La navidad más humillante y placentera

Un joven vive sola y recibe la visita de una mujer dominante. Femdom y Pegging.

Antes de iniciar el relato, quiero decir que este escrito va dedicado a un seguidor mío que me ha escrito por correo. Este escrito y patada en las pelotas va para ti. Ya sabes a quien me refiero ;)

Hank vivía solo en un apartamento, por desgracia su vida se vio frustrada quedando discapacitado y en silla de ruedas. Con el paso de los años fue mejorando y ya casi podía andar en muletas. Iba al físio y ya le daban buenas noticias. Pero había algo que nadie sabía y es que estar en aquella situación no le impedía masturbarse de manera constante, de hecho, al estar tanto tiempo atrapado en aquel aparato con ruedas, sus huevos eran muy sensibles y producían mucho semen.

Tenía montado en su casa un buen árbol de navidad, de hecho como no recibía la visita de nadie, lo adornaba con fotos suyas en photoshoot, en ellas se le veía chupando una gran polla o siendo enculado por hombres o mujeres con un gran dildo. Todo empezó al ver que su pene a diferencia de los demás era bastante más pequeño, apenas unos cuatro centímetros. Luego, cuando se movía o era movido de su silla a una cama o similar, solía recibir un golpe en sus partes sensibles. Al principio era doloroso, pero le cogió tanto gusto que algunas veces manchaba de semen las sábanas. Comenzó a buscar por internet y encontró algo maravilloso, el ballbusting, le asombraba la capacidad de aguante de los hombres o como caían al suelo, lo había visto en películas y siempre se reían del pobre que recibía el golpe. Y al ver aquello, se hizo su primera paja, de su rídicula polla salió disparado cuatro chorros potentes de semen que se esparcieron por el suelo mientras su respiración era constante.

Aquellas navidades eran muy felices para él, tenía preparado todo, era de noche y tenía un buen festín para engullir. Gracias a las prestaciones y ayudas, vivía muy cómodamente. Fue entonces cuando escucho un ruido de la ventana, al voltear vio que entraba alguien disfrazado de Papá Noel. Temía que fuera a robarle, no creía en esas cosas a su edad.

-Hola-dijo la persona.

Para su sorpresa era una mujer, y que mujer, disfrazada sin barba y con un diminuto disfraz, como el que vendían en las tiendas eroticas. Llevaba una bolsa marrón que dejo cerca de sus pies.

-¿Quien eres tú?-pregunto con la voz temblorosa.

-Soy Mamá Noel y he venido para castigar a los chicos malos, en este caso, tu-le señalo con una sonrisa de felicidad.

¿Acaso algún amigo del trabajo le había mandado a una striper?. Nunca había tenido novia pero aquello era demasiado para su virilidad que ya empezaba a mojarse. La joven dio un pequeño paseo por el salón y cuando vio las fotos, su coño se empapo.

-Oye,¿quien te envia?-dio unos pasos con las muletas hacia ella.

-¡Silencio cerdo!-alzando su pie y sin encontrar resistencia, estrello la punta contra sus pelotas.

El joven se cayo al suelo mientras se agarraba las partes, masturbarse viendo a otros recibir una patada era gratificante, pero recibirla no tanto.

-¡Has sido un chico malo, muy malo!-se puso de rodillas, le quito los pantalones y los calzoncillos.

Al retirarle las manos, vio sus huevos algo hinchados pero sobretodo su pequeña polla.

-Ja,ja,ja, ¿pero que es esta cosita?-pregunto a carcajada limpia.

Hank rojo de vergüenza no sabía que hacer, ella le daba pequeños golpecitos mientras intentaba ponerla dura. Unas gotas de semen resbalaban entre sus manos. Ella fue hasta la bolsa donde saco un gran dildo, sin duda era grande. Se quito la falda y bragas dejando su lampiño coño al aire.

-Bien, este es un último modelo y es muy real-dijo mientras lo sacudía alegre.

Se lo ajusto bien, escupió para lubricarlo y se acerco hasta él. Normalmente huiría, o al menos haría el esfuerzo de huir. Pero su corazón estaba acelerado, su polla se puso tiesa y su ano ya estaba preparado para recibir, había tenido muchas fantasías pero aquello iba a ser real.

