La Mujer del Portero (08)

Pasare la noche con virginia y a marian mi esposa empieza a calentarse.

LA MUJER DEL PORTERO (VIII)

Con mucho cuidado la seguí y desde un estratégico sitio vi que se detenía en lo alto de la escalera. De inmediato me di cuenta que estaba observando que una de las criadas le estaba franqueando la entrada a Pedro. Este no más de entrar, fijó su mirada en el monumento de mujer que empezaba a bajar la escalera y mientras la criada se alejaba a la cocina, mi mujer bajaba lentamente, contoneándose coquetamente, por las escaleras alfombradas. Antes de llegar a los últimos peldaños se detuvo brevemente y extendiéndole la mano a Pedro, lo saludó:

" Buenos días Pedro, cómo estás?. Que bueno que eres puntual, es una de las mejores cualidades en un hombre,. Adoro la puntualidad, pues no me gusta ni esperar ni hacer esperar."

" Señora Mariana, Buenos días. Permítame decirle y por favor no se ofenda, que está usted muy hermosa..."

" Por qué habría de molestarme Pedro, te agradezco el cumplido.- respondió coquetamente mi mujercita.-

" Cómo está el doctor"? .-preguntó Pedro.-

" Bueno, Pedro, lamentablemente mi marido tiene una cita muy importante y me pidió que me encargara de tu asunto. Probablemente deba hacer un corto viaje a Talara y por ello tuvo que salir temprano."

Mientras Marian decía esto, terminó de bajar la escalera y de inmediato, en un gesto que me sorprendió, se colgó del brazo de Pedro y se dirigió con él al comedor para desayunar. Al chico se le veía en las nubes, teniendo a una mujer como la mía, colgada de su brazo y yendo a desayunar a solas con ella.

Al ver que estaban empezando a desayunar, baje sigilosamente y me escondí en un pequeño cuarto que hay junto al comedor, donde generalmente almacenamos mesitas auxiliares, vajilla y varios enseres que usamos cuando damos fiestas y reuniones en casa. Desde mi escondite podía observar perfectamente a mi mujer en la cabecera de la mesa y a Pedro a su lado izquierdo. Allí me di cuenta que los ojos del muchacho se dirigían golosos a los pechos de mi mujer. Ella había dejado los botones de su vestido convenientemente abiertos de modo que se apreciaba el suave y delicado inicio de sus blancos senos. Pedro la miraba con ojos arrobados alternadamente a la agraciada cara de mi mujer y a sus turgentes pechos.

Marian con sus delicados y subyugantes gestos le ofreció y sirvió café y aún untó con mantequilla y mermelada unas tostadas que puso a disposición de Pedro en un platillo de loza. No podía escuchar claramente lo que hablaban, pero algunas frases como "que galante eres" o "realmente crees que una mujer vieja como yo puedo interesar a un joven", llegaron con suficiente claridad a mí. Al parecer Pedro no se cansaba de alabar su belleza y le decía cosas que por lo que escuchaba a mi mujer le sabían a gloria. Al parecer la conversación empezó a girar sobre los planes del chico y mi mujer le prestaba especial atención. Esto, al chico debía entusiasmarlo porque cuando mi mujer escucha o habla con un interlocutor, no solo le presta atención, sino sus gestos y expresiones se hacen alentadoras, interesantes y sexis, como invitando a algo más y de hecho Pedro se lo estaba pasando de maravilla.

Me sorprendió que en un momento y casi al final del desayuno, mi mujer se permitiera tomar el mentón del muchacho y le dijera un "que tierno eres" por algo que el había dicho…lo que casi provoca el desmayo de su invitado. Seguidamente, muy señora ella, le había dicho que por favor la esperara un instante antes de salir, que iba a arreglarse un poquito… diciendo eso salió con dirección al cuarto de baño del primer piso, cerca de la sala. Desde mi escondite, pude ver que Marian, caminando grácilmente, entró al baño, al poco tiempo salió y se dirigió a la sala, donde empezó a admirar su figura en uno de los grandes espejos que allí hay. Realmente se le veía linda, juvenil y deseable. Desde allí llamó a Pedro que se apresuró en ir al encuentro de la dama. Marian seguía admirándose al espejo cuando este entró al salón y se la quedó mirando embobado:

" Dime Pedrito .- así, usando el diminutivo.- Crees realmente que este vestido me queda bien o se me ve muy tía?

