La niña buena (13)

Ana y Diana son descubiertas rápidamente y cepilladas por algunos familiares. Valentín descubre sus cartas

Diana, Ana y Valentín estuvieron largo rato saludando a los asistentes a la fiesta. Todos quedaron sorprendidos del cambio de estilo de Ana. La conocían por 'la beata', por sus ropas tipo saco, por sus continuos sermones. Y ese día vestía normal, con un lindo vestido que le llegaba a las rodillas, con un estampado de flores.

Diana miraba el 'ganado'. Había muchas posibilidades. A muchos ni los conocía. A otros hacía años que no veía. Sobre todo miraba a Jorge y a Daniel. Los hijos del tío de su padre. Estaban los dos bastante buenos. Se enteró de que uno estaba casado y el otro soltero.

El primero en acercarse a ella fue Jorge, el casado.

-Hola primita segunda. Cuanto tiempo sin verte.

-Hola. Sí, mucho

-Pues has aprovechado bien el tiempo. Te has convertido en una linda mocita.

-Jajajajaja- ¿Mocita yo?

-¿No eres una linda mocita?

-Linda sí, mocita...no creo.

Jorge la miró a los ojos. Diana le aguantó la mirada.

-Hey, hermano. Ya estás hablando con la chica más guapa de la fiesta - dijo Daniel, que se unió.

-Hola Daniel.

-Hola Diana.

-Pues dice que no es mocita - terció Jorge.

-Pareces tonto, Jorge. ¿Cómo va a ser mocita una preciosidad así?

-Con la madre que tiene me extraña que no sea monja. Aunque hoy la verdad que no parece ella. Si hasta está buena, la jodía.

-Oye, no hablas así de mi madre - dijo Diana, seria.

Jorge se acercó más a Diana, pegando su cuerpo al de ella.

-¿Te pones celosa, perra?

Se lo dijo al oído, apretando su pierna entre las de ella. Jorge tenía mucha experiencia con las mujeres, y había calado a Diana a la primera.

-Sí, un poco.

-Dani, la perrita está celosa.

El coño de Diana se empezaba a mojar. Con sólo una mirada, Jorge había sabido cómo era. Su pierna entre las suyas apretaba su pubis. Miró alrededor, pero nadie los miraba. Nadie excepto Ana, pero no vio a su madre.

Más de una vez, Jorge y Daniel habían compartido a alguna conquista. Y mira por donde, parecía que su prima era una calentorra. Había mucha gente, todos hablando, riendo. La mujer de Jorge estaba a lo suyo. Estaban en la parte de atrás de la inmensa casa, de dos pisos, con un gran jardín y piscina. En esa piscina tanto Jorge como Daniel se follaron a más de una chica, a veces los dos a la misma.

-Jorge, ¿Por qué no le enseñamos a Diana la casa?

-Me parece bien. Pero seamos discretos. Diana, vete entrando.

Los dos hermanos se quedaron mirando como Diana entraba en la amplia casa.

-¿Te has fijado como menea el culo?

-Esa zorrita quiere polla, Dani. Y polla le vamos a dar.

-¿La llevamos a la bodega, no?

-Claro, allí por mucho que grite no la oirá nadie.

La siguieron a los pocos segundos, mirando hacia atrás para comprobar que nadie miraba. Tampoco se dieron cuenta de que Ana los vigilaba.

Ana ahora sabía que su niña buena no era tan buena como parecía. Pero que en tan poco tiempo desapareciera con aquellos dos las sorprendió.

Dentro de la casa aún había gente, de aquí para allá. Yendo al baño, a la cocina. Los sirvientes. Cuando nadie miraba, Jorge, Daniel y Diana se escabulleron por una puerta que daba a una escalera que bajaba al sótano. De allí, pasaron a una gran sala, y, al fondo, cruzaron otra puerta. Era la bodega. Llena de botellas de vino y cajas. Jorge cerró la puerta.

-Creí que me iban a enseñar la casa.

-Lo que te vamos a enseñar son las pollas, zorrita.

Jorge la agarró por la espalda, pegándose a ella. Diana notó contra su culo una gran dureza. Parecía que su primito tenía una buena polla. Daniel se pegó a ella por delante y también le restregó la polla. En seguida, los dos hombres empezaron a besarla. Jorge su cuello, y Daniel la boca. Diana se dejaba besar, empezando a gemir. La estaba poniendo muy cachonda.

Daniel le subió la falda y llevó su mano a sus bragas y luego la metió por debajo.

-Joder Jorge. Esta putita tiene el coño chorreando..y todo peladito.

