La nena: la dama prostituta mi historia con Sandra

Una dama, profesionista y ama de casa, recibe la visita de IVAN, un hombre con quien, se somete vestida y comportada como prostituta al antojo de su comprador.

LA NENA: LA DAMA PROSTITUTA: MI HISTORIA CON SANDRA ROSALIA

Relato dedicado a Iván DF:

Para mí, fue fácil identificarte en la zona; en esa pasarela de mujeres ofreciendo sus caricias por dinero. Tus piernas bien torneadas, rodeadas de una minifalda amplia, tacones de aguja y medias cubanas (con línea detrás), las cuales, según vi, después en privado, que estaban sujetas por un liguero negro de encaje, resaltando este liguero, bajo una pantaleta color rosa. Tu cabello bien arreglado, y empleando maquillaje cargado sobre el rostro, junto con un labial rojo intenso.

No caminabas como las otras chicas, te encontrabas recargada en la pared; mirabas sin mirar, no centrabas la atención en nada ni en nadie. Sin embargo, algo en tu mirada me hizo saber que: en esa fila de carros, habías identificado que había llegado tu primer cliente de aquella tarde. Tu esposo y yo, paramos el carro frente a ti, y con una seña desde el asiento del copiloto te hago venir hacia nosotros. El contoneo de tus nalgas acompaña esa sensualidad, que me hace salivar de antojo, ante mi vista de lobo.

Antes que pueda decir algo, tú te inclinas sobre mi ventanilla; la vista de tus muslos, casi hasta tus nalgas, debió haber sido maravillosa, para los que te observaban desde afuera empinada. Un leve "hola" sale de tu boca, acompañada de una sensual sonrisa.

Tu esposo, interrumpe ese trance que me provocaste:

-        “Ella es mi esposa Sandy, pero el día de hoy es una puta más de la zona; aquí la conocen como la nena”.

Su voz nos da la indicación:

-       “Pásate atrás con ella amigo. Y tú puta, súbete de prisa, que tu cliente quiere empezar a usarte".

Al estar acomodados atrás, tu esposo reanuda la marcha del auto. Tu voz melodiosa me pregunta con un aire de dama, la cual te vuelve mayormente sensual:

-       “¿Te gusta cómo me he arreglado para ti?”.

No me das tiempo a responder, dándome un beso en la boca, con tu bello aliento que huele a menta, mientras acaricias mi cabello con tu mano.

Nuestros besos continúan aumentando de pasión, y mis manos ya están ocupadas manoseando tus nalgas, sintiendo la suave tela de tus hermosas pantaletas. Me separo un poco de ti para desabrocharme el pantalón, mientras te digo:

-       “Mi amigo me dice que eres una experta mamando verga, ven a mostrármelo puta”.

Mientras que tú, al ver mi verga que resortea fuertemente, al salir del pantalón, ilumina coquetamente tu rostro, dibujando una sonrisa de pasión. No fuiste capaz de evitar pasarte la lengua por tus sensuales labios, humedeciéndolos lujuriosamente, y en eso, se escucha la voz de tu esposo quien va manejando. Decirte:

-       “Quiero que te esmeres puta, mi amigo vino a la ciudad sólo para usarte, y quiero que compruebe que vales lo que cuestas”.

Tu cara desciende a la altura de mi entrepierna, para saborear ese pedazo de carne.

Inicias suavemente dándole lengüetadas como si de tu paleta de caramelo se tratara. Te encargas de que tu culo quede bien parado mientras esa boca se ocupa de darme placer, así que me encargo de proporcionar una mejor vista de tus nalgas, a quienes pudieran ver la manera como bajo esos sensuales calzones de encaje. Algunos de estos hombres, descaradamente, se detienen a medio metro de la ventana posterior del auto, para ver la manera como te estoy manoseando, y bajando tus bragas.

Después de hacer la maniobra, y teniendo tu culo totalmente expuesto, ya que: esa breve minifalda no alcanza a taparlo, retumba el sonido de una nalgada dentro del auto. Te toma por sorpresa, ya que un gemido ahogado escapa de tu boca, que se encuentra ocupada dándome placer. Después de recibir esta nalgada, meneas tu trasero sensualmente, invitándome a que te yo te plante otras más; lo cual realizo, ocasionándote chillidos, ante mi enorme placer.

Tu esposo detiene el auto, ha conseguido una calle donde podemos estar a gusto. Para este momento, mi verga presenta una erección enorme y brillosa, producto de esa mamada que me das con tu saliva incluida. Tu vagina se encuentra llena de miel, producto de mis dedos que invaden una y otra vez, tu intimidad sobre ese culo parado.

