La mujer de mi soledad...

Una mujer conocida a través del chat, le lleva por un camino de lujuría...

Me acerqué a recogerla cerca de su casa con mi coche. Aquella mañana hacía mucho calor, el aire acondicionado del auto se resistía a refrescar mis calores...

A las 6:30 AM. , recibí su llamada, despertándome de un sueño reconfortante. Como siempre, su esposo, la había dejado insatisfecha en la noche, dejándola con una calentura indigna. Solo nos habíamos visto una vez, pero nuestra relación venia de largo, tras muchas conversaciones por Internet y por teléfono.

Contábamos con muchas horas de sexo hablado y escrito juntos... hoy sería la primera vez que nuestros cuerpos se unirían.

Llegué cerca de su casa, y mas adelante vi una figura familiar. Un vestido liviano, se pegaba a sus caderas remarcando sus caderas y resaltando sus senos. Su cabello caía en sus hombros con desdén, mientras aspiraba el humo de un cigarrillo.

Subió presurosa a mi coche, apenas me detuve, mirando a los lados con la pena de ser vista junto a un desconocido. Un beso tierno en los labios y el perfume que inhalé, hizo que mi mano se dirigiera a su entrepierna, comprobando que no lleva puestas las braguitas con gran regocijo por mi parte. La miré complacido al constatar que había hecho caso a mi demanda de no ponerse nada debajo del vestido, mientras ella me apresuraba por salir de allí.

Llegamos al parking del hotel y levanté el vestido ansioso por ver su pubis depilado, abrió sus piernas para mejorar mi vista del horizonte y vi con deleite un trocito de carne rosada y brillante en medio de su chochito. Llevé un dedo a mi boca llenándolo de saliva y lo dirigí allí, recorriendo la rajita y separando los labios, mientras jadeaba... Intente bajar el vestido en el momento que se acercaba el vigilante del parking, como pudimos, y arreglando su vestido, nos dirigimos al ascensor. Allí la rodee con mis brazos y con mis manos subí el vestido mientras la estrechaba contra mi pecho, mirando al espejo y viendo su culito redondo, blanco, durito... Un precioso liguero negro se vislumbraba a los lados de sus muslos – preciosos por cierto – sujetando sus medias negras. Mis manos acariciaron su culito, abriéndolo para contemplar el paisaje de su ano y su vulva depilada. Su pequeño ano y su chochito brillando por los jugos propiciados por la excitación...

Entramos a la habitación, sin dejar de besarnos y tocarnos por todos los sitios de nuestros cuerpos. Cerca de la cama, me empujó sentándome con cierta perplejidad por mi parte. Puso música, y comenzó a contonearse al ritmo. Sus movimientos sensuales, parecían sacados de las odaliscas de las mil y una noches. Paseaba sus manos por el contorno de su figura, agarrando sus pechos por encima del vestido y luego pasándose una mano por encima de su pubis, mientras ejecutaba movimientos cadenciosos con sus caderas.

Al rato, empezó a desabotonar su vestido... lentamente, sin dejar de moverse al ritmo de la música... primero uno, luego otro... así hasta dejar abierto por delante el vestido enseñando sus senos embutidos en un sujetador negro que los resaltaban sobre su blanca piel. Con movimientos sensuales desplazó un hombro del vestido por su brazo, luego el otro... y sin dejar que cayera, arrastró con sus manos por el resto de su cuerpo dejándolo caer a sus pies. Se acercó como una gatita en celo a mi cara, dejando ver de cerca sus preciosos senos, que no tapaban mas que lo mínimo para sujetar enseñando parte de una aureola oscura.

Se retiró deprisa sin dejar que mis manos acariciaran ese bien preciado y continuo con su baile.

Miraba absorto, como sus piernas dejaban ver la rajita depilada con cada movimiento, mientras con una mano bajaba un tirante de su sujetador, ocultando el seno con una mano, y luego el otro... Con sus manos cruzadas en el pecho y con pose imitando a Marilyn, sacó el sujetador elevando la mano al cielo y enseñando sus preciosas tetas.

Se acercó a mí, de nuevo, poniendo al alcance de mi boca el preciado tesoro.

Mis manos cayeron en sus tetas, como atraídas por un imán, acariciando su contorno. Los pezones se erectaron, mas si cabe, al contacto de mis manos.

Atraído por ellos, mi boca atrapó un pezón chupando y mordisqueándolo correspondido por unos leves gemidos emitidos por ella. Primero uno, después el otro... Cogió mi cara con sus manos y se fundió en un beso con pasión pero sin furia contra mis labios. Mientras desabotonaba mi camisa con premura, casi arrancando los botones del ímpetu. Paseó su boca y su lengua por mi cuello, bajando a mi pecho ya desnudo. Mordisqueo mis pezones, ofreciéndome una sensación extraña y placentera, casi dolorosa. Disfrutando y con los ojos cerrados me recosté en la cama facilitando el recorrido por mi abdomen. Me dio mordiscos suaves por todo, chupando y soplando, hundiendo su lengua en mi ombligo, produciéndome pequeños espasmos en su viaje por mi cuerpo.

Me desabrochó con parsimonia el pantalón, abriéndolo y mirándolo con cara perversa... Mi pene estaba casi en su máxima expresión y ella lo veía por encima del pegado bóxer negro. Me dio un mordisco en el pene por encima de la tela, mientras subía mis caderas para facilitarle la labor de sacarme los pantalones. Luego, con los dientes, tiró de mi bóxer liberando esa carne dura y caliente, que casi le golpeó el rostro.