-Ya te dije que era una perrita. ¿Verdad?

-Ummmm no...soy una niña buena....No...me fuercen...por favor

-Jajajaja.

-Preciosa...no te vamos a forzar - dijo Jorge apretando sus hombros con fuerza, hacia abajo, haciéndola arrodillar.

Diana quedó ante los dos hermanos. Los miraba con cara de niña buena, como asustada.

-¿A qué esperas, putita?

-¿Qué quieren?

-Que nos saques las pollas y nos muestres lo buena chupapollas que eres.

-Ah, eso - dijo sonriendo

Con la mano derecha bajó la cremallera de Jorge. Con la izquierda, la de Daniel. Lo hizo a la vez. A la vez metió las manos y a la vez sacó las dos pollas. Quedó encantada. Los dos hermanos tenían dos buenos pollones. Las agarró y empezó una lenta paja con cada mano, mirándolos a los ojos y sonriendo.

-Ya veo que te manejas muy bien, zorrita.

-Jajaja..la experiencia es un grado.

Se acercaron a su cara y las dos pollas golpearon sus mejillas. Diana cerró los ojos y pasó los capullos por su cara. Sentía su coñito palpitar. Se metió una de las pollas hasta la mitad, mamando con dulzura. A la otra no dejaba de pajearla. Luego cambió de polla.

-Ummmm no mamas mal del todo, perra.

-¿Qué no mamo mal del todo? Mira esto.

Se agachó un poco más, levantado la cabeza. Puso el capullo de la polla de Jorge en su boca y se empezó a tragar la polla. Los dos hermanos se quedaron asombrados cuando vieron como la polla entraba, entraba, entraba, hasta que la boca de Diana chocó con el pubis. La mantuvo unos segundos.

-Cooooño! Joder, Jorge. Se ha tragado toda tu polla. Esto es increíble.

-Ummmm vaya...zorra de ...primita...que gusto...

La cogió por la cabeza y se la empezó a follar por la boca. Ninguna mujer se había tragado nunca su polla hasta la garganta. El placer era muy superior al de una mamada normal. Sentía la cálida boca en toda la polla.

Daniel miraba como su hermano le enterraba la polla hasta el fondo de la boca. De la comisura de los labios de Diana salía gran cantidad de saliva. Se cogió su propia polla y empezó a pajearse mirando la tórrida escena.

Jorge le sacaba la polla hasta la mitad, momento que aprovechaba Diana para respirar, pues cuando se la hacía tragar toda el aire no podía pasar. Miraba a los dos hermanos. Sus caras eran de puro deseo, de pura lujuria. Y eso la encendía. La polla de Jorge cada vez la follaba más rápido. Su coñito empezó a palpitar. Tenía que tocarse. Metió una de sus manos bajo su falda y se frotó el clítoris, primero sobre las bragas y después bajo ellas.

-Hermano, la zorrita está cachonda, mira como se toca el coño mientras le follas la boca.

-Ummmm Dani...esta puta me va a vaciar los huevos. Vaya manera de mamar...agggggggg

En pocos segundos, Daniel vio como el cuerpo de Jorge se ponía tenso. Le puso la mano en la parte de atrás de la cabeza de Diana y la apretó contra él. Y así, con la punta de su polla alojada en la garganta de su prima, Jorge se empezó a correr. No recordaba haberse corrido así en mucho tiempo. Diana lo había puesto muy cachondo, por lo preciosa que era y sobre todo por lo zorra que estaba resultando ser. Largos, potentes, espesos chorros de leche caliente lanzó esófago abajo, gimiendo como un loco, sin dejar de apretar la cabeza contra él. Y después, siguió apretando, hasta que Diana puso sus manos en sus muslos y lo empujó con fuerza. Necesitaba respirar.

Cuando la polla salió de la boca, Diana estaba un poco roja, acalorada, tragando bocanadas de aire. Pero sonreía.

-¿Qué?...ahh...ahh... ¿ soy o no..ahh... ahhhh....una buena comepollas?

-Ha sido la mejor mamada de mi vida. Vaya manera que tienes de tragar.

-Ahora me toca. Quita

Jorge se apartó mientras Daniel ponía su mano sobre la cabeza de Diana. La tocó con un solo dedo, el índice. Un simple apretoncito del dedo y su polla desapareció dentro de la boca de Diana.

-Eso es, perra. Trágatela hasta la garganta.

