La nena de su papi... y de su tiíto!!! 5

5.- Consintiendo a la niña. Susi deberá decidir si quiere ser verdaderamente la putita de la casa. No duda demasiado y enseguida recibirá su premio.

LA NENA DE SU PAPI… Y DE SU TIÍTO - 5. Consintiendo a la niña.

Susi deberá decidir si quiere ser verdaderamente la putita de la casa. No duda demasiado y enseguida recibirá su premio.

  • No me mires así. Ya me siento yo lo bastante culpable – dijo Roberto con pesar.

  • Esta vez te has pasado. Tantos escrúpulos y dudas para acabar montando su boca como un animal en celo. Cuando ella nos había aceptado a los dos con su encantadora ingenuidad.

  • Lo único que me impide desesperarme es que parece haberlo tomado bastante bien.

  • NO TENÍA NI IDEA DE SEXO. ¡Por favor, si ayer tuvo su primer orgasmo! Esperemos que estas dos cabalgadas no le hagan aborrecerlo – le gritó Toni.

  • Lo sé, lo sé. Pero cuando llegué y la vi mamándote la polla… ¡Me volví loco! – reconoció Roberto.

Se mesó los cabellos mientras observaba como su niña dormía tranquilamente en el sofá agotada y con una sonrisa de satisfación en la cara.

  • Pensé que iba a ser para los dos. Al menos eso es lo que ella quiere. Esta vez no me voy a conformar con participar cuando a ti te parezca.

  • Tienes razón. No fue por celos, simplemente no pude controlarme. Además, nunca quisiste a su madre como la quieres a ella. Marita lo sabía y no le importaba. A mi me hubiese encantado compartirla contigo en igualdad de condiciones. Con Susi parece que sí quieres implicarte al máximo – dijo Roberto con una interrogación en la voz.

  • Espero que al menos quede eso claro. Y ahora… ¿qué vamos a hacer con ella?

  • Follarla, compartirla y hacerla completamente nuestra – dijo Roberto con fervor.

  • Y eso significa…

  • Sabes que se excita sólo con oír mi voz regañándola o como se desvive por obecederme. La  mentira de ayer no fue más que una forma de forzarnos a tomarla y aún así ya viste de que manera se angustió. No te engañes, sabes de sobra lo que significa… Si quieres, tú puedes ser el poli bueno, yo seré el malo.

  • No, yo también prefiero ser el malo – dijo Toni con picardía.

  • Está bien. Nos turnaremos, pero creo que yo lo hago mejor. Al fin y al cabo parece que mi pérdida de control nos va a ser útil. Cuando empiezas algo, debes hacerlo de la manera que quieras que siga. Y a mi me gusta la mano dura…

Susi se revolvió en el sofá y entreabrió los ojos. Los oyó hablar entre sueños pero no sabía que decían. Estaban los dos sentados en el suelo apoyados contra el sofá mientras ella dormía.

  • Ni siquiera me habeis besado – les reprochó Susi con su voz ronca.

  • ¡Oh, mi vida! No me hagas sentir aún peor de lo que me siento – contestó su padre con voz arrepentida.

  • Me duele la mandibula, creo que os habéis pasado un poco conmigo – contraatacó ella para ver hasta donde podía llegar, cobijándose en la manta con que la habían tapado.

Roberto intuyó sus intenciones y la miró con cara de sospecha.

  • Disfrutaste como una putita tragándote toda nuestra leche. ¿Si o no?

  • Bueno, si, – reconoció ella avergonzada – me encantó. Me encanta obedeceros. Y cuando os corréis, se os pone una cara… Sólo por verla os la estaría mamando todo el día.

  • Será mejor que te calles, nena, o te la vamos a clavar de nuevo. Yo al menos ya vuelvo a estar como un poste – dijo Toni, sentándose a su lado.

  • Entonces, ¿estás bien? – dijo su padre con dureza retándola a que se atreviese de nuevo a intentar controlarlos.

