La Mujer del Portero (07)

Siguen las aventuras y mi esposa quiere guerra.

LA MUJER DEL PORTERO (VII)

A las 2 p.m. llegué a la oficina. Alejandro el portero me franqueó el paso y como siempre, me espero con la puerta abierta del ascensor. Luego de saludarme me dijo que quería pedirme un favor especial. Tenía que regularizar algunos documentos y que deseaba hacer un corto viaje a la ciudad de Iquitos en la selva peruana, viajaría al día siguiente miércoles y regresaría el viernes al medio día. De inmediato pensé en Virginia y le pregunté si ella también viajaba. Alejandro me dijo que no, pues ella tenía que cumplir con su trabajo en mi oficina, pero que más bien aprovecharía para llevar a sus dos niños para que sus familiares los conocieran, llevaría también a su sobrina para que lo ayudara con los niños. Yo accedí y obedeciendo un impulso le obsequié US$ 100.00 para sus gastos, gesto que Alejandro me agradeció infinitamente.

Realmente yo me alegré pues tendría a Virginia, la rica mujer del portero solo para mí por dos días con sus noches y cumpliría de paso algo que ambos queríamos: pasar la noche juntos. Realmente Alejandro me la ponía en bandeja sin darse cuenta y es más, agradeciéndome.

A media tarde ingresó Silvia, quien me informó de algunos asuntos rutinarios y empezamos a fijar la agenda del día siguiente. Estaba como siempre muy bonita, vestida con una falda mini azul a juego con una blusa que ceñía espectacularmente su busto y su plano vientre, de dibujos predominantemente azules sobre un fondo beige, con cuello hindú hasta cubrir parte del hermoso cuello y abrochado por una hilera de minúsculos botones forrados en la misma tela Con el castaño cabello cepillado concienzudamente y la linda carita discretamente maquillada resaltando los grandes ojos pardos y los labios tocados suavemente por un labial rojo claro. Silvia estaba parada junto a mi y como siempre, apoyó su nalga izquierda y se semi sentó en mi escritorio, quedando su pierna izquierda suspendida haciendo que su mini subiera hasta casi la ingle, dejando a mi vista su blanco calzoncito de encajes.

Yo, deslicé mis manos por las suaves piernas de mi secretaria hasta llegar a su entrepierna, que al sentir mi contacto empezó a calentarse y a humedecerse. Silvia apoyó sus brazos en mis hombros e inclinando su carita alcanzó mis labios e iniciamos un dulce y tierno beso. Su lengua se unía a la mía e intercambiamos fluidos, mientras mi mano derecha, dejando el territorio de la entrepierna de Silvia al solo dominio de mi mano izquierda, acariciaba suavemente los pechos de mi adorable secretaria. Luego, me puse de pie y Silvia se sentó más cómodamente en el escritorio y al hacerlo subí su mini hasta la cintura. Seguimos besándonos y yo la estrechaba dulcemente, mientras mi herramienta dilatada en toda su extensión contenida por la tela del pantalón, se refregaba contra la vulva de Silvia, protegida solo por la delicada tela del diminuto calzoncito.

" Que rico es estar así contigo mi amor".- le dije quedo a su oído, sin dejar de recorrer con mis manos su hermoso cuerpo llegando, a las sedosas piernas que mi amante cruzada por detrás de las mías.

" Oh, si mi vida... riquísimo. Quiero que me hagas el amor ahora. Solo que siento que tenga poco tiempo porque mi marido vendrá a recogerme en una hora....please dame un poquito antes que me vaya...".- lo dijo en tono suplicante.-

" Si mi amor...vayamos al depa....quiero tenerte calatita solo para mi, aunque sea por una hora...vamos.- le respondí ansioso...

" No...al depa, no, porque me va a gustar estar contigo en la cama, que no me voy a querer ir y voy a tener problemas con mi marido....quiero que lo hagamos aquí...imaginándome que es la primera vez que me seduces, sintiendo que en cualquier momento nos interrumpirá el teléfono..que pueda atender las llamadas mientras me tienes penetrada... dame gusto..si??

