La Mujer del Portero (05)

De como goze con Virginia mientras su marido el portero iba a jugar fútbol.

LA MUJER DEL PORTERO (V)

El trabajo en mi empresa es intenso y muchas veces personalmente puedo estar trabajando allí hasta 12 horas continuas. Claro que teniendo a Silvia y a Virginia, puedo arme el lujo de tener un rico relax gozando de las intimidades de mis dos subordinadas.

Pasó casi una semana de la tarde amatoria tenida con Silvia, una serie de proyectos importantes llamaron mi atención y la de mis colaboradores. Con Silvia intercambiábamos diarias caricias, besos y tocamientos, pero no teníamos el tiempo suficiente para hacer el amor. Con Virginia igual y cada día la veía más bella y deseable. Pero en fin, el trabajo y el deber siempre va primero que el placer y no fue sino hasta diez días después que las labores se normalizaron.

Casi al final de la tarde de ese primer día tranquilo ya liberados de las reuniones de emergencia, entró Virginia llevándome un jugo de frutas. Entró mientras hablaba por teléfono y al verme ella titubeo en la puerta. Yo le hice un gesto para que entrara y ella se acercó a mi escritorio, Estaba muy bien arreglada y la blusita blanca semi transparente revelaba su firme busto, redondo y desafiante. La falda negra sobre la rodilla, con una generosa abertura lateral hacía singularmente atrayente su figura. Al parecer los truquitos que para maquillarse y peinarse le habían dado en la peluquería a la que concurrió con Silvia, eran aplicados rigurosamente por la bella muchacha. Estaba muy hermosa y realmente deseable.

Se acercó a dejarme el jugo y mientras lo hacía cogí su mano y me la llevé a los labios, ella me lanzó una mirada felina y prometedora. Solté su mano y empecé a acariciar suavemente sus piernas, subiendo lentamente por esas dos columnas hasta llegar a su entrepierna. Virginia, echó ligeramente la cabeza atrás y se apoyó en el escritorio y en tanto yo seguía hablando por teléfono, ella separó sus hermosas piernas para facilitar mi exploración, emitiendo suaves gemidos. Terminé de hablar y la senté en mis piernas, sin sacar la mano que ya estaba echando a un lado la pequeña tanga para juguetear con sus labios vaginales y adentrarme hasta encontrar su clítoris, mientras empezábamos a besarnos suave, lenta y dulcemente.

Los carnosos labios de Virginia, se rendían ante mi caricia y su lengua buscaba la mía para iniciar una lucha sin cuartel. Mi otra mano recorría ese monumental cuerpo, que vibraba en cuanto se incrementaba la intensidad de la caricia. El beso y las caricias de antología se alargó hasta lo infinito y luego Virginia tomó mi rostro con ambas anos y me dijo con una voz ronca, queda:

"Quiero que me hagas el amor...lo necesito...Hace doce día nos amamos y quiero repetirlo. Malo me tienes abandonada."

" No es eso cariño tu has visto lo apretada de mi agenda en estos días. Ha sido una locura hasta dejar a punto de un proyecto muy importante. Pero yo también te he extrañado y quiero volver a hacerte el amor, pero ya es casi la hora de salida, cómo hacemos con tu marido?".- le pregunté.-

"No hay problema. Hoy es jueves y como todas las semanas él se va a jugar fútbol con sus amigos y no regresa hasta as 12 de la noche. Es más ya debe estar preparado para irse.... quiero que me hagas gritar ..quiero sentirte dentro de mí...." - Esto lo decía en voz baja, mientras me besaba el cuello y su mano se apoderaba de mi herramienta por encima de los pantalones.

