La mujer del juez

La mujer de un juez es secuestrada en venganza hacia su marido.

El juez Marcos, desempeñaba con autoridad su puesto en aquella ciudad italiana.

Era respetado y temido por sus decisiones, por sus sentencias ejemplares, por sus órdenes de arresto y registro. Era una pesadilla para los delincuentes y mafiosos del lugar.

El juez estaba casado con Ruth, desde hacía varios años, una mujer algo más joven que él, de unos 36 años. Fruto de ese matrimonio había nacido el hijo de ambos, que en la actualidad contaba tres años.

Durante los últimos años, se fue granjeando los odios de los que habían sufrido su justicia, y también la vehemencia de las gentes de bien.

Ruth salió a primera hora de la mañana, desde el barrio residencial en el que vivía, como solía hacer a diario, con la intención de llevar al niño al colegio. Unas calles más adelante, un coche se cruzó por delante, lo que obligó a la mujer del juez a frenar bruscamente. Justo detrás, una furgoneta paró junto al vehículo en el que viajaba.

Dos hombres sacaron a la mujer, mientras que otro cogía al niño. Para evitar que gritase le enseñaron una pistola, y un comentario, si cooperas, no os pasará nada ni a ti, ni a tu hijo. Mientras decían esto, taparon los ojos a Ruth, y la introdujeron en la furgoneta.

Tras varios minutos, que le parecieron eternos, llegaron al lugar de destino y la permitieron volver a ver.

Miró a su alrededor, y vio a varios hombres. A algunos de ellos los conocía por fotos, ya que habían sido procesados por su marido, en cambio, no vio a su hijo.

Dónde está mi hijo? Preguntó con voz llorosa y desesperada. Lo hizo mirando a Marlo. Ella lo había visto en alguna foto, era un criminal de la mafia, que había sido condenado por su marido, pero que unos días atrás, su foto había sido difundida, puesto que había huído de la prisión donde se encontraba.

A estas alturas, ella sabía que había sido víctima de un secuestro, con el objetivo de extorsionar al juez.

Los hombres salieron del cuarto, y la dejaron sola. Ella observó el lugar donde se encontraba. Era una habitación bastante grande, en el que sólo había una mesa y una cama antigua, bien compuesta de ropa, con un cabecero de barras de níquel, como las que se usaban a mediados del siglo XX.

Al cabo de una hora, volvieron a entrar en el cuarto donde se encontraba la mujer. Ella, volvió a preguntar por su hijo, ante lo que sólo obtuvo una respuesta: en breve estarás con él si te portas bien y haces lo que te decimos.

Vio que además, entraban dos hombres más, con cámaras de video, y pensó que querrían demostrar que se encontraba bien, y así, conseguir de forma más rápida el dinero que pedirían por su rescate.

Para esos momentos, el juez ya sabía del secuestro de su mujer y su hijo, y sólo esperaba recibir una llamada, que se produjo unas horas después, en el que la banda de Marlo, se indentificaba como los secuestradores de su famila.

El juez Marcos, solicitó que le pidieran lo que quisieran para liberar a su mujer e hijo, pero lejos de ello, mofándose, le dijeron que no tuviera prisa, que pronto recibiría nuevas noticias. El teléfono se cortó de golpe.

Las horas se hicieron eternas, y don Marcos, no se movió del sillón situado junto al teléfono del amplio salón que centraba su casa.

A última hora de la tarde, de nuevo sonó el teléfono. La voz, le indicaba que acudiese a un parque cercano, donde entre unos arbustos, encontraría un sobre.

El juez salió hacia el lugar que le habían señalado, encontrando lo que le habían dicho. Lo abrió con ansia, y sacó su contenido. No había ningún papel, ninguna indicación, sólo dos paquetes, uno con un dvd en el que ponía en mayúsculas UNA MUJER PRECIOSA, y otro con un tanga negro junto al sujetador, que enseguida reconoció, sabiendo que era de Ruth.

El hombre bajó la cabeza y su cuerpo sintió un escalofrío. Intuía lo que iba a contener el dvd, y lentamente caminó hacia la casa, con su cabeza metida en sus pensamientos.

Nada más llegar a casa, se dirigió a su despacho, en el que existía una televisión y un reproductor de dvd. Introdujo la película en el equipo, se sentó lentamente en su silla y comenzó el visionado del contenido.

