La Mujer del Portero (04)
El plan de silvia para tirarse al portero.
LA MUJER DEL PORTERO (IV)
A la mañana siguiente, todo se desarrolló con normalidad en la oficina. Me enteré por Silvia que había presentado a todo el personal a Virginia y me detalló que todos los empleados de los dos pisos de gerencia se habían quedado embobados con la muchacha. Algunos no podían creer que se trataba de la mujer del portero a quien veían todos los días y los más mandados ya le empezaban a hacer ojitos. Ante ello Silvia los había prevenido que se dejaran de tonterías con la muchacha pues además de ser la esposa del portero, tanto ella como Alejandro eran mis protegidos, ya que yo iba a ser padrino de sus hijos y cualquier tontería que hicieran seguro iba a llegar a mis oídos y tendrían que atenerse a las consecuencias.
Realmente Silvia era super eficiente y pensaba en todo. Me cuidaba la nueva propiedad.
A eso de la 1:00 p.m., Silvia entró en mi despacho y me dijo que estaba lista para nuestro encuentro. La miré y realmente estaba más linda que cualquier otro día. Había cuidado más su maquillaje y su atuendo. Vestía un elegante minivestido de seda verde claro que caía armoniosamente, dibujando los planos y curvas de su hermoso cuerpo, destacando sus pechos y las regias piernas que con las sandalias altas estilizaban más sus torneadas extremidades. El cabello cuidadosamente cepillado, enmarcaba su linda carita en la que brillaban sus grandes ojos pardos, sus coquetos hoyuelos en las mejillas y los carnosos labios delicadamente pintados. Un portento de mujer.
Nos acercamos y nos besamos tiernamente...sentía su lengua buscar la mía y trenzarse ambas en una lucha deliciosa. Que delicia tener una hembra así...mi imaginación volaba y recordaba la primera vez que besé e hice mía a Silvia, hacía ya 10 años, que habían pasado volando. Nos abrazamos con pasión y le dije que simulara que se iba y nos encontraríamos en el Departamento. Pero ella, muy eficiente me dijo que ya había solucionado el asunto, para todos en la oficina ella ya había salido y dejado en su reemplazo a Marita otra secretaria que trabajaba a ordenes de Silvia. Solo faltaba que yo dispusiera lo necesario para que no me molestaran en toda la tarde y solo si había algo muy urgente, me llamaran por el interno, ya que en ese caso extremo yo contestaría desde el departamento.
Rápidamente, hice los arreglos y di las ordenes necesarias a Marita, ello mientras acariciaba las piernas de Silvia que al sentir mis manos ronroneaba como una gatita y me daba suaves besos en el cuello. Abrazados como enamorados nos dirigimos a la puerta de escape y bajamos un piso hasta el depa.
Entramos y Silvia se adelantó y puso en el equipo de música una melodía lenta y empezamos a bailar. Me encantaba esta mujer que sabía poner en situación y le daba sabor a la relación. Bailamos lentamente, ella enlazó sus brazos a mi cuello y yo la abrace pegándola a mi, nuestros cuerpos estaban tan juntos, tan pegados que mi creciente erección era sentida por Silvia, que entrecerraba sus ojos y echaba su cabeza atrás, mientras sus caderas se encajaban a mi pubis. Nos miramos y lentamente acercamos nuestros rostros y nos miramos con la intensidad que da la pasión. El beso como siempre dulce al inicio, delicado, sintiendo como mi lengua se fundía con la suya y mis manos recorrían suavemente su hermoso cuerpo. Nos detuvimos y el beso se hizo intenso y ardiente, sin dejar e besara la levanté en brazos y lentamente me encaminé con ella cargada al dormitorio.
Suavemente la deposité en el amplio lecho, ella se sentó al borde de la cama y yo me arrodille frente ella. Nuevamente nos besamos con pasión y empezamos a desnudarnos, yo a ella y ella a mi. Lentamente, la despojé de su minivestido y su inigualable cuerpo quedó solo cubierto por el brassiere y una breve braguita. Liberé sus pechos y juntamos nuestros cuerpos. Era electrizante sentir esas turgentes esferas desnudas en mi pecho, jóvenes, duras, desafiantes.