Nos pusimos de pie mientras nos besábamos nuevamente y nuestros cuerpos se refregaban queriendo acelerar el encuentro. Luego, ella se acercó a la ventana que daba a la puerta principal y desde donde se veía claramente la caseta de vigilancia del marido. Gracias a que los vidrios de mi ventana son polarizados, nosotros podíamos ver claramente al exterior sin que los que estaban fuera nos vieran. Virginia divisó al marido que efectivamente tenía un maletín de deportes bajo el brazo y al parecer le daba instrucciones a la sobrina que cuidaba a sus niños para que se quedara en su puesto. Yo me acerqué a Virginia por atrás y me pegué a ella, que al sentirme arqueó su cuerpo para relievar más su hermosa colita y mientras le besaba el cuelo veíamos como se alejaba Alejandro, acompañado de otros amigos rumbo a su encuentro de fútbol, mientras su mujer y yo nos preparábamos para otro encuentro más placentero y agradable: un encuentro sexual.

Acordé con Virginia que en veinte minutos regresara a mi despacho para ir al Departamento. En ese lapso ella dejaría organizada su casa, vería a sus hijos y haría las recomendaciones correspondientes a la sobrina, para que se quedara con ellos, ya que "ella tendría que trabajar hasta tarde porque la Gerencia necesitaba que sirviera café a los concurrentes a una reunión y que por ello no se le podía molestar". Esta formula era muy conveniente pues tendríamos unas 3 o 4 horas para nosotros,

Me quedé en mi despacho terminando algunas cosas y ordenando otras, cuando entró Silvia a despedirse. Nos besamos como dos enamorados y me dijo entre otras cosas que después de nuestra vibrante tarde de hacía doce días, había llegado a su casa y después de atender a sus niños, había tomado un largo baño de tina con mucha espuma relajante, después de lo cual se había ido a la cama a dormir de un tirón hasta el día siguiente:

"Me hiciste muy feliz papito.... me encanta que me satisfagas, así como tu sabes que me gusta"

Nos besamos nuevamente y se despidió no sin antes decirme:

"Todo el día siguiente tuve que sentarme con cuidado pues mi pobre anito estaba inflamado...pero no me importa la incomodidad de un par de días ante el placer que me diste al tomarme por allí,,, te amo y ahora me voy para no despertar sospechas..Te veo mañana" .

Salió dejando su incitante perfume en el ambiente y caminando como solo ella sabe hacerlo...al llegar a la puerta volteó y me mando un beso volado.

Terminé de arreglar mis cosas y esperé a Virginia. Había pasado casi media hora, cuando ella entró. Estaba radiante, vestida con una minifalda negra a casi medio muslo y una blusa transparente del mismo color, con los primeros botones sin abrochar, exhibiendo generosamente el nacimiento de sus hermosos pechos. El maquillaje suave resaltando sus ojos y un ligero tono rosa en sus labios. Estaba bellísima.

Nos abrazamos y besamos apasionadamente, luego tomados de la mano nos dirigimos a la puerta de escape y de allí al departamento. Entramos, le ofrecí tomar una copa para entonar el ambiente. Aceptó, pero me dijo que no sabía qué pedir, pero si se podía le gustaría un cóctel de algarrobina, que es muy típico del Perú. Le dije que estaba bien y que yo mismo se lo iba a preparar. Ella se entusiasmó y se sentó en una de las butacas que rodean el bar que tengo en el depa. Empecé a preparar el cóctel y le iba explicando la preparación paso a paso, mientras Virginia cuya falda había trepado hasta más de medio muslo, me dispensaba una maravillosa visión de sus hermosas piernas, sus tersos muslos y el triangulo blanco de su pequeño calzoncito.

Terminada la preparación, serví dos generosas porciones del famoso cóctel y me acerque a Virginia con ambos vasos, ella recibió el suyo y ya con una mano libre la besé apasionadamente mientras acariciaba sus piernas hasta llegar a la maravilla de su entrepierna acariciando su vagina por encima de la delicada tela del diminuto calzón. Nuestras lenguas luchando, intercambiando saliva, succionándonos mutuamente, hacía que nuestras temperaturas se empezaran a elevare vertiginosamente. Nos separamos y brindamos

"Por ti mi amor.- dije.- para que siempre podamos disfrutarnos el uno al otro..."

