La muñequita diabólica y el escritor maldito
Muñequita diabólica y Escritor maldito se conocieron en la Red y el flechazo fue inmediato, ambos comenzaron a vivir una tórrida aventura erótica, primera virtual y luego también real.
Esta novela erótica ha sido escrita a cuatro manos, en el
piano erótico, por Annie y Homoseparatus. Hemos contactado en Internet
y recibido el flechazo. Sintonizamos a la perfección, como se verá en
la historia que aquí se cuenta. Todos los derechos de autor a nivel
internacional se repartirán al 50% y su ocurriera el milagro de que
alguna cadena televisiva mexicana quisiera hacer un culebrón de esta
novela Homoseparatus cederá gustosamente sus derechos a cambio de que
le inviten a visitar México lindo y querido.
FIRMADO
ANNIE Y HOMOSEPARATUS
LA MUÑEQUITA DIABÓLICA Y EL ESCRITOR MALDITO
INTRODUCCIÓN
Internet es el universo de los sueños, la selva virtual, el laberinto
de las ilusiones, la chistera del mago, el subconsciente colectivo, la
mente de un planeta. Un mundo donde todo es manipulable, los
manipulados y los manipuladores. El refugio de los solitarios, la meta
de los descontentos, el Shangri-lá de los aburridos, donde todo es
posible y lo posible no es real, donde la realidad es virtualidad y la
virtualidad tan real como nosotros queramos. Un mundo repleto de
perfiles, tan falsos como reales, tan reales como ficticios. Un
universo al alcance de la mano, donde el sexo es posible y nunca
alcanzable, donde las relaciones interpersonales solo están al alcance
de quienes arriesgan y confían, una religión donde la fe lo es todo,
porque en Internet hay que creer para ver y quienes solo quieren ver,
como Santo Tomás, acaban destruyéndolo todo con su incredulidad.
¿Quién soy yo? ¿Acaso importa? ¿Tal vez un demonio virtual, un dios
sombrío, el poder de las tinieblas? Nada de todo esto importa, quiero
contar una historia, y los que cuentan historias son narradores. Es
posible que muchos lectores me cataloguen como un delirante sin
anclajes en la realidad. Es posible que se equivoquen. Es posible que
pueda documentarlo todo, probarlo todo, como en un juicio. Porque en
Internet todo queda registrado, se pueden seguir las huellas de las
sombras, las fotografías no se queman y los correos electrónicos son
profanados.
Esta es la historia de la muñequita diabólica, de la brujita perversa
y sensual y del escritor maldito, la historia de dos deseos que se
encuentran, de dos corazones que laten con bips y no con latidos, una
historia de magia, blanca y negra, una historia erótica y perversa,
una historia sin principio y sin final.
Cuando en Internet alguien llama a la puerta lo hace con un correo
electrónico, por mensajería interna en una página, en las páginas de
contactos, en los chats, en los whasaps. Y así comienza esta historia,
con una llamada a la puerta.
INTRODUCCIÓN (Muñequita Diabólica)
-¡Adiós muñeca¡ - fue lo último que alcance a escuchar de entre todas
las vulgaridades que los hombres en la construcción soltaban cuando me
vieron pasar, si supieran realmente el efecto que eso tenía en mí
habrían hecho mucho más que decirme esas cosas. En cuanto llegue a
casa pude comprobar que ni mi madre ni hermano habían vuelto aún, no
era de extrañar ella siempre ocupada en la oficina mientras que a mi
querido hermano aun le faltaba para salir del colegio; eso era
excelente tenía unas buenas horas para jugar.
Me saque la ropa de inmediato y solo me permití dejar la ropa
interior, aunque bastante segura estaba de que no duraría mucho en ese
estado; inicie por abrir la laptop e introducirme a internet de
inmediato; a mi propio oasis de erotismo y perversión, la puerta a un
mundo en donde podía quitarme la máscara de muñequita y dejar ver mi
autentica personalidad perversa y maldita; me introduje de inmediato a
una página con relatos eróticos; los videos son agradables por
supuesto pero simplemente nada comparado a una buena narrativa; fue
entonces que encontré lo que parecía una historia peculiar.
En cuanto la abrí y me puse a su lectura me empecé a calentar, pero no
fue solo eso sino la forma en que estaba escrita, erótica y divertida,
una combinación a mi parecer difícil de lograr, una vez terminada
visite el perfil del autor, dándome la sorpresa de que tenía más de 25
historias, y para mi fortuna una dirección en donde contactar.
