La mujer del preso (relato REAL).
Esto es una anécdota real, que vale la pena leerla
No voy a decir mi nombre, por cuestiones más que obvias.
Tampoco voy a decir mi edad, ni dato alguno que se relacione con mi identidad.
Esto que voy a contar es totalmente real, y aunque muchos no conozcan del tema, sucede en exceso en mi país.
Trabajo como delegado carcelario en una unidad penitenciaria de Argentina.
Mi función laboral, implica que tengo que controlar todos los elementos que entran a las celdas (comidas, regalos, ropa, remedios, etc) y también entrevistar a todas las visitas (hombres y mujeres). Cada cosa o ser que entra al calabozo en mi turno, pasa siempre por mi monitoreo. Tengo que ver que no pasen nada prohibido, ya que así es el reglamento aquí.
No puedo comentar demasiado sobre el estado de nuestras carceles, pero si ven informativos sabran nuestra actualidad.
Si bien tengo muchas cosas para contar, voy a empezar relatando lo que todavía no puedo olvidar.
Era un miercoles por la mañana, hacía mucho frío y yo ya estaba entrando en mi horario de trabajo. Como siempre me preparo un café, agarro los informes, empiezo a preparar las listas de los turnos y arranco así a cumplir con mis tareas. Entre entrevista y entrevista, conozco a una mujer de veinte años, esposa de uno de los presos a quien venía a visitar. No voy a decir su nombre, pero si voy a decir que era una morocha hermosa, con un pelo largo lacio, abundante, piel morena, ojos color miel, un cuerpo hermoso, un culo perfecto, unas tetas muy lindas y todo natural. Era una chica pobre, esposa de un preso nuevo dentro del penal. Hacía unas semanas que no se veían ya que ellos no eran de la zona en donde está radicada mi unidad. Para ser mas claros, ella viajó 300 kilometros sola en bus para ir a ver a su marido.
No quiero ser muy intenso en la introducción, pero ella estaba muy triste, muy debil, y necesitaba contención, y eso me dio mucha ternura y mucha calentura a la vez. Verla llorar, tan hermosa, tan indefensa, tan solitaria, era un cuadro dificil de ignorar. Era silenciosa, educada, muy timida, muy miedosa. Entre charla y charla, llorando me contaba como hacía para mantenerse, lo dificil que era la vida lejos de el, y que no quería vivir más así, pero que tenía que salir adelante. La verdad es que me dieron ganas de abrazarla, y fui hacia ella, pero con una excitación muy intensa. Yo tenía mi pija parada porque estaba muy caliente al verla tan vulnerable.
Me puse al costado de ella, la abracé y empecé a hacerle caricias en su cabeza. Ella se quedaba quieta, porque sabía que si decía algo malo, quizas yo no le permitía ver a su marido. La sumisión de esa indole es más fuerte que todo el poder del viento. Le apoye mis huevos y mi pija en su hombre, al mismo tiempo que le secaba las lagrimas. Todo con caballerosidad, sin ser grosero, sin ser hiriente. Ella sentía mi pija dura, y me agradecía por ser cortes. Empecé a hablarle despacito, a decirle que no se haga problemas que yo podía hacer que a su marido lo traten bien, que podía llevarle dinero, comida, ropa, abrigos y lo que sea. Que siendo ella amiga mia, su marido iba a tener todos los beneficios que ella quiera. Siempre le hablaba haciendole caricias, y ella entendiendo a donde quería llegar yo. Ella me agradecía, me decía que yo era muy bueno, que tiene mucho terror por su marido. Yo nuevamente le reafirmé que siendo ella mi amiga, todo iba a estar bien ahí adentro. Que incluso podía conseguirle un informe de buen comportamiento más adelante y así salir en libertad condicional cuándo lo requiera la ley.