" Señora Marian, que bah, se le ve muy juvenil y preciosa, si me permite decirlo.- dijo el joven un poco azorado.-

" Si? tu Crees? .- repreguntó mi mujer.

" Señora realmente el vestido le queda muy bien, pero creo que cualquier cosa se vería bien en usted porque es bellísima.- el chico casi babeaba al decir esto.-

" No se.- siguió mi mujer.- me parece que está un poco alto y me incomoda que al sentarme se levante mucho, en fin una vieja como yo no puede ir enseñando las piernas feas por allí.- volvió a la carga mi mujer.

" No señora, se la ve preciosa y me parece que la altura está bien y por otro lado usted no es ninguna vieja y sus piernas no son feas, son lindas…. Hermosísimas, digo yo" .- defendió el joven con convicción.-

" Pedrito.- nuevamente el diminutivo.- no seas mentiroso…. Bueno, voy a ensayar sentarme, para ver si este vestido no se me trepa mucho, porque no quiero exhibirme inconvenientemente por allí".- Marian estaba lanzadísima y el joven a punto de sufrir un infarto.

Marian se sentó frente al espejo y juntó sus rodillas y efectivamente el vestido corrió hasta media pierna, dejando al descubierto sus hermosos y blancos muslos. Seguidamente en un gesto natural abrió ligeramente las piernas y Pedro desorbitó los ojos. Marian siguió con un cruce de piernas muy tentador y luego se paró y dando un gracioso giro preguntó:

" Pedrito , realmente me veo bien? " .- inquirió coqueta

" Señora, se ve divina, linda, preciosa. Es usted la mujer más hermosa que conozco".- el pobre muchacho se deshacía en cumplidos.

Mi mujer audazmente, se acercó al chico y con un gracioso mohín tomó con la punta de su índice derecho la barbilla del joven y acercándose peligrosamente le dijo:

" Mentirosito ….adulador…".- lo que casi provoca un soponcio en el joven.

" Pero, no perdamos más tiempo, vámonos ya que tenemos un largo viajecito hasta La Molina. Dime Pedrito tu sabes manejar?

" Si señora… hasta taxista he sido" .- dijo con cierto orgullo.

" Perfecto.- se alegró Marian.- entonces tu conducirás, porque mi marido se llevó el auto grande y al chofer. La verdad que a mi me cansa conducir…..podrás verdad? Preguntó inocentona.

" Por supuesto señora, lo que usted diga…. Encantado.

Diciendo se dirigieron hasta la puerta de calle. Yo aproveché para deslizarme hacia el fondo del jardín y ganar la puerta falsa por donde había entrado. Corrí hasta donde había dejado estacionado el Toyota y me puse al volante, dirigiéndome a mi casa. La visión del abierto coqueteo de mi mujer con Pedro, me había dado un terrible morbo y mi sexo estaba erecto y casi chorreante. Realmente no imaginaba a mi santa mujercita coqueteando con un jovencito de 20 años, pero me alegraba… bien por ella, pues si todo iba bien, podría darse un baño de seminal juventud. Solo rogaba que lo pudiera controlar, que no perdiera la cabeza.

Llegue a la cuadra de mi casa, en el momento que el auto de mi mujer conducido por Pedro salía lentamente y ganaba la calle. Yo me puse a prudencial distancia y encendí el parlante para escuchar la conversación. En el momento solo capté el suave ronquido del Mercedes Benz de mi mujer. Ella estaba sentada en el asiento del copiloto y nada más de avanzar una cuadras, observé que ladeaba su cuerpo hacia el piloto. Yo imaginé el espectáculo que le estaba dando a Pedro. Sentada así el vestido habría corrido a medio muslo y ya estaría a la vista el diminuto calzoncito de mi amada mujercita. Pedro tenía firmemente asidas las dos manos al timón del lujoso coche.

