La mujer del boliche.

Primera experiencia (fugaz) lésbica.

Lorena era una muchacha joven y muy bonita, de cabello largo teñido de fucsia, ojos miel, un escote generoso, cintura delgada, piernas largas y un buen traste. Disfrutaba de pavonearse en los boliches con su movimientos sensuales al ritmo de la música que pasaban en los altoparlantes de un boliche que frecuentaba los fines de semana con sus amigas, seduciendo a los hombres y despertando la envidia/atracción en las mujeres, de lo cual era conciente, pero nunca se tiraba a una chica.

Una noche, sus amigas se fueron temprano del boliche, y Lorena se quedó sola en medio de la pista de baile, recibiendo palmas y chiflidos por su danza sensual. De repente, sintió una manos posarse en su cintura, muy delgadas para tratarse de las de un hombre, se giró despacio, sin dejar de menear sus caderas, y se halló frente a una mujer de su edad, muy linda, de cabello oscuro, ojos café y sonrisa seductora. La miró de arriba a abajo reparando en su prominente escote, llevaba puesto un mini-vestido rojo o naranja, por la escasa luminosidad del boliche no pudo distinguir bien el tono de la prenda, y unos tacos negros o azules con plataforma. Volvio a subir la mirada y le mujer la sedujo con sus redondos ojos cafés. Continuó danzando, y ella le siguió el ritmo. Se le acercaba cada vez mas, con las manos pegadas a sus caderas, sus pechos se rozaron hasta frotarse, y los hombres aullaban como lobos en celo. La tela del mini-vestido se pegó al abdomen de Lorena, desnudo por un top con estampa de corazón en lentejuelas plateadas, las manos subieron a sus hombros, y cuando se quiso acordar, la estaba besando, suave y despacio, lamiendo sus labios. Lorena abrió la boca para suspirar y la mujer ahogó su suspiro metiendo su lengua en su cavidad bucal, enredandola con la suya. Lorena saboreó los labios suaves y carnosos de esa completa desconocida, excitándose ante cada roce de su lengua, y cuando por fin se separaron de ese largo e intenso beso, la gente ya no las miraba ni los hombres aullaban como imbéciles.

Lorena se había quedado con ganas de mas, y la desconocida pareció percibirlo, porque la tomó de ambas manos, arrastrándola hasta debajo de las escaleras que llevaban al sector vip y la acorraló contra la pared. Estaba un poco oscuro, apenas podían ver el rostro de la otra, pero eso no impidió que hallara sus labios y la besara salvajemente manoseando sus senos por encima de su top. Lorena estaba sorprendida y excitada, con sus brazos a los costados, paralizada de placer. Ella le besó el cuello y la línea del escote, levantó su top arrugándolo por encima de sus senos desnudos, los manoseó un poco y se puso a lamerlos y a chuparle los pezones con la fuerza de sus labios. A Lorena le encantó, tanto que sus bragas comenzaron a mojarse. La mujer de cabello oscuro la volvió a besar, deslizó su mano hacia su entrepierna y la frotó un poco, lueo bajó el cierre del mini-short rojo que traía puesto, y metió su mano bajo la tela de sus bragas. Lorena se estremeció cuando sus dedos hallaron el clítoris y los estimularon con movimientos circulares. Gimió como loca y se corrió en pocos segundos, empapándole los dedos con sus jugos.

Después la mujer se puso de cuclillas, le bajó el mino short hasta las rodillas, y le dio lenguetazos a su inflamado clítoris, para luego ingullirlo con sus labios, chupándolo con delicadeza. A LOrena se le extraviaron los ojos, gemía extaciada de placer y se corrió facilmente por segunda vez. Cuando terminó de correrse, sintió una extremidad vizcosa penetrar su vagina, sacudiendose en su interior como una serpiente, la punta de la nariz frotaba su clítoris en un movimiento de vaivén, jadeó tensionando sus piernas y abdomen, sintiendo que se quedaba sin aire, y al correrse por tercera vez consecutiva, aflojó todo su cuerpo resbalando un poco con su espalda contra la pared, despidiendo jugos orgásmicos del interior de su vagina que fueron a parar dentro de la boca de la desconocida.

Ella se puso de pie, ayudándola a incorporarse, y por primera vez habló, acariciando su mejilla con sus dedos, para preguntarle si le había gustado. Lorena asistió con la cabeza, tratando aún de recuperar el aliento. La mujer la besó con suavidad y Lorena se sorprendió de sí misma al percatarse de que le estaba manoseando los senos, pero no dejó de hacerlo. La mujer de apartó apenas de sus labios, se bajó los tirantes de su mini-vestido, dejando expuestos sus grandes tetas, las cuales Lorena manoseó sintiendo cómo los pezones se endurecían entre sus dedos. Bajó a lamerlos y chuparlos, uno a uno, presionándolos suavemente con sus finos labios. Le acarició el culo a la desconocida por debajo de la tela del mini-vestido, tocando los tirantes de una tanga. Ella se subió la falda de su prenda, Lorena se agachó sosteniéndose sobre las plantas de sus pies, y con ardiente desesperación le bajó la tanga hasta los tobillos y hundió su nariz en el hueco entre las piernas. Lamió sus labios vaginales y la punta de su lengua halló el clítoris, y se puso a chuparlo ejerciendo un poco de presión, con su mirada lujuriosa clavada en los ojos de una bella mujer con las tetas al aire que le acariciaba la cabeza como a una perrita faldera que ruega por una muestra de afetcto.

Lorena nunca creyó que sería tan rico sentir una vagina lubricada, y esos jugos que fluyeron sin control empaparon los bordes de sus labios, los cuales se relamió orgullosa de haberle hecho alcanzar el clima a esa diosa. Se reincorporó y la besó presionando su nuca. Le gustaba besarla, era deliciosa y la mantenía excitada. La mujer le había vuelto a subir sus bragas y el mini-short, subiendo el cierre sin dejar de besarla, le bajó el top, y luego se apartó de ella para subirse la tanga, estirar su mini-vestido y acomodarse los tirantes sobre los hombros, escondiendo sus grandes tetas. Volvió a acariciar su mejilla con una sonrisa de satisfación, le dijo que lo había hecho genial, y sin darle tiempo a nada, dio media vuelta y se perdió entre la multitud, quienes no las habían visto ni oído por el alto volumen de los altoparlantes.

Lorena no podía creerlo, la dejaba así, sin despedirse, como si fuese un objeto sexual desechable, con un alto grado de excitación que continuó recorriendo su cuerpo por un buen rato. Se propuso volver a verla y encararla, pero los fines de semana que siguieron no volvió a saber de ella. Suspendió su búsqueda al cabo de un mes, con las esperanzas perdidas. En cambio, no perdió las ganas de seguir danzando en medio de la pista de baile, cambiando su táctica de seducción, dirigiendo su juego de miradas seductoras hacia la primera mujer que pillarba observándola con interés.


Espero que este relato, corto pero intenso, sea de su agrado ;-)

Hasta la próxima!

  • Brasita