Daniel no le puso las manos en la cabeza. Las cruzó a su espalda y se dejó mamar. Casi babeaba de gusto al ver a su prima, arrodillada, casi acuclillada delante de él, tragándose su polla. Con los ojos entornados de placer, miraba como la chica hacia aparecer y desaparecer su dura polla en su boca. Diana volvió a tocarse el coño. Aquellas dos enormes pollas de sus primos la tenía loquita. Las deseaba dentro de ella.

-La mama bien, eh? - preguntó Jorge.

-De primera, tío. La voy a dejar preciosa.

Jorge conocía los gustos de su hermano, y sabía lo que iba a hacer. Se dejó mamar la polla un rato más, con las manos a la espalda, gozando y gimiendo, hasta que sintió la llegada de su corrida.

-Agggg zorra...me voy a vaciar...no te muevas, y sonríe como una buena puta.

Le sacó la polla de la boca. dejándola sobre la cara. Seguía con las manos a la espalda, mirando como Diana sonería. La polla tuvo un espasmo que la hizo levantarse, y un espeso y largo chorro de leche cayó sobre la cara de Diana, cruzándola desde la frente hasta la barbilla. Un poco incluso en el pelo. La polla dio un nuevo brinco, lanzando otro chorro más, que cayó sobre la nariz y un párpado de Diana. Hasta seis espasmos tuvo la polla de Daniel, cada una seguido de un chorro de semen que se estrellaba sobre la cara sonriente de Diana.

Cuando terminó la catarata de semen, la punta de la polla de Daniel quedó apoyada sobre la nariz de Diana.

-Te lo dije, putita. Te iba a dejar preciosa. Ahora abre la boquita.

Ayudándose de la polla, fue llevando todo el semen hacia la boca de Diana, que se lo tomaba como una niña buena.

-Dani,. ¿Recuerdas a Rosa?

-¿La gritona?

-Sí. Vamos a darle el tratamiento doble a esta zorra.

-¿Tratamiento doble? - preguntó Diana

-Te va a gustar.

La hicieron levantar. Jorge llevó una mano a su boca, se la abrió y le metió tres en ella.

-Chúpalos bien, porque te los voy a meter en el culito

Diana los chupó con ganas, ensalivándolos bien. Daniel le levantó el vestido y le bajó las bragas hasta las rodillas. Jorge aprovechó y llevó los ensalivados dedos al culito, lubricando el ojete. Uno a uno, le fue metiendo los tres dedos.

-Dani, me parece que por este culito ha entrado más de una polla. ¿Verdad puta?

-Ummmmm algunas. sí.

Daniel llevó una mano por delante, y empezó a frotar su coño. Los dos hermanos empezar el tratamiento dobla. Cada uno la follaba con sus dedos, bien fuerte, metiendo y sacándolos de su culo y de su coño. Diana empezó a gemir.

-Aggggggggggggg que...rico...ummmm.

-A la zorrita le gusta, Jorge.

-Le meto los dedos a fondo en el culo. Joder...los cuatro.

-Agggggggg..Me...corrooooooooo

El orgasmo de Diana la hizo temblar de pies a cabeza. La mano de Daniel se llenó de jugos, y ella gritó. La dejaron. Allí abajo nadie los oiría. No era la primera zorra que se follaban en la bodega.

Pero el tratamiento doble no era sólo eso. Consistía en agarrar a la chica con fuerza, entre los dos, y seguir tocándola, follándola con sus dedos, hacerla correr una y otra vez. A Rosa, la chica de que hablaban, la dejaron sin sentido de tanto hacerla correr. Gritó y gritó hasta desmallarse.

Pero Diana no era Rosa. Diana tenía aguate, y le encantaba. Agarró sus pollas y los besó, uno tras otro, mientras ellos seguían atacándola con sus dedos.

Perdieron la cuenta de los orgasmos que tuvo ella.

-Esta zorra es incansable. Me empieza a doler la mano.

-Sois un par de mariquitas que no sabéis tratar a una zorra como yo.

-¿A no? Ahora verás.

La llevaron a una cajas y la hicieron tumbar boca arriba. Quedaba a la altura perfecta para follársela bien follada. El primero fue Jorge, que para eso era el mayor. Le abrió las piernas y le clavó la polla en el coño, empezando una follada salvaje, penetrándola con fuerza, dándole duros golpes.

-Agggggggggggggg

-¿Folla así un mariquita?

-Nooooooooooo ummmmmmmmm

La bodega se llenó del sonido que hacía el cuerpo de Jorge cuando chocaba con el de Diana, con los gemidos de ella. En menos de dos minutos de una fuerte follada, arrancó a Diana un magnífico orgasmo, que mojó la polla de Jorge. Aún en medio de su corrida, Jorge le sacó la polla del coño, la bajó un poco y se la metió en el culito, haciendo que el orgasmo de Diana se uniera a otro.

