La muñeca (2)

Continua el relato de violaciones. En este capítulo, lo ocurrido el dìa después desde el punto de vista de Pablo.

La muñeca

(Relato de violaciones)

Capítulo segundo: Sadismo

-¡¡¡AAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYY!!! ¡¡¡NOOOOOOOOO!!!

-¡SIIII! Gritá puta... ¡GRITAAAA!

Me encanta escucharla gritar. Su dolor es tan dulce, tan embriagante, que no puedo alejarme de él. Sus ojos llenos de lágrimas reflejan mi rostro con la majestuosidad propia del terror absoluto y la piel sedosa está ahora llena de marcas. Sí, mi firma quedó grabada con el calor de los cigarrillos que apago con placer en su vientre.

-¡BASTA POR DIOS! - Me implora ella.

Pobrecita. Aún no ha comprendido que sus ruegos sólo avivan el fuego de mi pasión. Ah!, otro más, sí, lo apago en sus manos blancas, hermosas. Enciéndo otro y lo fumo planeándo en dónde lo apagaré. Llora desconsoladamente mientras me mira con odio. Sí, me encanta lastimarla. Es demasiado hermosa para este mundo enfermo; demasiado perfecta para pertenecer al cáncer que devora al planeta. El humo del cigarrillo baila con la música de un sufrimiento inocente y no puedo resistirlo: lamo con desesperación las quemaduras que llevan mi nombre. Mi legado estará con ella por siempre. Estamos unidos por los lazos del recuerdo.

Te resistes... mi niña... mi reina... mi ama. Siento como tus músculos se tensan con cada movimiento de mi lengua indomable. Me odias, y está bien, porque yo también te odio. Sí, así es, te odio con cada célula de mi cuerpo, con cada neurona, con cada sueño y suspiro. Te odio porque te necesito tanto que no puedo pensar en nada más. Te has convertido en mi vida, en mi mundo. Y sé que eres demasiado exquisita para mí. Por eso te aborrezco. Sé que nunca podré alcanzarte: mi edén está al alcance de mis dedos, y no puedo tocarlo.

¡Oh, mi poema ilegible! ¿Por qué has aparecido en mi vida? ¿Qué te he hecho yo para que me tortures con tu belleza?... Perdón, no te he escuchado. ¿Qué has dicho?

  • Basta... por el amor de Dios... basta.

  • No, Bianca. No pidas por el amor de Dios. Dios está muy ocupado disfrutando esto. Dios no te dará su amor porque ya tienes el mío.

-¡TE ODIO HIJO DE PUTA! ¡TE ODIO!

  • Ya sé. ¡Qué irónico! ¿No lo crees, Bianca reina mía? Tú me odias y yo te amo. ¡La vida sí que es complicada! Amamos lo que nos odia. Codiciamos lo que nunca podremos tener. Destruímos lo que es bello... y vivimos la fantasía del conformismo con una sonrisa sin sentido.

  • Estás loco... te vas a pudrir en el infierno.

¿El infierno? ¡¿EL INFIERNO?! Estúpida perra habladora... no tienes ni idea del significado de esa palabra. El infierno es mi vida; es el sol que me ciega cuando me levanto; son las burlas de la gente en la calle; son los golpes de mi padre; los insultos de mi madre; el aislamiento; la soledad; las voces en mi mente que piden a gritos muerte y destrucción y que no me dejan dormir... no me dejan dormir... me hablan... me gritan... me susurran... quiero que se callen... quiero descansar...

-¡¡¡QUIEEEROOO PAAAZ!!!

-¡¡¡NOOOO!!! ¡¡SOLTAAAAMEEEE!! AAAAAAAAYYYYYYYY.

Te agarro del pelo y te sacudo, puta. ¡No sabés una mierda del infierno! ¡No sabés nada de nada! Te golpeo nuevamente. Quiero ver tu sangre. Mis puños chocan sin cesar contra tu rostro orgulloso. Pero no es suficiente... tienes que sentir el mismo dolor que yo siento cada vez que te miro a los ojos. Tienes que sentir la humillación.

Busco desesperado en mi bolso el instrumento que te enseñará el dolor que siento. Sí, Bianca, volveré a trabajar en tu cuerpo como el pintor trabaja en su lienzo. Y firmaré, oh sí, Bianca, firmaré de tal manera que nunca podrás separar el nombre del artista de su obra maestra.

  • No... no... ¿Qué vas a hacer con eso? Por favor, ya basta...

-¿Basta? Esto recién empieza. El filo de la navaja está en su mejor momento. Ansía desesperado besar tus piernas, tus mejillas, tus brazos... Mirálo. Brilla de deseo. Su lujuria es incontenible, incontrolable, aunque pensánolo bien, ¿Por qué habría yo de controlarlo? La hoja de acero tiene voluntad propia y obra a través de mi mano. Soy sólo el enlace entre su pasión y tu piel.

-¡¡¡NOOOOOOO!!! ¡¡¡POR FAVOOOR PARÁÁÁÁÁÁÁ!!! ¡¡¡NOOOOOOOOOOO!!!

El cuchillo en mi mano se mueve hacia su piel virginal. Empezaré despacio y por abajo. Lamo la planta de su pie izquierdo marcando mi primer destino. El filo pasa lentamente por el pie, abriéndo la piel fácilmente, dejando la sangre libre. Los gritos inundan mis oídos con placentera crudeza.

  • El dolor, Bianca, es lo que te hace recordar que todavía vivís. Disfrutalo, así como yo lo hago.