-Muy bien, aquí vamos-la restrego un poco arriba y abajo, disfrutando de la tortura.

La introdujo despacio mientras él dejaba escapar un pequeño alarido de placer, entro hasta el final y sin problemas. Lo agarró de las caderas comenzando el vaivén, moviendo su propia cintura mientras de vez en cuando le daba una palmada en sus nalgas. Fueron los minutos más placenteros de su vida, no aguanto mas de dos minutos antes de gemir mientras liberara su carga de una manera brutal, impregnando todo el suelo.

-¿Te he dicho que puedes correrte cerdo?-le agarro de los huevos y apreto desde la base.

Su cuerpo comenzó a temblar por el dolor.

-Dime, ¿porqué las mujeres son mejores?, por estos huevos, dilo-dijo apretando un poco.

-Las mujeres son mejores porque no tienen huevos.

-Así me gusta, ¿sabes?, si fuera de otra manera, te los cortaba y los pondría en mi árbol de navidad-seguía embistiendo con fuerza.

Su pequeño pene se puso de nuevo duro, no había tenido suficiente.

-Voy a hacer realidad una de tus fantasías-saco el dildo y se puso delante suya. ¡Chupa!-abrió la boca y comenzó a succionar mientras ella le agarraba del pelo.

-Mmpph.

-Calla-apretó la base del dildo haciendo que un líquido con sabor a leche saliera de la punta inundando la boca de este.

Hank tosió esparciendo un poco de este líquido por el suelo. Se colocó detrás suya y le arreó una gran patada de nuevo haciendo soltar un gran grito de dolor.

-Eso te pasa por no tragartelo-se quito el dildo y puso su vagina encima de su cara-lame cerdo.

No le quedo otra que lamer, a pesar del dolor su mente se puso casi en blanco mientras su lengua limpiaba bien las paredes de aquella rica vagina. La mujer solo daba gemidos de placer mientras se agarraba bien las tetas.

-Si...si...¡SIIIII!-unos enormes jugos salieron llenando su boca-como te has portado bien te daré un regalo.

Fue hasta su bolsa y debido al cansancio y agotamiento no pudo ver lo que llevaba en sus manos. Noto que le colocaba algo, al incorporarse un poco vio que llevaba una peluca larga y de color negro, también un sostén que le quedaba algo grande y ella le ponía algo en su entrepierna.

-¿Qué haces?-pregunto confuso.

-Con esto no te podrás masturbar-dijo mostrándole una llave.

Era como en los videos porno, un chastity, no podía creerlo. La mujer se vistió en lo que él se reincorporaba con la ayuda de las muletas y recuperando algo de fuerza.

-No puedes...irte...mi polla...-dijo nervioso.

-Oh tranquilo, ellas te darán la llave dentro de poco, es para asegurar la diversión-dijo esbozando una gran sonrisa satisfactoria.

-¿Ellas?.

-Las tres reinas magas, tres hermosas mujeres que te harán vivir un placer inmenso-en su tono se notaba el placer al pensarlo.

Sin decir nada más se marcho por la ventana. Hank se sentó en la silla como pudo, el espejo le mostró su nuevoaspecto con aquella peluca, le ponía verse así, era un fetiche, se había imaginado algunas veces pero aquello era real. Pero no podía hacerse una paja debido a la jaula de su pene.

-Un momento-vio algo que si podía usar.

Se acerco hasta ello y lo agarró del suelo, era el dildo que había utilizado, realmente comparado con su polla, aquello era descomunal. Una sonrisa se esbozó en su cara, lo llevo a su culo y lo introdujo mientras su mente lo transportaba a un lugar de placer.

Mientras, no muy lejos y a través del cristal de la ventana, tres hermosas mujeres disfrutaban con la vista, con ganas de que llegase el día de la ''acción''. Por su parte, Mamá Noel tenía que seguir visitando casas de machitos a los que humillar.

Sin duda, aquella estaba siendo la mejor navidad de Hank. Y la que aún le esperaba.