-Siiiiiiiiiiiiiiii que bien...me follas primitooooooooooo.

Aquel hombre sabía cómo tratar a una mujer como Diana. Mientras la enculaba duro, con el pulgar frotaba su clítoris. Su ciño no dejaba de manar líquidos, que lubricaban su polla, haciendo la penetración  anal más placentera.

Cuando Jorge estaba a punto de correrse, le sacó la polla del culo. Aún no quería descargar. Tenía en mente algo especial para esa putita.

-Dale duro a hora tu, Dani. Pero no te corras. Vamos a hacer que esta perra no olvide este día jamás.

Le dejó el sitio a Daniel, que enseguida se la metió a Diana por el culo, follándola tan fuerte como su hermano, frotando su clítoris con fuerza.

Diana se corría una y otra vez. Estos dos chicos la iban a matar de placer, pero le encantaba. La dura polla de Daniel le taladraba el culo con saña, y temblando de pies a cabeza, gritando, se corría, y se volvía a correr. Nunca en su vida había tenido tantos orgasmos seguidos.

Daniel hizo caso a su hermano, y le sacó la polla del culo antes de correrse.

-Vamos a ver si de verdad eres una buena zorra o es todo fachada. Nuestras pollas han estado en tu culito y necesitan una buena limpieza.

Enseguida se arrodilló delante de los dos, juntó las pollas y las chupó y lamió hasta dejarlas relucientes. Ellos acariciaban su cabeza, como si acariciasen a un perrito que se portaba bien.

Jorge la hizo levantar otra vez.

-Muy bien, zorra. Te ha tocado el primer premio. Dani, túmbate en suelo, boca arriba.

Diana imaginaba lo le iban a hacer. Se la iban a follar los dos a la vez. Se relamió de gusto. Iba a tener dentro aquellas dos enormes pollas.

Dani se puso como su hermano le pidió. Luego le dijo a Diana que lo montara y que se clavara su polla. Diana lo hizo con gusto.

-Huy, perdona, bonita. Me refería a que te clavaras la polla de Dani en el culito.

Diana lo miró, con los ojos abiertos...¿No pretendería....? Su cuerpo se estremeció de placer sólo de pensarlo. Se sacó la polla de Dani del coño y la apretó contra su ojete. La polla entró.

-Precios culito, primita. Ahora sabrás lo que es una enculada de verdad.

Lo iba a hacer...Jorge se la iba a meter también en el culo. Iba a tener dos enormes pollas en su culito. Las dos juntas eran más grandes que la de Ramón. Y Ramón al menos utilizó crema. Le iba a doler, lo sabía, pero...lo deseaba

-Jorge, no irás tu también a darle por el culo, no? - preguntó Dani

-Por supuesto que...Sí.

-Pero la vas a desgarrar, tío.

-Calla cabrón - le dijo Diana

-Jajajaja. ¿No ves que la perra lo está deseando?

-Pues venga.

Se arrodilló detrás de Diana. Se cogió la polla y al apretó contra la de Dani, empujando con fuerza. Le costó mucho, pero consiguió que el esfínter se distendiera lo suficiente para que su polla se colara

-AGGGGGGGGGG

Fue un grito desgarrador, de dolor y de placer. La polla se fue colando, hasta que no pudo meter más.

-¿Estás bien?

-Calla y fóllame

-Pero serás puta.

La cogió por el pelo y se la empezó a follar. Dani y Jorge cogieron el ritmo adecuado y la doble enculada fue perfecta. Una adentro mientras el otro salía.

-Aggggggggggg ahora sí...que...estoy ..llenaaaaaaaaaa

Las dos pollas se rozaban la una contra la otra. El placer de los tres aumentaba. Dani agarró las tetas de Diana y las apretó con fuerza. No iba a aguantar mucho. Ni Jorge tampoco. El placer de estar follándose los dos a la vez a la preciosa Diana por el culito era inmenso.

-Dani...Yo no puedo más...le voy a llenar el culito a la zorrita...

-Ni yo, tío...

Al oírlos, Diana se empezó a correr. Un orgasmo continuo, que aumentó de fuerza cuando las dos pollas, al unísono, empezaron a correrse dentro de ella. La caliente lava que los dos hombres disparaban en lo más profundo de su culo la hizo dar el último grito, con todo el cuerpo tenso, los ojos cerrados y las manos agarrotadas.

