La mujer del empresario. Episodio 3
Han pasado 4 meses desde que Miguel y Perecet follaron a Raquel y a su madre. Ojo, sexo no consentido
EPISODIO III
EL LÍO
Raquel llevaba varias semanas sin venir a clase. Incluso antes de que dejara de asistir al colegio ya la encontraba rara, apática, sin rastro de su vitalidad y simpatía.
Qué cosas tenía la vida. Había conseguido follársela, nada menos que a la tía más buena y deseada de todo el colegio y ahora va la tía y desaparece. Con lo feliz que era viéndola cada mañana y pensando “te he follado el coño, me he corrido dentro y lo mejor es que tú no lo sabes”. Qué felicidad saber que ella desconocía su secreto; que le había metido la polla en su boquita de miel y ella ni se había enterado; que se había pajeado con su manita de princesa mientras veía como su padre le llenaba su coñete de semen.
Ahora sin ella no podía regodearse de su suerte. ¿Qué le habría pasado? Tenía que verla. La deseaba con todas sus fuerzas. El coño de su madre a la que se follaba varias noches a la semana no era suficiente para aplacar su deseo. Ni tan siquiera las nuevas fotos de su hermana follando con su novio por el culo le excitaban tanto como el recuerdo de Raquel desnuda. Al menos no tanto como el recuerdo del polvo que le echo a la bruja de su madre.
Al llegar a casa, su madre le dio el recado. El señor Perecet había llamado y quería verle. No sabía si alegrarse o mal decir su suerte. Ese hombre siempre terminaba jodiéndole de alguna manera, la última vez en sentido literal. No obstante había 2 mujeres en su casa que él se moría por volver a ver.
Miguel permaneció sentado en una de las butacas del despacho de Perecet mientras le escuchaba. Sudaba a mares, estaba mareado y casi a punto del desmayo. El señor Perecet no paraba de hablar mientras se movía de un lado a otro nervioso.
-¿Raquel embarazada?
-Te lo juro Miguel. Y tú puedes ser el padre.
-Pero… pero… si solo se la metí un ratito, el tiempo justo de correrme dentro. Usted estuvo dale que te pego todo el tiempo.
-Ya pero te corriste dentro, ergo… también la pudiste preñar.
-Solo fue una vez nada más y no me corrí mucho. –gemía.
Miguel tenía la boca seca. Maldita sea su suerte, mira que dejarla embarazada y todo por querer correrse dentro de ella. Sería imbécil.
-¿Y no habrá sido alguno de los tíos con los que folla?
-Uf, calla, calla, que resulta que Raquel era virgen después de todo.
-¡NO ME JODAS! P…Pero si eso es imposible. Los 2 vimos sus fotos guarras. Vimos como se metía consoladores por el coño y el culo. Tú mismo dijiste que en su coño tu polla entraba fácilmente debido a lo puta que era.
-Pues resulta que el coño lo tenía así solo de masturbarse con su consolador. Nunca ha estado con un hombre. Reservaba su cuerpo para el matrimonio.
-¿El matrimonio? Y si quiere llegar virgen ¿por qué se masturba?
-Porque una cosa es ser virgen y otra una frígida. Ella quería regalarle a su hombre ideal lo mejor de si misma en la noche de bodas.
Se quería morir. El año siguiente empezaba en la universidad y ese incidente jodía sus planes, le jodía la vida, iba a ir a la cárcel por violador.
-¿Y Raquel sabe que uno de nosotros puede ser el padre de su hijo?
-Creo que sospecha de mí.
-¿Y eso?
-Ejem… verás. –comenzó a decir Perecet dubitativo. –Es que he utilizado alguna vez más el sedante que me dejaste. Y… el caso es que… la última vez se despertó mientras me la estaba follando.
-¿Cómo diceeee?
-No veas como se puso cuando me vio brincando sobre ella. Se puso a gritar y a darme manotazos como una loca. Joder, en el mejor momento, justo cuando iba a correrme. Tuve que sujetarla para poder terminar el polvo.
-Pero, pero, no me lo puedo creer. Su hija estuvo despierta mientras la violaba y usted siguió forzándola ¿solo para correrse dentro?
-Y qué más da. Si ya me he estado follando durante más de 4 meses casi a diario, ¿qué importa que me corra dentro una vez más?
-¿Cuatro meseees? ¿A diarioooo?