"Por nosotros .-me corrigió Virginia.- para que no me dejes, ni te olvides de mí"

"Jamás mi amor"

Nos volvimos a besar y luego lentamente nos dirigimos al dormitorio. Junto al amplio lecho, volvimos a abrazarnos y besarnos apasionadamente, nuestras lenguas luchaban sin cuartel y nuestras manos recorrían desesperadas el cuerpo del otro. Las mías levantaron la minifalda de Virginia hasta la cintura y acariciaron sus rotundas nalgas empujándolas para que su prominente monte de Venus apreciara mi creciente erección. Las manos de Virginia, empezaron a sacar mis ropas, quitó mi corbata y la camisa, clavándome sus uñas en la espalda al sentir mi pene refregarse contra su vagina. Desesperados terminamos de despojarnos de la ropa y caímos desnudos y abrazados en el amplio lecho.

Las tetas y los pezones de Virginia parecían reventar y al acariciárselas ella emitía leves gemidos. Nos posicionamos en un rico sesenta y nueve. Mi pene fue atrapado por Virginia quien me obsequió una mamada de antología, mientras yo profundizaba mi lengua en su portentosa vagina. Así rápidamente encontré su clítoris que ya del tamaño de un frejol grande asomaba presuroso para ser agasajado por mis labios y lengua.

Al sentir que Virginia elevaba sus nalgas y arqueaba su espalda supe que empezaba un orgasmo que llegó a su máxima expresión con la emisión de cantidades impresionantes de flujos que yo bebí ávidamente. Mientras, la boca de Virginia seguía sorbiendo mi pene a velocidad de vértigo, pretendiendo hacerme correr, pero yo trataba en todo momento de disfrutar la caricia pero sin expulsar ni una gota de semen. Eso lo reservaba para después. Yo seguía acariciando con mi lengua y labios el clítoris de Virginia, haciéndola llegar nuevamente al climax, causando que ella empezara a mover desaforadamente sus caderas hasta quedar laxada pero sin retirar su boca de mi inflamado pene. Luego poco a poco, soltó mi instrumento y se derrumbó en el amplio lecho.

Yo empecé a acariciar su hermoso cuerpo, besé sus lindas piernas y ascendí por su abdomen para acariciar con mis labios sus senos, su grácil cuello, hasta legar a los labios donde deposité un apasionado beso ampliamente correspondido por Virginia

"Que rico me has hecho darla mi amor....extrañaba eso...no se como lo haces, pero me encanta que me saques el jugo así....empiezo a correrme y no paro y tu siguele que siguele....rico....realmente delicioso".- dijo ella con una voz ronca...llena de deseo.-

"Es que me encanta tu sabor.- le respondí.- tienes una vagina deliciosa y el hecjo de acariciarte todo tu lindo cuerpo me pone aún más ardiente...te quiero muñeca....me haces muy feliz"

"Me quieres realmente, es cierto eso?.-preguntó ansiosa

"Si, te quiero así como eres, ardiente, apasionada. Te quiero con un amor arrollador, tormentoso. Te quiero cuanto te veo gozar así...totalmente arrecha conmigo."

"Yo también, te quiero así, tanto que me gustaría que todos los días me hagas el amor, ser tuya.....que rico sería dormir toda la noche contigo....."

"Me encantaría eso. Sabes, no te dejaría dormir, te haría el amor a cada instante y si te durmieras, te despertaría para volver a cacharte."

"Si mi amor, cáchame, cáchame todo lo que quieras, yo estoy dispuesta a todo"

"Cariño, yo siento lo mismo que tu, pero ya sabes, debemos de ser prudentes y cautos. No quiero que por mi culpa estés en boca de los empleados. Tu siempre debes mantenerte digna y recta ante todos. Cualquier descuido generaría un chisme y este puede llegar a los oídos de tu marido. Cualquier descuido podría originarte un problema que no quiero causarte. Me entiendes no?"

