La nieta

Abuelo cuenta la relación con su nietita...

LA NIETA

Les contaré ahora de la vida que he estado llevando con mi nieta. Es una chica preciosa. Un poco difícil de llevar, pero realmente es hermosa y no es porque sea mi nieta.

Tiene un cuerpo de novela, su trasero es redondito y firme , tan lindo que todos los seres giran para verlo cuando pasa por la calle, por cualquier calle, su cabello largo y renegrido, casi hasta la cintura fin, delgada,  apretadita. la hacen parecer una guerrera amazona. Los pechos de Morena son turgentes, no muy grandes, pero hacen caer la baba a cualquiera. Una cara tostada, sus ojos casi color morados realmente de un brillo descomunal y que larga chispas todo el tiempo.

Siempre ha andado conmigo, no sé de donde le vino ese gusto por las personas mayores. Cuando chica iba al bar detrás de mí y ya en esa época andaba de falda en falda, de todos los hombres que en esos momentos eran y éramos jóvenes, un poco más que ahora. A veces no la llevaba porque me escapaba y mis amigos del bar me preguntaban que donde estaba la pequeña y porque no la había llevado, casi increpándome.

Por eso no me sorprendió tendría que decir aquella vez que llegué a casa de forma intempestiva y ella arrodillada le estaba dando una mamada a mi viejo amigo Rolo.

A partir de aquel día sé que cada vez que salgo de casa algún amigo mío se filtra en ella y tiene un ardiente encuentro con Morena.

Muchas veces he estado con ella y ella siempre me ha dicho " abuelito, abuelito, no puedo prometerte fidelidad ni a ti ni a nadie", por eso ella nunca ha traído un novio a casa. Su abuela a veces comenta que es una chica tan hermosa y tan rara y se sonríe y ella también se sonríe con la abuela y se acarician casi de manera sensual. Tengo mis sospechas de que también se acuesta con mujeres, entre ellas la abuela.

Esas eran mis sospechas aunque eso no me disgustaba.  Al contrario me excitaba mucho más para estar con ella.

Así que cuando llegaba a casa, yo siempre estaba listo para ella. Ya sea que llegara sola o acompañada. Si llegaba acompañada, yo la miraba y ella hacía una mueca casi parecida a una sonrisa y llevaba al acompañante a la habitación preparada para tal hecho. Yo me acomodaba y observaba todo lo que hacían sin ser vistos.

Ella, Morena era una amante exquisita y muy servicial. La he visto ser orinada por su pareja del momento, generalmente amigos míos. Después que le han cogido el orto una  y otra vez, de haberla hecho gritar como perra, aullar como loba en celo, generalmente Roque la orina, mojando sus tetas y dándole un poco de beber. Ella gime y gruñe. Y yo en tanto acabo después de una paja violenta y concreta, mientras la miro.

Una vez que queda sola, ella se dirige al baño, se mete bajo la ducha y entonces yo entro y tomando la esponja comienzo a jabonar su espalda con algunas pequitas diminutas y la beso y lego le paso la lengua y ya mi verga vuelve a sentir y a levantarse poco a poco. Ella así como está de espaldas estira su mano y acaricia mis bolas y las estruja de forma suave y delicada, porque así sabe que me gusta, pasa sus dedos largos por ellas y mi verga sube y se vuelve dura otra vez.

__¿Te gusto lo que viste abuelito chancho?__ gimió preguntando ella

__¡Claro que me gusta putita!__ mi poronga estaba a punto de estallar solo con el roce de sus nalgas preciosas y firmes. Las restregaba con mi caño endurecido y potente. Me sentía rejuvenecer cada vez que me encontraba sexualmente con ella, aunque en rigor de verdad no fuera así.

Ella pasaba sus dedos en mis bolas y yo mordía su cuello sabroso y delicado. Ahora restregaba sus pechos y sus pezones duros eran una tentación irresistible. Morena gemía y yo mordía sus oídos alternativamente. Luego baje una de las manos y entre en su ojete divino. Ella se arqueó y mis dedos se hundieron abriendo de par en par un poco mas su ya dilatado agujero.

__¡Ohhh me encanta, ahhh, ahhh!!!__ susurro y dándose vuelta se giro hacia mí. Nos abrazamos y nos fundimos en un beso. Lamí su lengua, la chupe y ella hizo lo mismo.

Así de salvajes y calientes eran aquellos encuentros. Salimos del baño y nos tiramos en la cama que hacía un rato había sido el encuentro con uno de mis amigos.