La grabación, había sido realizada tan solo unas horas antes. Las primeras imágenes que vio el juez Marcos, fue a Marlo hablando, muy sosegadamente.

Qué tal? Señor juez. Como bien sabe, su encantadora esposa, se encuentra con nosotros, y usted va a sentir la misma desesperación e impotencia que nuestras familias han sufrido con sus juicios.

En la habitación, las cámaras ahora ya sólo enfocaban a Ruth. La voz en off, correspondía a Marlo, quien hizo unas breves reseñas.

Ruth, vamos a filmar una película en la que tú serás la principal protagonista. Quiero que hagas todo lo que te digamos. Si lo haces así, será todo mucho más sencillo, y podrás estar con tu hijo dentro de poco. De lo contrario, no volverás a conocer el paradero del niño. No lo descubrirás, por muchos hilos que pueda tocar tu marido. Nuestras manos son más largas que la de la justicia.

La mujer, sólo miraba fijamente, sin pronunciar palabra. Su expresión estaba a medias entre la tristeza y la rabia, aunque los mafiosos sólo veían en ella a una chica preciosa con un vestido azul ligeramente por encima de sus rodillas.

Está bien, continuó hablando Marlo, quiero que te coloques sobre la cama y empieces a desnudarte muy lentamente.

Ruth increpó fuertemente a sus captores, pero le recordaron a quien tenían en su poder ante lo cual, se colocó de rodillas, desabotonó lentamente la parte frontal y tirando de su vestido desde abajo, lo fue levantando, hasta sacarlo completamente por su cabeza.

La mujer, se sentó sobre sus gemelos, a la vez que tapaba sus grandes pechos por encima del sujetador negro que llevaba puesto.

Después de indicarle que apartara las manos, colocó estas encima de la cama, tocando el vestido que se acababa de quitar. Unas risas de los hombres, hicieron que se tapase, poniendo la prenda, por encima de sus tetas.

Hemos dicho que te desnudes, replicó Marlo, no que te cubras de nuevo. Quítate el sujetador.

La mujer gritó a los secuestradores, gritándoles, cabrones, desgraciados, hijos de .........., ya no siguió insultando y continuó lamentando y suplicando, no, por favor, no quiero, dejadme ir.........

El semblante serio del jefe, la obligó a obedecer, y echando sus manos para detrás, desabrochó el sujetador y se lo quitó.

Instintivamente, la mujer volvió a coger el vestido y con él intentó taparse de nuevo. La chica se encontraba de perfil, lo que permitía contemplar el volumen de sus pechos y su pequeño culito, cubierto por los elásticos de un pequeño tanga.

No, no, no, le recriminó Marlo. Ahora te vas a soltar la prenda, vas a moverte en la cama, levantando y bailando tus brazos, echando el tronco para detrás, para que podamos contemplar a la perfección las tetas que tienes.

De nuevo, volvió a gritar, cabrones, no, no, no........... No quiero, qué queréis de mi?

La respuesta de Marlo fue concisa. Hacer una película, no lo ves? Tú eres la protagonista y está saliendo muy bien.

La mujer hizo lo que le pedían, lo cual excitaba a los hombres que jaleaban y aplaudían el strep tease, como si estuvieran en un local de gogós.

La hicieron moverse durante varios minutos, y cuando lo consideraron suficiente, Marlo la ordenó que se colocase sobre la cama, y con las manos agarradas a las barras del cabecero de la cama.

La chica, se encontraba expuesta a las miradas de los hombres, tan sólo tapado su sexo por un pequeño tanga negro. Sentía la humillación de estar visible a unos hombres que parecían salidos de un cuartel, y que llevaban meses sin ver a una mujer, a juzgar por sus comentarios obscenos. Por su parte, ella sólo quería que terminase ese suplicio, e irse con su hijo a casa.

Marlo le advirtió que no podría soltarse bajo ningún concepto de los barrotes. Ruth cerró los ojos, sabiendo que estaba siendo vista por todos los que allí estaban, a parte de las cámaras, que filmaban todo lo que allí ocurría.