  • Si, papá, sabes que sí. Pero sigo siendo virgen. Además, no me habeis dado ni un solo beso. Pensé que me queríais. Y la gente que se quiere se dá muchos besos – dijo titubeando con ingenuidad.

Ellos no pudieron evitar sonreir al oír su voz contrariada. Les iba a costar un poco dominarla si reaccionaban así a todas sus peticiones.

  • ¡Oh, cariño! Ven aquí que te vamos a comer a besos – dijo su padre asomándose sobre ella y  abriéndole los brazos.

Ella no desaprovechó la ocasión y se apretó fuertemente contra él. El tío Toni a su lado le frotaba la cabeza con cariño.

  • Creo que alguien debía ocuparse de mi y limpiarme todo el semen que tengo por la cara y las tetas – dijo Susi con voz ultrajada.

Su padre se apartó inmediatamente y se echó a reir.

  • Cariño, eres encantadora. No sé cómo hemos podido mantener tanto tiempo las manos apartadas de ti.

Ella sonrió con picardía. Su querido papaíto la cogió en brazos envuelta en la manta y, como si fuese una novia, la llevó hasta la cocina mientras su tío Toni los seguía sonriendo.

  • Has dormido mucho tiempo. Ya es hora de que comamos algo – dijo Toni sacando la ensalada y el fiambre ya preparado de la nevera. – Ya veo que no te has olvidado de la cena.

Sentada en el mesado, su padre le lavaba la cara con un paño limpio como si fuese una niña. Luego le tocó el turno a su pecho inflamado. Entre el tratamiento de la mañana y los pellizcos del tío Toni, estaba todo rojo y lleno de chupetones. No sabía que resultaba más agradable sobre sus tetas, si la caricia del paño caliente o la mirada amorosa y ardiente de su papi. El culo ya no le dolía tanto como a la mañana pero todavía podía sentirlo algo dolorido. El tío Toni se acercó y  besó sus dos pechos mojados haciéndola suspirar.

  • ¡Ah! ¡Que rico! Estos besos si que me gustan.

  • Venga, a cenar, tunanta, que si por ti fuese estaríamos siempre prestándote atención y no es así como va a continuar esta familia. Ya te dije que no vas a ser tú la que mande en esta casa – dijo su padre terminando el agradable masaje.

Roberto y Toni se sentaron a la mesa dejándola encaramada en la encimera.

  • Venga, pon la mesa y sírvenos la comida – dijo su padre – Se acabó la tregua.

Ella bajó de un salto y se dispuso a atenderlos. Les sirvió la ensalada en los platos y acercó los cubiertos, vasos y la bebida. Cuando iba a sentarse observó que faltaba su silla.

  • ¿Y yo donde voy a sentarme? – dijo sorprendida.

  • Ya te dije que iban a cambiar muchas cosas, que pensases en donde te metías. Ahora estás aquí para nuestro placer. Tienes que atender todos nuestros deseos, no sólo los sexuales, sino también los de otro tipo. Así que comerás cuando nosotros hayamos acabado para poder atendernos bien. Si queremos te daremos de comer de la mano arrodillada en el suelo o sentada en nuestras rodillas.

Susi frunció la boca en un mohín pero, al mismo tiempo, la idea de servirlos en todo hizo que su coño se mojase una vez más. Su padre la tomó del brazo y la sentó en sus rodillas.

  • No es demasiado tarde para que te vuelvas atrás. Aún no hemos tomado tu virginidad. Después de eso ya no podrás cambiar de opinión – dijo cogiéndola con fuerza de la barbilla.