"Si, si, yo lo entiendo y por nada del mundo quisiera ser centro de un escándalo. Pero la forma como gozo contigo me trantorna y me arrecha tremendamente. Pero tienes razón debemos ser prudentes."

Nos empezamos a acariciar y a besar y me tendí sobre ella. Virginia abrió sus soberbias piernas y las enlazó a mi espalda, yo sepulté mi enhiesto miembro en las profundidades de su intimidad, que fue recibido gloriosamente. El ingreso lento y acogedor, era recibido por las rugosidades de la vagina de la hembra, masajeando el tronco de mi instrumento que lenta y triunfalmente se alojó en lo más profundo de Virginia. Las caderas de la mujer se movían con un movimiento rotatorio constante y el movimiento retráctil de su vagina era increíble y estaba en la gloria cuando la ronca voz de esta increíble mujer me repetía al oído:

"más papito, más, mas fuerte "

Esto contribuyó a aceleraron mis movimientos. Parecía que me había trasformado en un martinete eléctrico dedicado en exclusiva a taladrar esa joven carne que a gritos pedía que la destrozara.

Los gritos de Virginia y mis gemidos aceleraron mis reacciones y a un mismo tiempo llegamos al climax. Depositaba cantidades inusitadas de semen en las profundidades de Virginia al mismo tiempo que sentía que los flujos de mi hembra se mezclaban con mis chorros. Seguimos moviéndonos al unísono hasta que poco a poco la tormenta sexual amainó y saciados por el momento quedamos acostados de lado, mirándonos con amor...besándonos y diciéndonos palabras tiernas y acarameladas.

Le propuse usa el jacuzzi y ella se entusiasmó. Fuimos al amplio cuarto de baño y nos metimos a la tina. El agua tibia empezó a masajearnos suavemente. Sentados ella delante de mí, entre mis piernas, sentíamos que los chorros de agua nos revivía y el gel espumoso de baño, delicadamente perfumado, producía en ambos una vibración nueva. Así mientras le masajeaba suavemente las tetas con abundante espuma, bajé por su plano vientre y me apoderé de sus labios vaginales, explorando esa deseada cueva hasta encontrar su clítoris que suavemente fui masajeando. Virginia acariciaba mis piernas y apoyándose en ellas elevó su cuerpo, para luego bajarlo suavemente y sepultar mi hinchado miembro en su lubricada vagina. Que delicioso era disfrutar de esta mujer.

Al rato ella se puso de pie y pasando sus piernas sobre las mías, se sentó a horcajadas mirándome y haciendo que mi pene nuevamente la penetrara. Yo la besaba en los labios, el cuello, sus tetas y ella disfrutaba de la penetración. Lo lubricado de su vagina y la suavidad del gel de baño, permitió una fácil y triunfal ingreso de mi sexo en la succionante raja de Virginia que como siempre empezó a actuar con un masaje suave y constante sobre mi tronco que me llevó al cielo. Yo acariciaba sus nalgas y nuevamente gracias a la lubricación del gel de baño permitió que le introdujera un dedo en el apretado ano de mi amante....ella empezó a moverse con más rapidez cuanto introduje lentamente todo mi dedo que dejé quieto para que su esfínter se acostumbrara al intruso. Mientras ella emitía fuertes gemidos y mordía sin hacer daño mis labios, empecé a mover el dedo incrustado en su rico poto...luego, empecé a introducir un segundo dedo y la reacción fue explosiva. Chorros de flujo bañaron mi pene y parecía que Virginia había enloquecido pues sus movimientos empezaron a tornarse más violentos, tratándose de introducirse más mis 20 cms. de pene. Me abrazaba incrustando sus tetas en mi pecho, mientras que de su boca salían gritos e incoherencias totalmente arrechantes:

"Que rico papito. Dame más, mátame destrózame, así, así ahhh ahhhh ahhhh...me vengo...me vengo...ahhhhhhhhh"

Y así contorsionando su cuerpo y abrazándome hasta la asfixia llegó a la cota más alta del orgasmo, mientras yo en la misma línea expulsaba un chorro de leche que caía cual catarata en las profundidades de Virginia. Quedamos abrazados y agotados, mientras sentíamos que los chorros de agua del jacuzzi nos masajeaba tratando de revivirnos.