Miguel estaba atónito. Se había follado a su hija una centena de veces y lo decía como si nada.
-El caso es que en casa se ha montado un follón del copón. Menudo cabreo que tiene Raquel. Llevaba tiempo preocupada porque estaba cogiendo peso de manera inexplicable a pesar de que hacía más ejercicio pero como me pilló follándomela pues se ha hecho las pruebas de embarazo y claro, resulta que su sobrepeso se debía a que está de 4 meses… buf, ahora me quiere matar. ¡Pero si todavía no sabe si es mío! ¿Te lo puedes creer?
-Se la ha follado más de 100 veces ¿Y todavía tiene dudas de que usted sea el padre?
-Oye, no te confundas, que si ella está embarazada de 4 meses es porque tuvo que quedarse preñada el día que la follamos los 2 y teniendo en cuenta que mi mujer también está preñada y que eres el único que se la ha follado en el último medio año, lo lógico es pensar que también hayas hecho diana con Raquel.
-¿SU MUJER TAMBIÉN ESTÁ EMBARAZADAAAA? Pero… pero... ¿¡Qué me está contando!?
-Pues sí, resulta que ella también estaba mosqueada porque estaba cogiendo peso sin motivo aparente así que después de que me pillara follándome a nuestra hija, también se hizo las pruebas.
Se hizo una pequeña pausa.
-Y a esa sí que la has preñado tú. En eso no hay duda.
-P…Pero ¿y ella sabe que he sido yo?
-Bueno, pues sí, se lo he dicho yo.
-¿Y por qué cojones hace eso? ¿Por qué me tiene que meter a mí?
-Joder, porque las 2 se pensaban que las había preñado yo. Y eso no es así, has sido tú, Miguel, son tus hijos, no míos, afróntalo.
-Ay dios, no me llega sangre a la cabeza. ¡Este tío es imbécil!
En contra de todo lo que se pudiera pensar, Miguel se casó con Raquel y se fue a vivir a casa de sus suegros con ella. Lo cierto es que pesó más el “qué dirán” que cualquier tipo de justicia.
La hipócrita cultura rancia que los Perecet profesaban y muy en especial la señora Lourdes Loma arreglaron un apresurado matrimonio de conveniencia entre su digna hija y Miguel Montes. A la celebración solo acudieron 6 personas: los novios y los padres de ambos.
-Ay hijo. –Decía la madre de Miguel. –Mira que dejar embarazada a tu novia.
-Ya ves mamá. No quería que hubiese sido así pero…
-Y yo que ni tan siquiera sabía que salías con nadie. Eres una caja de sorpresas.
-“Si tú supieras.” –pensó Miguel.
Si su madre supiera que el hijo que esperaba su reciente esposa no era suyo sino de su suegro y que su verdadero hijo estaba en la barriga su suegra que disimulaba su tripa con un vestido holgado…
No hubo celebración ni convite. Después de las firmas de rigor en el ayuntamiento cada cual se fue a su casa. Los recién casados tendrían su residencia habitual en el mismo chalet que los Perecet donde se había amueblado un dormitorio para que fuera su lecho nupcial.
-Mi madre dice que debo ser complaciente contigo en la cama y corresponder como una buena esposa a pesar de que te detesto casi tanto como ella. Eso será lo único que obtendrás de mí.
Miguel no comprendía como después de violar a Raquel le obligaban a casarse con ella incluso quedando probado científicamente que el hijo que esperaba era fruto de su propio padre y no suyo. Por otro lado y siguiendo con sus costumbres tan absurdas como hipócritas su mujer le debía sumisión en la cama. Podría decirse que la obligaban a dejarse follar por el hombre que la acababa de violar, ¡increíble!
Notó como una mano fría se posaba en su cuello desde atrás.
-Nunca olvidaré lo que me has hecho, Miguel. –dijo la voz tras de si. -Drogarme y violarme hasta dejarme embarazada. No sabes el asco que siento cada vez que pienso que me has metido tu pene y has eyaculado tu semen dentro de mí, monstruo asqueroso.
-N…No sabía lo que hacía. Cometí un error. Le he pedido perdón decenas de veces.
-Tu perdón no me libra de mi embarazo. –contestó Lourdes Loma. –Ni del de Raquel.
-A Raquel la ha dejado embarazada su marido no yo.
-Cuestión de suerte, tú también la montaste aquella noche.
