La nena de su papi… y de su tiíto! - 2. azotes.

Susi ha sido una niña mala y tendrá que recibir su castigo. Pero no hay mal que por bien no venga, por fin su papi y su tío la verán definitivamente como una mujer...

LA NENA DE SU PAPI… Y DE SU TIÍTO! - 2. Azotes.

Susi ha sido una niña mala y tendrá que recibir su castigo. Pero no hay mal que por bien no venga, por fin  su papi y su tío la verán definitivamente como una mujer...

Susi y Laura bajaron del coche de Gabi. Laura se retrasó en un último morreo y muy contenta se cogió del brazo de Laura mientras se dirigían hacia su casa.

Susi no se lo había pasado nada bien. No podía apartar de su cabeza la escena del mediodía… Recordar las pollas tiesas de su padre y su tío… Un ligero temblor la recorría entera cada vez que pensaba en ellas. ¡Cómo iba a fijarse en ningún tipo insulso por muy universitario que fuese! Y eso que había tenido muchísimo éxito. No era de extrañar. El vestidito ajustado que le había dejado Laura le quedaba raquítico. ¡Tenía las tetas tan grandes que le bolsaban por fuera del escote! Y en el culo… Mejor no pensarlo. Se le ajustaba tanto que había tenido que ir en plan comando para que no se le marcasen las bragas, pero así lo que se le marcaban eran sus grandes nalgas. Un capullo borracho como una cuba se había permitido magrearla por debajo del vestido. ¡Que cabrón! Esperaba que aún estuviese retorciéndose por la patada que le había dado en la entrepierna. Además, no estaba acostumbrada a los tacones y tenía los pies destrozados.

Si la descubriese ahora su padre… ¡Le daría un ataque al verla con estas pintas de fulana! Oyó como se cerraba la puerta de un coche… ¡parecía un Passat como el de su padre! Y como si su mente lo hubiese conjurado, un hombre de la estatura de su padre se acercaba por la acera.

  • ¡Sube al coche! Y esta si que era la voz de su padre, que le hablaba con furia controlada.

Las dos chicas quedaron paralizadas en la acera, pálidas y temblorosas.

  • Pero tiene las cosas arriba… El uniforme… Los libros – intercedió Laura.

  • Muy bien. Entonces subamos, quiero decirle cuatro palabras a tu madre – dijo Roberto sin intentar controlar ya su cólera. La miraba de arriba abajo censurando su aspecto provocativo y desaliñado.

Apretó los dientes para contenerse. ¡Por Dios! ¡Eso si que era una hembra! El vestido apenas cubría sus generosas curvas, las tetas se veían enormes comprimidas por el minúsculo vestido, y esas piernas al descubierto encaramadas en los tacones de aguja… Se sentía a punto de explotar.

  • No, papá, por favor. Ella no sabe nada. Piensa que estamos durmiendo. Ya subo al coche – suplicó Susi mientras arrastraba a su padre hacia el Passat. A regañadientes, se montó y aún añadió:

  • Esto no va a quedar así. Mañana pienso llamar a tu madre para decirle la joya que tiene por hija. Y arrancó dejando a Laura plantada en la acera.

Susi iba aterrorizada en su asiento. Menos mal que estaba sentada sino no creía que las piernas pudiesen sostenerla.

  • Papá, por favor, dime algo – suplicó Susi llorosa.

Su padre no contestó, sólo frunció más el ceño y siguió conduciendo a una velocidad endiablada mientras salía de la ciudad en dirección a su casa en las afueras. Laura comenzó a llorar a mares, y unas gruesas lágrimas se deslizaban por sus mejillas arrastrando con ellas rimel y maquillaje.

  • Cállate, no quiero oír nada más. No fuerces el escaso control que me impide romperte esa cara de puta barata que tienes – dijo entre dientes.

Laura renunció a explicarse y siguió gimoteando mientras entre sollozos murmuraba: Perdóname, perdóname, perdóname...

Por fin llegaron a casa. Su padre no se molestó siquiera en guardar el Passat en el garaje. Salió del coche y, enfurecido, abrió la puerta del copiloto, la cogió de un brazo y la sacó del coche a la fuerza, empujándola hasta la puerta de entrada. Forcejeó con la llave, abrió la puerta de una patada y a trompicones la arrastró hasta el salón tirándola sobre el sofá.

Laura cayó de bruces pero aún así pudo ver como su tío Tony entraba medio desnudo en el salón. Eso la animó un poco. El tío conseguiría que se calmase.

  • ¿Se puede saber de donde vienes con esa pinta de zorrón? – bramó el tío Toni al tiempo que la cogía del pelo para fijarse en su cara llena de churretones de rimel y maquillaje.

Sus esperanzas de librarse se esfumaron por completo. Si Toni estaba así de furioso…

  • ¿Conque no me fiaba de ti? ¿Conque pensaba que eras una niña? Valiente mentirosa hemos criado. ¿Cómo voy a pensar que eres una niña si vas vestida como un putón? ¡Mírate, por Dios! – le gritó su padre mientras la zarandeaba.