" Señora Marian, que suave es el auto… es la primera vez que manejo un coche tan fino y elegante… parece de seda…." .- admiró el chico que al parecer no se había percatado de la exhibición que le daba mi mujer.-

" Mira Pedrito, a partir de este momento, cuando estemos solos no quiero que me digas Señora ni Señora Marian, dime solamente Marian, estamos? .- preguntó seductoramente mi mujercita.

" Señora… gracias… no se si deba… me va a costar… yo a usted y al doctor los respeto mucho.." dijo azorado el muchacho.- sin dejar de mirar la calle y poniendo sumo cuidado al conducir.

" Mira Pedrito, ante todo somos amigos, no es verdad? Y los amigos se tutean, de modo que cuando estemos solos así como ahora, quiero que me tutees y me digas Marian, así me sentiré menos vieja… mas adelante, podrás hacerlo delante de todo el mundo.- desde el Toyota, no perdía yo frase y como estaba casi detrás de ellos, pude ver que al decir esto Marian estiró su mano izquierada y palmeó el brazo derecho, del joven.

Al sentir ese tibio contacto, Pedro se volvió a mi mujer y allí pude observar su turbación al ver las piernas y seguramente la braguita de mi mujer en toda su esplendor. Mientras Marian, distraídamente se apoltronaba mejor en el asiento y echaba atrás su linda cabeza. Pedro trató de mantener la calma y así entraron a la avenida Javier Prado, que recorrerían hasta el final ( casi 50 cuadras) para llegar al distrito de La Molina. Iban por el carril central y la conversación, empezó a deslizarse por trivialidades. El le contaba su vida y los trabajos que antes de entrar al hospital pediátrico había desempeñado. Sin embargo en cualquier oportunidad éste aprovechaba para mirar las piernas de mi mujer, que aparentemente no se daba cuenta de su exhibición y seguía conversando muy natural.

De pronto, un vehículo de servicio público cruzó intempestivamente el auto de Marian y Pedro ( y también yo, que venía detrás de ellos), tuvo que hacer un giro para evitar chocar y parar intempestivamente. Gracias a que ambos tenían puestos sus cinturones de seguridad no pasó a mayores, pero el grito de Marian por la violenta maniobra fue estentóreo:

" Pedrito…cuidado!.- la escuche decir y casi sin pensarlo se acercó a él y se prendió de su brazo derecho.- que bruto ese microbusero, por poco nos choca

Pedro siguió conduciendo, pero mi mujer seguía prendida de su brazo

" Esta bien señora? .- preguntó asustado el chico.-

" Si, Si.. no te preocupes… y tu no te has golpeado?.- retrucó Marian

" No señora.. no se preocupe.. estoy bien"

" Que susto… bueno, menos mal que tuviste buenos reflejos

Imaginaba a mi mujer, con el vestidito a medio muslo, prendida del chico, hasta sorprenderme cuando dijo un poco compungida

" Ay,… con la frenada me golpee en la rodilla…pero creo que no es nada…"

" Seguro señora.. seguro… donde fue ? preguntó alarmado el chico y de seguro en su desesperación empezó a sobar una de las rodillas de mi mujer.. que ésta echó la cabeza hacia atrás disfrutando de la caricia..

" Así Pedrito… sóbame allí y también la otra… tus manos de enfermero, saben masajear…..- la voz de arrecha delataba a Marian

Pedro enfiló el auto a una berma lateral y estacionó para atender a la dama..

" Señora…cuidado… está bien.. y muy profesionalmente, empezó a masajear con ambas manos las hermosas rodillas de mi mujer…"Bueno parece que solo fue un golpe… ojalá no se le ponga morada esa parte..si tuviera alguna crema medicada o un poco de hielo sería ideal.- decía sanamente el chico

Marian, con su voz de arrecha, que seguramente al chico le parecía de dolor, le dijo:

" Pedrito, abre la maletera y allí hay un botiquín de emergencia, tengo un tubo de crema Hirudoid que es para evitar los moretones que producen los golpes, sácala por favor y aplícame un poco.- por lo visto Marian se la empezaba a pasear en grande con su Romeo.