Ella tomo mi manguera y la llevó a su boca, mamando y sacando gemidos y suplicas de mi boca. Gritos que retumbaban en aquella pieza.

Así de recorrida metió los huevos en sus fauces y los fue tragando de a uno, los llenó de su saliva, los masajeaba, haciendo que me estremeciera y mi vara se pusiera más y más dura.

Jadeaba enloquecido por aquella nieta que me comía de forma caníbal. De forma espectacular. De manera electrizante y yo tenía que apretar los dientes para no acabarme allí mismo.

Me fui corriendo de tal forma que alcancé su conchita mojada, húmeda, babosa, mi lengua jugó en ella y ella se retorció, teniendo un orgasmo casi de inmediato. Volví a clavar los dedos en su culo abierto y presto para recibirme.

__¡Dejame… que quiero penetrarte en tu culito, quiero cogerlo una vez más!

__¡Eres incurable abuelito, eres como tus amigos… un viejito verde pervertido, ahhh, ohhh!!

__¡Vamos que a ti te gusta por demás que te la metan por el culito ese precioso que tienes!__ acomodé mi verga entre sus nalgas en pompa y fui buscando su rozagante agujero. Fui metiendo mi poronga en el estrecho agujero, aunque usado de mi nieta Morena, que enseguida empezó  bufar y  balancearse con el pedazo dentro.

Mi verga no es muy larga pero es gruesa y estaba muy dura como roca. Eso lo lograba ella. La hundí del todo mientras ella gritaba y gruñí moviendo sus caderas para un lado, y otro para adelante y para atrás.

__¿Roque te coje así?__ pregunté muy caliente

__¡Nooo!__ resopló ella

__¿Y Juanjo?

__¡No abuelito ay!

__¿Berni te la mete como yo putita?

__¡No abuelito, solo tu ay, me rompes el culito como me gusta ahhhhh!!__ contestaba en un juego sin razón la muy puta de Morena. Mis bolas golpeaban en sus divinas nalgas firmes y musculosas. Mi tranca iba y venía por su canal y yo me prendía a sus pechos y los masajeaba. Mi nieta tenía un orgasmo tras otro. En el vaivén , mordía su cuello y sus orejas chicas, las chupaba y chupaba su cuello, mientras mis bolas golpeaban en su carne de perdición para mí.

De pronto sacaba mi poronga de su culito y la metía sin más en su vagina que chorreaba jugos, eso la exasperaba, le gustaba que hiciera aquello, se  movía con más lujuria y con más pasión, pidiendo por  verga. Pidiendo porque la volviera a someter por su culo, abierto para mi tranca endurecida y babeante.

Mis embestidas se aceleraban y volvía a detenerme un poco, para volver a clavar mi estaca en su conchita dulce y llena de miel.

__¡Ohhh me vuelves loco putita, eres un demonio!__ gemía en sus oídos hermosos.

__¡Sigue abuelito, ahhh, sigue, dame mas verga, por favor, ohhh, ay, ay!!!__ gemía en aquel ritual de sexo enloquecido y oscuro a la vez.

De vez en cuando le daba un pequeño chirlo o azote en sus divinas nalguitas, jóvenes y frescas, duras, firmes tersas, que me calentaban tanto desde que era  pequeña.

Sentí que acabaría en cualquier momento. Hacía más lenta las penetraciones tanto en su ojete como en su almeja. Quería disfrutarla hasta el máximo, hasta lo último, aunque luego seguiríamos con nuestros juegos calientes y prohibidos.

Con la yema de los dedos pellizcaba sus pezones erectos y puntiagudos a más no poder, parecían que iban a explotar de tan uros y excitados.

Era en esos momentos en que sentía, no sé porque, que alguien nos miraba, nos espiaba, nos observaba. Tenía esa sensación y no era la primera vez.

Lentamente me aferraba a sus caderas y le iba llenando el culo de mi leche. Gruñí como un desesperado, mientras le llenaba el ojete de chorros de semen.

Luego caíamos unos sobre el otro unos momentos y ella se daba la vuelta sacando mi verga declinante para meterla en su boca, comía todo lo que quedaba en ella, dejándola limpia y brillante.

Después buscaba mi boca y me besaba incansablemente llenándome de halagos y palabras tiernas, acariciando mi desfallecida verga, que muchas veces cobraba vida enseguida, para continuar jugando nuestros juegos.-