Definitivamente no podría negarme a este pedido de mi querida secretaria. Como todas las veces, accioné el dispositivo eléctrico que hace que la puerta de mi despacho se cierre con seguro, activando la cámara que permite que pueda ver a las personas que entran a la oficina de Silvia o a mi salita de espera. Nos seguimos besando apasionadamente y lentamente empezamos a desnudarnos mutuamente. Despojé a Silvia de su pequeño calzoncito blanco de encajes y mientras me sentaba en mi sillón para sumergirme en la exploración de su vagina y búsqueda de su clítoris, Silvia diestramente empezaba a desabrochar los pequeños y abundantes botoncitos de su original blusa, en tanto que colocaba sus hermosas piernas sobre mis hombros.

Despojada de su blusa, mis manos buscaron las duras y erectas teta de Silvia, que acaricié después de liberarlas del brassier. Mi lengua había alcanzado su inflamado clítoris, dándole suaves mordidas alternadas con fuertes chupadas de ese singular botón, determinando un inmediato orgasmo acompañado de gemidos y entrecortadas frases de amor que salían de la coqueta boca de Silvia. Que ricos eran los flujos de mi hermosa secretaria, me encantaba beberlos, mientras sentía que ella comadrejeaba el cuerpo al ritmo de su orgasmo. Cuando sentí que sus piernas aflojaban su presión a mi cuello, me puse de pie y me liberé de mis pantalones y slip, mi pene saltó desafiante en busca de la húmeda raja de Silvia y mientras volvía a besarla, la penetré. Ella me recibió con placer, sentada como estaba sobre mi escritorio, sus regias piernas enroscadas a mi cuerpo empujando mis nalgas para que la penetrara a los más profundo de su ser.

Me despojé de la camisa para sentir las tetas de Silvia aplastarse en mi cuerpo, sintiendo la dureza de sus pezones incrustarse con violencia a mi cuerpo. Parado como estaba, sentía el infinito placer de estar dentro de Silvia y sentir cómo su vagina presionaba mi tronco, pretendiendo exprimirlo para obtener la leche caliente y espesa. Tuve que hacer acopio de un gran control sobre mis emociones para no venirme en cuanto todo mi pene ingresó triunfal a la lubricada cueva del placer de esta portentosa y apasionada mujer y lo hice hasta que sentí que ella nuevamente empezaba a gemir y gozar con un nuevo orgasmo ondulante y delicioso. Los flujos de Silvia corrían por mis piernas y no pude aguantar más. Le llené sus íntimas profundidades, con torrentes de leche caliente...esta explosión conjunta arrancó expresiones de amor por parte de ambos:

" Te quiero papito...te quiero..." .- fue la frase que salió de la garganta de Silvia, mientras se movía frenéticamente contra mí...

" Y yo a ti mi vida...te amo, te deseo...tu eres mía...solo mía".-

" Si, Siiiii, solo tuya, mi amor.... solo tuya....".- respondió mi joven amante.

Quedamos abrazados...hasta que nuestra pasión amainó. Nos besamos nuevamente y Silvia poniéndose de pie, se sacó con cuidado la minifalda que le había enrollado a la cintura. Tenía a Silvia completamente desnuda, calzando solo sus zapatos de taco alto que le embellecían aún más sus lindas piernas. Mi pene empezó a erectarse nuevamente, cuando mi joven amante pegó sus gloriosas nalgas a mi sexo y empezó a refregarlas a el, de modo que endurecida mi herramienta, se posó exactamente en la división de la grupa de mi secretaria. En tanto, Silvia se apoyó en el vidrio polarizado de mi ventana. Es totalmente arrechante ver como la gente se desplazaba por la calle, sin percatarse gracias al polarizado del vidrio, que unos pisos más arriba una hermosa y espectacular mujer, totalmente desnuda frotaba con su hermosa colita, el pene de un hombre mayor (yo). Estábamos en eso cuando Silvia me avisa que el auto de su marido estaba estacionando frente a nuestro edificio. Efectivamente, el auto que hacía algún tiempo antes de casarse, yo le había obsequiado a mi hermosa secretaria.