EL ESCRITOR MALDITO
Estaba cansado, harto, de Internet y sus espejismos. Recién
divorciado, mientras pasaba el luto que supone toda ruptura
sentimental, comprendí que solo podría superar aquella tragedia
shakespiriana, en la que yo mismo me había metido cometiendo error
tras error, y también ayudado por lo que yo llamaba las fuerzas
poderosas que controlan y dirigen el universo, en frase de Castaneda,
un autor que me entusiasma, lo mismo que su filosofía del guerrero
impecable, que solo podría salir a flote si encontraba suficiente
sexo.
Me puse a ello diseñando estrategias que resultaron ser
globos hinchados que estallaban al menos contratiempo. Me llamé idiota
cuando fui estafado con el sexo telefónico; me consideré tonto de
remate cuando preciosas chicas, bellezas casi inhumanas, me ofrecían
sexo gratis y terminaban pidiéndome que las mandara dinero,
habitualmente por Wester Union y me tiré de los pelos de mi cráneo
mondo y lirondo -lo que me hizo mucho daño- cuando mi corazón se
derritió ante la belleza y dulzura de alguna de estas mujeres y remití
algún dinero para el billete de avión. Las esperé en el aeropuerto,
con una rosa en la mano, que luego tuve que arrojar a la papelera. Se
me ocurrió darle esa rosa a alguna chica bonita que pasara a mi lado,
pero no pasó ninguna. Mala suerte. En las páginas de contactos todas
las mujeres me tomaban el pelo, que si estoy hambrienta, que si estoy
necesitada, que si quiero sexo solo tengo que decirlo. ¡Mentiras
cochinas! Dos o tres correos y se volatilizaban en el aire, no volvía
a saber más de ellas. Incluso me planteé que todas eran perfiles
falsos de los administradores de las páginas para sacarme hasta el
hígado. Diseñé estrategias astutas, zorrunas, para ver si eso era
posible. Decidí que no, les llevaría tanto tiempo, y suponía tanto
trabajo que yo no lo haría ni por el doble de la cuota que pagaba por
ser "Premium". ¡Menudo premio!
Por eso cuando recibí aquel correo de Muñequita diabólica lo
primero en que pensé fue en una nueva tomadura de pelo. La foto de la
muñequita era deliciosa, me encantó, eso me predispuso un poco a favor
de quien estuviera detrás de aquel correo, fuera quien fuese. ¿Era
publicidad, un intento de introducir un virus malévolo en mi
ordenador, un juego perverso de rol para ver quién consigue que piquen
más tontos, otro intento de timo, más creativo y novedoso? A pesar de
ello "piqué". Me gustaba Muñequita diabólica y como dicen en mi pueblo
"quien quiera peces que se moje el culo". Decidí meterme en el agua
hasta la cintura y respondí.
Me cuesta imaginar lo aburrida que hubiera sido mi vida de no
haber respondido aquel correo. Nunca pensé que pudiera hablar de
sexo con una mujer con tanta naturalidad, narrar mis fantasías
eróticas sin inhibiciones ni miedos a que ella no me comprendiera ni
fuera capaz de seguirme. Era una mujer única, al menos en mi país no
había conocido ninguna así a lo largo de mi vida. Odio el puritanismo
sexual, la hipocresía erótica, la represión inhumana de quienes creen
que si se "la cortan" o si se ponen un tapón en la "rajita" ya han
solucionado todos sus problemas. Es como pensar que si no como, alguien
me va a enchufar la manguera de la gasolinera por el trasero y así
tendré combustible para seguir viviendo. Brujita perversa y sensual,
como así se hacía llamar también, era tan fresca, tan natural, tan
directa, tan sensual, tan-tan-tan (parecen tambores africanos de
guerra) que me dejé llevar hacia sus maravillosos pechos, me aferré a
ellos, anclé mi boca, como una ventosa, en sus pezones, y comencé a
saciar aquel hambre insaciable que me acompañaba desde niño, de ellos
recibí la leche ardiente de la vida y el fuego devorador, como un
aperitivo de aquel fuego de vida, de aquel fuego inextinguible que
Muñequita diabólica albergaba en su cueva de dragona.