Pedro abrió la maletera y sacó la medicina que pedía Marian, ingresando de nuevo al auto.

" Aquí está Señora.. permítame que le aplique un poco, pero si el dolor es intenso, sería mejor ir a una clínica… cerca de aquí está la Clínica San Pedro… allí podrían atenderla y sacar quizá una radiografía para descartar cualquier problema.. dijo preocupado.-

" No Pedrito… no es nada grave, solo aplícame un poco en ambas rodillas y listo… no te preocupes.- Yo conozco a mi mujer y esa voz que Pedro escuchaba no era de dolor, sino de arrechura..

Yo había estacionado también en la berma lateral a unos dos metros del auto de mi mujer y observé como echaba atrás su cabeza disfrutando del terapéutico masaje del joven

" Bueno… creo que es suficiente… cómo se siente señora? Preguntó preocupado el chico

" Pedrito… cuantas veces te tengo que repetir que no me digas señora… dime solo Marian y tutéame… ya ves, estamos solos".- arremetió mi mujer.

" Bien… bien…cómo te sientes Ma..Ma..Marian".- tartamudeó el pobre.

" Después de tu masaje… muy bien Pedrito .- dijo jubilosa.

Y cogiendo de improviso al muchacho le dió un sonoro beso en la mejilla:

" Eres maravilloso… te preocupas tanto por mí.. pero descuida… ya estoy bien., así que podemos continuar

El joven, azorado y nervioso por la demostración de mi mujer… encendió el vehículo y retomó la marcha. A su lado Marian… se acomodó nuevamente en su sitio y ladeando el cuerpo, le volvió a dispensar al chico el regio espectáculo de sus gloriosas piernas y su delicado calzoncito que de seguro, conociendo a mi mujer como la conozco, estaba mojadísimo después de las terapéuticas caricias de Pedro.

Al finalizar la avenida Javier Prado dimos vuelta a la derecha y llegamos al edificio de 6 pisos donde en el último se encuentran las oficinas de la Fundación. El moderno local tenía un hermoso ascensor panorámico en la parte exterior recubierto en vidrio verde agua, que con los rayos del sol veraniego permitían ver desde fuera a los ocupantes que ascendían. Eso no me lo perdería ya que contaba con unos potentes prismáticos. Sin embargo. no podría escuchar sus conversaciones después que bajaran del auto. Esto me alertó que la próxima vez debía ocultar el micrófono en la cartera de mi mujer.

Pedro estacionó el auto y le dijo a mi mujer:

" Señora...perdón Ma..Marian... permíteme que te abra la puerta"

" Uy que galante Pedrito..... -respondió mi mujer y esperó que el muchacho diera la vuelta para abrir su puerta.

Pedro abrió la puerta y nuevamente Marían con el vestido casi arremangado, le mostró las piernas y su calzoncito negro y la muy ladina, se demoró un poco en apearse, pretextando el supuesto dolor a la rodilla. El pobre chico sudaba y solo atinó a extender la mano para que Marian se apoyara en ella al bajar. Ya de pie junto al auto Marian se arreglo discretamente el fino vestido y juntos se encaminaron al ascensor.

Al parecer el ascensor era solo para unas cinco persona y habían dos personas mayores esperando. Todos entraron al cubículo y las que estaban esperando al parecer no iban a la Fundación por lo que se quedaron cerca de la puerta y Pedro y Marian se ubicaron al fondo, casi pegados al vidrio. Yo me coloqué los binoculares y efectivamente allí estaba mi santa mujercita, delante de Pedro. Pero algo ocurrió que ella tuvo que retroceder un tanto y su espalda (y por supuesto su rica colita) se oprimió contra el cuerpo de Pedro. El chico medio que se sorprendió al sentir ese monumento de mujer rozando su cuerpo y en especial su sexo, que casi como un reflejo, subió su mano hasta la cintura de Marian y me pareció que la atraía aún más hacia él. Mi mujercita no siquiera se inmutó y permaneció impasible hasta que el ascensor se detuvo en el piso 3, donde salieron las personas que iban con ellos. Luego el vehículo siguió al piso 6, pero ni Marian ni Pedro, a pesar que había espacio, se separaron de la posición que habían adoptado. Llegados al piso de la Fundación, el ascensor se abrió y salieron... No me quedaba más que esperar a que terminaran su reunión.