La ventana a través de la cual observábamos a su marido, es de aquellas denominadas pared ventanera, es decir que era ventana de techo a piso y percatándose de ello, mi amante, quiso darme una muestra de su devoción por mí. Se dio vuelta y se arrodilló frente a mí y empezó a darme una espectacular mamada como solo ella sabe hacerlo. Yo miré a lugar donde estaba el marido, justo en el momento en que éste bajaba del auto y miraba en dirección de mi ventana, para seguramente avisar por el teléfono portero que le avisaran a su mujercita que él había llegado.. Era sumamente arrechante que esta linda mujer me estuviera dando una mamada de antología junto a la ventana, mientras el marido se encontraba en el primer piso mirando a la ventana donde su adorable mujercita me estaba agasajando la pinga de la manera que ella solo sabe hacerlo. Di gracias al inventor de los vidrios polarizados. La boca de Silvia, se movía a velocidad de vértigo y a los pocos instantes le inundé la linda boca con chorros de caliente leche que ella tragó con placer. Silvia me sacó toda la leche que me quedaba sin perder ni una gota.

Luego la ayudé a incorporarse y nos abrazamos y besamos con pasión. En ese momento timbró el celular de mi secretaria y ella se apresuró a responde:

" Hola mi amor, cómo estas?.- contestó con una voz acariciadora.- En este momento estoy terminando de pasar unos emails urgentes. Me esperas unos diez minutitos?......- después de escuchar lo que decía el marido, Silvia coquetamente continuó:,," si mi amor....yo también te quiero mucho."

Mientras ella hablaba, yo estaba prendido de sus hermosas tetas que chupaba y amasaba alternadamente. mis manos recorrían todos los confines del cuerpo de mi amante.

Cuando ella cortó la comunicación, me abrazó y cogiendo con ambas manos y cabeza, deposito un rico beso con lengua en mis labios:

" Amorcito, voy a usar tu baño privado para lavarme y arreglarme, mi maridito está esperándome. Me tengo que ir mi vida...."

Diciendo esto recogió sus ropas y se encaminó a mi baño para lavarse y acicalarse. Diez minutos después, con un rápido beso, salió de mi despacho a encontrarse con el marido. ¡Silvia es genial...por eso la adoro!.

Me acerqué a la ventana y al poco rato, vi como Silvia le daba un beso en los labios al marido y entró al auto que partió raudo.

Eran las 6 de la tarde y me quedaban algunas cosas por despachar. Totalmente relajado, me entregué a terminar mis labores. Cerca de las 7:30 entró Virginia. Para esto, ya todos en la oficina se habían retirado. La joven después de cerrar la puerta tras de sí, avanzó hacia mi, Yo me puse en pie y ella se arrojó literalmente a mis brazos. Nos besamos y saboree sus dulces y frescos labios, mientras acariciaba su bello cuerpo. Ella se adhería a mí y ambos disfrutábamos la caricia como si en ello nos fuera la vida.

Luego, sin dejar de abrazarnos.... me dijo con voz pícara:

" Desde mañana en la tarde estoy solterita...que te parece?

" Pues ya lo sabía. Tendremos dos noches para nosotros solos... Me encantará dormir contigo...digo dormir, pero no es precisamente lo que haremos verdad?

" ¿En serio, vas a pasar esas dos noches conmigo?...júralo"

" Claro que sí.- le respondí.- mañana después que se vaya tu marido, quiero que te vayas a una boutique cuyo nombre te voy a dar, para que te compres unos vestidos, ropita interior y ropita para dormir, que por supuesto yo te sacaré. Compra lo que quieras y confía en la dueña de ese local, que personalmente te atenderá y te recomendará lo mejor.. Estos días serán como una luna de miel para nosotros, ¿qué te parece?

" Eres un amor, por eso me gustas y te quiero.- respondió mimosa.- pero ahora me tengo que ir, para acomodar y arreglar las cosas que Alejandro y los niños llevarán. Pero estaré impaciente porque llegue mañana."