Primero fue mi fantasía quien la probó y ya no pudo
fantasear con otra mujer que no fuera ella. Pero luego la mano del
destino, las fuerzas poderosas o tal vez mentes diabólicas aún más
perversas me arrojaron en sus brazos, a sus pechos, y mi vida cambió,
se transformó en una orgía de sexo como la que vivió Tanhauser en la
cueva de Venus, sin embargo, al mismo tiempo, todo se complicó tanto
que temí por nuestras vidas. Pero no quiero adelantar acontecimientos.
Me gusta disfrutar de esta historia sin prisas, como a cámara lenta,
porque cualquier detalle es un orgasmo que va creciendo como una ola
gigantesca, sobre la que muchos gustan de hacer surf.
MUÑEQUITA DIABOLICA
------------- Asunto: Un anuncio francamente divertido
Simplemente me ha encantado, la cuestión es si tu estas dispuesto a
contactar conmigo, no sé de dónde eres, ni tu edad, ni tu nombre, ni
nada.
Solo sé que tu "anuncio" me ha hecho reír y desear un poco más de lo
que leí ;) ------------
Si eso está bien, era corto, simple, natural y coqueto; ahora solo me
quedaba esperar una respuesta positiva, pues ya estaba cansada de que
los hombre creyeran que era una especie de fraude o algun engaño para
sacarles pasta; en cierto modo lo entendía, es difícil creer que
existimos chicas que simplemente disfrutamos del sexo sin tanta
hipocresía.
Tras ordenar otros tantos e-mail de mis trabajos escolares y redes
sociales cerré la laptop; debía darme un baño pues tras todos mis
juegos mis fluidos habían terminado en mis piernas y mis manos; tras
entrar a la ducha el primer chorro de agua fría golpeo mi piel sin
piedad y eso ayudo a despejar mi mente, estaba ansiosa por saber más
sobre mi querido escritor, había leído muchos autores y relatos pero
hasta ahora solo su narrativa había logrado cautivarme de este modo;
mientras cavilaba sobre todo esto el agua comenzó a calentarse hasta
escocerme la piel, me encantaba esa sensación.
Finalizada la ducha me dirigí hacia mi cuarto caminando desnuda y
dejando un leve rastro de agua en la loza del piso, ya en mi
habitación procedí a secarme poco a poco; me encantaba verme desnuda
ante el espejo mientras me arreglaba; comencé por ponerme una ligera
capa de crema, primero en la pierna izquierda poco a poco para no
dejar zonas con excesos o sin ella; disfrutaba de mis propias caricias
mientras hacia esta labor e incluso comencé a imaginar que era aquel
escritor quien tocaba mis piernas mientras me ponía la crema; pase a
la otra pierna y el procedimiento junto con la sensación se repitió
pero con mayor intensidad; pase a mi vientre, mis caderas y cintura;
la aplicaba poco a poco dando ligeros círculos para que todo quedara
homogéneo; pase a mis brazos mientras terminaba abrazándome a mi misma
para poder aplicarla también en la espalda; deje mis pechos para el
final, me gustaba prestarles especial atención pues me gustaba
mantenerlos firmes y suaves, sin poder evitarlo pellizque mis pezones
dejándolos erectos; subí por mi cuello y termine con el rostro.
Una vez terminado esto, procedí a vestirme primero unas braguitas
blancas, con unos encajes delicados en el borde de las caderas, un
sujetador a juego en color y diseño; me calce unos vaqueros ajustados,
me gustaba exhibir mis piernas y mi culo sobre todo al caminar y mover
las caderas, posteriormente un blusa gris de una sola manga que me
quedaba lo suficientemente grande para que el escote mostrara de mas a
cualquier afortunado que tuviese el valor de asomarse; me mire al
espejo y me encantaba lo que veía, mi cabello estaba casi seco pues
tenía sus ventajas llevarlo corto; procedí a ponerme el delineador, la
máscara y las sombras todo en tonos plateados obscuros para finalmente
sellar mis labios con un rojo carmín. Sabía que solo iría al cine y
además con una amiga, pero no me importaba la ocasión ni el lugar,
siempre me había gustado lucir bien y conseguir esa apariencia de
ternura y pasión.