Nos acomodamos en la cama Silvia solo cubierta con su braguita blanca de encajes y yo totalmente desnudo y con una erección a tope. Me apoderé de sus enhiestas tetas y sentí como sus pezones se erguían desafiantes y daban la impresión que iban a reventar, ella con los ojos cerrados emitía crecientes gemidos disfrutando la caricia. Yo seguía en lo mío, acariciaba sus sedosas piernas y empezaba a bajar su calzoncito. Fui bajando por su plano vientre y llegué a su entrepierna para beber de esa gloriosa fuente. Ella acomodándose y girando diestramente logró que quedamos en una posición de 69 y mientras mi lengua acariciaba con suavidad y destreza su inflamado clítoris, ella empezaba a introducirse lentamente mi dilatado pene en su preciosa boca. Silvía era una maestra en esta fase amatoria, la disfrutaba tanto como yo. Pensar que la primera vez que me lo hizo ...hace muchos años ya, era torpe y un poco remilgada, pero a medida que le cogió el gusto a la caricia se volvió una maestra disfrutándola y haciéndome disfrutar.
La boca de Silvia daba la sensación de ser una vagina, con su lengua recorría mi sexo en toda su extensión y luego succionaba liberando lentamente el tronco hasta llegar al glande que presionaba comprimiendo la cabeza entre su lengua y el paladar, para luego introducirse nuevamente la totalidad de mi instrumento. Luego lamía cual helado delicioso todo mi pene, llegando a los testículos que eran suavemente chupados y estimulados haciendo que mi erección se mantuviera a tope. Mientras yo, sumergido en las intimidades de esta incomparable hembra me deleitaba con chupar suave y lentamente su dilatado clítoris que ahora había crecido semejando un pequeño pene, penetrando con mi lengua las excelsas profundidades de su dulce y electrizante vagina. Con un simple movimiento de cabeza sacaba mi lengua para enterrarla en su cerrado y apretado ano que se empezaba a dilatar con mi acción y luego volvía a sumergirme en su rica grieta. Debí hacer esto muy bien, pues a poco Silvia empezó a tener su primer orgasmo y chorros de flujo dulzón y tibio llenó mi boca. Me encantaba beber ese néctar y traté de no perder una gota. La hermosas piernas de Silvia se retorcían por los efectos del orgasmo mientras sentía que la succión sobre mi pene se aceleraba queriendo sentir mi leche en su golosa boca.....y así fue. Oleadas de placer coincidieron con mi eyaculación y sentía que descargaba litros de vibrante savia en la preciosa boca de mi querida Silvia, que ella tomaba sin dejar escapar una gota. Yo seguía con mi masaje sobre su clítoris, sus labios mayores y toda su vulva.... hasta que exhaustos nos dimos una pequeña tregua y al unísonos nuestras bocas se buscaron y un delicioso beso constituyó la unión de nuestros flujos...
Nuestra pasión y deseo no amainó y nuevamente mi mástil empezó a erectarse y buscó ansioso la tibieza de la vagina de Silvia que lo recibió gozosa. Me alojé a lo más profundo de mi hembra y las sedosas y deseables piernas de ésta se anudaron a mi cintura, mientras sus caderas rotaban lentamente, en tanto que yo, trataba de adentrarme más en esa singular y querida cueva. Empecé luego un acompasado mete-saca, ascendiendo en su frecuencia hasta sentir que la rotación de la caderas de Silvia también se aceleraban hasta sentir ambos que todo daba vueltas a nuestro alrededor. Los gritos de Silvia y mis gemidos, anunciaron que nos acercábamos al climax. En ese instante yo me concentré mentalmente para no eyacular y lo logré, mientras sentía que los flujos de Silvia bañaban mi pene y sus dientes mordiendo mis labios me indicaban que ella estaba en el sétimo cielo.