Pero no fue sólo Diana la que gritó. Daniel y Jorge también lo hicieron: No se habían topado jamás con un zorra como Diana. Sus chorros cálidos bañaban la polla del otro.

Cuando los orgasmos cesaron, sólo quedó el sonido de las agitadas respiraciones de los tres. Sudaban a chorros. Pero nunca habían gozado tanto.

Sacaron sus menguantes pollas del culito de Diana. El ojete quedó abierto, distendido, y un reguero de semen empezó a salir. Diana tenía los ojos cerrados. Los abrió. Los miró. Sonrió.

-¿Quién en la mejor zorra del mundo? - les preguntó.

-Tú - dijeron los hermanos a la vez.

A los cinco minutos de que Diana y los dos hermanos entraran en la casa, Ana los había seguido. No los encontró por ningún lado.

-¿Buscas algo, sobrina?

Era el tío de Valentín, Juan,  el dueño de la casa.

-A Diana. Creo que la vi entrar con tus hijos.

-Ah, deben de estar arriba, en su antigua habitación. Les aburrirá la fiesta. Ven, te acompaño.

Subieron la escalera y Juan la llevó a una habitación, un dormitorio. Ana oyó como cerraba con llave.

-Aquí no están, Juan.

-Conociendo a esos dos granujas, seguro que se la están follando en la bodega.

Ana se dio la vuelta y miró al tío de Valentín. Era un hombre sobre los 55, canoso, pero bien parecido.

-Veo que has cambiado, Ana. Ahora sí que pareces una mujer. Una mujer guapa, además.

-Gracias. Me voy, Juan.

-¿Por qué?

-Vuelvo con Valentín.

-Él está ocupado.

-Déjame, por favor.

Se acercó a ella. Ana bajó la mirada. Juan, con un dedo, le levantó la cara por la barbilla.

-Ana, eres preciosa. Mi sobrino tiene suerte de tener una mujer como tú. Al menos ahora. Antes...

-Antes estaba..equivocada.

-Influencias de gentes estúpidas, supongo. ¿Qué te ha hecho cambiar?

Ana desvió la mirada. Juan la cogió por la barbilla para hacer que lo mirase.

-Contesta.

-No es asunto tuyo.

-Ummmm, tienes razón. Pero no importa si eso te ha hecho...florecer.

Acercó su boca para besarla, pero Ana lo rechazó y se dio la vuelta, dándola la espalda.

Juan se pegó a ella. Ana sintió contra su culo la dureza de su polla. Juan la cogió por los brazos.

  • Desde que te vi entrar, tan hermosa, me pusiste la polla dura. ¿La notas?

Se la restregó. Ana no dijo nada, pero no se quitó. Dejó que Juan le acariciara los brazos, que apartara el pelo de su cuello y se lo besara. Cerró los ojos. Sintió escalofríos por el cuerpo. De placer.

-Qué bien hueles..Y que piel tan suave tienes...

Besó el otro lado del cuello. Ana ladeó la cabeza para facilitarle sus caricias.

-Cuando te dije que Diana estaría follando con mis hijos no te sorprendiste. ¿Por qué?

-Por que ella es...

-¿Una zorrita?

-Sí.

-El cabrón de mi hijo mayor las pilla al vuelo. ¿Y tú? ¿Eres también una zorrita?

-No.

-¿No? Te estoy besando el cuello mientras  te restriego por el culito mi polla, y ahora te acaricio las tetas - lo dijo al tiempo que llevaba sus manos hacia ellas  ¿ y dices que no eres una zorrita? Yo creo que sí

Ana no dijo nada, pero lo era. ¿Cómo si no iba a tener el coño tan mojado mientras el tío de su marido la acariciaba?

Las caricias en sus tetas se hicieron más intensas, así como los besos en su cuello. Ana cerraba los ojos. De repente, el se separó. La dejó allí de pie y se acercó a un aparador. Sacó de su bolsillo la llave con la que había cerrado la puerta y la dejó sobre el mueble.

-Esa es la llave de la puerta. Te puedes ir cuando quieras. - le dijo sentándose en un sofá.

Ana miró la llave. Tenía que cogerla y volver junto a su marido. Miró a Juan, que sentado en el sofá, tenía clavados sus ojos en ella, sonriendo. Se acercó al aparador, cogió la llave, se acercó a Juan y se la devolvió. Él se la volvió a meter en el bolsillo.

-Eres una zorra.

-Lo sé.

-Desnúdate. Despacito.

Ana obedeció. Se quitó el traje, quedando en bragas y sujetador delante de Juan.