Mientras esperaba, aproveche para hablar por el teléfono celular con Silvia. Yo me sentía arrecho por la actitud de Marian y acariciaba sobre mi pantalón mi verga dura y casi chorreante, que me había dejado oir y observar la actuación de mi mujer con su joven amigo. Contestó mi querida y sensual Secretaria y después del informe de rigor le dije que en ese momento deseaba poseerla... hacerla gritar y sentir su boca chupándome la pinga. Ella me dijo que me apurara... que una mamada me la podía dar con gusto y si yo quería también por su culito... pero que justo hoy le había empezado la regla y que como usaba un dispositivo intrauterino el primer día su sangrado era abundante. Le dije que no había problema... que después le contaría en lo que estaba y me bastaba con besarla y mimarla.....como no había nada urgente, me despedí y seguí esperando a mi esposa y a su amiguito.

Casi una hora después, observé como Marian y Pedro salían de las oficinas de la Fundación y llamaban al ascensor para llegar al primer piso. Me coloqué los binoculares y vi como ambos aparentemente muy alegres entraban al cubículo, Miran se adelantó y miró la panorámica y algo debió llamar su atención que señalando al horizonte, le dijo algo a Pedro. Este se acercó y miró en esa dirección, pero al hacerlo, se arrimó a mi mujer o ella retrocedió para sentir al chico que con el pretexto de observar ambos permanecían unidos y como antes la mano de Pedro aprisionando la breve cintura de mi mujer. Así llegaron al primer piso y se dirigieron hablando alegremente al automóvil.

Pedro franqueó la entrada al vehículo a mi mujer, quien nuevamente permitió la visión de sus piernas al chico mientras se acomodaba en el asiento del copiloto. Luego Pedro se colocó al timón y partieron. El micrófono estaba prendido y escuché que mi mujer decía:

" Ves Pedrito, que fácil ha sido todo. Ya tienes la beca integral y la seguridad que dentro de poco empezarás tus clases y en menos de lo que canta un gallo, serás un gran médico".- expresó eufórica mi mujer.

" Y todo gracias a ti Marian y al doctor, que nunca sabré cómo agradecerle el haberme hecho este inmenso favor....

" Bueno, bueno.- lo cortó Marian.- ahora tengo que hablar con mi marido, para ver como hacemos algo para arreglar lo de tu trabajo y puedas dedicarte en lo posible totalmente a tus estudios. Recuerda que debes sostener un promedio mensual de 14 en todos los cursos para conservar la beca, sobre todo en los dos primeros años y a partir del tercero no menos de 16. Así que te tendrás que esforzar mucho."

" Si Marian, lo sé y ya verás que podré..... Ojalá que lo del trabajo se concrete y ahora que lo menciono, debo regresar al hospital, solo me dieron permiso hasta las 11 y creo que llegaré con las justas...Te dejo en tu casa y luego cojo el micro para ir al trabajo."

" De ninguna Manera.- se opuso yo te dejo en el hospital... el hecho que no me guste mucho manejar no quiere decir que no pueda hacerlo Pedrito. Yo te llevo y te dejo en tu trabajo. Solo una cosa. Será mejor que antes de ingresar de nuevo a la Av. Javier Prado, yo maneje... tu sabes... en el hospital me conocen, te conocen a ti y no vayan a pensar otra cosa, De acuerdo? "

" De acuerdo, Marian, pero no entiendo que podrían pensar, todos saben que tu y el doctor me están ayudando con lo de la beca y....

