La niña buena (5)

Diana, cuando no está su padre delante, no es tan sumisa y le gusta provocar a los hombres. Conoce a un nuevo profesor

Por la mañana, Valentín se levantó con la polla dura, como casi siempre. Pero ahora tenía con quién bajar la hinchazón de su polla. La beata seguía durmiendo, así que se levantó y se fue al cuarto de su putita.

Diana aún dormía. La miró. Así parecía un ángel, durmiendo plácidamente. Pero se acordó de la cantidad de pollas que ese ángel había mamado la noche pasada. Se desnudó y se acercó a ella y se arrodilló a su lado. Empezó a pasarle la polla por la carita. Por su frente, por sus mejillas, por sus labios.

Diana abrió los ojos. Lo primero que vio fue una polla sobre su cara.

-Buenos días pap..

No pudo terminar la frase, porque Valentín le metió la polla en la boca.

-Hola zorrita. Ya sabes lo que tienes que hacer.

Claro que lo sabía. Tenía que vaciarle los huevos a su padre. Abrió su boca lo más que pudo y estiró su cuello. Su padre empezó entonces a follársela por la boca. Se la metía toda en la boca, hasta la garganta, hasta que su pubis hacía tope con su boca. A veces la dejaba allí, al fondo, unos segundos, mirando a Diana a los ojos.

Valentín notó movimientos debajo de la sábana.

-¿Te estás tocando el coño?

Con la mirada de dijo que sí.

-Pero serás puta.

Le quitó las sabanas. Diana estaba desnuda y tenía su mano en su coño. Valentín le sacó la polla de la boca.

-Lo siento papi..pero estoy muy cachonda.

-Te pone cachonda que te folle la boca, no?

-Ummmm si...mucho...

Abrió la boca y le miró a los ojos. Valentín no se lo pensó dos veces. Se la clavó otra vez hasta el fondo y se la folló más fuerte. Cuando ella se metió los dedos en el coño no le dijo nada, sólo la miró. Sus ojos pasaban de su polla que entraba y salía de la boca de su hija a los dedos de ella, que entraban y salían de su coño. Diana llevó la otra mano también a su coño y se empezó a acariciar el clítoris.

El placer que sentía Valentín al meterle la polla hasta la garganta a aquella preciosidad de chiquilla lo llevó rápidamente al orgasmo. Cuando sintió como subía el primer chorro a lo largo de su polla, la metió hasta el fondo y no la sacó hasta que toda su leche hubo salido. Fueron cinco o seis chorros, espesos, calientes, que bajaron por la garganta de Diana hasta su estómago.

Cuando su orgasmo terminó, contempló como el cuerpo de Diana estallaba de placer. Cerró los ojos y levantó las caderas, clavando sus dedos en su coño tan profundamente como pudo.

Los dos quedaron con las respiraciones agitadas. Valentín sacó la polla de la boca. Un hilillo de semen y saliva quedó colgando. Diana lo recogió con la lengua.

-Así me gusta, putita. Esto sí que es una buena manera de empezar la semana.

-Gracias papi.

-Bueno, ya sabes las reglas. Te comportarás como una niña buena. Y nada de ir vestida como una puta sin mi permiso.

-Vale papi. Como tú digas.

Valentín se agachó y le dio un beso en los labios. Fue un beso muy tierno.

Cuando su padre se fue, Diana empezó a pensar. Su vida había dado un vuelvo. En vez de hacer lo que le diera la gana, ahora estaba bajo el control de su vicioso padre. Le encantaba. Se corría como una puerca al ser tratada así, como un objeto. Pero recordó que también le gustaba cuando era ella la que mandaba. Cuando hacía lo que quería con sus profesores, con cualquier hombre.

Si su padre no se enteraba podría seguir haciéndolo. Ya era mayorcita. Haría lo que le diese la gana, pero siempre volvería con su padre, para que la tratara como la putita que era.

Se puso una ropa decentita, pero se llevó una falda más corta en una bolsa, que se puso en cuanto salió de casa. También se cambió los zapatos por unos más sexys. Vestida así no parecía una putita, sólo una chica moderna que vestía sexy. No se maquilló.