De rodillas en el suelo, procedió a quitar mis zapatos y calcetines y saco los pantalones y el bóxer, dejándome desnudo con la camisa abierta y tumbado en la cama. Abriéndome las piernas comenzó a besar la parte interna de mis muslos, prodigando besos húmedos y suaves mordiscos.

Llegando a mi sexo, sujeta mis testículos con una mano y comienza a pasar su lengua por la base de mi pene apoyado por delante en la palma de su otra mano.

Lo recorrió como si fuera una paleta, de arriba abajo deteniéndose pasando la punta de su lengua donde se junta el glande con la base. Sin esperarlo aun, engulló con su boca mi pene, notando un respingo al contacto de la humedad y el calor de boca con él. Lo apretaba con sus dientes y pasaba su lengua por el glande y lo metía dentro de su boca, en la profundidad. Iniciando una mamada, metiendo y sacando mi pene en su boca. La apretó con su mano mientras acompañaba el movimiento de arriba abajo y con la otra mano masajeaba los testículos. Jugando con su lengua por los bordes y metiendo la punta en el orificio. Oía sus suaves gemidos –Uhmmmm! – y abrí los ojos mirando como saboreaba mi pene y lo disfrutaba. Sentía ganas de explotar, cuando ella me dijo:

-¿Quieres venirte en mi golosa boca? ¿Quieres dejar tu leche en la boca que te ha mamado a placer?

Sin contestarle, cogí su cabeza entre mis manos dejando mi pene en su boca y sentí como el primer chorro de mi leche llenaba su garganta, y otro mas... Ella abriendo su boca me dejó mirar como entraba mi lefa y se escurría por la comisura. Despacio, como saboreando, ella limpió mi pene del rastro de mi leche, dejándome desfallecido de placer.

Sin mediar palabra, se puso encima de mi cara abriéndose de piernas para enseñarme como se acariciaba. Abrió sus labios mostrando un chochito totalmente húmedo y sonrosado. Sus dedos se movían por la rajita hasta que llegando a su clítoris y con el dedo mojado lo rozó en movimientos circulares y suaves sobre él.

-Ahhhhh! Ahhhhh! – Gritaba mas que gemía.

Veía con sumo placer como se hinchaba su chochito, mientras iniciaba un intenso orgasmo que hacía resbalar sus jugos por sus piernas. Con dos dedos, mojé en sus jugos llevándomelo a la boca y le dije:

-Acércamelo a mi boca cielo.

Sin apenas dilación me encontré paseando mi lengua por sus pliegues notando el orgasmo que no acababa de terminar.

-uhmmmm! Uhmmmmmmm!- gemía disfrutando del suave tacto de mi lengua, y empalmando con su decadente orgasmo, explotó en otro mas potente aun.

-Siiiiiii!!! Sigue!! Ahhhh!!! – Gritaba ella desaforada e incontrolada por el gran placer que sentía y al segundo caía desplomada sobre mí con la respiración agitada y su corazón palpitando.

Me besa sorbiendo los jugos de ella en mi boca, un beso dulce, suave, tranquilo...

Noto las palpitaciones de la sangre llegar al glande de mi pene recuperado de su particular batalla.

Me coloqué encima de ella, abriendo sus piernas y sujetando por los tobillos en alto, penetrando su vagina mojada, facilitada la entrada y salida por la inmensa cantidad de jugos en ella. Inicié un mete saca lento pero profundo, notando las paredes calientes de su vagina, llenándola con mi carne dura y dándonos placer.

Puse sus piernas sobre mis hombros dejándome caer y metiendo y sacando con mas rapidez, oíamos el chapoteo escandaloso de nuestros roces.

-Más!Mas! Ahggggggg!! –Gritaba poniéndome mas furioso en mis envites.

Vi , con deleite, que esta posición dejaba antojable su ano y acerqué un dedo introduciéndolo...

-No! No metas el dedo! Mete tu verga!

El ano estaba tan mojado como su chochito, así, que sacándolo de su sitio lo encaré en su agujero. El glande entró con facilidad, dada la lubricación existente...

-No me duele, mételo todo! –Gritó ella en una exhalación.

Con el beneplácito, empuje con la cadera mi cuerpo enterrando todo mi ariete en su interior. Entrando y saliendo suavemente, miraba la cara de zorrita satisfecha que ponía.

-¡Que rico se siente! Es diferente. Me gusta. Sigue!- Me decía con los ojos cerrados mientras arañaba mi pecho.

Imprimí un ritmo mas veloz, notando como su cuerpo se arqueaba sintiendo el preliminar de una explosión de placer. Mis testículos golpeaban contra su culito, mientras ella gritaba como loca. En segundos, ella, entró en convulsiones ahogándose con sus propios gritos y un orgasmo bestial la sacudió desde la cabeza a los pies, obligándome a llenarla con mi leche y acompañarla en un placer inenarrable.

Caí desplomado a su lado colocando el brazo para que ella se apoyara en mi pecho. Con su mano jugando con mi vello, nos quedamos dormidos.

A media noche, me despierto encontrándome solo. Una nota en la almohada.

" Gracias por tan increíble día, amor mío. Mi marido sale de viaje por una semana, te espero después del medio día."