" Mira cariño, quiero que escuches con atención. Después que Alejandro se haya marchado, quiero que vengas a mi oficina y te daré la dirección de la boutique y la persona con la que tratarás que es la dueña. Ella es una persona de mi total confianza. Su negocio está en el Centro Comercial El Polo. Ahora no te doy nada para que no te expongas a si por descuido o exceso de confianza, tu marido pueda ver esa dirección. Luego le pides permiso a Silvia para salir mañana a eso de las 4: 00 para que tengas tiempo de arreglarte. La señora de la tienda te entregará entre otras prendas un vestido de fiesta, pues quiero llevarte a bailar a un lugar discreto. Quiero que nos encontremos aquí a eso de las 8 p.m., cuando todos, incluso los de la limpieza se hayan retirado. No debes olvidar de acomodar en un bolso, la ropa de dormir que te escogerá la señora de la tienda.... dormiremos en un hotel de las afueras de Lima, que te encantará. ¿Qué te parece?

" Maravilloso, lindo....quiero hacerte feliz....

Nos besamos nuevamente y nos despedimos con la promesa de una noche de amor para el día siguiente.

Salí después con dirección a casa. Al salir, me despedí de Alejandro que estaba en la portería y le desee un buen viaje. Este me agradeció, sin sospechar el banquete que en los días y noches siguientes me daría con su hermosa mujer.

Camino a casa, pensé en mi mujer y en que al día siguiente visitaría sola con Pedro el local de la Fundación, donde debía firmar y recibir los detalles de la beca integral que le había conseguido. Le diría que no puedo ir con ellos y que además necesitaba el auto con el chofer, de modo que ella tuviera que usar su automóvil para ir con Pedro a la fundación. Este local queda en el distrito de la Molina, a unos 40 minutos de mi casa, que se encuentra en la zona antigua del Distrito de San Isidro. Consideraba que en ese tiempo Pedro pudiera disfrutar a sus anchas mirando a mi mujer. Definitivamente si ella manejaba, esperaba que usara un vestido o una falda para que esta prenda trepara por sus muslos de modo que le diera una buena panorámica al chico y a su vez (ojalá) mi mujercita se empezara a calentar y a mojarse como había ocurrido en la mañana.

Faltando unos minutos para llegar a mi casa, decidí que mañana después de salir temprano con mi chofer, dejaría que este se quedara en mi oficina y yo tomaría uno de los autos de la empresa, regresaría a mi casa y vería que ocurría durante el desayuno con Pedro. Luego, cuando ellos salieran, los seguiría para ver como se portaban....me daba morbo y al mismo tiempo deseaba que pasara algo, que le diera la oportunidad a mi querida esposa de tener la oportunidad de gozar una carne joven como Pedro, tal como yo hacía con Silvia y Virginia.

Llegué a casa y allí estaba mi mujer. Esperándome para cenar, como siempre muy arregladita y bella. Durante la cena le informé que lamentablemente llegaba de improviso un alto ejecutivo de una empresa americana y tenía que ir a recogerlo del aeropuerto. Asimismo que era muy probable que dado que este ejecutivo iba a estar solo día y medio en el Perú, tendríamos que viajar juntos a la ciudad de Talara para una reunión con Petroperú, pues estábamos tras un importante contrato para la reparación integral de la refinería de Talara. De modo que lo más probable era que a media tarde viajaría a Talara con el americano, para regresar al día siguiente también a media tarde. El visitante saldría esa misma noche a su país.

Marian se apenó por no contar conmigo para la reunión de la beca, pero yo la animé que yendo ella con él y haciendo las gestiones, no habría ningún problema. Mi mujer, aceptó de buena gana y luego de cenar nos fuimos a dormir. Yo estaba cansadísimo después de haber estado con Silvia, de modo que muy juntito a mi mujercita y mientras le acariciaba sus bellos senos, nos quedamos dormidos.