En el autobús solían meterle mano. Ese día no fue un excepción, sólo que esta vez el dueño de la mano, al comprobar que la guapa chica se dejaba tocar fue más audaz que de costumbre. No sólo le arrimó la polla al culo y se la restregó, sino que se atrevió a meter la mano por debajo de la falda y acariciarle el culo. Si no llega a ser porque llegó a su parada, Diana no sabría hasta donde hubiese podido llegar aquel tipo.

Cuando se bajó del autobús, tenía el coño a caldo. Echó una mirada y se encontró con la mirada del mete-manos. Era un tipo de unos 30 años, normalito. Pero sus ojos eran de salido. Diana le tiró un beso.

La primera clase era de historia. El diez que sacó en el último examen sólo le costó abrirse de piernas sobre la mesa del profesor y dejarse follar. Se acercaba el próximo examen, así que tendría que volver a hacerle una visita al profesor. No era nada atractivo. Gordito y un poco calvo. Pero bueno, la nota es la nota.

En vez del gordito calvo se presentó un tipo joven, no mal parecido. Les explicó que el gordito - no dijo el gordito, claro - estaba enfermo y que él lo sustituiría hasta que se repusiera.

Diana se relamió. Una polla nuevita. Cuando terminó la clase se acercó, coqueta, al nuevo profe. Antes se desabrochó un botón de la camisa, para que se viera bien su escote.

-Hola profesor.

-Ho..hola.

-Me llamo Diana. Don Juan - el gordito - me tenía que dar unos apuntes. ¿Le dijo algo?

-Pues no recuerdo...Los buscaré en el despacho.

-¿Puedo acompañarlo? Si los veo seguro que lo reconozco.

-Claro...pasa delante.

Aquella chica estaba muy buena. El profesor le clavó los ojos en el culito, que meneaba a los lados de una manera muy sensual. Cuando entraron en el despacho, cerró la puerta.

-¿Te llamabas Diana?

-Sí.

-Pues no sé por dónde buscar.

-¿Y vd. cómo se llama?

-Alfredo. Pero no me llames de vd.

-Vale Alfredo.

El profesor estaba muy cortado. Aquella preciosidad sentada en la silla era una gran tentación. Con disimulo le miraba las tetas. Ella se dio cuenta. Por dentro se rió. Ya era suyo.

-Uf, que calor hace aquí.

Se desabrochó otro botón. Ahora el sujetador era claramente visible. Como claramente visible era el bulto que empezaba a formar la polla del profesor.

-¿Estás casado, Alfredo?

-No..solterito.

-¿Novia?...¿Novio?

-Eh? No , no, novio no. jeje. Tampoco novia.

-Pobrecito..tan sólo.

-¿De qué eran esos apuntes?

-¿Qué apuntes?

-Los que te iba a dar tu profesor

-Ah! sí.. los apuntes...De la Guerra de los 75 años.

-Será de la de los 100 años.

-Bueno, de una guerra de esas. Todas son iguales.

-Pues por aquí no veo nada.

-A ver si yo veo algo.

Se levantó y se puso al lado de Alfredo. Hizo como que buscaba algo sobre la mesa.

-¿A ver si son estos? -dijo, echándose hacia adelante sobre la mesa, poniendo el culito en pompa.

Los ojos de Alfredo casi se salen de sus órbitas. Aquella chica claramente lo estaba provocando. Temblando por si se equivocaba, acercó una mano a sus muslos y los acarició. Su piel era caliente, suave. Diana hizo como que no lo había notado.

-Pues por aquí no veo nada.

Alfredo empezó a sudar. La polla quería romper su pantalón. Empezó a subir la mano por el muslo, hasta meterla por debajo de la falda. Diana seguía haciendo que buscaba.

-Pues parece que aquí no están, profe. ¿Encuentras tú algo?

Lo que encontró fueron unas bragas empapadas. No podía creer lo mojada que estaba la chica. Le pasó un dedo a lo largo de aquella mojada rajita, sobre las bragas.

-Ummmm, parece que sí que encontraste algo, Alfredo.