-Qué suerte tiene mi sobrino. Vaya pedazo de mujer que tiene. Sigue.

Se quitó el sujetador y luego las bragas. Se mantuvo en pie, para que Juan la admirara

-Date la vuelta.

Lo hizo. Notó la mirada de él clavada en ella. La llamó. Le dijo que se acercara a él. Se puso en pie, entre los de Juan, que llevó sus manos a sus rodillas, y lentamente, las subió por la cara externa de los muslos.

-Ummm, que piel más suave tienes.

Al llegar a las caderas, las llevó hacia atrás, hacia el culito, que acarició y apretó entre sus dedos. Tiró de ella hacia él, y su boca besó la barriga de Ana. Ana gimió, sintiendo sus besos y su lengua, y sus manos en su culo, manos que volvieron lentamente a bajar, ahora por la parte de atrás de sus muslos, hasta las rodillas. Pero no se quedaron allí. Lentamente, por la cara interna, subiendo, acariciando. Ana abrió un poco las piernas, para facilitar la caricia.

Las dos manos llegaron a las ingles. Enseguida notaron el calor de la zona, la humedad. La mano izquierda circundó el muslo para llegar nuevamente al culito. La mano derecha, exploró la rajita del coño.

-Parece que la zorrita está cachonda. Así me gustan a mí los coños. Calientes, babositos.

El índice y el pulgar penetraron su vagina. El pulgar frotó el clítoris.

-Agggggg

La empezó a follar con los dedos. Ana se cimbreaba alrededor la sus manos. Con los ojos cerrados gozaba de la expertas caricias de Juan. Aquel hombre la iba a hacer correr muy rápido, pero cuando la tenía al borde del orgasmo, paró. Dejó de acariciarla.

-Túmbate en la cama.

Obedeció. Se subió en la amplia cama y se tumbó en ella. Juan seguía sentado en aquel sofá.

-Ahora acaricia tu cuello.

Ella iba haciendo todo lo que él le ordenaba. En esos momentos era su dueño.

-Así...Baja lentamente tus manos....hasta tus tetas.

Se estremeció con sus propias caricias. Tenía el cuerpo lleno de tensión. Tensión que tenía que liberar.

-Ahora acaríciatelas. ¿Tienes los pezones duritos?

-Sí.

-Pellízcatelos.

-Aggggg ummmm

-Más fuerte.

Ana se pellizcó más fuerte. El placer se mezcló con el dolor. Juan quedó satisfecho.

-Ábrete de piernas. Enséñame el coño.

¿Por qué se sentía tan bien sin voluntad? ¿Por qué sentía placer siendo dominada así? No lo entendía. Sólo sabía que todo su cuerpo temblaba de placer. Que tenía mariposas en el estómago. Que al abrir sus piernas y mostrarle su intimidad a aquel hombre casi se corre de gusto.

Llevó sus manos a sus labios vaginales y los abrió. Su rosa interior quedó a la vista. Mojado, hinchado de placer. Juan lo miró con atención.

-Tienes un coño precioso. ¿Está rico?

-¿Cómo?

-Que si sabe bien.

-No...no lo sé.

-¿Pues a qué esperas para descubrirlo?

Ana dudó un segundo antes de pasar los dedos de su mano derecha por la rajita, empapándolos en su propio flujo y después llevárselos a la boca. Sintió su fuerte olor y luego su sabor. Con los ojos cerrados se chupó los dedos, gozando del salado gusto de su sexo.

-¿Y?

-Está...rico

-Jajajaja. Pero mira que eres zorra. ¿Y tu culo? ¿Está rico?

Ese hombre era un...cabrón. Pero tenía que obedecer. Se acarició el ano y luego se lamió los dedos.

-¿Te crees que soy tonto? Hazlo bien.

Volvió a acariciarse, y esta vez e introdujo un dedo. Cuando lo tuvo en la boca, Juan estuvo satisfecho.

-Así sí. Eres una buena putita. Ahora, córrete.

-¿Qué? ¿Yo...sola?

-Sí. Hazte una paja para mí. Quiero ver cómo te corres.

Ana necesitaba liberar la tensión de su cuerpo. Cerró los ojos y no vio como Juan se bajaba la bragueta y se sacaba la polla. Sus dedos empezaron a recorrer su coñito, arriba y abajo, acariciando, frotando. Daba vueltas alrededor de su clítoris con las yemas de sus dedos.