Al día siguiente me levanté temprano y busqué entre mis cosas del garage, un equipo de escucha a control remoto que hacía algún tiempo había adquirido en uno de mis viajes. Este sofisticado equipo, constaba de un pequeño micrófono que colocado con su propia fuente de poder, me permitiría escuchar la conversación de cualquier persona en un radio de 150 metros a la redonda. Cuidadosamente, oculté el micrófono en un lugar estratégico del auto de Marian y quedó conmigo el parlante que yo mantendría en el auto que conduciría para espiar a mi mujer. Encendí el radio del auto de mi esposa y me alejé casi 50 metros. Encendí el parlante y a esa distancia escuchaba perfectamente la música que salía de la radio del auto de Marian. Quedé conforme con la prueba y regresé a mi habitación, me bañé y me vestí, listo para ir supuestamente al aeropuerto. Mi chofer estaba listo en la puerta y bajé a tomar un café en la cocina. Al regresar a la habitación ara despedirme de mi mujer, ella estaba en la ducha. Sobre la cama estaba el vestido que se pondría esa mañana. Era de seda azul marino con algunos estampados. Recordaba haberla visto lucir esa prenda y le quedaba de pintura, pues le permitía lucir sus redondeadas rodillas y al sentarse exhibía sus exuberantes muslos. Junto a esa prenda estaba una combinación de brasiere y una pequeña truza de encajes negros. En el suelo alfombrado, sandalias de taco alto de charol negro que de seguro embellecían sus soberbias piernas. El asunto creo que funcionaba.

Entré al baño y mi mujercita envuelta en una bata y con una toalla a manera de turbante se aplicaba crema humectante en el rostro. Nos besamos y como probablemente yo viajaba hasta el día siguiente, me recomendó que me cuidara y que no demorara, pues me iba a extrañar. Se apretó a mí y luego de un nuevo beso, nos despedimos, no sin antes desearle suerte en las gestiones de la beca.

Salí y abordé el auto e indique al chofer que fuéramos a la oficina. En el trayecto instruí al chofer que él se quedaría hasta la 1 de la tarde esperándome en la oficina hasta que yo regresara. Luego saqué un vehículo Toyota que usamos para emergencias y enfilé a mi casa. Eran las 8 de la mañana y Pedro llegaría en torno de las 8:30 a.m. Llegué a mi casa y estacioné el auto a una cuadra de la misma. Discretamente, entré por una puerta falsa que da al extremo del jardín, cerca de la piscina. Desde allí pude ver que las criadas estaban en la cocina desayunando y como siempre, empezarían la limpieza después que mi mujer se hubiera marchado. En silencio, me dirigí a la planta alta, por una zona en que raramente circula el servicio. Cogí la escalera del fondo y rápidamente llegué al salón que tengo dedicado a despacho en mi casa. Entreabrí la puerta y silenciosamente me introduje en mi habitación. Marian continuaba en el baño y parecía contenta pues canturreaba una canción de moda. Aprovechando de ello, llegué hasta el closset que guarda exclusivamente mi ropa y me dispuse a observar a mi mujer.

Al rato Marian salió del baño, se despojó de la bata y se miró coquetamente al espejo. Se apreció y admiró detenidamente y sonrió de una manera enigmática al espejo de reflejaba en todo su esplendor la belleza de mi esposa. Después, se puso el pequeño calzoncito tipo bikini y admiró su perfil y su levantada colita, luego se colocó el sujetador, acomodando cuidadosamente sus hermosas tetas, Realmente Marian era una belleza de pintura. Vestida así, solo con ropa interior, empezó a maquillarse y a peinarse, con mucha destreza. Se perfumó generosamente y luego se puso el vestido. Nuevamente se paseo y admiró en el espejo. El vestido le quedaba a casi cuatro dedos de la rodilla y caía por su bien delineado cuerpo de una manera suave. Parecía que la seda acariciaba su apetecible cuerpo. Calzó las sandalias de tacón y nuevamente se admiró y quedó contenta con su aspecto. Luego colocó una silla frente al espejo y se sentó. El vestido trepó hasta medio muslo. Al principio tenía las piernas muy juntas, muy señora. Luego, simulando que conversaba con alguien abrió ligeramente las piernas, seguidamente un poco más, desde mi posición yo lograba ver su diminuto calzón. Después, cruzó las piernas y el vestido subió otro tanto, dejando a la vista sus blancos y apetitosos muslos. De pronto se sobresaltó al escuchar el timbre de la calle. Había llegado Pedro. Noté que mi mujer se ponía un tanto nerviosa, recogió el bolso de mano y dándose una mirada al espejo, se dirigió a la puerta de la habitación, para luego tomar la escalera y descender al primer piso.

(CONTINUARA)