Diana se apoyó su pecho sobre la mesa y se dejó hacer. Alfredo le subió la falda. Aquel culito era precioso. Redondito. le bajó las bragas y se las quitó. Las manos le temblaban cuando las acercó aquellas dos preciosas nalgas para acariciarlas, estrujarlas, abrirlas.... Sin duda, era el culo más bonito que había tenido en sus manos. Y lo que más le atraía de las mujeres era precisamente el culo. Si hubiese sido un hombre religioso habría dado las gracias a dios. Como no lo era, le dio un lametón a la nalga derecha.

-Ummm, me haces cosquillitas en el culete, Alfredo.

¿Cosquillitas? Ahora vería aquella chica lo que eran cosquillas. Le dio un mordisquito, con fuerza pero sin hacerle daño.

-Uy!! ¿Es que me quieres comer?

-Sí preciosa. Te voy a comer todo este precioso culito que tienes.

Lo abrió con sus manos, descubriendo la rajita de su coñito, la entrada de su vagina, y lo que más le atraía, el agujerito en forma de 'o' que era su anito. Se veía cerradito, apretadito. No pudo resistir acercar su lengua y lamerlo con la punta.

-Ummm profesor...¿Qué me haces?

Diana se dio cuenta de que no era el primer culito que Alfredo se comía. Lo hacía maravillosamente, pasando la lengua, lamiendo, metiendo la punta dentro..ensalivándolo.

-Diana...tienes un culo riquísimo

-¿Te gusta mi culito?

-No sabes cuánto.

Se lo lamió un poco más y luego le dijo que se diera la vuelta. Diana se quedó ahora sentada sobre la mesa, con la camisa medio abierta, la falda subida y las piernas abiertas. Arrodillado entre ellas, Alfredo contemplaba su también precioso coñito, todo rasurado. También le gustaba un rico coñito, así que se lo comió un poquito, arrancando gemidos de placer a Diana. Este nuevo profesor tenía muchas posibilidades.

Alfredo no podía más. Tenía que follarse a esa chiquilla. Se puso de pie y con prisas se abrió el cinturón y el pantalón, que cayó a sus pies. Ni se lo quitó. Se bajó el calzoncillo. Diana pudo verle la polla. Normalita, pero bonita. A ver si la sabía utilizar.

La hizo poner con el culo en el borde de la mesa. Le cogió las piernas y se las juntó, levantándolas y apoyándolas en su hombro. Acercó su dura polla al culito y se le fue metiendo. Gracias a la salivilla de antes, el ano estaba bien lubrificado.

-Aggggggg profesor!! ¿Qué me haces?

-¿Que qué te hago? Te follo el culito....

-Ummmm ¿No te da vergüenza darle por el culito a una alumna en tu primer día?

-Pues no...uf!! Esto es el sueño de cualquier profesor.

Se le empezó a follar en serio. Agarrando sus piernas y metiendo y sacando su polla del apretado culito. Diana se terminó de quitar los botones de camisa y se la abrió. Mientras sentía como la polla la taladraba, se agarró las tetas.

-Déjame a mí, preciosa.

Alfredo le quitó las manos y puso las suyas. Pero no se conformó con agarrarlas. Las apretó, las masajeó.

-Agggggggggg síiiiiiii asíiiiiiiiiii dame por el culooooo.

Así le gustaba a Diana que la follaran. Con fuerza, apretándole las tetas. En el despacho sólo se oían los gemidos de los dos y el ruido que hacían los muslos de Alfredo al chocar con el culo de Diana. Alfredo le arrancó el sujetador para desnudarle las bellas tetas, a las que volvió a estrujar entre sus dedos. Aquella chica estaba muy muy buena.

-Me vas a hacer correr....eres una...

-¿Zorrita?

-Siiiiiiiiiiiiii una zorita preciosa...

Alfredo aceleró aún más sus embestidas. Le iba a llenar el culito de leche en pocos instantes...

-Aggg Aggg no...puedo..más...Tomaaaaaaaa.

Diana notó con claridad como la polla se ponía más rígida y como  empezaba a lanzarle en lo más profundo andanada tras andanada de caliente y espeso semen, sin dejar de follarla, de encularla, haciéndola correr también a ella. Hasta 7 potentes chorros sintió estallar dentro de ella. Y con cada chorro le apretaba las tetas.