Susi suspiró y dijo:

  • Yo sólo quiero ser toda, toda vuestra. Y que vosotros seáis míos. Si ésta es la única manera de teneros…

  • Buena chica, así me gusta. Ya verás como esa parte te va a gustar tanto como las otras. En casa andarás siempre sin sujetador y sin bragas para estar siempre a nuestra disposición. Aunque veo que de eso ya te has ocupado sin que nadie te lo ordene… Y fijó la vista en su blusa abierta y su pecho totalmente expuesto, mientras con una mano acariciaba su entrepierna ya empapada. - Para sentarte en nuestras rodillas – continuó – te levantarás siempre la falda para que sintamos tu culo desnudo… y mojado – dijo sonriendo – ¡Ah! Además, llevarás el pelo siempre recogido, con una o dos coletas para que podamos cogerte de ellas… ya sabes para qué – dijo con una mueca lasciva – Y por hoy ya está bien, ahora come. No quiero oír ni una palabra más, no tienes mi permiso para hablar.

Roberto comenzó a alimentarla, le metía el fiambre entre los labios y le cortaba trozos pequeños de pan para que no se atragantase. Ella apoyaba con placer la boca en su mano para coger hasta el último pedazo y cada vez se excitaba más y más. Cada bocado que tragaba iba acompañado de un apretón en su clítoris lo que la hacía saltar sobre sus piernas y frotarse como una gata contra la tremenda erección que notaba bajo su trasero. Miró el agua con avidez temiendo que no la dejasen beber pero el tío Toni se levantó y le acercó un vaso lleno a la boca, inclinándolo y ayudándola a tragar. Le sujetó los brazos a la espalda para que no se moviese. Se sentía completamente indefensa y a su merced.

  • Pásamela – dijo Toni – ahora me toca a mi. Tú come.

Su padre la dejó ir con reticencia y Susi se sintió como un objeto que pasaba de mano en mano. Esto hizo que se mojase aún más, lo que la avergonzó. ¿En que se estaba convirtiendo?

  • Ven, cariño, ahora vas a ver lo que es bueno – dijo Toni sentándola en sus rodillas de cara a la mesa – Voy a hacer que te corras tantas veces que pensarás que has subido al cielo. Y sin más dilación le metió los dedos por sorpresa. Estaba tan excitada que se corrió con fuerza nada más sentir su toque en el coño. Se mordió los labios para no hablar pero, aun así, gañó como un cordero, gimiendo con desesperación arqueando su pubis hacia delante y recostando la cabeza sobre el hombro de su tío.

Toni siguió comiendo tranquilamente y tras una breve pausa volvió a excitarla acariciándole el pubis y los labios suavemente. Estaba empapada.

  • Sigues caliente, ¿eh, zorrita? Estás chorreando – dijo Toni y sacó los dedos mojados de su interior. Luego, los metió con fuerza en la boca de Susi para que probase su propio sabor.

  • Te gusta esto, ¿verdad? Vas a hacer todo lo que te diga, ¿no es así? – y con las dos manos abarcó sus pechos y los apretó con fuerza.

Susi asintió fervientemente. Ya empezaba todo otra vez.

Toni, complacido con su respuesta silenciosa, le dio la vuelta y la sentó en la mesa completamente despatarrada. Contempló su coñito abierto y mojado como si fuese una obra de arte.

  • ¡Cariño, que ganas tenía de comerte! – dijo Toni completamente excitado – Y sin más preámbulos enterró su cabeza entre las piernas y comenzó a lamerle toda la raja, saboreando sus jugos. La lamió así como un perro durante un rato mientras sus manos obligaban a sus piernas a permanecer completamente abiertas. Enseguida forzó la lengua en su coño metiéndola lo más adentro posible mientras su nariz rozaba con cuidado su clítoris. Susi empezó a gemir como una niñita pequeña, su cuerpo cayó hacia atrás arqueándose contra la boca de su tío. El placer era insoportable.

Su lengua buscó ahora su clítoris excitándolo hasta que se puso gordo como una cereza y pudo mamarlo delicadamente. Susi intentó obligarle a  que chupase con más fuerza empujando la cara de Toni contra su coño pero su padre, que estaba muy atento, le sujetó las manos sobre la cabeza dejándola completamente indefensa. Comenzó a besar sus labios, buscando su lengua y chupándola con fuerza.