Juan estaba muy excitado al mirar a aquella preciosa mujer masturbarse para él. Una mano la había llevado a una de sus tetas y pellizcaba el pezón. Lo hacía como él le había ordenado, con fuerza. La otra acariciaba su coño. Todo su cuerpo se estremecía. Sus caderas se mecían a un lado y a otro. Y la manera en que gemía era muy excitante. Tenía los ojos cerrados, se mordía el labio.

Aumentaron los gemidos y el movimiento de sus caderas. Aquella mujer se iba a correr. Juan se levantó y se acercó a ella.

-Agggg Agggggg AGggggggggggggggggg

Vio como el cuerpo de Ana se tensó con fuerza, levantando la espalda de la cama. Como sus ojos se cerraron. Y su expresión de infinito placer en la cara. Después, el cuerpo cayó sobre las sábanas, quedando relajado. Su pecho subía y bajaba al ritmo de la agitada respiración.

Cuando Ana abrió los ojos, vio a Juan junto a ella. Se miraron a los ojos unos segundos, hasta que Ana descubrió que por la abierta bragueta asomaba su dura polla.

-¿Has visto cómo me ponen la polla las putitas como tú?

La miró. Se veía muy dura. Deseaba tocarla, tenerla entres sus dedos, en su boca. Pero él no decía nada. Sólo la miraba, sonriendo.

Pasó casi un minuto. Juan no le decía nada. Su coño rezumaba. No aguantó más. Se arrodilló sobre la cama y se acercó a la polla. Abrió la boca y empezó a chupar. El sabor salado y suave le encantó. Gimió de placer con aquella polla en la boca. Esos gemidos hacían vibrar su garganta y su boca, aumentando el placer que transmitía a Juan. Él llevó una mano a su pelo y la acarició como si acariciara a una perrita de verdad. Ana cerró los ojos, agradecida por la caricia del hombre.

La caricia se convirtió en apretones. Empujó su cabeza hacia él, haciendo que la polla entrara cada vez más en su boca. Por la postura, a cuatro patas sobre la cama, con la cabeza levantada, el camino de la polla hacia su garganta era totalmente recto. La aguantó bien, pero Juan fue muy rudo y le apretaba la cabeza contra él, impidiéndola respirar. No luchó. Simplemente esperó a que él la soltara. Y entonces aspiró en grandes bocanadas, con hilos de saliva cayendo de su boca.

-Así es como una perra se debe comer una polla. Veo que mi sobrino te ha enseñado bien.

Se la volvió a meter, y la volvió a apretar contra él. Se la sacaba, llena de saliva y se la pasaba por la cara, mojándola. Los ojos de Ana se llenaron de lágrimas por el esfuerzo. Pero su coño seguía mojándose. Su excitación subía cada vez más. Mientras más duro la trababa más gozaba ella. Llevó una mano a su coño y se metió los dedos con fuerza, mientras la polla seguía martirizándole la garganta. Hasta que Juan se la sacó.

-Date la vuelta. Espero que mi sobrino también te haya preparado el culito, porque te lo voy a romper a pollazos.

Como una niña buena, Ana se dio la vuelta, ofreciéndose totalmente a Juan. Lo primero que hizo fue dar un grito al recibir una fuerte nalgada.

-Que pedazo de culo tienes.

Lo siguiente que hizo fue gemir cuando le metió dos dedos y le folló con ellos. Los metía a fondo y también los hacía girar, dilatando su culito, dejándolo listo para la polla, que no tardó en clavarle hasta el fondo. La agarró con fuerza por las caderas y comenzó una fuerte follada.

-Ummmm que culito tienes....da gusto follártelo. ¿Te gusta?

-Si....ummmmm....sí me..gusta.

-Pues claro que te gusta. Eres una zorra y como tal te gusta que te rompan el culo con una buena polla. - PLAS!

-Agggggggggg

-PLAS!

-AGGGGGGGGGGGGG

Se corrió. Ana se volvió a correr sintiendo la dura polla atravesarla. Juan, al sentir el orgasmo de la mujer arreció en sus embestidas y en sus nalgadas. En pocos segundos, Ana volvió a ser atravesada por otro orgasmo, esta vez, demoledor, fortísimo, que la dejó sin respiración, y al terminar, quedó sin fuerzas y cayó sobre la cama.

La polla de Juan se quedó al borde del orgasmo, dando saltitos.

-Puta! No me has dejado correrme. Ven aquí.

la cogió del pelo y la obligó a acercar la cabeza al borde de la cama. Sin soltarla, se cogió la polla con la otra mano y se masturbó sobre su cara. Su corrida fue muy abundante. Bañó completamente la cara de Ana. Cuando terminó de correrse, se dio cuenta de que ella, con los ojos cerrados, sonreía. Aquella preciosa mujer, con la cara llena de su semen, sonreía.