"¡Tramposo, delicioso tramposo .- me dijo jadeante al sentir que mi miembro seguía enhiesto y desafiante dentro de ella .- "Me encanta, me encanta sentirte así, tan duro y potente. Eres mi hombre, solo contigo siento todo esto, disfruto de estos momentos...nunca dejes de hacerme el amor así".
"Claro que si mi amor, siempre estaremos juntos. Para mi también eres inigualable. No es solo la intimidad que tenemos, sino la amistad, el compañerismo, tantas cosas y secretos compartidos, que no imagino estar sin ti."
Mientras sazonábamos todo con dulces palabras de amor y admiración mutua, yo que me mantenía con mi erección al tope, penetrando aún profundamente a Silvia, empecé a moverme dentro de ella, encendiendo la flama de esta mujer que era pura pasión y deseo. De inmediato Silvia se acopló a mis movimientos y nuestros cuerpos empezaron a arder. Ambos éramos un solo de movimiento. Las piernas de Silvia se elevaron hasta ponerla sobre mis hombros y yo empecé a besar ese portento de extremidades, mientras ella movía a un ritmo enloquecedor su delicioso cuerpo. Luego, ella bajó sus piernas y me pidió que me echara boca arriba, entonces se montó a horcajadas y su vagina engulló mi pene en toda su extensión. Empalada así y sintiendo que mi pene llegaba casi hasta su matriz, volvimos a acelerar nuestros movimientos, mientras nos besábamos y sentía aplastarse sobre mi pecho sus hermosas tetas, mis manos acariciaban hasta el cansancio su rotundas nalgas y recorría goloso las lindas piernas de mi secretaria. Los gritos y gemidos de ambos se intensificaron al sentir que ambos eramos presa de un glorioso y estentóreo orgasmo que nos llevó a la gloria. Llenaba de semen la vagina de Silvia, el mismo que se mezclaba en una formula mágica con sus flujos. Caímos rendidos uno a cada lado del otro. Saciados y felices.
Permanecimos así, desparramados en la cama, entrelazados y revueltos por un buen rato. Poco a poco, Silvia se acomodó de espaldas a mí sobre su costado izquierdo, yo quedé detrás de ella. Mi flácido y cansado pene a la altura de sus preciosas nalgas, empezó a despertar al sentir el suave y tentador movimiento del cuerpo de Silvia. Ese ligero y sensual movimiento volvió a ponerme a tope. Sin dejar de acariciar ese portentoso cuerpo, besé el grácil cuelo de Silvia y mi erección empezó a invadir la línea de separación de sus deliciosas nalgas y suavemente contando con el movimiento que Silvia imprimía a su cuerpo, entró de lleno en su gloriosa y ardiente vagina.
El movimiento de ambos nos permitió colocarlos en la posición del perrito. Yo tenía asida a la hembra y era impresionante ver el movimiento rotatorio de las caderas de Silvia. Mi pubis chocaba rítmicamente con esos portentos de carne rotundos y parados que son sus nalgas en tanto mis manos subían para estrujar las insuperable tetas que en un vaivén sin fin se acompasaban al mi rítmico mete saca. Entre jadeos y pequeños grititos Silvia llego nuevamente al clímax. Mi semen mezclado con sus flujos chorreaban por la parte interna de los blancos muslos de Silvia. Aproveche de eso para recogerlos y lubricar suavemente el pequeño orificio que era el ano de Silvia. Todavía la tenía empalada y sus suaves gemidos al empezar a dilatar su ajustado ano significó la autorización para continuar con mi tarea. Así introduje un dedo y luego otro cuidadosa y suavemente. Sus esfínteres inicialmente cerrados aceptaron a los intrusos, que lentamente extraje para poner en su reemplazo mi rígido miembro. Con maestría, Silvia flexionó sus brazos en la almohada y apoyó su linda cabeza en ellos. Esto permitió que levantara aún más sus nalgas y me permitió una mejor posición para introducir lentamente mi pene en esa ajustada cueva.
