La mujer de mi isla

Un hombre construye un paraiso en una remota isla del Pacífico,lejos de la voragine de la civilización. Pero necesita de...

LA MUJER DE MI ISLA

Llevo muchos años viviendo solo en esta isla. Situada en medio del Pacífico. En ella he construido una cabaña. Palmeras, arbustos y maleza me han servido para guarecer de la intemperie a libros y a cuadernos que utilizo para escribir. De mi antigua vida sólo conservo un aparato de música que llena a mis silencios de melodías. Atrás quedaron la televisión, celular, internet….y todos esos artefactos del llamado mundo contemporáneo En las mañanas camino hacia la blanca y cálida arena de la playa. Es como una alfombra bajo mis pies. Trepo a una duna y desde ese lugar puedo contemplar desde las verdes montañas de la costa hasta la lejana y horizontal línea azul. Me gusta el sonido del mar cuando las olas rompen contra las rocas y levantan una gran cresta de espuma. Otras veces me tiendo boca arriba para contemplar el cielo claro y sin nubes.

Pero en mí habita un secreto deseo. Pues este paraíso está incompleto. Y por ese motivo antes de regresar a la cabaña, dejo sobre la arena una rosa roja. Las olas se acercan pero apenas la humedecen . Las olas respetan sabiamente a los símbolos , a las plegarias de amor.

En las noches . Hay un sueño recurrente: Aparece una mujer, entre sus cabellos largos y negros, una rosa roja. Su rostro se acerca a mí. Y me susurra: Alejandro, espérame, espérame desnudo al atardecer.

Hoy presiento que algo va a ocurrir . Visito la playa como es costumbre . Sentado bajo las palmeras, desnudo. Huelo la salobre brisa. El sol es un disco naranja que embriaga al ambiente. Cierro los ojos para retener, fijar la imagen en mi memoria, y al abrirlos. La veo saliendo del mar. Alta con una larga melena negra que acaricia como para sacar algo de agua, la rosa entre sus cabellos. Se encamina hacia mí . Parpadeo temeroso, pues podría ser sólo una ilusión., una fantasía interpolada al mundo real por mi inclemente soledad.

Pero no. Cuando la tengo frente a mí la observo con asombro, pues es la mujer de mis sueños.

Se detiene y miro la fina gasa blanca que envuelve al cuerpo más hermoso que he visto. Aproxima su mano a mi rostro y de su boca sale una voz celestial, que me dice:

tus gemidos de soledad han sido oídos por los dioses de la tierra y del mar y ellos junto a los del viento han hecho tu deseo realidad. Me sonríe dulcemente y se desprende su única prenda, que cae al suelo. Sólo puede deleitarme en sus formas hermosas , los bien torneados muslos. En el abundante busto. Parece una diosa griega. Y prosigue mi mirada en sus voluptuosos nalgas y su inmenso monte de Venus.

Me levanto para contemplarla más cerca. Con mis dedos aparto un mechón de cabellos que oculta su rostro. Las gotas salobres que hay en sus hombros van a para en mis labios. La abrazo con ternura pero con deseo creciente. Beso dulcemente sus rojos y carnosos labios. Muerdo los míos para retener su sabor en mí. Lentamente me arrodillo como para rendirle culto. Y rodeo a sus caderas con mis manos acariciándolas , descubriéndo la calidez de su piel. Mis labios se deleitan en los vellos de su pubis. Y me embriago con su olor . Hundo mi nariz en su sexo para absorver todas sus esencias. Y lamo, lamo con sed, con deseo, con lujuria. En busca de la perla de su clítoris. saboreándola y succionándola . Mientras ella separa las piernas. Alza su rostro al cielo y llena el silencio con un hondo y prolongado suspiro.

Y comienza a llover, nuestras pieles se humedecen y buscamos refugio en mi cabaña. Coloco en el aparato de música una melodía romántica. Todavía lleno de asombro le pregunto si puedo amarla de la forma que yo quiera. Y su respuesta no se hace esperar, diciéndome: soy tuya, tómame como mejor te plazca.. Sólo se me ocurre decir: esto es un sueño hecho realidad. Ella con una suave sonrisa me coloca un dedo índice en mis labios y me dice: no digas más.

Estoy yaciendo sobre el piso. Ella se coloca en cuclillas. Y me dice: Alejandro. Voy a hacerte feliz. Y sus dedos largos y finos comienzan a acariciar mi pene. La habitación se impregna con el olor del sexo. Sus hábiles manos, suben y bajan por la piel cubriendo descubriendo mi glande . Llevándome al séptimo cielo. Ella echa su cabeza hacia atrás para contemplarme un instante y muerde su labio inferior. Ahora siente mi pene duro, altivo, vigoroso entre sus manos. Y sin más acerca su rostro a mi entrepierna para besar el glande a la vez que con la punta de su lengua lo envuelve , lentamente. Aumentando la intensidad de los lametones, hasta introducir mi pene en su boca. Humedeciéndolo, saboreándolo, presionando con sus labios mi glande contra el paladar. Me lleva al máximo placer cuando mi pene se pierde completamente en su boca. Mientras siento el jugueteo de su lengua, envolviéndolo, succionándolo. Le digo : estoy a punto del orgasmo. Ella me contesta: es muy pronto.

Por un instante nos quedamos en una quietud que precede a una nueva acometida.

Separo sus piernas poniendo mis brazos por debajo de sus rodillas . Alzando así sus muslos y colocándome entre ellos.Veo pasar sus manos por sus pechos. Acariciando

Sus pezones , baja sus manos hasta llegar a los labios de su vulva y los separa como una flor ante mis ojos. Para que la penetre. Acerco mis caderas y doblando ligeramente

Las rodillas entro en ella. Mi erección está al máximo. Entro fácilmente gracias a la humedad de su vagina que siento arder , lubricada y deseosa. Sus gemidos me animan a seguir llenándola hasta más no poder, hasta el final, y siento como aprieta mi pene atenazándolo con las paredes de su vagina . Para estremecernos, abrazados.

Inicio una embestidas suaves, lentas pero profundas que nos acercan a la explosión final. Pero aun quiero más . Deseo no parar de oir sus gemidos y humedezco mis dedos en sus labios para bajar por su cuerpo hasta llegar a su clítoris , y acariciarlo y frotarlo dulcemente. Mientras mi cuerpo se prepara para convulsionarse , para tensarse . Mi pene incansable se aprieta más y más contra las paredes de su vagina . Y ella se aferra en un abrazo , su piel ardiendo en mi piel y una serie de brutales y rápidas palpitaciones nos lleva al éxtasis del orgasmo . Caemos rendidos. Conversamos hasta la madruga. Me cuenta de los dioses y designios del amor. Al amanecer el sueño me vence. Al despertar a mi lado no la encuentro. Solo una rosa ,y una nota que dice: volveré.