Lo siguiente que Ana oyó fue la puerta cerrarse. Miró y comprobó que Juan se había marchado. Se incorporó y se vio reflejada en el espejo. Su cara llena de semen, que empezaba a gotear sobre su pecho. Le gustó verse así, impregnada de la esencia masculina. Mirándose en el espejo, recogió el semen con sus dedos y los llevó a su boca. Se lo tragó todo.

Después se vistió y retocó un poco el cabello. Salió de la habitación y buscó un baño para limpiarse la cara. Cuando volvió a salir al jardín, Juan hablaba animosamente con su marido, como si no pasara nada. Se acercó a ellos.

-Ana..¿Dónde estabas?

-Fui al baño, mi amor.

-Sobrino, tu mujer ha dado un cambio espectacular. Se la ve hermosa. Tienes mucha suerte.

-Lo sé. - dijo cogiéndola por la cintura

Ana se pegó a Valentín, mirando a Juan a los ojos. Sus ojos brillaban.

-Y tu hija también es un bombón. ¿Dónde está?

-Pues no lo sé. Hace tiempo que no la veo.

-Ah, mira, allí está.

Diana salía de la casa, sola. Los dos hermanos ya habían salido antes, separados. Vio a su padre y su madre junto al tío de su padre. Se acercó.

-¿Cuánta gente, no? - dijo, sonriendo.

-Sí, mucha familia - dijo Juan - Te has convertido en una preciosa muchacha.

-Jajajaja. Gracias tío Juan. Al menos no me has llamado mocita, como tu hijo.

-Jajajaja. No. Yo tengo más....vista.

Disfrutaron de la fiesta, y después de unas horas, se despidieron de todos y se marcharon. En el coche, conducido por Valentín, hablaban.

-¿Lo habéis pasado bien? - preguntó Valentín.

-Mucho papi. No esperaba pasarlo tan bien.

-¿Y tú Ana?

-Sí.

-Me lo imagino. Os perdí de vista un rato.

-Fui al baño.

-Y yo.

-¿Os habéis creído que soy imbécil?

-No papi.

-¿a Quién te follaste, zorra?

-PAPA!!!

Diana no podía creer que su padre le hablase así delante de su madre. Y encima, su madre no decía nada.

-Contéstame, putita. ¿Quién te ha dado lo tuyo?

-Na...nadie, papi.

Diana miraba a su madre. Pero Ana miraba impasible hacia adelante.

-Ana, pregúntale a la zorra de tu hija que a quién se ha follado esta noche.

-A Jorge y a Daniel- dijo Ana

-MAMA!!!! ¿Cómo ..?

-Te vi desaparecer con ellos en la casa. Te busqué pero no te encontré.

-Pero mira que eres zorra. Con los dos! ¿Y tú, Ana?

Ahora sí que a Diana se le aflojaron los músculos de la mandíbula y se le abrió la boca.

-Tu tío Juan. Me llevó a un cuarto del cuarto de arriba y me folló.

-MAMA!!!

-¿Qué te hizo mi tío?

-Me..me dio por el culo y se corrió en mi cara

-MAMA!! Pero si eres una zorra.

-Jajajaja. Casi tanto como tú - dijo su padre.

Ana la miró. Las dos mujeres se contemplaron un rato, mirándose a los ojos. La cabeza de Diana daba vueltas. Su madre, la beata, resultaba que era tan zorra como ella. ¿Era verdad? O sólo era una broma de su padre y su madre. No podía ser una broma. Tenía que comprobarlo, así que se acercó a su madre y la besó en la boca, esperando recibir una bofetada, insultos. Pero Ana abrió su boca y sus lenguas se entrelazaron.

-Mami...

La volvió a besar, y su coñito se mojó. Valentín conducía con cuidado, pero miraba de reojo a sus dos zorras que se besaban.

-Pregúntale a tu madre quién más se la folló en otro día.

-¿Quién, mami?

-Ummmm...Ramón

-Joder.

-Le estoy preparando el culito para que Ramón la encule, como te hizo a ti, zorra. No quisiste cuando fuimos al garito y al día siguiente fuiste corriendo a verlo.

-¿Cómo sabes eso? ¿Te lo dijo él?

-No, tu madre.

Ana le explicó todo a Diana. Su cambio.

-Y ahora, cuando lleguemos a casa, me voy a follar a mis putitas.

CONTINUARÁ.