La polla quedó enterrada en el fondo del culito de Diana. Alfredo con los ojos cerrados. Diana con los suyos también. Los dos respirando agitadamente.

-Ummm profesor....Me has dejado el culito lleno de lechita.

Alfredo se sentó en su silla. Diana se levantó y se sentó sobre él. Se abrazaron y se besaron, con las bocas abiertas y buscando sus lenguas.

-¿Son todas las alumnas como tú?

-jajajaja. No creo. Sólo hay una Diana.

-Me da que tú estudiar no estudias mucho.

-Ummm pues no mucho. ¿Me vas a hacer estudiar?

-Con es culito que tienes no te va a hacer falta, preciosa. Sólo tienes que ser buena conmigo. Espero que el profesor tarde mucho en recuperarse.

-Jajajaja que malo eres.

El resto de la mañana Diana se la pasó entre clase y clase y coqueteo y coqueteo. Le encantaba sentirse mirada. Le encantaban las miradas de los hombres, y la de algunas mujeres. Luego se fue a la parada del autobús a esperar la llegada del suyo. El tipo de por la mañana estaba sentado, seguro que esperándola. Iba a ser un viaje divertido.

Diana se subió como ignorándolo, pero sabía perfectamente que la estaba mirando. Sabía que se pondría a su lado. Y sabía que le metería mano. Así que se puso en la parte de atrás, casi pegada a una de las ventanas, dejando el espacio justo para él, que no tardó en colocarse en ese preciso sitio. Diana conocía tan bien a los hombres.

No había pasado ni un minuto cuando la mano del tipo ya le estaba tocando el culo. Allí, con tanta gente y pegados a la ventana, los demás no podían ver lo que pasaba, así que aquel hombre fue más lanzado que por la mañana. Metió la mano bajo la falda y bajo la braguita, y acarició las nalgas desnudas. Diana miraba por la ventana. El hombre sabía lo que hacía. Le pasó un dedo por la raja del culo y llegó hasta su agujerito. Empezó a acariciarlo con la yema del dedo.

Diana meneó el culete, para que él supiera que aquello le gustaba mucho. Se puso la carpeta que llevaba por delante de la falda, lo que aprovechó el tipo para pasar su mano por delante, siempre por debajo de la falda y acariciarle el coñito. Acercó su boca a la oreje de Diana.

-Estás toda mojada - le susurró acariciando su clítoris

Los dedos de aquel hombre le recorrieron el coño, mojándose y haciéndola estremecer de placer.  Los volvió a llevar hacia atrás, a la raja del culito y a su anito. Ahora, lubricados con sus jugos, entraron dos con facilidad en su culito. La empezó a follar con ellos, metiéndolos a fondo.

El hombre había conseguido calentar mucho a Diana. Cuando llegara a casa se tendría que hacer una buena pajita para correrse a gusto. Su parada se acercaba y todo acabaría. Lástima.

Cuando el autobús paró, Diana, sin mirar atrás, se recompuso un poco la falda y se bajó, pero esta vez él la siguió. Diana sonrió. Después de todo a lo mejor en vez de una paja le echaban un buen polvo.

Empezó a caminar meneando el culito más de lo normal. Sabía que él se lo estaría comiendo con los ojos. Oía sus pasos siguiéndola. Su cabeza buscaba algún sitio a donde poder ir. Recordó que había un solar tapiado y cerrado con una puerta, pero que los chiquillos habían conseguido romper. A esa hora no creía que hubiese nadie. Se dirigió hacia allí.

Por suerte, no había moros en la costa. Miró a los lados y entró. Había una caseta y se metió dentro, dando la espalda a la entrada.

Oyó pasos que se acercaban. Él se pegó a su espalda. Notó su dura polla pegarse a su culito. Lo restregó contra la dura estaca. Él llevó sus manos a sus tetas y las acarició con suavidad. Diana gimió. Dobló su cuello y sintió sus labios besarla.

-Pero que buena estás, preciosa.

Diana sonrió. Le encantaba que le dijeran que estaba buena.