Clavo la punta en su talón y giro el cuchillo rápidamente. En realidad, no sé porqué lo hago: es un deseo que siempre quise realizar. Creo que haré algo más antes de proseguir con su cuerpo. Sí, ya lo estoy haciéndo. Es tan sencillo arrancar la uña del dedo pequeño del pie con la ayuda de una buena hoja de acero. Ahora mi remera está llena de sangre. ¡Mágico elixir de los dioses!.

Subo hasta sus piernas. No me interesan sus pantorrillas, ni su rodilla. Prefiero algo con más carne: prefiero sus muslos. Allí sí que puedo entretenerme. Meto mi lengua en su culo. Siento el esfínter contraerse con fuerza. Me excita su resistencia. Empuño el cuchillo y, decidido, empujo el mango hasta el fondo de sus entrañas. Entró todo.

-¿Lo sentís? El placer... el dolor... y una barrera tan fina como el filo de este cuchillo.

Grita. Llora. Putea. Pelea. Trata de liberarse de mi perversión. Sí, seguí luchándo. Veo la sangre que brota de tus muslos lastimados. Seguí peleándo. El filo que está afuera de esa cola sublime corta todo lo que siente. Dolor para acabar con el dolor. Odio para acabar con el odio.

Saco el cuchillo del interior de Bianca. El mango tiene un olor hipnotizante a sexo y mierda. ¡Por todo lo que se considera santo, cómo me calienta esta perra! Dibujo líneas, y cruces, y estrellas en su cola suave nunca antes tocada. La sangre sale sin detenerse tiñiéndo el hermoso filo de mi arma. Grita. Llora. Putea. Pelea...

La doy vuelta. Sus ojos estan llenos de sufrimiento, rojos, inundados. Miro su estómago. Acarcio su ombligo. Y corto con pasión en medio de sus tetas. Las aprieto salvajemente haciéndola gritar. Esos pezones que me vuelven loco se endurecen cuando los pellizco, reaccionándo traicioneramente a un estímulo demasiado poderoso. Me llaman. Pueden hablarme. Me piden dolor, y eso les doy. Apoyo el filo sobre uno de ellos y deslizo el cuchillo lentamente, saboreándo el aire impregnado de crueldad. Es sólo superficial. No lo sacaré de su lugar ni lo abriré al medio. No. No soy un monstruo. Me gustan demasiado como para arruinarlos de esa manera.

Sigo subiéndo. Mi destino: su rostro. Lo estrujo sin piedad, sin embargo, algo detiene mi mano. No puedo lastimarlo. El rostro me domina por completo, me vence. Quisiera cortar sus mejillas, marcar al ángel de por vida y arruinarlo. Lo deseo. Pero no puedo hacerlo. No podría vivr con el peso de haber destruído lo que más amo en este mundo y así convertirme en una parte más del cáncer global.

  • Ya sentiste mi dolor. Ésto es el infierno. Ésto es mi vida. Ahora estás más cerca de mí de lo que te imaginás. Pero la unión no está completa. Aún falta algo...

Agarré su mano derecha y corté su palma. Abrí una entrada para unirme. Corté también mi mano derecha y dejé caer libre mi sangre. La unión debe ir más allá de las barreras de la piel: debo entrar en ella a otro nivel. Junto las heridas con fuerza y siento como la sangre se mezcla. Ahora estoy en sus venas y ella deambula por las mías. Llegaré a su corazón, a sus pulmones, a su cerebro. Estaré en todos lados por siempre...

  • Mirá, Bianca. Ahora estamos unidos completamente. Por más que corras, siempre estaré dentro tuyo. Ya sentiste mi dolor, ahora saboreá mi humillación...

El llamado de la naturaleza. El organismo humano es sabio. Conoce mi pedido de ayuda y no se niega a socorrerme. Ahora sabrás lo que siento todos los días de mi vida, Bianca. Al fin podrás comprender el odio, la indiferencia, la paranoia y las voces que corroen mis entrañas. Ésto es lo que siento al caminar por la calle. Las miradas asqueadas, las risas por lo bajo, los dedos acusadores. Todo el mundo desea eliminarme en el olvido. Y es así cómo me siento.

La vejiga no puede contenerlo más. No importa, ahora te liberaré de tu carga. ¡Sí, qué placer! Meo todo tu cuerpo con infinita delicadeza. Trato de limpiar la sangre con mi orina caliente. Te purifico. Te bautizo. Siénte mi regalo en tu rostro, mala puta. Siente su edor cubiéndo todo tu cuerpo, impregnando tu naríz de la dulce humillación que me acosa.

-¡¿Te gusta, Bianca?! ¡¿Te calienta?! ¡Sí, me juego las dos pelotas a que todo esto te excita hasta el paroxismo! Saboreá mi orina. Es la escencia misma de mi vida. Saboreala, olela, mirala, admirala.

Creo que es todo lo que puedo descargar. Guardo la última muestra de mi sadismo de vuelta en mis pantalones y me siento. El cadáver de Gustavo todavía nos observa desde su putrefacto letargo, admirando lo que no puede hacer con la impotencia del desgraciado. Me río. Mirá bien, Gustavo. Observá lo que siempre quisiste y nunca tuviste. Mirame mientras disfruto a mi antojo del cuerpo que deseaste y que nunca tocaste.

Enciendo un cigarrillo y me relajo. Bianca vuelve a temblar al ver el pequeño vicio en mi mano.

  • Tranquila, Bianca. Fue suficiente por hoy. Podés descansar en paz.

Llora, mi pequeña. Llora y purga de tu mente el dolor y el odio acumulado.

Quizás mañana será mejor. Sí, definitivamente, mañana será más divertido...

ViCiUs.

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