Dos hombres con parte de su cara cubierta para no ser reconocidos en el video, se acercaron a ella, y acariciaron sus pechos. Un grito profundo de negación, salió de la boca de Ruth, a la vez que empujaba a los dos esbirros y los apartaba de sus tetas.

Marlo se acercó a ella y le recordó la orden de no soltarse del cabecero, y añadió que si volvía a hacerlo, no tendría oportunidad de ver a su hijo de nuevo.

Ahora ella se volvió a colocar en la misma posición, eso si, con sus ojos más llorosos, y más hundida y humillada, sabiendo que lo que sucedería a partir de ese momento, iría mucho más lejos de lo que había imaginado en un principio.

Los hombres procedieron a tocarla sin temor, ella giraba su cara al lado contrario de donde iban las manos, y cuando estas se juntaban, lo hacía hacia el techo, siempre con los ojos cerrados y con las lágrimas rodando por su mejilla.

De las manos, pasaron a las lenguas y la boca, que recorrían los pezones. Su llanto ahora era sonoro y sus súplicas tambien.

Por favor, ustedes tendrán mujeres, novias, madres. Imaginen si les hicieran esto a ellas, por favor, devuélvanme a mi hijo, y déjenme marchar.

Los dos hombres siguieron con sus caricias, y sus manos fueron bajando lentamente por sus caderas, y estómago hasta llegar a su pequeño tanga.

Ruth, sólo decía en voz baja, por favor......... por favor..............

Las manos de los dos hombres acariciaban sus caderas, y la parte baja de su vientre. Entonces Marlo dio la orden............... Proceded, muchachos.

Noooooooo, por favor, gritó la chica, mientras los dos esbirros tiraban de la goma de su tanga y lo deslizaban por sus piernas hasta sacarlo por sus pies.

Su sexo, con tan sólo un poco de vello por encima de su rajita, quedó al descubierto. Intentó voltearse, para evitar seguir mostrándolo, pero las órdenes fueron concisas. Ruth, haz lo que se te dice, colócate como estabas antes, y no hagas nada mientras no se te mande. Por el amor que tienes a tu hijo, no hagas más tonterías.

La mujer, totalmente desnuda, miraba al techo de la habitación, aunque cerraba sus ojos la mayor parte del tiempo. Los dos hombres se apartaron y dejaron sitio a Marlo, quien se sentó en las postrimerías de la cama, y comenzó a acariciar sus piernas, sus pecho...............

Sus manos se movían por todo el cuerpo, hasta que llegó a su sexo, y comenzó a jugar con los pocos pelos que cubrían la parte de arriba de su sexo. Bajó un poco la mano, y pasó lentamente los dedos por la vagina.

Por su parte, Ruth, mantenía sus piernas totalmente cerradas, a lo que Marlo, ordenó que las abriera.

Ya no tenía fuerzas para gritar, sólo lloraba. Sus lágrimas caían por su cara.

Marlo tuvo que repetir una vez más su amenaza, y la mujer obedeció, quedando sus pies a ambos lados del colchón, y su sexo, abierto.

El mafioso, cogió un bote de crema lubricante. Lo abrió y tomó abundantemente en sus dedos, los cuales, fueron a parar al sexo de Ruth. Primero lo pasó por fuera, cubriendo todo, y posteriormente, volviendo a coger crema con sus dedos, se dirigió directamente a su vagina, y empezó a meter y sacar dos dedos. Lo hizo varia veces, hasta que consideró que tenía suficiente crema en su sexo.

Mientras esto sucedía, la mujer seguía agarrada a los barrotes, y cubría su humillación moviéndose como podía, levantando su culo y su cuerpo, pero sin dejar de mantener las piernas abiertas y las manos agarradas.

Las risas, los comentarios hacia su cuerpo y a sus movimientos, la hicieron quedarse quieta, aunque toda la adrenalina y tensión, salió por sus ojos en forma de lágrimas.

Marlo se levantó y dijo de nuevo a los dos hombres que procedieran.

Ruth se dio cuenta de lo que pretendían y comenzó a gritar de nuevo, primero suplicando, y después insultando pero sin parar de llorar.

Uno de los hombres se situó sobre ella, apartándose un poco para que la cámara pudiera ver como su pene erecto comenzaba a penetrar el coño de Ruth. Eran penes grandes, pero la lubricación que artificialmente le habían aplicado, hacía que se deslizase perfectamente. Lo que ella no sabía es que los hombres que estaban jugando con ella eran actores porno.