Le levantó la falda, y le acarició aquel culito que lo había atraído hasta allí con sus meneo. Por segunda vez en el mismo día, Diana tenía un hombre arrodillado detrás de ella besando y acariciando su culo. ¿Qué tendría ese culito que volvía loco a los hombres?

-Aggggggg que rico...- suspiró al sentir la lengua lamerla.

Allí no había ninguna mesa. Nada en donde apoyarse. Sólo unos cartones tirados en el suelo. El la llevó hasta ellos y la hizo arrodillar y luego ponerse a cuatro patitas, como una lida perra. Le bajó las bragas y la volvió a lamer, a chupar, especialmente su lindo anito. Diana llevó una mano a su coñito y se fue tocando mientras sentía la lengua hacer diabluras.

Oyó el ruido de una cremallera bajar. Se la iba a follar. ¿Por dónde se la iba a meter? ¿Por el culito que se había comido o por el coño?

Salió de dudas cuando se le enterró por el culo.

-Ummmmm que culito más apretado tienes...No sabes las ganas que te tenía, zorrita. Llevo mirándote en el autobús días.

-Agggg y por qué no te habías acercado...hasta hoy..?

-Por falta de valor.

-Pues de eso no te ha faltado hoy...Dame duro!!!! Fóllame el culito bien duro

La agarró por las caderas y empezó a follarla como le había pedido, con grandes pollazos, metiéndosela hasta el fondo. Le dio una sonora nalgada.

-AGGGGGGGGGGGGG Síiiiiiiiiiiiii

-¿Te gusta que de follen el culo, verdad?

-Me encantaaaaaaaaa

PLAS! Otra nalgada. El placer de Diana no hacía más que aumentar. Su coñito echaba fuego. Se llevó otra vez una mano y se frotó el clítoris con fuerza hasta que empezó a correrse.

Él notó como el cuerpo de la chica se tensaba, como su culito tenía espasmos que apretaban su polla, que seguía perforándola sin descanso. Los gemidos de placer de Diana, su apretado culito que se abría y cerraba alrededor de la dura polla llevaron al hombre al orgasmo. Cuando estaba a punto de de correrse, se levantó y cogió a Diana por el pelo, poniendo su cara frente a su polla. Se la cogió con una mano y se pajeó hasta que empezó a llenarle la preciosa carita a Diana con su abundante y caliente leche.

Diana, con los ojos cerrados y aún con los últimos espasmos de su orgasmo, sonreía al recibir aquella catarata caliente en la carita. Cuándo se terminó de correr, acercó la polla y la apretó contra la boca. Diana la abrió y la polla entró. El hombre se sorprendió cuando consiguió meter toda su polla en la boca, hasta que sus huevos tocaron la barbilla de la chica.

Con la polla clavada en su garganta y la cara toda llena de chorretones de blanco y espeso semen, Diana abrió los ojos y miró a su amante. El la miraba con admiración.

-Joder...Eres...eres...la mujer más caliente del mundo. ¿Cómo te llamas?

Le sacó la polla de la boca para que pudiera hablar.

-Diana - le dijo, sonriendo.

La ayudó a levantar. Estaba preciosa con la cara llena de su corrida. No pudo resistirlo y la besó. Sus lenguas se buscaron. Después, le ofreció un pañuelo para que se limpiara la cara.

Ella no lo cogió. En vez de eso con sus dedos fuer recogiendo el semen y llevándoselo a la boca. Él la miraba con la boca abierta. Esa chica era una diosa del sexo. Una vez todo recogido, si aceptó el pañuelo para secarse la cara.

-Como nueva.

-¿Te quieres casar conmigo?

-Jajajajaja

La acompaño fuera.

-¿Te volveré a ver, Diana?

-Siempre cojo el mismo autobús.

-Te buscaré-

-¿Y tú cómo te llamas?

-Juan

Cuando llegó a su casa se dio una buena ducha. El resto del día fue normalito. Su padre no le hizo nada, cosa que le extrañó. Se fue a dormir.

Estaba ya en brazos de Morfeo cuando sintió que la despertaban.

-Diana...despierta.

-Uh? ¿Qué hora es, papi?

-La 1:30. Vístete. Vamos a salir.

-¿Ahora?

-Sí, ahora.

CONTINUARÁ