  • ¿No decías que no te habíamos besado? Te gustan estos besos, eh, mi nena – dijo su padre observando como se retorcía.

– Venga, Toni, no la tortures más, que le va a dar un ataque. Mámaselo fuerte – exclamó Roberto.

Y para alivio de Susi, se lo comió más rápido hundiendo los dedos en sus muslos sujetándola con fuerza hasta que comenzó a convulsionarse en un orgasmo interminable, o dos, o tres, al fin y al cabo era una ignorante en eso del sexo. La sangre invadió su cara incendiándosela y sus pezones se tensaron reclamando atención. Su padre adivinó sus deseos y dejó su boca para mamarle las tetas bien duro ignorando los chupones que ya tenía y haciéndole unos nuevos.

Toni se retiró e intercambió el sitio con su padre. Cuando sintió una boca de nuevo en su clítoris extremadamente sensibilizado, Susi gritó perdida en un mar de placer y dolor. Se retorció para retirarlo de su coño pero lo único que consiguió fue que su padre se lo chupase con más fuerza. Sus manos abandonaron sus piernas para levantarle el culo e introducir dos dedos en su chocho masturbándola con fuerza. Susi chilló de nuevo y sus piernas se entornaron alrededor del cuello de su padre mientras un orgasmo aún más fuerte que el anterior arrasó sus entrañas dejándola casi sin sentido.

Toni seguía mamándole las tetas ajeno a todo, pero Susi estaba casi inconsciente y ya no se enteraba de nada.

  • Tiene un coño riquísimo y sus tetas… no puedo apartar mi boca de ellas – dijo Toni mientras seguía mordisqueando sus pezones, alternándolos en el calor de su boca.

  • Venga, déjala, que ya no puede sentir nada. ¿No ves la mirada perdida que se le ha puesto?

Toni se apartó a regañadientes de sus pechos, y no pudo resistir pasar su mano una vez más por sus pezones.

  • Es preciosa y es nuestra – dijo Toni con una mirada de satisfación.

  • Si pero como sigamos así no nos la vamos follar en la vida. Y mi polla ya pide coño – dijo Ricardo malhumorado.

Susi oía sus voces pero no entendía lo que decían. Su mente se encontraba en otro sitio, quizás en el paraíso. De pronto sintió que le abofeaban la cara y que alguien le frotaba las piernas.

  • Venga, Su, despierta. Oiste, abre los ojos que no queremos follarte mientras estás inconsciente.

  • Oh, papá. Ha sido fantástico. Pensé que me moría. Toni, tenías razón, toqué el paraíso. Y les sonrió con una mirada maravillada y llena de amor.

  • Venga, cariño. Ahora toca lo más importante, vamos a follarnos ese chochito hasta que no puedas caminar. Tú te has corrido un montón de veces pero nosotros necesitamos más.

Susi se irguió trabajosamente y bajó de la mesa.

  • ¿Qué hago? ¿A dónde voy? ¿Ya puedo hablar? – dijo con candor.

  • Si, mi amor. Ahora sí. Puedes ir al salón. Vamos a sentarnos un momentito a hablar y así mientras te recuperas un poco. ¿Te parece bien? Pero recuerda lo que te dije – comentó Toni metiéndole de nuevo la mano entre las piernas- Tienes que seguir bien mojada para nosotros.

  • Como tú digas, tío. Y se dirigió al salón descalza mientras contoneaba ese culo de infarto cubierto por la dichosa falda de cuadros.

Su padre y su tío se quedaron en la cocina mirando embobados el bamboleo de sus caderas.

  • Si ya sabía yo que nos iba a costar dominarla. ¿Quién dijiste que iba a ser el poli malo? Porque de momento nos tiene a los dos comiendo de la palma de su mano – dijo Toni con diversión.

  • No va a ser siempre así, créeme. No va a ser siempre así – lo advirtió su hermano.

Y empezaron a desnudarse para reunirse con su niñita en el salón. Por fin la iban a montar y la cabalgada prometía durar toda la noche.