Empezó a penetrarla de forma lenta, de cara a la cámara que no perdía detalle de cómo su miembro entraba en el sexo de la joven madre.

El otro hombre, acercó su miembro a la boca, y la otra cámara le siguió. Los gritos de la mujer se vieron ahogados en el momento que introdujo su polla dentro de su boca, lo que provocó las risas del resto de asistentes.

La penetración duró varios minutos en la que sólo importaba lo que viera la cámara y sobre todo como un pene de veinte centímetros se introducía dentro de Ruth. Por su parte, la mujer no podía absorber todo el pene en su boca, y su garganta golpeaba antes de introducirla totalmente.

Marlo la ordenó que se pusiera a cuatro patas, y volteada, se volviera a agarrar a los barrotes. De nuevo, tomó el frasco de crema pero esta vez el destino fue el ano.

Introdujo su dedo, hasta que este se deslizó con suavidad. Entonces, de nuevo se levantó y dejó a los actores que siguieran con su juego.

Un grito desgarrador hizo saber que el pene se había introducido en el culo de la mujer. Una cámara se posicionaba justo en el punto de penetración, mientras que la otra, se fijaba en su cara, totalmente cabizbaja y llorosa.

Cuando hubieron terminado, la permitieron vestirse de nuevo. Eso si, no pudo encontrar ni las bragas, ni el sujetador. Al preguntar por sus prendas, todos se echaron a reír.

Ruth, aún llorando pidió que le devolviesen a su hijo, mientras se ponía de nuevo el vestido.

Tranquila, no quieres tus prendas íntimas? Vas a irte a casa sin bragas? Sólo tienes que ganártelas.

No te preocupes, él está bien, ahora te lo traerán. Pero primero, que mis hombres te hagan unas fotos de recuerdo, eso si, un poco subiditas de tono. Sólo me han pedido eso, y no quiero negarme a ello.

Por favor..........., ya han filmado una película, qué más quieren de mi? Si me hacen fotos, sabe dios que harán con ellas.

Marlo sonrió y respondió. Es justo. Tapadle la cabeza, que no se le vea la cara.

Ruth aceptó para conseguir su tanga. Después de todo lo que había pasado, unas fotos no iban a empeorar la situación.

Quería terminar esa tortura cuanto antes. Marlo le dijo que no era necesario que volviese a quitar el vestido, que bastaría con que se desabrochase los botones delanteros, para dejar sus pechos al aire, y subirse un poco la falda, para mostrar sus coño ante los flashes de las cámaras.

La hicieron abrirse de piernas, su coño aún brillaba por la lubricación. Tuvo que situar su cuerpo en posiciones eróticas. En una de las fotos, separó sus labios vaginales para cumplir los deseos de uno de los sicarios.

La permitieron vestirse después de la sesión de fotos en la que su cara había sido ocultada. Ruth pidi

ó su ropa interior, y riendo, le dijeron que se la habían enviado a casa.

Le entregaron al niño y aún la hicieron estar en la casa unas horas más. Después le taparon los ojos. Un coche la llevó hasta un punto cercano de la urbanización donde vivían.

A los pocos minutos, llegó a casa con un ataque de nervios. Se abrazó a su marido.

Este le preguntó si estaba bien, y la respuesta fue que si. Sólo había sido un susto. A partir de ese momento no volvería a salir sola.

El juez había visto toda la cinta. Incluso estaba filmada el chantaje final en el que había sido fotografiada.

Un epílogo de Marlo al juez, daba por finalizada la película.

Tal vez mandemos esta cinta, o parte de ellas a algunas personas. Lo mejor es que nadie te lo dirá nunca. Nadie te dirá que ha visto a tu mujer follar con otros.

Mientras, Ruth buscó en el buzón sus prendas, que no encontró. A los pocos días, aparecieron en su cajón donde solía guardarlas. Pidió explicaciones a la empleada del hogar, y respondió que había lavado ropa, y eso se encontraba en la cesta, como solía ser habitual.

El juez no mencionó nada de la película. Ruth no dijo lo que había sufrido una violación, que había sido filmada, que había sido fotografiada en posiciones eróticas y que había sido humillada como nunca.