" Ay Pedrito.- interrumpió mi mujer.- yo se lo que te digo, es mejor así, siempre hay gente malintencionada que es mejor prevenir que lamentar "

Mientras hablaban, llegaron cerca de la avenida y Pedro estacionó a un lado. La calle lucía desierta y el joven se quitó el cinturón de seguridad y antes de bajar miró a Marian y dijo:

" De verdad Marian,,, te estoy muy agradecido a ti y a tu esposo, son muy buenos y te prometo que no los voy a defraudar. "

" Oh Pedrito, no tienes nada que agradecerme, lo hacemos con gusto porque eres un chico que quiere superarse y no es justo que siento tu tan inteligente la falta de medios trunque un futuro que puede ser brillante.... realmente todo el mérito es tuyo y si a alguien hay que felicitar a alguien, es a ti. Realmente felicidades Pedrito. "

Al decir esto Marian se acercó al chico, lo abrazó y cruzó sus gráciles brazos al cuello del joven y puso su cara al lado de la de él. El abrazo era estrecho y sorprendió al muchacho que no le quedó otra que enlazar el hermoso cuerpo de mi mujer, cuerpo que clavaba sus turgentes senos en el pecho de su joven acompañante. Permanecieron allí un instante y antes de separarse Marían besó la mejilla del muchacho, dejándole la marca del labial. Pedro, un poco turbado, bajo del auto y abrió la puerta de Marian para que bajara y nuevamente mi mujer exhibió sin ningún pudor las piernas y el calzoncito a Pedro. Echaron a rodar el auto y por las miradas constantes que Pedro echaba a Marian, yo imaginaba que el vestido de mi mujercita estaba remangado hasta mas de medio muslo, con el pretexto de accionar los cambios y usar los pedales. La conversación de ambos derivó a trivialidades nuevamente y a los pocos minutos llegaron al Hospital Pediátrico. Allí, Pedro bajó y ya en la acera solo hizo un gesto de adiós a mi mujer, la que partió rauda a casa.

Yo decidí seguirla y efectivamente enrumbó a nuestra casa de San Isidro. Mi morbo ya no daba para más, pero quería ver que hacía mi mujercita después del intenso coqueteo con su protegido. Como antes dejé el Toyota en la calle y usando la puerta del jardín me introduje en la casa y con discreción llegué a esconderme nuevamente en mi closset. Desde allí espiaría a mi mujer. Ella en ese momento estaba en el baño, escuchaba claramente como caía su orina en la taza del escusado. Al rato salió y frente al espejo se quedó mirando su imagen y poniendo sus manos a la cintura le dijo desafiante a su reflejo:

" Marian, eres una puta calentona... te has exhibido ante un chico de 20 años y no solo le has enseñado las piernas...también el calzón y hasta te has refregado en su cuepo para sentir su pene en el culo... eres una rata Marian,- decía esto y sonreía.- "pero que rico es sentir que un hombre joven te mire como lo hace Pedrito, te toque las piernas como lo hizo él creyendo que me daba primeros auxilios o sentir su mano en mi cintura, mientras yo me arrimaba a su pinga... Realmente es morboso, pero me ha gustado. Marian se quitó el vestido, quedando en brasiere y calzoncito, tiró los zapatos y se echó en nuestro amplio lecho. Sus manos recorrieron su hermoso cuerpo, una de ellas empezó a masajear las erectas y deseables tetas y la otra se la introdujo a su ansiosa vagina. Marian empezó a gemir y retorcerse en el lecho y mientras se pajeaba a conciencia, pronunciaba alternadamente mi nombre y el de Pedrito. A los pocos segundos llegó al clímax, el cuerpo de Mariana se fue calmando poco a poco hasta sumirse en un profundo sueño.

Yo aproveche de ese descanso de mi mujercita y sigilosamente salí de mi escondite, abandónela casa y abordé el Toyota. Ver en ese transe a mi adorable mujercita, me había puesto arrecho y mi pene, nuevamente chorreando jugos seminales, deseaba el rápido desahogo que una hembra como Silvia o Virginia le saben dar. Pero al mismo tiempo pensaba en la necesidad que tenía mi mujer. Definitivamente deseaba ser cogida por Pedro, pero al parecer tenía reparos en lanzarse más directamente con el muchacho. Yo me encargaría en cuando simulara mi regreso a Lima, de darle el empujoncito que faltaba.. al mismo tiempo, deseaba poder ver el momento en que Pedro se tirara a mi mujer,,, definitivamente me encantaría.

(CONTINUARA)