La introducción fue lenta para no dañar a mi querida compañera, su esfínter parecía una succionador que poco a poco empezó a tragar mis 20 cms de instrumento, Silvia Gemía y pedía "mas, más" hasta que mi pubis llegó a golpear sus nalgas, Nos quedamos quietos, para que el apretado recto de Silvia se acostumbrara y casi al unísono empezamos un movimiento rítmico y acompasado que se fue incrementando. Mi mano derecha alcanzó el hinchado clítoris y con la izquierda estrujaba sus tetas con desesperación. Las manos de Silvia estrujaban las sábanas de seda y de su regia boca salían ya no gemidos, sino gritos estentóreos mezclados con frases amorosas:
"Dame más papito...mi hombre....mi macho.....ahhh que rico"
"Silvia mi amor....te amo...eres lo máximo...eres mi mujercita rica...me haces tan feliz....."
"Querido.... no podría vivir sin que me hagas el amor....sin sentir tus manos en mi cuerpo,,,sin sentirte así...tan unido a mí...Me vengo me vengooooo....ahhhh"
Al unísono llegamos al clímax. Yo eyaculé cantidades increíbles de semen en el precioso culo e Silvia y ella soltó una cantidad similar de flujos que bañaron mi manos y chorrearon por sus hermosas piernas. Yo pasaba la lengua por su espalda y nuevamente rendidos y exhaustos caímos sobre el lecho...mi pene lentamente abandonó tan precioso estuche y nuevamente mientras nos prodigábamos mutuos besitos, quedamos uno al lado del otro totalmente laxados....
Pasó un largo rato y poco a poco empezamos a reaccionar. Yo acuné a esta increíble hembra entre mis brazos y entre besos y arrumacos nos prodigamos frases de amor, de ese amor tan especial que sentíamos el uno por el otro.
"Querida....que rico es estar contigo.... eres increíble y cada vez que disfrutamos así como ahora recuerdo nuestra primera vez.."
"Yo también...solo contigo me siento así...tan libre, tan desinhibida. Definitivamente se debe a que tu fuiste mi primer hombre...fuiste tan suave, amoroso y delicado la primera vez....yo tenía terror ,,pero tu fuiste tan lindo que cuando me desvirgaste ni sentí dolor y lo disfrute...recuerdas?"
"Cómo voy a olvidarme de esa tarde...jamás...Por eso digo tu eres mi mujercita adorada y te siento tanto así que a veces tengo celitos de tu marido"
"Mi amor, eso no por favor.. tu sabes que soy tuya, solo tuya. A mi marido lo quiero, es el padre de mis hijos...le tengo estimación... Pero contigo es diferente. Tu sabes que eres mi hombre, a ti te lo permito todo, por ejemplo solo tu me das por el culo a mi esposo no se lo permito...no me nace... pero contigo estoy dispuesta a cualquier locura. Lo que hago contigo siempre es grandioso"
Un beso apasionado rubricó la conversación. Realmente Silvia era mía y se sometía gustosa a todo lo que deseaba. Sin embargo yo sabía que hembras como Silvia no podía ser propiedad de un solo hombre, por ello sabía, porque ella me lo contaba antes, que se acostaba con otros hombres y en muchos casos yo la apoyaba para que esos encuentros, que por lo demás eran circunstanciales y que después de la primera vez no volvían a repetirse, se realizaran cada vez que Silvia deseaba y con la mayor seguridad para ella.
"Cambiando de tema mi amor.-le dije.- Cómo es así que te piensas tirar al marido de Virginia?"