Al caer sobre el sofá sus tetas había conseguido por fin liberarse de su estrecho confinamiento y ahora campaban a sus anchas por fuera del escote centrando las miradas de ambos hombres. Sus pechos eran apetitosamente grandes, con pezones rosados e hinchados que se erizaron bajo sus miradas.

Laura se incorporó e intentó meterlas dentro del vestido de nuevo y bajarse la falda para que no notaran que estaba con el coño al aire.

  • ¿Cuánto tiempo llevas engañándonos? – la increpó Toni mientras le sujetaba las manos e impedía que se cubriese del todo.

  • So..sólo ha sido esta noche – balbuceó tremedamente angustiada. Era la primera vez que veía al tío Toni tan enfadado. Miró hacia arriba y no pudo evitar reparar en la entrepierna tremendamente abultada del tío. Estaría enfadado pero también estaba como una moto, lo que la tranquilizó y la aterrorizó a la vez.

  • Yo no quería ir – dijo entre gemidos-  sólo quería ser como las demás chicas que van a fiestas y les gustan los chicos de su edad.

  • No me mientas. Eso es una tontería. ¿Por qué ibas a ser tú diferente? – dijo su padre intentando calmarse un poco y con un tono de voz muy decepcionado.

Laura se echó a llorar de nuevo tremendamente acongojada. Lo que no soportaba era que su papaíto se avergonzase de ella.

  • Porque yo sólo pienso en vosotros. Y se abrazó a las piernas de su padre que estaba parado delante de ella. Él intentó apartarla pero ella forcejeó para mantener su abrazo y hallar así algún consuelo. Con sorpresa notó como se alzaba también la polla de su padre. Verdaderamente eran “sus hombres” y no volvería a decepcionarlos nunca.

  • Si piensas que así vas a ablandarme estás muy equivocada. Ya he tenido bastante con tu escenita de la hora de comer. Seguro que pensaste que nos manejas con el dedo meñique – dijo enfadado Roberto mientras pensaba que verdaderamente hacía de ellos lo que quería.

  • ¡NOOOOO! No digas eso. Antes, en la cocina, comprendí porque siempre parecías enfadado conmigo. Y me puse muy contenta – confesó Susi esbozando una sonrisa tímida.

  • ¿Qué quieres decir? ¿A qué te refieres? – gritó su padre de repente nervioso.

  • Por favor, papi, tú sabes de que estoy hablando, no me hagas decirlo que me da mucha vergüenza – balbuceó Susi mientras sentía como una nube rabiosa de rubor cubría toda su piel.

Sintió las miradas ávidas de ambos hombres sobre su cuerpo, especialmente sobre las tetas que habían enrojecido tanto o más que su cara. Sus erecciones crecieron más si cabe bajo la mirada impotente de la chica. Se moría por ver por fin eses espléndidos apéndices y sostenerlos entre sus manos. O metérselos en la boca. Parecían monstruosos y eso la asustaba un poco.

  • Bueno, mejor que se vaya a la cama. Mañana hablaremos más tranquilos y ya se verá cuál es su castigo – intervino Toni retomando su papel habitual de pacificador.

  • De eso nada – bramó Roberto y cogiéndola de los brazos la alzó del sofá para acercarla lo más posible a sus ojos. Laura quedó colgando en el aire, sus tacones intentando inutilmente reposar sobre la alfombra.

  • Escucha bien lo que voy a decirte. Estás castigada por lo que queda de curso. No saldrás más que para ir al instituto o para atender alguna de nuestras necesidades. Te tendremos vigilada para ver si de verdad podemos confiar en ti o si eres una bruja manipuladora que nos ha estado engañando de desde Dios sabe cuándo. Sobre el móvil e internet… ya veremos. ¿No te preguntas como me enteré de que no estabas estudiando? Te olvidaste el móvil en casa y te llamó una tal Tamara para preguntar por qué aún no habíais llegado a la fiesta. Deberías informar mejor a tus amigas.

Tras esta furiosa parrafada la dejó caer de nuevo sobre el sofá. Susi se quedó allí desmadejada como una muñeca de trapo, ya sin ánimo para decir nada más en su favor.

  • Y no pienses que todo va a acabar aquí – añadió su padre cada vez más furioso.

  • Roberto… - intentó calmarlo Toni.

  • ¡Cállate! No te hagas ahora el bueno.Cuando te enteraste, querías matarla de una paliza para que aprendiese a no preocuparnos así – le reprochó Roberto ante la mirada cada vez más aterrorizada de Susi.

  • Nunca te he levantado la mano pero por Dios que esta noche vas a recordarla para siempre. Y se sentó de golpe. La cogió con fuerza y la tumbó boca abajo sobre sus rodillas. Una mano sujetó su torso contra el sofá mientras la otra empezó a golpearla con fuerza en el culo, primero en una nalga y después en otra. Los golpes hacían un ruído tremendo en el silencio del cuarto mientras su culo se iba volviendo cada vez más rojo. Susi agitaba las piernas en el aire y se retorcía sin poder librarse del terrible dolor. Con el esfuerzo el vestido se subió más mostrando su culo desnudo ante la mirada atónita de “sus hombres”.