EL ESCRITOR MALDITO
No soporto el calor, el verano es para mí la peor época del
año, si pudiera me introduciría en el frigorífico, me dejaría congelar
y allí permanecería hasta que llegara el otoño. He abierto todas las
ventanas del apartamento para ver si se forma una pequeña corriente de
aire. Estoy en el salón a oscuras, he bajado la persiana y me he
tumbado desnudo en el suelo de baldosa, el frescor de la piedra ha
sido un gran alivio. Apoyo la cabeza en un cojín e intento dormir la
siesta. No lo consigo. Cambio de postura, hacia un costado, luego
hacia el otro, me pongo boca arriba, doblo las piernas, estiro una,
luego la otra. Me pongo boca abajo, mis testículos se van enfriando.
Los noto cargaditos, hinchados, como si estuvieran almacenando más de
la cuenta... y es verdad porque desde mi divorcio he descargado muy
poco. No soporto cuando me rozan con el calzoncillo, el sudor pegajoso
y el roce los hacen enrojecer, son como tomates maduros. Decido que no
puedo más, tumbarme en el sofá está descartado, la tela es basta,
incómoda, la piel se rebela y comienza a picarme todo el cuerpo.
Decido darme una ducha. Atravieso el salón descalzo, desnudo.
Nadie puede verme con la persiana baja, pero tampoco me importaría que
me vieran. Estoy harto de estar solo en esta jaula, en esta especie de
prisión, la mente se siente prisionera y comienza a fantasear. Salgo
de la ducha, el agua estaba más bien templada, me gusta fría, muy
fría, sobre todo en verano. Apenas me ha pasado la toalla, las gotas
de agua sobre mi piel producen un efecto refrigerador cuando una
ligera brisa se mueve con desgana por el pasillo. Me siento frente al
ordenador y lo enciendo. Quiero escribir algo, hacer que las horas
pasen más deprisa. Me gustaría encontrar una buena idea para el
thriller que estoy escribiendo, pero nada, el cerebro parece estar
seco. Noto los testículos resbalando sobre el asiento. Siguen
hinchados. Tal vez si escribiera algo erótico...
Nada, tampoco estoy inspirado. Decido conectarme y mirar el
correo. Encuentro uno de Muñequita diabólica. Estoy harto de estos
juegos virtuales donde nunca sabes si un señor con bigote ha creado un
perfil falso y pretende jugar contigo... no sé a qué, porque no le
encuentro la gracia. Me gustaría creer que es real, pero me sale la
vena cínica, voy a responder, pero con un poco de mordiente. Poco
importa lo que digas cuando ella está muy lejos. ¿Cuánto de lejos? No
me dice si es española o está al otro lado del charco. Voy a
provocarla, a ver cómo reacciona. Al fin y al cabo no tengo nada que
perder, no voy a recibir un bofetón, ni siquiera una andanada de
exabruptos. ¡Qué pocas veces me han insultado en Internet! ¡Con lo que
a mí me gusta que me llamen de todo!
De pronto no puedo resistirme a la fantasía. Muñequita es
joven, un cuerpo goloso, tal vez esté por aquí cerca y le gusten los
juegos perversos. Alguien llama a la puerta, abro como estoy, con el
miembro un poco erecto, porque he comenzado a excitarme...Voy a por
una toalla y la pongo sobre el respaldo, tal vez si la fantasía es muy
viva la necesite. Me centro en el correo. Escribo automáticamente,
Internet es como una máquina, como Matrix, Muñequita tal vez sea un
programa malévolo y perverso.
Debería pedirle que me mandara una foto de sus pechos. Adoro los
pechos, lamer los pezones, quedarme pegado con la boca. Pero no me
atrevo, tal vez lo haga en el siguiente correo. Ella me pedirá algo a
cambio y así iniciaremos un juego perverso. Pero no es fiable, nada es
fiable en este universo de mentiras. Seguramente me mandará alguna
foto que encuentre por ahí, no será suya. No me importa, ya no tengo
nada que perder, soy un escritor maldito y los escritores malditos
vivimos de la mala fama, el escándalo, la perversidad.
Me levanto, tomo el móvil y me voy a la bañera. Saco unas
cuantas fotos íntimas. El miembro se va estirando e hinchando. Solo
pensar en Muñequita diabólica, como comienzo a llamarla, hace que la
sangre afluya hacia donde no debe. Para ser una erección virtual,
imaginativa, pienso que no está mal. Voy al dormitorio y me saco unas
cuantas fotos desnudo frente al espejo. Debería cuidarme más, esta
barriguita no me gusta nada. Intento sacar el mejor perfil. Me canso.
Regreso al salón y me tumbo en el suelo. Su frescor me hace bien y sin
pretenderlo me quedo dormido. Tengo sueños eróticos.