Tu esposo ya no tiene que manejar, y no pierde detalle de tu boca dándome placer. En un movimiento te toma la cabeza y te dice

-       “Mi amigo se merece una mamada más profunda puta, atiéndelo bien”.

Con esto, siento como la punta de mi verga, se hunde más al fondo de tu boca; al mismo tiempo, que se escucha un sonido procedente de tu garganta de nausea, lo cual es inevitable; y que te conduce a arquearte, debido a que sientes ahogarte, y luego, te retiras la verga de tu boca, para tomar un respiro.

Aprovecho esa pausa tuya, te tomo de la barbilla llena de tu saliva y te digo con los ojos llenos de deseo

-       “Es momento de que te montes, mi adorable puta”.

Hábilmente, te montas encima de mí en cuclillas, tu vagina reta a mi verga erecta frente a frente. Empiezas unos movimientos donde haces roces sin metértela, y veo como me mojas la punta con tus fluidos. Veo como tu marido se agacha para ver ese roce que realizas.

Al levantar la mirada, mis ojos se encuentran con los tuyos. El morbo se ve dibujado en ambos. Me preguntas con una voz excitada:

-       “¿Me vas a coger como la puta que soy papi?”.

Esta pregunta, me enloquece; mientras vas diciendo esto, tu intimidad recibe mi verga hasta la mitad, repites ese movimiento varias veces. En cada movimiento te la metes más, mis manos, tomando tus nalgas, iniciando el sube y baja. Es delicioso saber que: me estoy cogiendo a la nena.

Los sentones que te das encima de mí, provocan que nuestros muslos se estrellen unos con otros, provocando un sonido fuerte; sosteniéndote de tus nalgas, arrecio la velocidad y la fuerza de mis metidas a la vez que: acaricio tus muslos cubiertos de esas finas medias de seda con línea detrás. Separo tus nalgas, y uno de mis dedos, inicia a explorar el camino a tu delicioso ano, lleno de nuestras secreciones.

Deseo mayor espacio, para poderte penetrar a mis anchas, y abriendo la portezuela trasera del auto, te arrojo boca arriba, gritando que:

-       "eres la mejor puta que me he tirado"

Penetrándote cual locomotora, y extrayendo unos gloriosos pedos de tu vagina, a la vez que: tus gritos y lloriqueos son tremendos, y muy excitantes a mis oídos. Eres increíble, en dar y recibir placer: Tus gemidos, tu llanto, tus palabras diciéndome como te encanta que te culee, y también, las palabras de amor, los continúo escuchando hasta el día de hoy.

Para esos momentos, debido a tus gritos, y sintiendo que voy a terminar, volteándote con el trasero para arriba, ensalivo tu ano; e inicio a dilatarlo, hasta meter mi tumefacta cabeza amoratada, abriéndolo sin piedad. Lloras y suplicas, pero como buena potranca puta, me ayudas empujando tu cola, en contra de mi parada verga.

Cuando llego a la mitad, tus gritos son enormes, diciéndome:

-        "AY PAPIII... QUE ME DESMAYO AMOR...

Y la pasión de ellos, me provoca terminar a chorros... anegando tu adorable intestino completamente de leche.

Cuando aún me encuentro aturdido de la enorme pasión, observo a 4 tipos de pie, a quienes antes, no había visto; y uno de ellos me pregunta: ¿Cuánto pides por tu mujer?

Otros, se estaban masturbando viéndonos, y en ese momento, te observo dulcemente desgreñada debido a mi apasionada y tremenda culeada que te he pegado, sin nada de labial, y completamente desnuda; cubriéndote tus senos con tu blusa, y viéndome un poco asustada, mientras que de tu boca sale:

-       "No papi...por favor...no me vendas, no al menos todavía. Hay que disfrutar un par de días juntos.  Tu cogida fue de lo más hermoso que haya recibido, y ya siento que te amo..."

Mi impulso inmediato fue besarte fuertemente en los labios, mezclando mi propio aroma de mi verga en tu boca, diciéndote luego:

-       "Yo tampoco deseo venderte, no al menos de inmediato... yo también te amo"

Y te llevé conmigo al hotel, en donde permanecimos dos días encerrados, sin querernos separar...

Al despedirnos, te hice la firme promesa de regresar pronto, y para esa próxima visita, ya llevaríamos el juego de venderte a otros, mientras tu esposo y yo, te observaríamos, y luego te cogeríamos seguramente, reventando de pasión.

Tal fue la historia de la nena y yo...

FIN.