miró.

Valentín vio sobre la barra un vaso con cubiertos. Cogió una cuchara.

-Ahora el postre.

Fue recogiendo la mezcla de su leche y la de Ramón, llevándola a la boca de Diana, que la saboreaba antes de tragarla. Le dejó la cara bastante limpita.

Las pollas seguían duras. Diana, aún sentada en el suelo, las cogió, cada una con una mano.

-Ummmm, estas pollas aún siguen duras.

-Estas pollas te van a follar, zorrita.

La hicieron levantar y Ramón los llevó al cuarto en donde estaba la cama. Era un cuchitril, pero serviría para echarle un buen polvo a aquella putita.

-Desnúdate, zorra - le ordenó su padre.

Cuando estuvo desnuda, la polla de Ramón se puso dura del todo.

-Pero que preciosidad. Estás buenísima.

-Gracias.

Valentín le dijo a Diana que se acostara sobre la cama y abriera bien las piernas.

-Primero me la follaré yo, Ramón.

-Vale.

Ramón se sentó en la única silla que había mientras miraba como Valentín se subía en la cama, cogía su polla, la ponía en la entrada del coño de Diana y se la clavaba toda de un sólo golpe.

-Aggggggggggg papiiiiiiiii

Se la folló fuerte, con profundas arremetidas que arrancaba gemidos de placer a Diana.

-Puedes gritar si quieres, preciosa. El local está insonorizado – dijo Ramón.

Vaya si gritó. Gritó de placer al sentirse follada tan salvajemente por su padre mientras Ramón los miraba tocándose el pollón.

-¿Te gusta putita como te folla papi?

-Siiiiiiiiiiiii papiiiiiiiii

La cama se movía al ritmo de los fuertes golpes de Valentín. El cabecero daba golpes contra la pared. Diana gritaba, gemía, moviendo la cabeza de un lado al otro.

-Me voy a correr..papi...me voy a...

Valentín incrementó un poco más sus golpes y miró a su hija como era recorrida por el placer. Su coño empezó a apretarle la polla por los espasmos del orgasmo. Su espalda se arqueó sobre la cama. Ramón casi se corre mirando a la bella muchacha correrse mientras su padre se la follaba tan salvajemente.

Cuando Diana dejó de tener espasmos, Valentín le sacó la polla. No se había corrido. La polla estaba llena de los jugos de coño de Diana.

-Ahora fóllatela tú, Ramón. Hazla correr como la zorrita que es, pero no te corras tú. Tengo otros planes.

-No sé si podré aguantarme. Nunca me había follado a una preciosidad como tu hija. Tan preciosa y caliente.

Diana lo esperaba, con el coño rezumando su juguitos. Había conseguido tragarse toda aquella polla por la boca. Esperaba que su coñito también pudiera.

Ramón era consciente de que su polla era muy grande. A veces ni las putas de pago querían dejarse meter aquello.

Se arrodilló entre las piernas de Diana, con la polla en la mano. Ella la miraba, entre asustada y anhelante.

-No te preocupes, Diana. Iré con cuidado.

-Fóllame...méteme esa polla..ya.

La puso en la entrada de la vagina y empezó a empujar. Centímetro a centímetro el enorme rabo fue entrando, distendiendo las paredes vaginales a su paso. Diana se había sentido tan llena nunca.

-Agggggg que...polla.....ummmm me vas a romper...el coño....

-¿Me salgo?

-Nooooooooooooooo follameeeeeee.

Ramón siguió empujando hasta que la polla tocó el fondo del coño de Diana. Aún quedaba un poco más de polla, pero no cabía más.

Diana tenía los ojos cerrados. Se iba a correr otra vez. Tener el coño tan lleno de polla bastó para hacerla estallar otra vez.

-Agggggggggggg

Su grito fue ahogado por los labios de Ramón, que la besó con ternura. Ella abrió su boca y sus lenguas se entrelazaron.

Diana abrazó a Ramón, con sus brazos y con sus pies. Le susurró al oído.

-Fóllame...fóllame

Valentín, sentado en la silla, observó como Ramón se empezó a mover despacito, metiendo y sacando su monstruo con cuidado, casi con dulzura. Esperaba que se la follara a lo bestia, pero se la estaba follando con mucho cuidado. Diana no dejaba de gemir.

-Aggg Ramón...tu polla..como la siento...en mi coñito...que ..rico...

-Eres tan guapa, Diana...y tu coñito tan caliente y apretadito.

-Agggg Ramón...con esa polla cualquier coño sería apretadito...

La volvió a besar. Diana estaba encantada. Ramón se la estaba follando tan..tiernamente, tan dulcemente. A ella le encantaba que se la follaran bien duro, pero de vez en cuando conocía a algún hombre especial que la trataba como a una reina en vez de como a una zorra. Y también le gustaba. Y Ramón era de los especiales.

La llevó a otro orgasmo, sin dejar de follarla así.

-Me corro Ramón...aggggg que ...rico...

La miró mientras se corría. Era la visión más bella que había visto. Cuando abrió los ojos, sonrió al hombre que tanto placer y ternura le había dado. Se besaron.

Cuando le sacó la polla, su coño se quedó 'triste'

-Bueno - dijo Valentín - ahora el número final. Nos la vamos a follar los dos a la vez. ¿Qué os parece?

-Ummmmm papi....dos pollas para mi solita...Espero que esta vez me llenéis de leche caliente hasta los topes.

-Esta vez sí, mi zorrita.

-Jeje, será un placer - dijo Ramón.

-Yo me pondré debajo y le follo en coño. Tú, Ramón, le das por el culo.

