La nieta del jardinero

Denisse, una bella serranita, me dejó metérselo por delante y por detras cuando ella tenía 20 años.

La Nieta del Jardinero

Llevaba ya más de un año de casado y las cosas iban bien con mi mujer. Teníamos ya a nuestro primer hijo y por entonces ni siquiera asumía como remota la posibilidad de ser infiel; sin embargo, como reza el viejo adagio, "el hombre propone, Dios dispone; pero, viene el diablo y lo descompone".

Fue el jueves 18 de diciembre de 1997, que Chiclayo, la ciudad peruana en la que vivo soportó la primera descarga pluvial de lo que llegó a conocerse como el Fenómeno Climatológico de la Corriente Marítima del Niño y que dejó a gran número de familias sin viviendas y sumidos en una extrema pobreza. Realmente era un desastre natural, pues, no sólo debimos soportar espantosas tempestades casi a diario; sino, que eso trajo como resultado el desborde de los ríos y la escases de alimentos.

Afortunadamente mi familia estaba protegida en nuestra vivienda recién construida y habíamos previsto almacenar alimentos no perecibles; sin embargo, decidimos albergar temporalmente a algunas familias que habían perdido sus casas en el local de nuestro Centro Educativo. Fue de este modo que acabó bajo nuestro amparo el viejo jardinero de la escuela y su familia compuesta por su hijo, su nuera y sus dos nietos una chica de unos 20 años y un muchachito de unos 12 años.

Las semanas fueron pasando y pronto cada quien fue regresando a su casa excepto la familia del viejo jardinero que habiéndolo perdido todo debieron esperar buscar empleo en otra ciudad y acabaron emigrando al puerto pesquero de Chimbote; quedándose en la pequeña casa del jardín el anciano y su nieta quien por entonces no pasaba de ser para mí una joven campesina de la sierra despreocupada de su apariencia, inclusive de su higiene. Por ello, un día se me ocurrió pedirle a Angélica, mi mujer que la asesorase en cuidar mejor su apariencia; y, cual sería mi sorpresa cuando al regresar una tarde me la encontré lavando las flores vestida con un pantalón negro ajustado y una blusita de tela muy sexy; además, de lucir su cabellera castaña suelta e incluso reacondicionada. Realmente se le veía muy bien.

La noche del sábado 14 de febrero de 1998, la tormenta fue más fuerte que de costumbre y se prolongó hasta el día siguiente sumando más de veinte horas de lluvia que dejaron inundado hasta área en la que nos encontrábamos viéndonos obligados a vaciar el agua con la ayuda de una motobomba. Como a las 10 de la noche decidí a verificar el avance de los trabajos y salí de mi casa dejando a mi mujer dormida con el bebé. Al llegar todo estaba en orden y me encontré a Denisse sentada al borde del jardín. Aquella noche el cielo estaba despejado y la luna iluminaba el lugar dejándome ver a tan bella serranita con un shortsito floreado bastante cortito y un polito azul bastante apretado que hicieron que mi verga se erectara de inmediato. Me saludó muy amable y por primera vez nos pusimos a conversar.

Un tema nos llevó al otro y aquella noche acabé enterándome que Denisse trabajo por algún tiempo como sirvienta en una casa adinerada en donde conoció y se enamoró de Miguel, el hijo de los patrones con quien acabó acostándose creyendo que acabarían casándose; pero, que mas bien fue despedida en cuanto los padres del muchacho se enteraron de lo que hacían por las noches. Me confesó que aun lo recordaba y que extrañaba las "cosas" que hacían juntos; pero, que ya no lo amaba. La confesión tan íntima de aquella guapa veinteañera me dejaron excitado y al parecer a ella también, pues, se arriesgó a preguntarme que tal me iba con mi esposa, pues, ella la veía muy bonita; pero, a la vez muy recatada –"Por ejemplo, ¿se la sabe chupar?"- me preguntó y yo mentí diciéndole que habían "cositas" que no le gustaba hacérmelas porque decía que eran costumbres de mujerzuela –"Que tonta –añadió- yo le haría de todo a mi hombre"- y yo pregunté –"¿Y, si ese hombre fuese yo?"-; y me respondió sonriéndome –"Con mayor razón, usted es muy guapo". Sus palabras fueron música a mis oídos y le confesé que ella también me gustaba y dijo "Se nota, porque desde que me vio las piernas se le paró el aparato" y diciendo esto gateo hasta donde estaba de pié y bajó mi pantalón deportivo dejando libre mi polla y comentó –"guauuu y la tiene preciosa grande y gruesota como me las recomendaron"- su comentario me causo gracia y mientras me la acariciaba le pregunté –"¿Cómo la de tu Miguel?"- y mirándome a los ojos respondió muy segura –"Ese cojudo en vez de pinga tenía un chisito"-. Dicho esto me la engulló hasta donde pudo y me dio una mamada de verga digna de una profesional. La chica sabía lo suyo me la lamió con maestría y me chupó hasta los huevos lográndome que descargase en su boquita varios chorros de leche caliente que tragó muy satisfecha sin dejar que se perdiese ni una sola gota. –"¿Te gustó?"-. la levanté y la besé con mucha arrechura y con ganas de continuar; pero, ella me detuvo y me hizo ver que era muy arriesgado y que no debiamos despertar sospechas.