Seguimos así unos segundos y empecé a tocarle las tetas. Le mandaba las manos por adentro de su ropa. Que tetas hermosas. Ella sumisa, temblorosa, miedosa, y agradecida, se quedaba inmovil, dejandome disfrutar de su cuerpo. A más de uno habría enamorado con tremendos atributos. Cerré con llave, aunque nunca nadie me molesta en mi turno. Le saqué la ropa, arriba, dejandola en tetas al aire. "Tengo frio" dijo ella, sonriendo con miedo. Le hice unos masajes en su cuerpo, en sus abdomen, en sus tetas. Yo realmente no podía creer la mujer que tenia desnuda frente a mi. Sentí una mezcla de amor y sexualidad, en perfecto equilibrio. Me puse conta el escritorio, parado, y le pedi que se arrime un poco más. Ella sentada, se arrimo, y yo saqué mi pija afuera. Ella la miraba fija, no se animaba a mirar para arriba y conectar con mis ojos. La agarre de la cabeza y la puse a un centimetro de mi pija. Se la pase por la cara. Le pedí que abra la boca. Se la metí despacito, sintiendo su lengua, sus labios, sus encias, su saliva.
Me empezó a chupar la pija, le pedí que se esmere. Ella me agarró los huevos, me los masajeó, me hizo la paja, me chupó pija y huevos, todo. Me remangaba la pija bien para abajo. Me pasaba la lengua, succionaba. Se estaba luciendo. Todo por su marido. Así estuvimos apenas unos minutos y me vine en su boca, en su cara. Le llené la garganta y el rostro con mi semen. Le dije que me la limpie toda. Me pasó la lengua por todo mi pene para dejarmelo sin nada de leche. Le agradecí, y ella con toda su timidez me agradeció a mi por ser tan atento con su causa. Le pedí todos sus datos para contactarla (telefono, mail, red social, etc), a lo que ella me pasó todo sin dudar. Siempre con miedo ella, siempre con autoridad y cariño yo.
Le comenté como ibamos a hacer con su marido, que le iba a dar todos los beneficios. Le dije si quería que unos días podía venir antes a la ciudad, y quedarse en mi casa a lo que ella me agradeció. Le pedí si por favor me mostraba su concha y su culo. Que era solo un segundo; no quería despedirme sin verla completamente desnuda. Se puso contra la pared, muy timida, muy asustada, se desabrochó la bragueta y se bajó el jean y bombacha. Quedó con ese culo perfecto al aire, apenas arqueada contra la pared. Siempre con temor ella. Se abrió un poco el culo y yo le vi su agujero. Me desesperé. Me puse atras, y se lo chupé todo. Le chupé por adentro, se lo mordí, se lo masajee. La di vuelta, le chupe la concha. Me puse como un animal. La desnudé por completo. Le apreté las tetas muy fuerte. Le metí dedos en el culo, a mucha velocidad. Era mi esclava. O era eso, o su marido la iba a pasar mal. Me puse de frente y se la metí por su concha. La empecé a coger suave. La puse contra la pared, tipo koala y empecé a moverme bien adentro suyo. Ella colgaba de mi cuello, con sus piernas abiertas. Estuve un rato así y la di vuelta. Se la puse por el culo, pero la verdad es que no entraba; yo hacía fuerza y no podíamos. Quizas no era el momento o el lugar, pero yo no daba mas de la calentura. Intenté un poco mas y nada. Se la metí de nuevo por la concha, por detrás y me la cogí con todo. Antes de acabar, saqué la pija y le llené el culo de leche. Ya había pasado mucho tiempo. Teníamos que terminar la entrevista si o sí. Le dije que la iba a llamar después de la noche, y que se quede tranquila que su marido la iba a pasar bien en su estadía. Se lo prometí, y no se lo prometí falsamente; mi promesa fue real. Le aprobé la entrada y ella minutos después entró a ver a su marido en la sala de visitas.
A la noche la llamé..
Realmente me enamoré de esa mujer..
Si les gusta, puedo seguir contando...
Esto es algo REAL...