Lo que desconocía su suegra es que hubo más de cien noches como aquella para su hija y que la suerte había sido que no tuviera un embarazo múltiple.
Pasaron los días en aquella casa y a los días le sucedieron las noches. Miguel disfrutó todas y cada una de esas noches de Raquel como si fueran las últimas. La folló todas las veces que pudo y de todas las posturas posibles con cuidado de no dañar al niño que llevaba dentro. Ella no gozaba ni participaba con él pero eso a estas alturas eso le daba igual.
Días más tarde Miguel se encontraba en casa de sus padres, haciendo una visita de cortesía, con los 4 miembros de su familia sentados a la mesa. Ya en los postres, la madre de Miguel y su padre les dijeron a sus hijos que debían darles una noticia. Fue su madre la que habló.
-Miguel, Iria… no estaba en nuestros planes… por lo visto no hemos tomado las debidas precauciones y… vais a tener un hermanito, estoy embarazada.
Miguel, que estaba bebiendo un vaso de agua, se atragantó y comenzó a toser.
-Pero, tjo, tjo, pero… ¿tú no tomabas la píldora?
-Uf, hace meses que no la tomo y para las veces que tu padre y yo lo hacemos, utilizamos condones. Por lo visto alguno debió fallar así que… estoy de 2 meses.
A miguel no le llegaba la camisa al cuello. Había preñado a su propia madre. Había pasado meses follándosela casi a diario sin ningún tipo de protección y la había preñado. Se había colado entre sus piernas tantas veces como las que ella tomada el “Sedalent” y su padre hacía turno de noche. Esto no podía pasarle a él.
-Bueno, no es para tanto, no te pongas así. –dijo su padre.
-No, no es por eso, es que… es que… no me lo esperaba.
-Pues venga, alegría y brinda conmigo. –cogió un vaso de agua y brindó con su hijo.
-Yo también tengo otra noticia que daros. –intervino su hermana.
Se hizo el silencio
-También estoy embarazada. Y no lo entiendo porque lo dejé con mi novio hace meses.
Su padre escupió el agua que estaba bebiendo sobre Miguel y empezó a toser.
-P…Pero ¿tú no estabas tomando la píldora? –preguntó su padre.
-Dejé de tomarla cuando corté con mi novio. Eso es lo que no entiendo porque al parecer también estoy de dos meses.
Su padre se aflojó la camisa y volvió a beber agua. Esta vez la bebió a raudales mientras sudaba profusamente.
Miguel miró a su padre que parecía que se iba a desmayar de un momento a otro, después miró a su hermana y de nuevo miró a su padre.
-¡Será cabrón! –pensó. –El puto Sedalent.
Horas más tarde, cuando Miguel volvió a su nuevo hogar en el chalet de sus suegros, era ya muy tarde. Subió las escaleras hacia su dormitorio con sigilo. Al entrar en el cuarto vio a Raquel, su mujer, tumbada boca arriba sobre la cama. La luz de la mesita de noche iluminaba su cuerpo desnudo. Su barriga prominente y sus enormes pechos hinchados la hacían si cabe más hermosa. Entre sus piernas, también desnudo, se encontraba su suegro que las sostenía en alto por los tobillos mientras la follaba rítmicamente. Sus tetas se bamboleaban con cada envite dibujando círculos en el aire con sus pezones.
-Joder, Miguel. Que susto me has dado. ¿Has traído más Sedalent?
Dejó un frasco sobre la mesilla que alegró la vista de su suegro.
-Menos mal, esta noche he utilizado lo último que quedaba.
-¿Tu mujer también está dormida?
-Como un tronco.
Miguel abandonó a su esposa con su padre, cruzó el pasillo y se metió en el dormitorio de su suegra. Una vez desnudo se metió en la cama con ella y palpó su barriga.
-Llevas a nuestro hijo aquí dentro. Podrás odiarme lo que quieras pero sigue siendo nuestro hijo por lo que tú y yo siempre tendremos algo “nuestro”. Ahora con tu permiso voy a lamerte el coño, voy a follártelo muy despacio y después voy a darte por el culo. Te recomendaría que pruebes a dar por el culo a alguien pero eso ya lo haces conmigo cada día.
Aquella noche Miguel se corrió varias veces al igual que Don Luis mientras Lourdes Loma y su hija Raquel dormían plácidamente.
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