Desde aquella noche no pude dejar de pensar en Denisse y en cuanto mi mujer fue a visitar a sus padres, envié a su abuelo a hacer compras de fertilizantes asegurándome que se mantendría ocupado algunas horas y nosotros aprovechásemos para terminar lo que dejamos pendiente días atrás.

Denisse llegó como a las 10.30 de la mañana y para la ocasión se había puesto una blusita de hilo blanco que permitía ver su brazier azul y un blue jean apretado que le dibujaban esas fuertotas caderas con las que la naturaleza la había dotado. Me saludo con un beso largo y apasionado y entreabrió sus labios para dejar a nuestras lenguas jugar entre sí. Me rodeaba con sus brazos por el cuello y yo con los míos por su cintura y sentí su perfume de mujer en arrecha elevarse desde su intimidad hasta mi nariz y me sentí un macho hambriento de sexo, desprovisto de cualquier remordimiento y sólo pensé en satisfacer mis deseos con aquél cuerpo de mujer casi diez años menor que yo.

Me senté en el sofá de mi sala y la acomode sobre mí y continuamos besándonos enlos labios mientras mi diestra se dedicaba a masajear y a apretar ese par de tetotas carnosas y bien formadas cubiertas aun por la ropa. Se incorporó de pronto y fue a poner una música salsa y al ritmo de "Lluvia" de Eddie Santiago comenzó a bailar muy sensualmente frente a mí mientras yo permanecía atónito en mi asiento viendo como jugueteaba con sus cabellos castaños elevando más mi excitación. No tardó mucho en despojarse de su blusa, de sus pantalones y de sus botines; entonces tuve ante mí su delicioso cuerpo de piel blanca cubierto aun por su lencería azul compuesta por un brazier de copa pequeña y una diminuta tanguita que se perdía por detrás en la rajita que dividía sus carnosas nalgas. Su baile era todo un espectáculo erótico en el que simulaba los movimientos de una gatita mimosa que espera ser apareada. Rodando y gateando sobre la alfombra de la sala llegó hasta mis pies y se deshizo de mis zapatos y ascendió por mis pantalones hasta mi correa deteniéndose a oler mi bragueta descaradamente. Desabrocho los mis vaqueros y puesto de pié me los bajó junto con mis calzoncillos apoderándose de mi mástil que ya estaba erecto y listo para el combate. Me lo mamó con devoción, como si en cada lenguatazo y chupada de verga se le fuera la vida. Mientras tanto yo me encargué de quitarle el brazier y me adueñé de sus dos tetotas que me resultaron suaves y duritas en cuanto se las toque. Denisse no dejó que me corriese y puesta de pié de espaldas a mí se bajó la tanguita casi en mi cara y tuve ante mis ojos un culito redondito y carnosito; blanco y limpiecito; paradito y provocativo; dividido apenas por una delgada rajita que me puso mas arrecho que antes.

Se acomodó sobre el respaldar del sofá y abriéndose de piernas me mostró su chuchita depilada y me pidió "Ven papacito y sopéame con ganas que estoy chorreadita". Me arrodillé ante aquél coño de veinte primaveras y le di una lamida que no tardó en hacerla correr en mi cara mientras con sus manos estrujaba mis cabellos. Me adueñé de su almejita y se la comí hasta hacerla gritar de puro placer. Entonces se puso en cuatro y me gritó -"Clávamela rápido que me tienes caliente"-, y dicho esto le encajé mi falo de una sola estocada hasta el fondo de su conchita, que a pesar de estar ya trajinada; aún la tenía bien apretadita; por ello, al sentir mi embestida no pudo evitar dar un gritito de dolor que a mí me calentó mucho más y le empecé a bombear su agujerito delantero a toda velocidad que se puso a gritar de tan cachonda que estaba.

Pasaron varios minutos en el mete y saca y según pude notar le arranque varios orgasmos; tanto así, que cuando acabé de venirme dentro de ella tenía todos sus muslitos mojaditos de nuestros líquidos sexuales.

Ambos quedamos tendidos en el sofá y fue ella quien se incorporó primero y llegó gateando hasta mí para coger mi pichula y empezar a chupármela con gran ardor hasta lograr ponérmela al palo y con ganas de seguir folládomela. Ella volvió a ponerse en cuatro y cuando volví a metérsela me aclaró –"No mi vidita, ahora reviéntame mi ojito de atrás; pero, despacito que no lo tengo muy acostumbrado"-. Así lo hice y efectivamente tenía el culito bien apretadito y me costó mucho trabajo metérselo y a ella le dolió un poco; pero, finalmente lo hicimos aunque al lograrlo ambos estuvimos cansados y no resultó tan placentero como esperábamos; sin embargo, me satisfizo el oírle decir que jamas se había comido un pollón tan grande y grueso como el mío.

Cogimos algunas veces más; pero, al poco tiempo sus padres le consiguieron trabajo en Chimbote y se la llevaron. Como a los dos años regresó con un hijo y me contó que un desgraciado la embarazó; pero, no quiso hacerse responsable de la criatura.

Su abuelo aún cuida el jardín y Denisse nos visita de vez en cuando; pero, su aspecto juvenil ha desaparecido y ya no hemos vuelto a coger.

Soy el Caballero Azul.

Suertudo77@hotmail.com