  • No puede ser que seas aún más golfa de lo que había pensado – dijo su tío Toni asombrado. Seguro que ya te has abierto de piernas para cualquiera que haya mirado dos veces ese coño mojado.

Su padre reaccionó golpeándola con más fuerza si cabe. Sentía como la hevilla del reloj se le clavaba en las nalgas pero estaba tan enloquecido que no se atrevía a hacer nada más que sollozar calladamente y repetir: No, no, no.  La sangre empezó a escurrirse por sus piernas lo que hizo volver en sí a su padre parando la paliza.

  • Nunca había perdido así el control. No vuelvas a hacer que me enfade de nuevo porque no sé qué podría pasar. Ahora abre las piernas. Y mientras decía esto su erección se revolvía furiosa contra el vientre de Susi.

  • No, por favor, papá, así no. No he hecho nada malo. No me lastimes aún más – suplicó la chica completamente asustada por estos dos hombres que ya no conocía. Aún así sintió como entre sus piernas nacía una humedad que sólo podía relacionarse con esas pollas enormes que quería mimar y acoger en su interior. Nunca pensó que el dolor pudiera sentirse tan rico.

  • Te he dicho que abras las piernas. A partir de ahora harás sólo lo que yo te diga y me obedecerás en todo, si no quieres mi mano en el culo cada noche.

Estas palabras calentaron aún más a la chica que no quería mostrarles lo excitada que estaba. Se sentía una pervertida por excitarse de esa manera cuando estaba tan angustiada.

Roberto metió una mano a la fuerza en su coño y se sorprendió al notarlo mojado.

  • Si está chorreando. Aún va a ser verdad que es tan caliente como su madre – dijo su padre-, pero se tranquilizó cuando rozó con un dedo su himen intacto. El tío Toni se acercó para detenerlo pensando que iba a follar a su hija en un ataque de furia. Roberto lo miró con tal alivio pintado en la cara que Toni comprendió sin palabras que su niñita todavía era inocente. Sacó los dedos y acarició con suavidad su rajita virgen para presionar con algo más de fuerza en su clítoris. Pretendía compensar en algo el estrago que había hecho en su culo. Sus dedos se centraron en su botoncito decidido a llevarla al orgasmo. Una inmensa ola de posesividad lo invadió… su nena era tan inocente como siempre. Aunque la voz de la conciencia seguía resonando en su interior, en ese momento comprendió que le iba a resultar muy difícil escucharla. Quería a su pequeña hija a su merced y se temió que no iba a consentir que ningún mocoso la iniciase en el  placer del sexo.

Susi se contorsionaba muerta de vergüenza pero al fin se rindió mientras un placer caliente invadía sus entrañas.

  • Ay, papi, SIII, SIII. ¿Qué me estás haciendo? ¡Ahhhhh! ¡No pares, por favor! ¡Me muero de gusto!

Nunca había conocido nada igual. Su padre siguió presionando en su interior hasta que su orgasmo remitió. Incorporó a Susi y la acunó contra su pecho. Su otra mano se resistía a abandonar ese delicioso chochito.

No podía dejar de llorar. La sangre estaba manchando el vestido de Laura; a ver como se lo iba a explicar al día siguiente.

Roberto se horrorizó por su falta de control y por como había marcado el culo de su hija pero no dijo nada. No quería disminuir el efecto del terrible castigo.

  • Perdóname, papi, por favor, perdóname. No puedo soportar que me odies. Yo os quiero mucho y sólo quiero que estéis los dos felices conmigo – suplicó Laura mirándolo con carita de pena.

Roberto no se dejó enternecer y la puso en pie de un tirón. Ella trastavilló sobre los altísimos tacones.

  • Ahora vete a dormir y mañana veremos como acaba esto.

Susi se irguió con dificultad. Sus piernas casi no podían sostenerla pero haciendo un esfuerzo se alejó renqueando del sofá mostrando su culo tremendamente amoratado y sus tetas marcadas por la fuerza que había hecho su padre para sujetarla. Un río de humedad se escurría por sus piernas encharcándose en sus eróticos zapatos.

Dejó en el salón a dos hombres con dos pollas salvajemente erguidas y con los cojones doloridos por las ansias de correrse.

  • Joder, tú si que sabes hacer interesante una noche… – dijo Toni con ironía- Por un momento pensé realmente que ibas a follarla.

  • No me vengas con gilipolleces – contestó Roberto con una sonrisa agridulce – ahora sí que va a ser un infierno…

  • Bueno, si crees que marcarle el culo, llamarle puta, y provocarle un orgasmo es un infierno… Supongo que follarla hasta que gima de placer será mucho más leve – bromeó Toni.

  • Puede ser, pero primero tenemos que decirle claramente como se van a desarrollar las cosas a partir de ahora. No quiero arrepentimientos y tampoco que se repita la escenita de esta noche. Si la hemos entendido bien… creo que por fin vamos a conseguir alguna liberación.

Y se sentaron uno al lado del otro mientras volvían a masturbarse furiosamente, esta vez sí, pensando en las tetazas de su nena y en su maravilloso culo marcado.