-Papi...es demasiado grande - Diana estaba asustada de verdad

-Calla putita. Te traje aquí para ver cómo te metía esa enorme polla en el culo.

-Hey, tío. Créeme si te digo que nada me gustaría más que follarme ese precioso culito de tu hija, pero ella tiene razón. Se trata de pasarlo bien, no de que nadie salga lastimado. Y menos la dama.

Diana miró a Ramón. En verdad que era especial.

Valentín se rascó la cabeza.

-Coño, tienes razón. Jeje, me he dejado llevar por la calentura. Si le rompes el culo no me la podré follar en días. Además, por muy zorrita que sea, es mi hija,  y la quiero. Mejor lo hacemos al revés.

Diana suspiró, aliviada. Se había librado de una buena.

Ramón se tumbó en la cama, boca arriba, y Diana se subió sobre él, clavándose la polla. Se echó hacia adelante y besó a Ramón. Acercó su boca a su oreja y le dijo:

-Gracias.

Valentín se arrodilló detrás de Diana. Veía los labios de su coño distendidos y la polla de Ramón clavada en él. El coñito de su hija rezumaba juguitos. Se echó un poco de saliva en los dedos y lubrificó el culito, antes de apoyar la polla y empezar a metérsela. No paró hasta tenerla toda dentro de su acogedor culito.

-Agggggg ahora sé lo que es sentirse llena de polla...folladme...folladme...

Los dos hombres, acompasadamente, empezaron a moverse. Diana sentía como la polla de su padre salía de su culo cuando la de Ramón entraba en su coño. Ellos, a través de la fina pared que los separaba, sentían la dureza de la polla del otro.

Valentín se le follaba cada vez más rápido, más fuerte. Le empezó a dar nalgadas, y su culito se fue poniendo colorado.

-Si...papi..síiii he sido una niña mala...Rómpele el culito a tu niña malaaa

-Toma polla, puta!!!

Con cada pollazo, le daba una azotito. Diana se empezó a correr y no paró de hacerlo, empatando orgasmo tras orgasmo, hasta que los dos hombres anunciaron su corrida.

El primero en correrse fue su padre, que le llenó el culito con su quemante lava. Diana sentía aquel calor llenarle el culo. El orgasmo de ella fue sublime.

Valentín, agotado, se tumbó al lado de Ramón.

Diana se incorporó. Ramón llevó sus manos a sus bellas tetas y las acarició mientras Diana subía y bajaba sobre su polla.

-Córrete Ramón...Agggggggg lléname el coño....Dámelo todo...

No pudo más. Su polla estalló contra el fondo del coño de Diana, que al sentirlo, estalló también. Se quedó sin aire mientras sentía chorro tras chorro de semen llenarle la vagina y empezar a rebosar, mojando los huevos de Ramón con la mezcla de leche y sus jugos.

Cuando pudo volver a respirar, cayó hacia adelante, sin fuerza. La polla de Ramón aún clavada dentro de ella, pero ya perdiendo su dureza.

Los tres estuvieron un rato sin hablar, recuperándose de tanto placer. Después Diana se vistió y fue al baño a limpiarse un poco. El coñito le chorreaba. Qué cantidad de semen tenía Ramón.

Antes de despedirse, y sin que Valentín se diera cuenta, Ramón le dio un papelito a Diana que decía:

"Me gustaría volver a verte, pero solos tú y yo. Mi teléfono es ......".

Diana se lo guardó. Le encantaría volver a ver a Ramón, ella sola. Tenía algo para él.

En el coche, regresando a casa, su padre estaba serio.

-¿Qué te pasa papi?

-Eh? Oh...nada..nada...bueno...sí ..Te ..te tengo que pedir perdón.

-¿Perdón? ¿Perdón por qué, papi?

-Por lo de esta noche. Estaba tan obsesionado por ver como Ramón te metía ese pollón en el culo que no pensé en las consecuencias.

-No pasa nada...

-Sí. Sí que pasa. Verás. Me encanta tratarte como te mereces, como a una zorrita.

-Y a mí que lo hagas. Mucho.

-Lo sé. Pero además de mi putita eres mi hija, y te quiero. No quiero jamás hacerte ningún daño. Por eso, si alguna vez me paso, con lo que sea, dímelo. Entes que mi puta eres mi hija. ¿Lo harás?

El corazón de Diana latía con fuerza. Sentía el gran amor que el Valentín padre sentía por ella. Igual de grande que el que la Diana hija sentía por él.

-Lo haré, papá. Si alguna vez pasa algo con lo que no esté de acuerdo te lo diré.

-Gracias cariño.

-Pero seguiré siendo tu putita, verdad? Me seguirás tratando como la zorra que soy, no?

No le contestó. Simplemente le cogió la cabeza y la hizo bajar hacia su bragueta.

-Cállate ya, zorrita. Y hazme una buena mamada.

-¿Me puedo correr? - le preguntó, mimosa.

-Ummmmmm sip.

Después de dos corridas, a Valentín le costó volver a correrse. Llegaron a su casa y aparcó. A esas horas no había nadie en la calle, así que apagó las luces del coche y se dedicó a disfrutar de la mamada.

La cabeza de su zorrita subía y bajaba a lo largo de su polla, mientras ella se tocaba el coñito. La sintió correrse dos veces antes de que le llenara la boca con su semen. El sonido de su garganta tragando era muy sensual.

Diana se incorporó en asiente. En la oscuridad de la noche, miró a su padre.

-Siempre seré tu puta.

CONTINUARÁ.