Pasado un rato, nos pusimos en pié y abrimos el chorro de la regadera para bañarnos con una generosa porción de perfumada espuma de baño. Ella me friccionaba todo el cuerpo, mientras yo me regodeaba acariciando el suyo, sin dejar de besarla acompañando las caricias con almibaradas frases de amor.

Terminamos de bañarnos, y envueltos en sendas batas de suave felpa absorbente, fuimos descalzos a la cocina del departamento para prepararnos algo de comer....realmente la sesión de pasión y sexo había provocado la necesidad de ingerir algún alimento. Buscamos en la nevera y encontramos generosas raciones de proscciuto (jamón italiano) y abrimos una botella de vino tinto. Alegremente, sentados frente a frente, Virginia me daba de comer en la boca y yo hacía lo propio con ella. Reíamos felices y nos sentíamos relajados y tranquilos. El reloj de la cocina marcaba las 9 de la noche...teníamos aún unas dos horas para nosotros...para nuestro amor.

Sentados en los cómodos muebles de la sala empezamos a hablar. Tenía la impresión que en los pocos días que Virginia había pasado en el trabajo, le habían servido para verla más aplomada, más segura de si misma. Definitivamente, así como se arreglaba para estar en el trabajo no tenía ni punto de comparación para hacer pareja con el marido. Yo le pregunté como se sentía en el trabajo, si tenía algún problema, si deseaba sugerir algo.

Ella con un lindo mohín me dijo que se sentía cómoda, que al principio se sentía incómoda porque todos los chicos de la empresa la miraban como queriendo desvestirla y algunos le insinuaban cosas, pero después que Silvia habló con ellos, se cuidaban de decirle cosas, aunque las miradas de deseo y los esfuerzos para ver sus intimidades seguían, pero ya no les fastidiaba. Que le gustaba la manera como algunos visitantes a miraban, sobre todo cuando llegaban los chilenos y la piropeaban. Con ellos le había ocurrido un par de veces que sin quererlo le habían visto los muslos y aún el calzoncito, incomoda al principio, pero las últimas veces ella comprobó que le gustaba provocarlos y se inclinaba exageradamente o abría las piernas para ver sus reacciones...pero en resumen lo tomaba como una broma.

"Quiero ser solo tuya mi amor.....quiero que solo tu me comas y quiero entregarme solo a ti..- me expresó con pasión.-"

"Siempre será así mi chiquita.-le respondí.- cada día me gustas más"

Las caricias y ardientes besos empezaron nuevamente y le abrí la bata para apreciar su hermosa desnudez. Me arrodillé en la mullida alfombra y puse sus piernas sobre mis hombros y empecé a comerme paciente y concienzudamente su rica almeja. Al poco tiempo Virginia empezó retorcerse, sus gritos me anunciaron su próximo orgasmo mientras sus piernas se cerraban como un ardiente yugo a mi cuello. Yo le acariciaba sus hermosas nalgas y al empezar a soltar sus flujos tibios y ardientes, tragué todo lo que pude. Mi lengua salió de su raja y empezó a entrar a su cerrado ano que empezó a dilatarse permitiendo que mis dedos empezaran a invadirlo suave y rítmicamente, Virginia, moría de placer. Entonces elevando sus piernas, dirigí mi duro pene, a la entrada de su ano, dilatado por los dedos que diestramente se habían movido dentro de ella.