"Bueno.-dijo mimosa.- déjame explicarte, cada vez que llego o salgo Alejandro no deja de mirarme y siempre con el detalle de ser cortés aprovecha para ganarse con mis piernas y yo me hago la desentendida y le enseño todo lo que puedo y de inmediato veo que al tipo se le para y su herramienta debe ser interesante pues el bulto que forma en su pantalón es respetable. Tu sabes que a veces me gusta experimentar y me gustaría tirar con él. Pero dudo de hacerlo porque el tipo puede creer que hay algo más y piense que voy a ser su perrita. Solo quiero una cogida y punto. Sabes que, salvo contigo, no me atrae tirar siempre con el mismo hombre, sobre todo si lo hago solo para experimentar. Por supuesto que solo será sexo vaginal, oral por parte e él, pero no me imagino chupándosela o que me dé por atrás, ya que ese sitio es solo tuyo. Pero no se como manejarlo. Como tu sabes, otras veces me he tirado a ejecutivos, profesionales, digamos personas que están mas o menos a nuestro nivel, pero en este caso me quiero meter con el portero."
"No te preocupes querida.- le dije con tranquilidad.- uno de estos días, cuando tu quieras, lo llamamos a la oficina para para que haga un trabajito de instalación en mi despacho. Yo no estaré aquí pero dejaré conectada la Web Camera para ver tu actuación desde el depa. Entonces tu que debes indicarle como ebe hacer la instalación, le mostraras disimuladamente tu piernas, tu calzoncito y todo lo rico que tienes, el entonces se mandará y lo tendrás a tu merced. Cuando te hayas saciado me darás una señal que acordaremos previamente y yo entro y los sorprendo "in fraganti". A ti te dire que te arregles y que luego hablaremos y a él lo sacaré y le daré una soberana reprimenda que se arrepentirá de haberte tocado y pondré sobre su cabeza, la amenaza del despido y sobre todo que virginia se tendría que enterar....te parece?.
"Mi vida, eres un genio. El plan me parece perfecto, así él mismo me evitará y no intentará ni comentará nada, salvo que yo lo desee....Eres un genio, por eso te quiero..."
Estábamos así conversando relajadamente en el cómodo lecho, cuando sonó el timbre de mi anexo, Era Marita la que me llamaba:
"Doctor .- dijo algo temerosa.- disculpe que lo moleste pero está llamando su esposa, dice que es urgente... "
"No se preocupe Marita, páseme la llamada de mi esposa.
"Aló Maríán, cómo estás querida.- respondí a la llamada de mi mujer.-"
"Querido.- dijo Marina.-te llamo para recordarte que hoy tenemos un compromiso en casa de mi mamá, quería hacértelo recordar personalmente."
Recordé recién que mi suegra daba una recepción en honor de el menor de mis cuñados que se acababa de graduar de médico cirujano. Mientras esto ocurría Silvia se había apoderado de mi pene, aún flácido y con maestría estaba logrando una singular erección. La diestra boca engullía completamente mi herramienta y la recorría lentamente para retirarla hasta quedarse solo con el glande, mientras me obsequiaba una mirada cargada de deseo y pasión.
" No te preocupes querida que estaré en casa a tiempo para ir a la casa de mamá."
Colgué y con los ojos en blanco me dedique a gozar de la sublime caricia de Silvia. Ese masaje era verdaderamente salvaje. Silvia quería que le llenara la boca de semen y así lo hice...me sacó hasta la última gota...
Luego de nuevos escarceos amorosos nos fijamos en la hora, eran casi las 6 de la tarde...el tiempo había pasado volando. Nos duchamos y mientras disfrutábamos del agua tibia, aproveche para comerme la deliciosa concha de Silvia que me regaló prácticamente una lluvia de flujos que bebí con fruición. El néctar de Silvia era delicioso, dulce y subyugante.
"Papito .-me dijo.- tendré que lidiar con mi maridito si quiere tirar hoy, tu me has dejado seca y saciada y lo que quiero ahora es dormir..."
"Mi vida, digo lo mismo, tda mi alma te la has llevado".-le respondí sonriente
Luego nos preparamos algo de comer, Silvia escogió una selección de quesos y una botella de vino tinto, que prácticamente devoramos.
Después entre besos y caricias nos vestimos y subimos a mi despacho. Todo el personal ya se había retirado y nosotros hicimos lo propio, esperando los placeres del día siguiente y el poner en práctica mi plan para que Silvia disfrutara de Alejandro.