Virginia empezó a gemir y emitir grititos de arrechura y mi barra empezó a abrirse paso en su rico ano. Poco a poco, pacientemente logré alojar toda mi ardiente barra y quedamos quietos, acostumbrándonos yo a su estrechez y ella a mi dilatación. Definitivamente no era la primera vez que Virginia recibía por tan pequeño orificio, lo que hacía que supiera gozar de ese placer. Entonces, lentamente empezamos a movernos al unísono. Yo sentía cómo las rugosidades de su recto friccionaban y succionaban mi pene apurando la eyaculación. Mis testículos golpeaban cual badajo campanero las hermosas nalgas de Virginia que movía su cuerpo a velocidad endemoniada, mientras mis manos acariciaban sus tetas y ella frotaba con desesperación su clítoris..... un minuto después, nos diluíamos ambos en un voluptuoso orgasmo, que nos llenó de felicidad, deleitándonos hasta el último chorro de leche y flujos quedando ambos saciados, agotados pero satisfechos.

Nos acomodamos sobre la blanca alfombra de la sala y pusimos los cojines de los muebles para apoyar nuestras cabezas. Nos besábamos quedamente. Ella me abrazaba con su cabeza apoyada en mi hombro, en tanto que yo besaba el hermoso rostro de esta increíble mujer. Hablábamos de trivialidades y de la felicidad que mutuamente nos dábamos y entonces le pregunté si le había gustado nuestra sesión y me dijo que no solo le había gustado, sino que le había encantado...

"Me has dejado saciada...completa.... pero solo por ahora.-dijo con un gracioso y coqueto guiño.- Y a ti, te ha gustado...te he complacido?.-preguntó en seguida.

"Si mi amor, me has complacido como no tienes idea. He estado en la gloria y me has sacado toda la leche......pero, dime...ya lo habías hecho antes por atrás, verdad?" .-pregunté.

" Si es verdad y quiero contarte algo, que ni a mi marido se lo he contado. El nunca ha pretendido darme por allí y realmente no me provoca.-

Echando la cabeza hacia atrás, como evocando me dijo con una voz grave...como deleitándose....

"Mira, a los pocos meses que yo nací, mi padre murió en un accidente. Cuando tenía cinco años, mi madre se volvió a casar con un hombre más joven que ella con quien tuvo cinco hijos. Mi madre era muy bonita y quienes la conocieron dicen que yo me parezco a ella. Desde pequeña todos alababan mi belleza y cuando ya fui adolescente, me enamoré de mi padrastro y él de mí. Mis primeros besos y caricias fueron para él. Pero a pesar que nos revolcábamos cuando podíamos totalmente desnudos y me hacia disfrutar chupándome toda, nunca me penetró vaginalmente para no embarazarme pero a cambio desvirgó mi culito. Lo hizo con paciencia y dada la calentura que yo tenía con él, cuando lo hizo no sentí dolor, sino un placer infinito como el que me acabas de regalar hace un rato. Cuando tenía 16 años mi madre me mandó a Lima y allí terminaron las cogidas con mi padrastro. Después conocí a Alejandro y nos casamos y en realidad él fue quien me desvirgó vaginalmente. Hoy, después de muchos años, tu me has dado por ambos lados y me has hecho muy feliz" .- Diciendo esto, me besó apasionadamente y yo le correspondí en la misma medida.

Luego, nos pusimos en pie y entre besos y abrazos, nos bañamos y siendo ya las 11 de la noche nos despedimos. Ella subió a la azotea donde el Portero tiene su vivienda y yo salí rumbo a mi casa....Alejandro aún no llegaba a su casa, quizá celebraba un triunfo en la cancha de fútbol. Yo en cambio, acababa de meter varios goles en una mejor cancha....la cama, todos en la caliente valla de Virginia su mujer, que había vibrado con cada tanto.

(CONTINUARA)